Malas decisiones
—Comiendo. ¿Quieres?
—No gracias, paso.
—No sabes de lo que te pierdes. Es exquisita.
—¿Por qué lo hiciste, Athan?
—Ella se comió mi niñez, mi juventud, mis deseos, mis metas, mis sueños; debo devolverle el favor de alguna manera. ¿No lo crees?
—Dime la verdad, ¿qué fue lo que te hizo ella? Escuché que dijiste que te contaminó. ¿Cómo lo hizo?
—Abusó de mí desde que tenía once años. Venía a mi habitación en la madrugada mientras dormitaba y mi padre estaba trabajando. Él nunca me creyó una sola palabra. Pensaba que estaba levantando calumnias con tal de sacarla de aquí. Sin contar que cuando ambos se juntaban, los castigos eran más severos. Principalmente las golpizas de mi padre. Siempre la defendió a ella. Pero no vale la pena mencionar el pasado. Es algo que atrás quedó — solté el tenedor sobre la encimera—. Te veías muy feroz, explosiva y atractiva dejando salir todas tus cargas.
—Ella empezó. Esa mujer nos escuchó anoche y no tardó en atacarme tan pronto como me vio en la cocina. Ahora entiendo el porqué te ve como hombre y no como su hijo. Nada más de imaginar que tuviste que pasar por algo tan desagradable también me hace sentir muy mal, por haberte tratado de frenar antes y por juzgarte. No había entendido tus acciones hasta ahora que conocí tus verdaderas razones.
—Te dije que no hablemos de eso, lo importante es que ahora tenemos la oportunidad de pasar factura a lo grande y no podemos desperdiciarla.
—¿Qué haremos después, cuando todo acabe?
—¿Por qué tan impaciente, pequeña?
—No sé, es que tengo un mal presentimiento. Creo que lo mejor es desaparecer luego de esto.
—Lo haremos juntos, no te preocupes. Cuando todo acabe, retomaremos lo de anoche y sin interrupciones. ¿Te parece?
—Sí — asintió y sonrió ladeado.
Me acerqué dispuesto a sumergirme de nuevo en sus labios, pero el timbre de la puerta nos interrumpió.
—¿Quién podría ser? — corrí hacia la puerta y miré por el agujero.
Vi a dos oficiales detenidos frente a la puerta y retrocedí.
—¿Qué pasa, Athan?
—Es la policía.
—¿Qué?
—Escóndete. Vete.
—No, no te dejaré solo.
—No seas necia y por primera vez en tu vida hazme caso. No sabemos por qué esos dos oficiales están ahí fuera.
—¿Realmente les abrirás? Es peligroso.
—Si no lo hago será peor. Todo saldrá bien, no tenemos de qué preocuparnos.
—¿Y por qué me estás pidiendo que me vaya?
—Por si acaso. Por favor, escóndete y no salgas hasta que te diga.
—Está bien, pero, por favor, cuídate — salió por la puerta trasera y me le quedé viendo.
No sé cómo iban a resultar las cosas, la verdad es que en lo único que pensaba era en protegerla.
—Buenos días. ¿Qué se les ofrece?
—Buenos días, Athan Ruíz. Hemos recibido una llamada por parte del vecino Tommy, donde alega haber oído unos gritos de una mujer. ¿Todo bien en casa?
—Claro, Sr. Oficial. Fue un descuido. Tenía el televisor a todo volumen.
—Comprendo. ¿Puedo pasar?
—Claro que sí.
No sé por qué quería entrar, y la verdad es que estaba muy nervioso. Solo el compañero de mi papá fue quien decidió entrar, el otro se quedó en la puerta.
—¿Aún no sabes nada de tu padre?
—No. No ha regresado a casa.
—¿Y tú mamá?
—No está.
—¿Está trabajando?
—Sí, Oficial. ¿Por qué la pregunta? ¿La necesita?
—¿Ha estado todo tranquilo en casa?
¿Por qué insiste con eso? ¿Lo dirá porque duda de esa bruja o por algo más?
—Por supuesto. Todo tranquilo.
—¿Estabas cocinando?
—Sí, eso estaba intentando.
Se escuchó un fuerte sonido que provenía de arriba, no sé si algo se cayó, pero él miró hacia las escaleras.
—¿Qué ha sido? ¿Es tu hermana?
—No, ella no está en casa. Creo que ha debido ser el gato. Suele tirar las cosas cuando se sube a lugares altos — era evidente que estaba mintiendo, jamás he tenido un gato, pero fue la primera excusa que pude darle.
—¿No va a verificar? Va a destruir la casa.
Solo quería que se fuera de una vez. No sé por qué me estaba dando tanta lata. Los nervios los tenía sembrados en el estómago.
—¿Se encuentra bien? Lo noto muy pálido.
—Echaré un vistazo.
—¿Desea que le acompañe?
Es una pregunta que se presta para muchas cosas. Si me niego, puede pensar que estoy ocultando algo. En cambio si le digo que sí, podría ver a Gloria y estaré en serios problemas. Joder, ¿qué se supone que haga?
El sonido se volvió a oír, pero esta vez era más persistente que antes. Se escuchaba como si algo le estuviera dando a la pared. Estaba sumamente seguro que debía ser esa bruja, pero ¿cómo? si recuerdo haberla amarrado.
—Venga conmigo, Oficial — subí las escaleras despacio, pensando en una solución a mis problemas.
Debo deshacerme de este hombre antes de que logre dar con Gloria. El sonido se oía más fuerte conforme subíamos. Tan pronto pisé el último escalón, me volteé repentinamente y lo empujé con todas mis fuerzas. Sabía que si me enredaba con él, pasaría lo mismo que con mi padre y no iba a cometer el mismo error. La realidad es que no pensé en las consecuencias que esta acción me traería. Para ser completamente honesto, no pensé que se escucharía tan fuerte el golpe. Su cuerpo estaba inerte y su cabeza era lo que parecía haber aterrizado primero. No sé si estaba muerto, pues no tuve oportunidad de averiguarlo, ya que el segundo Oficial había entrado por el mismo sonido y no dudó en apuntar su arma hacia mí. Se acercó hacia el cuerpo de su compañero y lucía muy afectado con lo que estaba ocurriendo.
—¡Manos arriba!
Levanté mis manos nervioso, no quise poner resistencia porque sabía que las cosas solo podían empeorar. Las cosas no tenían por qué salir así. La vida me dio una pequeña oportunidad para matar a esa bruja y la desperdicié. No es justo. No es justo que esa bruja pueda seguir viviendo tranquilamente ahora mientras que yo tenga que pagar por algo que no logré terminar.
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