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S3. Tesoro

Desde esa noche, esa pesadilla se volvió más frecuente. No puedo ver a Estefanía de otra manera por más que lo intento. Aunque deseo con todas mis fuerzas cumplir esa fantasía que me envenena el alma, tengo miedo de mí mismo. Esa pesadilla para mí se vio tan real que me estremece cada vez que invade mi mente. 

Hemos tenido que sobrevivir a nuestra manera. Hicimos unos amigos, pues coincidimos en algo; los cuatro estábamos huyendo de la policía. Ellos por haber robado en varias mega tiendas y nosotros por todos esos delitos que nos achacaron. En las noticias no dejan de hablar de la desaparición de esa bruja. Piensan que salió del país por la investigación abierta sobre el papá de Estefanía y por la desaparición de mi papá. Aunque no han hallado nada que pueda involucrarnos con lo sucedido, siguen buscándonos. 

Nuestra vida se ha vuelto un caos. Vivimos huyendo. Cada semana estamos moviéndonos de un lado para otro y ya no solo soporto. El dinero es escaso y solo lo utilizamos para comprar comida y lo necesario. 

Emmanuel y Stacy se están quedando con nosotros desde hace más o menos cuatro meses, y nos ayudamos en lo que podemos. Han sido meses duros, dónde hemos carecido de muchas cosas. La desesperación por mantenernos con vida, nos ha llevado a tomar decisiones precipitadas. Nunca imaginé estar en una situación tan penosa y patética como esta.

Vine con Emmanuel al único lugar donde nos vieron ciertas cualidades para trabajar. La Sra. Dimitri recluta chicos jóvenes, entre dieciocho a veinticinco años. Nunca imaginé que vendría por mi cuenta a un lugar como este, pero la necesidad me ha traído aquí. Esa señora conoce las razones por la que nos busca la policía, aun así nos dio la oportunidad porque no le importa nuestro pasado, solo lo que podemos brindarle a ella y sus clientes. 

Debido a la cicatriz de mi rostro, ella me ordenó tener en todo momento una máscara negra. Tengo prohibido quitármela. Los demás solo llevan antifaz. Es desagradable tener que servirle a esas mujeres durante varias horas, pero todo sea por el dinero que me estarán entregando al finalizar la noche. 

Hoy es mi primer día, y mientras a mi me ha costado tanto socializar y sentirme a gusto en este maldito lugar, Emmanuel había sacado a pasear su lado pícaro y seductor.

Se acercó el momento más difícil de la noche; cada mujer elige con quién pasará el resto de la noche y la verdad es que en eso de crear conexión no se me da para nada bien, y mucho menos con esta incómoda máscara. Emmanuel fue el primero que se llevaron a la habitación, él siempre ha sido un imán para las chicas. 

Me había resignado a que la noche sería un completo fracaso, cuando una mujer que lucía como de unos treinta años se acercó. Me tensé de inmediato, pues era mucho más alta que yo. Su piel canela parecía brillar. Su cabello castaño era corto y tenía ondas. Sus labios combinaban con el traje negro que llevaba puesto, ajustado a sus caderas. No es el tipo de mujer que me atrae, pero debo admitir que al lado de las demás cuarentonas que había, ella era hermosa. 

—Sígueme — caminó al frente de mí y observé la manera en que sus caderas se movían. 

Estefanía se vería muy hermosa con un traje así. Entre esos pensamientos, ella se detuvo frente a la habitación y casi me la llevo enredada. 

—Lo siento… 

Entramos a la habitación y ella cerró la puerta detrás nuestro. Soy un idiota, se supone que haya sido yo quien la cerrara. ¿Cómo se supone que podré ganar dinero si no logro soltarme? Las manos me estaban sudando. 

—¿Por qué estás tan nervioso? Es tu primera vez aquí, ¿cierto? — soltó su bolso sobre la cama y deslizó sus dos manguillos del traje hasta que recayeron en su antebrazo. 

—Sí, señora. 

—Llámame Savannah. ¿Cuál es tu nombre? 

—Athan. 

—Luces muy tímido. Estamos en la habitación, ya puedes quitarte la máscara. 

—Lamento informarle que no puedo. 

—Ah, ¿es una forma de lucir misterioso? No acostumbro a acostarme con un hombre sin verle el rostro, pero tienes un porte elegante. Me gusta cómo te ves en traje — me atrajo hacia ella por la corbata y tragué saliva—. Muero de intriga por ver tu rostro. 

—Tengo prohibido hacerlo, Sra. Savannah. Por favor, vayamos a lo que vamos. 

—Te pagaré el doble si te quitas la máscara. ¿Eso es suficiente para considerar mi pedido? Nadie se debe enterar de lo que ocurra dentro de esta habitación. 

—Créame, no querrá verme. 

—Enséñame. 

No quisiera fallar a las reglas de la Sra. Dimitri, pero lo que me está ofreciendo me está haciendo considerar su pedido. Sé que no está bien, y que incluso puede sentirse asqueada al ver mi cicatriz, pero dicen que el que no arriesga no gana. Realmente necesito el dinero. 

Sus manos quitaron mi máscara despacio y dejé los ojos cerrados hasta sentir el aire refrescar mis mejillas. En sus labios se reflejó una sonrisa. La manera en que me estaba mirando me tenía incómodo. 

—Qué rostro tan hermoso tienes — acarició mi mejilla y la miré sorprendido—. Mira nada más esos ojos tan azules. ¿Cómo puedes ocultarte detrás de esa máscara tan horrible? Es la primera vez que arriesgo todo, pero no me arrepiento, he hallado un tesoro. 

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