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S4. Nostalgia

Estaba lejos de llegar al final de mi obra maestra, todavía debo hacerle unos retoques, pero mientras baja la inflamación de su rostro, estaré practicándole un aumento de busto. Necesitaré asistencia, porque solo me tomará mucho tiempo. 

Cada día, según llegó de la clínica, me encierro en mi pequeño mundo, distante de todos. Ayleen me ha buscado la vuelta, piensa que aún estoy molesto con ella, pero la verdad es que no tengo tiempo para pensar en esas tonterías. Para mí, la amistad entre los dos seguirá igual. 

Mario regresó a la clínica y, junto a él, trajo una ola de actividades, algo que nos arrastró a todos. Debía presentarme con todos mis colegas, aunque no deseara unirme. Este tipo de eventos, reuniones o actividades, donde se presentan un sinnúmero de personas, no es un ambiente que me agrade en lo absoluto. 

Mi agenda estaba saturada, pero decidimos dejar las citas para la semana que viene y hoy cerrar temprano para reunirnos. La actividad en sí comenzó a las ocho de la noche, pero todavía eran las doce de la madrugada y no finalizaban. El tiempo parecía eterno. 

—Te ves muy estresado. ¿Está todo bien? — escuché la voz de Ayleen, y solo me limité a mirarla—. Te ves distinto con barba. Hace tiempo no te veía sin la mascarilla. 

—¿Dónde está Ashley? 

—No lo sé. No la he visto. ¿Por qué? 

—Iré a buscarla. 

Busqué entre el gentío a esa muchachita y la vi en una mesa apartada de todos. Aproveché la oportunidad y me senté en la misma mesa. 

—¿Por qué tan distante? 

—Es la primera actividad a la que me invitan, pero no tengo temas de interés para tocar con los invitados, doctor. 

—Entonces, ¿solo eres extrovertida en la clínica? Interesante. 

—Eso no fue lo que quise decir. 

—¿Tienes planes luego de aquí? 

—¿Planes? No lo creo. 

—Te daré mi dirección. Voy a necesitar tu ayuda. Considero que eres la persona indicada para el trabajo. 

—¿Qué trabajo?

—Te daré todos los detalles en mi casa. 

—¿No cree que es muy tarde?

—Será algo ligero. No tienes de qué preocuparte. 

—Entonces cuente conmigo, doctor. 

Le di mi dirección y me aparté de ella durante la actividad. Fue muy tarde cuando me tocó despedirme de los invitados. Dejé a Ayleen hablando con Mario en la entrada y escabullí para irme a la casa. Esperé por ella, porque sabía que vendría muy pronto. Ella es del tipo de chica muy fácil de manipular. Qué nostalgia. 

—Tiene una casa muy grande y bonita, doctor. 

—Gracias. Ponte cómoda. 

Se sentó en el sofá de la sala y me quedé de espalda vertiendo la droga líquida en su bebida. 

—Lo siento, pero no tomo, doctor. 

—Si tú temor es embriagarte, despreocúpate, es un licor bastante dulce. Posee alrededor de un treinta por ciento de azúcar. Necesitarás unas cuantas de estas para embriagarte — le extendí la copa y, luego de dudar unos segundos, decidió tomarla. 

—¿Y en qué puedo ayudarle, doctor?

—Verás, es un trabajo sencillo. Necesito una ayudante en una intervención que estaré realizando desde casa. 

—¿Ayudante? Doctor, solo soy una simple asistente. ¿Cómo pretende que le sirva de ayudante? ¿Y las enfermeras que le asisten? ¿Por qué no acude a ellas? 

—No lo veo necesario. Es una tarea muy fácil, como para molestarlas en algo así. Ahora mismo tenemos la agenda saturada. 

—Perdone mi ignorancia, pero ¿usted cuenta con todo lo necesario para intervenir con un paciente aquí? 

—Sí. ¿Te gustaría explorar?

—¿Se puede?

—Claro. Vamos. 

Se levantó del sofá, dejando la copa vacía encima de la mesa. Sabía que en cualquier momento estaría presentando los síntomas, solo debía matar el tiempo con ella. Luego de mostrarle la casa, la traje al sótano y examinó perpleja todo lo que allí se encontraba. 

—Este lugar es como entrar a otro mundo. ¿Puedo abrir las cortinas? 

—Claro— atrapé su mano antes de que pudiera abrir la cortina—, pero antes quisiera saber una cosita— olfatee su cabello y se volteó tímidamente—. ¿Por qué eres tan bonita? Solo me traes recuerdos de esa ingrata y mala mujer. Aunque fue tan desgraciada conmigo, todavía me pongo duro cuando aparece por mi mente. 

—¿De qué habla, doctor? 

—¿Tus padres no te enseñaron a no confiar en desconocidos?

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