S3. Victorioso
—¡No es lo mismo, Estefanía!
—¿Qué no es lo mismo? Déjame adivinar, ¿piensas justificar tus acciones? ¿Tú sí tienes permitido hacer lo que te da la gana, pero yo no?
—¡Te he dicho que no es lo mismo! ¿A quién mierda se le ocurre guardar cadáveres descompuestos en su habitación? ¿Es que has perdido la cabeza?
—Lo siento. Para la próxima divido las porciones para que tengas almuerzo durante la semana.
—Este no es momento para chistes sin gracia. ¿Tienes una idea del peligro que estamos corriendo ahora? Hace unas horas estuvo un oficial en esta casa, ¿qué habríamos hecho si encontraba estos cadáveres aquí? ¿Has olvidado por qué tuvimos que huir? ¿Quieres que volvamos a pasar por lo mismo? Tal parece que olvidaste todo lo que tuvimos que pasar hace años atrás.
—Aquí nadie los va a encontrar. De hecho, no creo que alguien los eche de menos.
No puedo creer lo que estoy viendo, especialmente su sosegada actitud.
—¿Realmente estás molesto por esto?
—¿Molesto? Molesto es poco.
—No tienes razón para estarlo. No es como que el trabajo lo hayas pasado tú.
—¿Y quién crees que tendrá que pasar trabajo limpiando a profundidad este desorden? Claro que soy yo, porque tú no haces nada bien y no pienso arriesgarme a que la policía venga y encuentre estos cuerpos aquí y me achaquen muertos que no son míos. ¡Has perdido la maldita cabeza, Estefanía!
—¡Ya cállate! Quien la perdió primero fuiste tú. Eres tú quien está enfermo, matando a personas inocentes al azar y sin piedad alguna. He visto todo lo que hay ahí abajo. La forma en que te deshaces de cada persona que traes. ¿Cuál es tu justificación o excusa? Quise decir, la razón.
—Tú misma lo has dicho. Si hago algo, lo hago bien. Pero mírate, convirtiendo tu cuarto en un matadero, dejando evidencia por doquier, sin pensar en las consecuencias. ¡Estamos en el mismo maldito barco!
—¿Ese es tu mayor miedo? No te importa la razón por la que los mate, solamente quieres evitar ensuciarte, ¿no es así? Qué mucho te importo, Athan. Soy una estúpida. ¿Cómo pude pensar que realmente te importo? Para ti sigue siendo más importante esa dichosa carrera y mantener una reputación intachable. Por más que trates de vivir una vida normal, conviviendo entre tanta gente, los muertos que llevas cargando siempre estarán ahí. No quieras actuar ahora como el más correcto, cuando entre los dos, tú has sido el más perverso que disfruta matando personas. Tanto que odiaste a mi mamá por lo mismo, pero resulta que tú has adoptado muchas cosas de ella. Poco a poco te estás convirtiendo en su imagen y semejanza.
Su actitud me tenía irritado, pero lo que derramó la última gota del vaso fue el haberme comparado y mencionado a esa bruja. Mis manos se aferraron a su cuello tan fuerte que su rostro se enrojeció con rapidez. Su espalda chocó contra la pared debido al mismo empujón. Esos recuerdos vivos de esa bruja rondaron mi cabeza; vinieron uno detrás del otro, haciéndome hervir la sangre.
—Si tienes los ovarios bien puestos, te reto a que lo repitas.
—¿Por qué te duele que te digan la verdad? — logró formular, con un hilo de voz—. ¿Vas a matarme por eso?
—Todo lo que acabas de decir, me ha servido para abrir los ojos. Si todo eso es lo que piensas de mí, entonces no te necesito a mí lado. Solo por todo lo que pasamos juntos en el pasado, te daré la oportunidad de desaparecer de mi vista en este instante y no volver a aparecer nunca más frente a mí— dejé ir su cuello y comenzó a toser.
—¿Q-qué estás queriendo decir?
—¡Quiero que te largues ahora mismo de mi casa! No pienso seguir viviendo con el enemigo.
—¡Tú no puedes estar hablando en serio!
—¡Pues sí lo estoy haciendo! Esta fue la última gota que derramó el vaso, Estefanía.
—Tú no puedes dejarme, Athan. Hemos vivido mucho juntos, ¿cómo puedes pedirme tal cosa?
—Verte a ti, es como verla a ella en este momento. Y no sabes todo lo que quiero hacerte — ladeé la cabeza, notando que todo a mí alrededor se distorsionaba poco a poco, devolviéndome a ese infierno del que me costó tanto salir.
Pensé que había huido lo suficientemente lejos, como para que toda esa oscuridad no pudiera atraparme, pero estaba equivocado. Es como si estuviera amarrado a ella, sin oportunidad de librarme.
«No hay lugar en el que puedas ocultarte de mí. Incluso en el mismísimo infierno te estaré esperando». Las palabras de esa bruja solo retorcía todo mi ser.
—¡Cállate, maldita bruja! ¡Desaparece de mí puta cabeza!
Al pronunciar esas palabras, todo se calmó a mi alrededor, dejé de escuchar su voz por completo y pude respirar adecuadamente. Observé detenidamente su cuerpo en posición fetal en el suelo y sonreí con emoción al haber salido victorioso de nuevo.
—Te callaré todas las veces que sea necesario, bruja.
Fin de la tercera parte
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro