Su silencio solo me generó una profunda e incontrolable rabia.

—Es un maldito enfermo. Me las va a pagar — traté de levantarme, pero el dolor era insoportable.

—No te levantes, vas a lastimarte.

—¿Estás consciente de que debemos hacer algo? No puedes quedarte callada.

Aunque no sé qué demonios haremos. Sus compañeros no nos van a oír, ni siquiera nos tomarán en cuenta. Escaparnos no es una solución, pues no tenemos a dónde ir. Además de que ya lo he tratado y siempre me encuentra. La mala suerte me persigue y arriesgarme a otra paliza no es una buena idea. Esta vez la estaría arrastrando también a ella. No tengo teléfono, solamente una computadora a la que ahora mismo no tengo acceso por estar en esta habitación.

—¿No tienes un teléfono?

—No. Mi mamá me lo quitó cuando llegué.

—Esta puta casa parece una cárcel. Tenemos que buscar la forma de contactar a tu padre. Tal vez él pueda sacarte de aquí.

—¿Sacarme de aquí? ¿Y tú qué?

—No puedo irme.

—¿Por qué? ¿Piensas quedarte bajo el mismo techo que estas personas?

—Mientras sigan en este planeta seguirán siendo una piedra en mi zapato. No podré vivir tranquilo sabiendo que ese cerdo y esa perra estarán viviendo pacíficamente, luego de todo lo que me han hecho.

—¿Qué estás pensando hacer? Athan, debes calmarte y pensar con cabeza fría.

—No sabes lo que dices. He tratado de pensar con cabeza fría por siete malditos años. Estoy harto de vivir con miedo, encerrado, siendo golpeado día tras día. Las noches se hacen largas por luchar con el sueño para mantenerme despierto. Esa mujer ha hecho de mis noches una pesadilla. ¿Crees que esto es vivir? Siento que cada segundo que paso en este lugar, voy muriendo lentamente. Preferiría morir, antes que permitir que esos dos se salgan con la suya. Estoy harto de esperar por un maldito milagro. Acabo de comprender que si las cosas no las hago por mi cuenta, nadie las hará por mí.

—Me estás asustando. No hables de esa manera, por favor.

—No te estoy pidiendo que me ayudes, solo que salgas de aquí. Aún estás a tiempo de escaparte e irte lejos. Yo ya no tengo nada. Lo único que tenía era mi madre y ya no está. Tu tienes un padre que debe estar muy preocupado por no saber de ti.

—Debe haber una manera de solucionar todo esto.

—Eres muy optimista, pero de nada te servirá eso ahora. ¿Sabes? Tu optimismo no te sacará de aquí.

—No voy a dejarte solo en esto. Encontraremos una solución juntos, ¿sí?

—No necesito tu ayuda. No me servirás para nada. Al contrario, solo me estorbas. Sálvate mientras puedas. Mañana podría ser el gran día.

—Mañana podríamos escaparnos. En vez de ir al colegio, podemos ir a la policía y contarles todo lo que nos hicieron.

—A la policía, ¿eh? — sonreí—. Sí que eres tonta. No sabes lo que dices. Él es la policía, ¿no lo comprendes? Él siempre tiene la razón. Él siempre se sale con la suya, porque se cree que todo lo puede. La justicia no llega a personas como él. Abre los ojos, date cuenta de la realidad.

Tocó su vientre y cerró los ojos.

—¿Estás bien? ¿Te duele?

—Me duele mucho.

—¿Aún sigues sangrando?

—No lo sé.

—Verifica.

—No quiero — volvió a afligirse y bajó la cabeza.

—Mañana nos iremos de aquí y buscaremos la ayuda que necesitas. Todo estará bien.

Son puras mentiras, pues no pienso irme de aquí hasta cumplir con mi último deseo. Mi objetivo ahora mismo es sacarla a ella de aquí. Después me encargaré del resto.