—¿Athan? No, Athan murió el mismo día que mi madre dejó este mundo. Ese día partió con ella. ¿Por qué tendría que sentir algo, por alguien que me ha hecho tanto daño? Cuando necesité de él, jamás obtuve algo ajeno a los golpes. Nunca creyó en mí, tampoco le importaba. Entonces, vuelvo y te pregunto, ¿por qué debería sentir algo hacia ese desconocido que se hacía llamar mi padre? Para mí eso es todo lo que fue, un mal recuerdo que quedará en el estómago de los perros hambrientos y enterrado en el pasado. 

Le entregué su perfume y busqué en la gaveta de Gloria un labial. La camisa que mi padre lleva debajo del uniforme la traje también conmigo y me la puse en el hombro. 

—Saca la trompita — acerqué el labial a sus labios y movió su rostro—. No hagas esto más difícil, por favor — agarré sus mejillas entre mi mano y fruncí los labios —. Debes hacer lo mismo, alzar la trompita — se me quedó viendo por unos instantes y tragó saliva—. ¿Por qué me estás mirando así? Imagina que vas a dar un beso y frunce los labios. 

—No puedo… — desvió la mirada hacia la pared. 

—Ni modo. Yo lo hago entonces — recorrí el labial en su labio inferior y con mi dedo meñique lo esparcí también en el labio superior. 

Sus labios los dejó entreabiertos y me quedé observando la manera en que temblaban. Luce muy distinta así de cerca. Sus pestañas son bastante largas y jamás lo había notado. En todas circunstancias que nos hemos visto, han sido tan fatales que ni le había puesto atención a esos detalles. 

—¿Por qué tienes tanto miedo? Solo estoy esparciendo el labial — guardé el labial en mi bolsillo y le acerqué el borde de la camisa de mi padre, dejando claramente la marca de sus labios —. Tienes unos labios bastante carnosos. Casi igual a tu barriga. 

Me empujó tan fuerte que hasta la camisa se me cayó. 

—¿Por qué demonios te enojas ahora? Tal parece que decirte un cumplido te pone rabiosa. No te vuelvo a decir nada entonces. 

—Idiota — musitó. 

¿Y ahora qué le pasa a esta bipolar? Después es capaz de hablar de mí. 

—¿Qué pretendes hacer con esa camisa? 

—La enrollare en la sábana. La bruja de tu madre deberá probar un poco de su propia medicina. La desaparición de mi padre no será tan extraña para ella teniendo este hermoso recibimiento, ¿no crees? Es una lástima que no podré estar aquí para ver su patética expresión. Da una ronda por la casa, asegúrate de que no haya ningún rastro de sangre que pueda delatarnos. Mientras tanto, recogeré la ropa y pertenencias de mi padre en una maleta. Tenemos que irnos ya. No sin antes asegurarnos de que todo esté en orden. 

—Ella se dará cuenta.

—Cuando lo haga, nosotros ya estaremos lejos. Deberemos mantenernos con un bajo perfil, al menos mientras se calman las aguas. Yo regresaré muy pronto por esa bruja. 

—¿Planeas hacerle lo mismo?

—No, algo mucho peor— le confesé—. Ahora no perdamos más tiempo y haz lo que te dije, por favor. 

—No puedo creerlo… —negó con la cabeza y salió de la habitación. 

Vi el arma de mi padre en el suelo y la tomé entre mis manos. Esto nos podrá servir para muchas cosas.