S2. Fantasía (+18)
—Estoy herida. ¿Cómo pretendes que hagamos algo así?
—Haciéndolo.
—¿Tienes una idea de lo mucho que me duele?
—Vayamos al asiento trasero. Ahí estaremos más cómodos.
—Eres un desconsiderado. Realmente creí que te importaba, pero veo que solo piensas en esas cosas.
—¿Y me dirás la mentira de que tú no? Hemos pasado mucho juntos, y nunca habíamos llegado a esto. Es totalmente normal sentir ganas. Y más luego de verte tan descubierta. Tienes un cuerpo irresistible. Aunque se vería mucho mejor con más color.
—¿Color?
—Sí.
—Athan, realmente lo siento, pero no puedo.
—Bien. Mañana buscaremos un lugar donde quedarnos —recosté el asiento para ponerme cómodo.
Ella tiene razón. No sé qué demonios estaba pensando. Suspiré, cerrando los ojos en el intento de conciliar el sueño, cuando sentí su mano bajar el cierre de mi pantalón y automáticamente la miré.
—Esto es lo único que puedo ofrecerte… por ahora — dejó expuesta mi erección y la tomó entre sus manos.
Más que el escalofrío que me invadió, lo más que me hipnotizó casi instantáneamente fue la vergüenza y timidez que se reflejaba en su rostro.
Mi punta estaba muy húmeda y eso hizo muy placentera la situación, pues su mano se deslizaba con ayuda de eso. Se siente totalmente distinto cuando es ella quien me toca. Mis palpitaciones se iban agudizando conforme continuaba moviendo su mano. Se oía claramente el sonido de la humedad. Su mano parecía haberse enrollado como una serpiente alrededor de mi pene. La presión que ejercía era alucinante. Cada vez estaba más a punto de derretirme entre sus manos.
Daría lo que fuera por sumergirme en el calor de su interior. No sé cómo me he resistido a su cuerpo y a lo que causa en mí. Habíamos tenido oportunidades de sobra para divertirnos de esta manera y conocernos a profundidad.
—No puedo. No puedo soportarlo. Quiero estar dentro de ti.
—Athan, yo…
Robé las palabras de su boca en un apasionado y húmedo beso. Supe que estaba como yo porque de lo más profundo de su garganta se escapaban gemidos, como muestra suficiente de estar caliente y desearlo.
La misma calentura fue lo que nos llevó a cambiarnos al asiento trasero, retomando esos besos que tanto hacían quemar nuestra piel. La necesidad me llevó a quitarle el pantalón y, aunque quería prepararla, ella no se veía dispuesta a esperar, pues entrelazó sus brazos alrededor de mi cuello, algo que lo tomé como aprobación.
Estaba consciente de que debía ser cuidadoso y tomar mi tiempo porque estaba herida, pero esas ganas de hacerla gritar, de romperla, estaban en todo su apogeo. Era como si algo o alguien hubiera tomado posesión de mi cuerpo. No podía dejar de moverme, de penetrarla igual de duro a como me tenía. Su interior parecía palpitar, ajustarse en cada estocada que le daba.
Sus ojos estaban llenos de lágrimas. En mi cabeza lo único que podía captar eran sus ruegos para que taladrara más y más profundo. El chapoteo de nuestros fluidos mezclados era algo que me endurecía cada segundo. Estaba a punto de llegar a mi límite, esas palpitaciones constantes volvieron, arrasando por completo conmigo y con mi mente.
Cerré los ojos, mordiendo mis labios en el momento que exploté en su interior. Una electricidad corría por todo mi cuerpo. Algo totalmente fuera de este mundo.
Abrí los ojos, observando mi obra. Mi mayor fantasía la había cumplido; ver su cuerpo inmóvil debajo del mío, sus pálidos labios y ese rojo carmesí dándole color y vida a su piel.
—Eres la mujer más hermosa que existe, mi bolita.
Fin de la segunda parte…
PRÓXIMAMENTE LA TERCERA...
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