—Acompáñame — me detuve frente a mí puerta, pero ella ni se movió. 

—Esa es tu habitación. 

—¿Y qué? 

—No se supone que… 

—No tengo el más mínimo interés de hacerte algo. Como verás, no puedo quedarme en medio del pasillo comiendo, o tu queridísima madre vendrá a armar otro pleito de los suyos; y para ser totalmente honesto, no quiero volver a verla o escucharla. 

Sin más protestas entró conmigo a la habitación y se mantuvo en el centro. 

—Siéntate. ¿O acaso vas a permanecer de pie toda la noche? 

—¿Realmente está bien que esté aquí? 

—Por supuesto. Mi habitación es mejor lugar que cualquier parte de esta casa. 

—De acuerdo — se sentó en el borde de la cama, aún mirando los alrededores. 

Me senté en el otro extremo, poniendo el computador en el centro de la cama. 

—¿Por qué tan nerviosa? ¿Sigues pensando que te haré algo malo? 

—No, claro que no. 

—Entonces quita esa cara. Solamente quiero mostrarte unas cosas. Por cierto, ¿te gustan las películas de contenido grotesco? 

—¿Contenido grotesco? ¿A qué te refieres? ¿Qué son ese tipo de películas? 

—Como puedes ver, tengo una colección gigantesca descargadas en mi computador. ¿Quieres ver una? — le mostré la carpeta que tenía repleta de ellas y se les quedó viendo. 

—Hay mujeres desnudas… 

—Sí, ¿y? ¿No me digas que no has visto una mujer desnuda antes? ¿Realmente te has visto en un espejo? 

—¿Qué enseñan ese tipo de películas? 

—Lo sabrás cuando lo veas. Tal vez hasta lo disfrutes. Ponte cómoda. 

Apagué la luz, en el intento de analizar cuán tolerable y sensible era. Mientras comía, solo podía observar sus reacciones. 

—Cuánta sangre, por Dios. 

—Es la mejor parte de la película. 

—Se ve muy real. 

—Por supuesto. Algunas escenas son sacadas de videos reales. 

Lucia incómoda, aunque no apartaba la mirada de la escena. ¿Será que siente la misma curiosidad que yo? 

—Se vería estupendo que esa víctima fuera tu madre, ¿no crees? — susurré. 

—¿Qué? — me miró de reojo y sonreí. 

—¿No la has visualizado de esa manera? ¿Me dirás que soy el único que sueña con destriparla? 

—Jamás la he visualizado de esa forma. ¿Por qué habría de hacerlo? 

—Tu madre te trata como una basura. No eres la única, ¿sabes? Tenemos mucho en común. Esa mujer que dice llamarse tu madre, me ha hecho muchas cosas desagradables, que no querrás saber. ¿No es normal sentir esas ansias y ganas de verla muerta? 

—Una persona normal jamás podría visualizar o desear la muerte de otra. 

—Entonces soy anormal, porque puedo ver su rostro en cada víctima y deseo con todas mis fuerzas, tener el privilegio de quebrarle todos sus huesos y contemplar su cuerpo desangrándose. Cada vez sueño con eso y desearía que verdaderamente suceda. 

—Creo que ha sido suficiente por hoy. Quiero dormir, mañana tenemos clases — se levantó de la cama y encendió la luz. 

—Lo que tienes de fea, lo tienes de cobarde. Tarde o temprano te darás cuenta de que tengo razón. Mientras sigas viviendo en esta casa, conocerás el infierno en la tierra y desearás volver con tu papi. ¿Y sabes qué es lo peor de todo? que no siempre estaré yo para salvarte el trasero. Descansa, necesitas energías para lo que te espera de hoy en adelante.