S5. Espacio
—No quieras manipularme con este bebé, porque eso solo demuestra que él tampoco te importa.
—No te estoy manipulando. ¿Por qué demonios crees que todo lo que hago es malo? Estoy harto de que todo el mundo quiera verme así, cuando no tienen remota idea de cómo me siento, o simplemente ni les importa. Estefanía no era un pan de Dios, yo tampoco lo he sido, pero ella representaba un maldito peligro para ti y para nuestro bebé. Ella estaba loca.
—¿Y tú no lo estás?
—No lo entiendes. Ella fue quien estaba persiguiendo a Ayleen, la misma que le mutiló el rostro y estaba haciendo lo mismo con un sinnúmero de mujeres en la calle.
—Entonces eran idénticos, por eso se entendían tan bien, ¿no?
—No es lo mismo.
—¿No es lo mismo? No quieres minimizar tus atrocidades, porque ambos han lastimado a inocentes. ¿Sabes qué es lo peor? Que no muestras ni un poco de empatía o arrepentimiento por esas personas a quienes le desgraciaste la vida, solo indiferencia, como si te diera lo mismo sus vidas.
—Porque arrepentirme a estas alturas no haría la diferencia, ¿o sí?
Hace mucho tiempo no experimentaba lo que era ser regañado por alguien. Recuerdo cuando era mi mamá quien lo hacía. Sus palabras tienden a causar el mismo sentimiento que experimentaba con mi madre.
—Eres un insensible. No sé por qué me impresiona, si conmigo también has sido así.
—¡Mentira! Ni pienses que como te trato a ti, trato a todo el mundo— la acorralé contra la nevera, y sus labios temblaron—. Ashley, es verdad que he cometido muchos errores en el pasado, de alguno que otro no me arrepiento, y te aseguro que tengo mis motivos, es solo que ahora mismo no me siento preparado para hablar sobre ello, ya que no estoy interesado en volver a esa vida, en este momento solo quiero vivir una vida tranquila y pacífica contigo, al lado de ese bebé que estamos esperando.
—Te odio, Athan— en sus ojos cristalizados no había ni una chispa de verdad, ni siquiera en sus palabras.
—No, no lo haces— murmuré a centímetros de sus labios, teniendo esa sensación de que mi ritmo cardiaco se elevó por las nubes y mi corazón ascendió a mi garganta—. Alguien que odia de verdad, jamás va a mirarme de la forma que lo haces.
—Tal vez tienes razón, quizás ese odio es contra mí misma. Solo me resta pedirle a Dios que me perdone por volver a encubrir tus fechorías. Que te quede claro una cosa; si acabo de tomar la decisión de callar, es porque me dolería mucho que este bebé algún día se entere de la clase de hombre que elegí como su padre.
—¿Significa que me darás una oportunidad?
—No confundas las cosas. Ahora mismo estoy muy confundida y dolida, necesito tiempo para pensar. Esto es más de lo que puedo soportar.
—Está bien. Piensa lo que tengas que pensar, yo esperaré, pero no te vayas. Castígame con lo que quieras, insúltame, golpéame, si eso es lo que quieres y si te servirá para descargar lo que sientes, pero no me condenes a estar lejos de ti y de nuestro bebé.
—No me iré, pero quiero mi espacio y espero puedas entenderlo y aceptarlo, Athan.
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