S5. Reproche
Tomé aire y lo expulsé lentamente por la boca, intentando mantener la calma y pensar con claridad. Todo cobró sentido. Mis dudas fueron aclaradas, aunque no de la forma que esperaba. Ahora entiendo muchas cosas que pasé desapercibidas. Escucharlo de su boca me ayudó a aclarar mis dudas, mis pensamientos y sentimientos.
«¿Verdaderamente esto es lo que quiero para mi vida?». Es la pregunta que desde hace muchos años me he realizado, a la cual hoy por fin tengo una respuesta. Definitivamente esto no es lo que quiero o merezco.
A la hora de la salida regresé a la casa y puedo jurar que todo a mí alrededor se percibía diferente, de hecho, yo mismo me sentía distinto. Tal vez porque me había liberado de ese gran peso que cargaba en mi espalda.
Iba a ducharme primero, antes de hablar con ella, pero preferí unirme a la mesa a cenar, a pesar de no tener nada de apetito. Estefanía no había pronunciado palabra alguna, ni siquiera puedo descifrar lo que piensa, aunque ya ni me importa. Soltó el tenedor dentro de su plato y descansó sus codos sobre la mesa.
—Necesito que hablemos.
Me sorprendió mucho que hubiera roto el silencio, por un momento pensé que por primera vez en su vida sería honesta conmigo y me contaría la verdad.
—Soy todo oídos.
—Es sobre lo que hablamos esta mañana. Athan, no quiero que las cosas entre los dos sigan así.
—Eres una cínica — solté, sin que me quedase nada por dentro.
—¿Por qué dices eso?
—Cuándo planeabas decirme que en tu barriga lo único que hay es lo mismo que tienes en la cabeza; mierda.
—¿De qué hablas?
—No te hagas la estúpida — empujé el plato al centro de la mesa—. Ya sé la verdad, no tienes que seguir actuando como una blanca paloma. No quieres que las cosas entre los dos sigan igual, pero eres tú quien no hace nada por mejorar. De hecho, considero que no te has esforzado nada. Tanto que vives amargándome la existencia, con reproches y dándome sermones, pero ¿y qué hay de ti? Tu cinismo solo me está colmando la paciencia. Te volveré a preguntar, pero esta vez directamente. ¿Cuándo planeabas decirme que no estás embarazada?
Me miró sorprendida, sin saber qué decir.
—Athan…
—No te atrevas a decirme otra mentira o te haré tragar la lengua.
—Déjame explicarte…
—¿Qué vas a explicarme, Estefanía?
—Lo hice por nosotros.
—¿Por nosotros? ¿O por ti? No planeabas decírmelo, ibas a ocultarlo quién sabe hasta cuándo. Honestamente, no sé qué mierda esperaba de ti. Bueno, ¿qué podía esperar de una mujer que tiene la misma sangre que esa bruja corriendo por sus venas? Eres idéntica a ella; una abusadora, oportunista y mentirosa.
—¡No vuelvas a mencionarla! ¡Yo no soy como ella!
—¡Eres peor!
—Todo lo hice porque te amo, Athan. Sé bien que tú no lo haces, nunca lo has hecho. Si arreglaste las cosas conmigo fue por haberte dicho que estaba embarazada.
—Tienes toda la razón. De otra forma, no creo que haya pasado por alto lo que me hiciste. Si decidí dar mi brazo a torcer fue por ese bebé, no por ti. Pensé que debía resignarme a pasar mi vida contigo, porque ese bebé estaba de por medio, pero afortunadamente ese no es el caso.
—¿Qué estás diciendo, Athan? ¿Cómo que afortunadamente?
—Que estoy harto de fingir. Esta no es la vida aburrida que quiero. Tú no eres esa mujer que quiero. Antes hubiera dado todo por tenerte, pero me he dado cuenta que merezco algo mejor de lo que tú puedes ofrecerme.
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