No hay nada que el dinero no resuelva, por esa misma razón hablé desde temprano con el administrador para rentar un apartamento en su edificio, consideré el más adecuado porque tiene control de acceso y seguridad, además de que no es tan cercano a la clínica. 

Por más control que uno pueda tener, las malas intenciones de Estefanía son muchas, por lo que debo estar alerta a todo. Todavía recuerdo lo que le hizo a esa vieja asquerosa por celos, ahora con más razón debo tomar medidas en todos los aspectos. Que se asegure de que no la encuentre, porque cuando lo haga, deseará no haberme provocado. 

Depende de cómo salgan las cosas, venderé la otra casa. Necesito un lugar más cómodo, fresco, donde no haya malos recuerdos y pueda vivir tranquilo en mi mundo. 

El apartamento está amueblado, lo único que haría falta es hacer una compra relativamente rápida de comida y utensilios de cocina. Con el resto no hay prisa. 

Dejé todo planchado en la clínica. No lo sé, pero pronostico que terminaré entregando la clínica a Omar. No sé si es la edad, pero mi afición ha pasado a ser una maldición. Quiero descansar, no tener un sinnúmero de preocupaciones ajenas encima, tengo suficiente con cargar con las mías. Quiero levantarme a la hora que se me antoje, tener un respiro de tantas responsabilidades. Tengo el capital suficiente para retirarme por lo que me queda de vida si quisiera. 

Ahora mismo siento que este cambio es lo que me hacía falta para poder respirar aire fresco. El ambiente se percibe distinto a cuando estaba en aquella casa, calmado, justo como me gusta. 

Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo que aún no asimilo la noticia. ¿Cómo será nuestra vida de ahora en adelante? ¿Podré acoplarme a esto? ¿Será que esto era lo que buscaba desde un principio? ¿Podría ser que mi destino siempre fue Ashley, y por eso todo esto tuvo que ocurrir? Son muchas interrogantes, pero sea cual sea la respuesta, realmente no haría la diferencia en esto que siento. Es como si me hubiera quitado un gran peso de encima. Como si la vista al horizonte se hubiese extendido. 

—Con el ajetreado día que tuvimos, no has tenido oportunidad de comer. 

—Me siento bien. 

—Pues no te sientas bien estando sin comer. Se nota que no te alimentas bien, mírate, aunque al ver ese chiquero en donde estabas viviendo, ahora puedo entender muchas cosas. Con la paga que estás teniendo en la clínica, es para que hayas rentado un mejor apartamento, hasta una casa, pero estabas viviendo en condiciones infrahumanas. ¿No se te da bien lo de ahorrar?

—Creo que es eso. 

—Para la expresión que hiciste, siento que hay algo ahí. ¿Es por lo de tu mamá y tu abuela? 

—Ambas están enfermas y necesitan ese dinero más que yo. 

—Me dijiste que están viviendo fuera del país, ¿no es así? 

—Sí. 

—Bien. Necesito que te desconectes de todo lo que implique preocupación. Mañana a primera hora visitaremos a un colega que es ginecólogo. Esta semana la tomaremos de descanso. Especialmente tu. Los primeros meses son cruciales, por lo que necesito de tu cooperación para que estés al día con las vitaminas y hagas tus tres comidas, más las meriendas. Además, nada de tareas complejas, cero fuerzas innecesarias, cero tacones, cero disgustos. ¿Estamos claros? 

—¿Por qué estás actuando así? Es muy extraño.

—¿Así cómo?

—Como si te importara.

—Estás cargando a mi hijo. 

—No pareces el tipo de persona que se preocupe por los demás, doctor. 

—No conoces nada de mí. Y no me llames más doctor, mi nombre es Athan. 

—¿Athan? — me miró confundida. 

Ahora que lo pienso, mi verdadero nombre solo lo supo Ayleen. Pensé que teniendo una nueva identidad podría acostumbrarme a ser llamado por otro nombre, pero la verdad es que hasta el sol de hoy no me acostumbro. ¿Qué pasaría si se entera de mi pasado?