S4. Miedo
—¿Qué pendejadas dices, Estefanía? ¿Qué ha pasado contigo? La otra noche estabas actuando muy distinto, a como lo estás haciendo ahora. ¿Dónde está esa Estefanía atrevida, que disfrutaba de provocarme y hacerme enojar? Déjame adivinar, ¿estás poniéndome a prueba?
—¿A prueba? Probablemente sea eso.
—No es difícil darse cuenta cuando algo estás tramando. ¿Me dirás de qué se trata?
—Termina lo que comenzaste.
Hubiera querido tomar su palabra, pero algo no me lo permitía. Sus palabras daban vueltas y vueltas en mi cabeza, e intentaba procesar cada una de ellas. Es muy probable que esté poniéndome a prueba, tal vez con la intención de que le tenga lastima y la deje ir.
Ahora mismo ni siquiera estoy de ánimo para ejecutar todos los planes que tenía en mente con ella. No sé qué me está pasando. Me sentía totalmente seguro de lo que iba a hacer y ahora estoy dudando. ¿Por qué? ¿Por qué cuando me mira así ese enojo desaparece?
—Te has vuelto una buena actriz.
—Así es. Eso es lo que soy; una estupenda actriz… — se levantó cojeando, apoyándose de la mesada, aún con sus manos atadas y dándome la espalda—. Es irónico; no importa cuan malo puedas llegar a ser conmigo, no puedo odiarte. Hasta ese nivel he llegado. Me acostumbré a recibir de ti siempre el mismo trato. Tu nunca has cambiado, he sido yo quien lo ha hecho y se ha equivocado tanto en el proceso. Desde que nos conocimos supe que me estabas manipulando, aun así, fingí no darme cuenta. Luego de todo lo que ocurrió, nos refugiamos en nosotros mismos, porque no teníamos a nadie más. Me enamoré de ti, aun sabiendo que en aquel entonces me veías como una tonta hermana. Mi vida cobró sentido cuando pude traerte de vuelta después de que te apartaron de mí.
—No estoy interesado en hablar del pasado. No sé qué ganas mencionando todo esto.
—Estoy consciente de que no gano nada, pero todo eso se está cruzando por mi mente ahora mismo. Supongo que todo lo que quiero decirte lo puedo resumir dándote las gracias por ser el único con el comparto escasos pero significativos recuerdos.
—Deja de decir tantas estupideces y acuéstate en la camilla.
Traté de acercarme a ella, pero retrocedí al instante cuando la vi voltearse sosteniendo un escalpelo. No sé ni en qué momento lo tomó de la bandeja.
—No estoy para juegos. ¡Baja eso en este instante!
—Perdónenme...
En esa fracción de segundo, todo cobró sentido para mí. La conversación que tuvimos en la clínica y la noticia que me dio pude atarla en ese instante.
En todo momento pensé que su plan era atacarme, hasta que vi cómo llevó el bisturí a su cuello y sus ojos se llenaron de lágrimas. Todos esos recuerdos que tuvimos juntos invadieron mi mente como una ola. La he visto llorar muchas veces; de emoción, de tristeza, de angustia, de miedo, pero jamás de la manera en que lo hacía ahora.
Hace tiempo no experimentaba el miedo; creí que sería incapaz de sentir algo como eso luego de todo lo que he pasado, pero por ese corto instante eso fue lo que sucumbió mi alma y mi ser; miedo a no verla nunca más, miedo de perder a la única persona importante para mí; y que no había descubierto cuán importante era hasta ahora. Tal vez ya era muy tarde…
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