—Ya conseguiste lo que querías, ¿ahora qué? 

—¿Qué te hace pensar que esto era lo que quería? Fuiste tú quien me obligó a hacerlo con tus actitudes.  

—Asegúrate de que no pueda atraparte nunca, porque te aseguro que vas a arrepentirte de lo que hiciste. 

—Sigues siendo el mismo orgulloso de siempre. Pensé que luego de todo el tiempo que pasó, te había servido para ser más honesto, pero me equivoqué. Hay cosas que no cambian, ¿cierto? No sé por qué te cuesta tanto aceptar que me extrañabas. He visto muchos bocetos míos en el sótano. Dibujos por doquier e incluso tenías planes de convertir a esa pobre mujer en un clon mío. ¿No te da vergüenza ser tan mentiroso? 

—¿Dónde tienes a esa mujer?

—Ella será mi carta bajo la manga por si tratas de hacerme algo. Piensa bien en lo que haces, pues un error puede acabar con todo lo que has logrado en tu vida. 

—Me acabas de declarar la guerra, solo espero que estés preparada para las consecuencias. 

Saltó de la cama al suelo, resonando sus tacones y bajándose la falda. 

—Esperé suficiente— murmuró, acercándose al respaldo de la cama—. Nos volveremos a ver. 

Solo me soltó una mano y se apartó, por lo que no pude atraparla como hubiese querido. Pudo irse luego de haberme humillado y amenazado, pero esto no se quedará así. Esto apenas comienza. 

Gracias a un amigo, pude averiguar un poco de ella, sobre sus nuevos proyectos, presentaciones, entorno, amistades y relación. La he visto unas cuantas veces, pero siempre está acompañada. 

Por su culpa, ni siquiera he podido estar al pendiente de la recuperación de Ayleen y eso la ha mantenido distante y enojada. No es difícil darse cuenta que nuestra amistad se está convirtiendo en un martirio para ella. 

A Ashley la dejé ir, sé que no hará ni dirá nada sobre lo que ocurrió esa noche. Ella está en este país sola y sin familia, lo más que necesita es el empleo en la clínica, y hará todo lo posible por mantenerlo. Verdaderamente no la considero un peligro por el momento. 

Vine a la clínica con el propósito de reunirme con mis colegas y de paso, tramitar mis vacaciones. Necesito mi tiempo, desconectarme un poco de la clínica y mis obligaciones, pues mi cabeza ha estado saturada con esa perra. Estoy dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias con tal de vengarme. La he tenido en la mira durante las últimas semanas. No es para nada tonta. Tal parece que teme estar sola. Debo ser cauteloso con mi siguiente movida. 

La puerta de mi oficina la abrieron y vi entrar a Estefanía junto a Ashley. Fue algo inesperado, pues jamás pensé que se atrevería a venir aquí. Esto confirma mi teoría; ella cree que por tener a esa mujer, ya me tendrá para siempre en sus manos, pero no sabe lo equivocada que está. 

—Buenas tardes, doctor — dijo Estefanía, quitándose las gafas oscuras que traía puestas. 

—Traté de detenerla, pero insistió en que quería hablar con usted, doctor — Ashley bajó la cabeza. 

—Déjanos solos, y que nadie nos interrumpa. 

—Permiso — salió de la oficina. 

—No pensé que tendrías los ovarios bien puestos para venir aquí por tu cuenta — me levanté de mi silla, dejando todo lo que tenía sobre el escritorio. 

—Imaginé que estabas esperando por mí, ya que te he visto seguirme en varias ocasiones. ¿No estás feliz de verme de nuevo? Sé que han pasado varias semanas desde la última vez que me examinaste. Estoy casi segura de que no has dejado de pensar en mí— dijo, con evidente sarcasmo—. Esta vez he venido para compartirte una noticia muy importante. Vas a ser papá, Athan. ¿No estás feliz?