Confrontación
—Lo siento. No quise propasarme contigo. No volverá a suceder — me recosté dándole la espalda y escuché su suspiro.
—Perdóname por ser una tonta — murmuró.
—¿Tonta por qué?
—Por nada. Seguiré durmiendo — se acomodó, dándome también la espalda.
No sé qué me sucedió, pero no puedo volver a perder el control y hacer algo así. Miré mi mano por unos instantes recordando el calor y la suavidad de ellos. Esto es una locura.
Al día siguiente, despertamos por un toque en la puerta y vi a través de la cortina transparente a un oficial detenido frente a ella y fui en busca del arma.
—No, Athan. No lo hagas. Guarda eso. No es el momento. No sabemos qué es lo que quiere.
—Maldita sea… — dejé el arma dentro de la mochila.
—Buenos días. ¿Athan Ruíz y Estefanía Hamilton? ¿Todo bien por aquí?
—Claro que sí, oficial — respondió Estefanía.
—Hemos recibido un reporte en horas de la madrugada por la desaparición de ustedes. Viendo que se encuentran sanos y a salvo, el protocolo será el siguiente; deberán acompañarme al cuartel.
Maldita bruja. ¿Cómo nos encontraron tan rápido? Alguien debió dar la información, no hay de otra, pero ¿quién pudo haber sido? No podemos poner resistencia o las cosas pueden complicarse.
—Claro, Sr. Oficial. Lo acompañaremos sin ningún problema. Permítanos guardar nuestras pertenencias, por favor.
—Claro, adelante — se mantuvo vigilando en la puerta.
Estefanía se acercó nerviosa.
—¿Qué vamos a hacer?
—No digas absolutamente nada. Déjame todo a mí.
Recogimos nuestras cosas y acompañamos al oficial al cuartel. Estefanía estaba muy nerviosa y eso solo puede complicar las cosas.
—El protocolo es un poco complicado en una situación como esta, por esto de que son menores de edad. Tendría que llamar a un trabajador social y al departamento de la familia, entre otras cosas, pero tomando en consideración que conozco a tu padre y que entiendo que no hicieron nada grave, solamente me voy a asegurar de que todo esté bien haciéndole una entrevista. ¿Les parece?
—Claro, Oficial.
—¿Por qué huyeron de casa?
—Mi hermana quería ir a ver a su padre biológico porque lo extraña demasiado, así que emprendimos viaje para que se encontraran una vez más.
—¿Saben lo preocupados que han debido dejar a sus padres?
—La verdad es que actuamos bajo impulso del momento, Sr. Oficial. Sabemos que hicimos mal en no avisarles, pero le aseguramos que no fue nuestra intención preocuparlos.
—¿Están seguros de que todo está bien en casa?
Estefanía me miró de reojo y noté sus piernas temblando, por lo que le agarré la mano y la descansé en su muslo.
—Por supuesto que todo está bien, Sr. Oficial.
Claro, ahora se hacen los más preocupados, cuando antes no se inmutaron en hacer algo por mí.
—Bueno, me alegra mucho saber que están bien. Hemos llamado a la Sra. Gloria para que venga a recogerlos. Pueden esperarla aquí.
Luego de su larga charla, hablando sobre lo mal que debían estar nuestros padres por nuestra desaparición, nos dejaron salir del cuartel en compañía de Gloria. Solo verla hace que la sangre me hierva, pero no puedo perder el control. Haré que sufra, de la misma manera que me hizo sufrir a mí por todos estos años. Su confrontación no tardó en venir, tan pronto como pisamos la casa. Subimos las escaleras con ella detrás y su maldita interrogación.
—¿Dónde está tu padre?
—¿Y yo por qué voy a saber? ¿Crees que mi padre me da explicaciones de las cosas que hace?
—¿Por qué desaparecieron al mismo tiempo? Los hacía juntos. Espero que no me estés ocultando algo — se veía furiosa y mentiría si no me sentía satisfecho con eso.
—Nosotros no sabemos nada de mi padre. La última vez que lo vimos fue cuando nos encerró en la habitación a mí y a Estefanía, esa misma noche que pasó contigo gran parte de la madrugada.
—¿Conmigo? ¿De qué estás hablando?
—Para la próxima ten un poco de consideración con nosotros y reduce tus maullidos de gata en celo. Nos hicieron escuchar la acción que tuvieron y no sabes lo asqueroso y despreciable que fue.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro