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S2. Quiero comerte

—¿Por qué hiciste eso? Confié en ti. 

—Debemos aprender a comer de todo. Lamentablemente, no sabemos lo que nos depare el destino. No hagas esa cara. Admite que estaba deliciosa. ¿Y sabes qué es lo mejor de todo? Que si algún día morimos, no será de hambre. Tendremos comida accesible todo el tiempo — reí. 

—Me arde el estómago. 

—No mientas. Ni siquiera lo habías notado y estabas comiendo de lo más bien. Mira, hasta limpiaste el plato. Bola, no seas tan despreciativa. Estamos en una situación donde muy pronto nos veremos limitados de muchas maneras. 

Negó con la cabeza, aún tapando su boca. 

—No temas. Nadie más sabrá de este pequeño secreto. 

Me miró fijamente por unos instantes y luego desvió la mirada. 

—Bueno, debo desaparecer el resto. Lo traería con nosotros, pero no tendremos un refrigerador para conservarla. Por esta noche nos quedaremos en el auto de tu mami en un lugar apartado. No me arriesgaré a quedarme una noche aquí. 

Como no vi intenciones en ella de opinar, me encargué de todo lo pertinente. No iba a pedirle ayuda, pues no está en condiciones de hacer mucho. Cuando terminé, eran casi las dos de la mañana. Guardé algunos trapos de ropa que aún quedaban en nuestro armario. También traje conmigo algunas herramientas y equipo que podrían servirnos más adelante. Vacié la nevera y guardé en bolsas negras alimentos que pudieran mantenerse fuera de ella. El dinero que esa bruja tenía guardado también lo traje conmigo. No era mucho, pero podrá servirnos por ahora. Nos dimos un baño por separado antes de explorar cada rincón de la casa y abandonarla. 

Arrojé por el camino el resto de la carne, debía deshacerme de ella y fue lo único que se me ocurrió. Además de que eso me funcionó con la de mi padre. Sé que no podrán hallar nada de esa bruja. 

Sé que no debemos quedarnos mucho tiempo con el auto, pero al menos por hoy trataré de hacerlo. Necesito pensar en nuestra siguiente movida. Además, debemos encontrar un mejor lugar para dormir. Ella no está bien todavía y le tomará varias semanas recuperarse completamente. 

Estacioné el auto en un lugar apartado, donde solo había árboles y matorrales. Todo estaba desolado. No había ni un alma. La observé mientras dormía en el asiento del pasajero. La herida de su rostro no se ve tan mal. Ha ido bajando poco a poco la inflamación. La mía no se ve tan mal, aunque estoy seguro de que quedará una fastidiosa cicatriz.

Acaricié suavemente su mejilla, notando que parecía estar soñando algo. Recorrí ligeramente su cuerpo, esas lindas piernas que, aunque en ellas se reflejaban hematomas, lucían muy apetecibles ante mis ojos. 

Mi mente se transportó a ese momento donde vi su cuerpo totalmente desnudo y bañado en sangre. Un ligero calor se situó en mi parte baja, trayendo consigo esas palpitaciones. Maldición. Esto es más fuerte que yo. 

Deslicé el manguillo de su blusa, observando sus senos por el área del escote. Ella se dio cuenta y despertó, fijando su mirada en mí. 

—Athan… ¿Qué haces? 

—Luces tan apetecible — susurré, acariciando su mejilla. 

—¿Qué dices? — se acomodó en el asiento—. ¿Por qué me miras así? — se arregló la blusa. 

—¿Así cómo? 

—Como si quieras saltarme encima. ¿Qué está pasando por tu cabeza, Athan? Has estado actuando muy extraño. 

No se equivoca. Por supuesto anhelo brincarle encima. Tenerla a mi entera disposición. Solo con imaginarlo, sentí la necesidad de morder mis labios.

—¿Quieres que te diga la verdad? — atrapé su mano y la llevé a mi erección—. Tu cuerpo me ha puesto así. 

Me miró sorprendida, tragando saliva. 

—Pero si yo no he hecho nada. 

—Eres muy linda. Es inevitable no ponerme así cuando te veo— recosté mi cabeza en su hombro mientras que mi otra mano se adentraba a su entrepierna. 

—Athan… 

—Me gusta que digas mi nombre. Repítelo más — lamí su cuello, creando un camino hacia su oreja y escuché su tierno gemido, algo que me sacó una sonrisa—. Quiero comerte completamente. Admite que deseas lo mismo — presioné mis dedos en esa zona tan sensible, a través del pantalón, sintiendo al instante la presión que hizo al cerrar las piernas—. Mmm, eso se sintió rico. Me temo que de hoy no pasas, bolita — mordí mis labios, sintiendo esas palpitaciones intensificarse en mi pene. 

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