Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

9. Límites

WOORI

El piso se había convertido en un lugar de locos las primera semanas. Jin había insistido en que decorara a mi antojo, y aunque en el momento me negué rotundamente porque me parecía inapropiado, un cambio por allí y por acá se convirtió en una estancia repleta de cajas con cosas nuevas que él había decidido comprar y su recámara invadida con maletas mías.

Seokjin había estado presionado tanto en conocer a mis padres que tuve que llevarlo conmigo al cumpleaños de papá y al recital de mis alumnas. Mamá estuvo encantada con la idea de nosotros dos juntos, y mi padre tuvo una excelente conexión con él. En realidad, a todo el mundo parecía agradarle Jin a excepción de Bo-mi.

¿Por qué? No lo sabía.

—Dice tu madre que nos esperan la próxima semana para cenar. —Jin dejó el teléfono a un lado del tostador antes de que sus brazos me rodearan desde atrás, su pecho cubrió mi espalda. Con ternura removió el mechón de cabello que estaba sobre mi hombro y fue regando besos por toda la curva de mi cuello hasta llegar a mi oreja izquierda.

Me divertía en la cocina haciendo combinaciones extrañas con alcohol, fruta y bebidas preparadas, teniendo el ruido de la televisión sintonizando alguna película de mala comedia de fondo. Mi cabello aún mojado estaba empapando mis pechos por encima del blusón, el aire frío de la noche que entraba por las ventanas hizo a mi cuerpo temblar.

—¿Tienes frío? —preguntó con intensión mientras apropósito molía sus caderas en mi trasero.

Incliné la cabeza para mirarlo y poder besarlo, sus manos poco a poco se introdujeron debajo de mi ropa. Estábamos borrachos de lujuria, éramos como un par de adolescentes rompiendo su voto de castidad descubriendo lo bien que se sentía el sexo. No existía momento en que mis labios no adoraran a sus labios, donde mi cuerpo no quisiera ser poseído por el suyo, y donde mi corazón no amara el de él. Aunque no se lo hubiese dicho todavía.

—¿Tienes ositos de goma?

—¿Disculpa? — Él se rio algo confundido.

— Una vez con las chicas metimos tres docenas de ositos de goma en vodka y comí más de la mitad. Al otro día amanecí en el hospital por congestión alcohólica, desde entonces Kim Bum me prohibió volver tomar.

—Pudiste haber muerto, señorita.

—Eso mismo dijo él.

Desaprobándome, revolvió mi cabello y besó con ternura la coronilla de mi cabeza.

Sí, definitivamente lo amaba. Y necesitaba decírselo en un futuro cercano; sólo que no sabía cómo.

Entre besos, caricias, licores y películas, terminamos con la pizza y todo el helado que había en el refrigerador. Jin conectó el parlante y por todo el apartamento empezó a sonar una música suave, mi buen y viejo amigo alcohol comenzó a hacer de las suyas; inicié con una extraña y algo bizarra coreografía con pasos de baile que no estaba segura si sobria podría o me atrevería a hacerlos. Seokjin me miró demasiado divertido desde el sillón disfrutando de su baile privado, aprovechó una de mis vueltas para atraparme y sentarme sobre su regazo. Provocándolo, lentamente froté mi cuerpo con el suyo hasta obtener el efecto esperado en él, y en mí. No lo dejé besarme hasta que me lo suplicó en una especie de jadeo. Me deshice de mi blusón quedando en una camiseta blanca semi transparente de delgados tirantes por donde se asomaba mi sostén de encaje negro, a él le saqué la sudadera y desabroché sus pantalones. Mientras buscaba bajar la cremallera de los míos, escuchamos la cerradura y la puerta de entrada abrirse.

—¡Qué demo...!—Jin me apretó cubriéndome con sus brazos.

Gruñí de pura irritación después de escuchar al invitado inesperado saludar con su particular voz cantarina. Bajé del regazo de mi novio y encaré a nuestro amigo.

—Tae, ¿otra vez? — me miro confundido— ¿qué haces aquí?

Utilizó su vista panorámica para examinar el lugar, sus fosas nasales se dilataron y su cara enrojeció de vergüenza al instante en que comprendió la escena.

—Perdón, chicos, sólo venía a visitarlos— tartamudeó—. ¿Interrumpo algo?

Puse mala cara y me dejé caer al otro extremo del sillón.

—Creo que es obvio— dije entre dientes.

Frotó su cuello, símbolo de incomodidad en él, bajó la mirada y apretó sus labios.

—De acuerdo, no hay problema. Nos vemos luego.— caminó hacia atrás y dio media vuelta.

Seokjin se arrastró por el sillón hasta llegar a mi lado, me dio una mirada de cachorro atropellado y silenciosamente me rogó que permitiera a su amigo quedarse. La puerta de entrada se cerró, Taehyung se había ido.

—Sabes que lo quiero, pero...

—Vamos. Cancelé nuestra ida al juego ayer, no le he visto en un par de días por el trabajo. ¿Podrías por favor dejarlo pasar la noche con nosotros?

— Bien. — solté exasperada.

Salí disparada del departamento dejando la puerta abierta de par en par. Taehyung ya no se encontraba en el pasillo, asomé la cabeza escaleras abajo y ahí estaba, corriendo a punto de llegar al primer piso.

—¡Taehyung! Espera... ¡Taehyung!

Sin quitarle los ojos de encima, lo perseguí hasta la entrada del edificio y lo llamé por última vez.

—¡Oye!— silbé para captar su atención y troté hasta llegar frente a él.— No te vayas, ¿de acuerdo?

Me dio una mirada confusa, pero colmada de dolor. Coloqué mis palmas sobre sus costillas y dejé caer mi frente en su pecho.

—WooRi— cerró los ojos como si mi contacto le hiciera algún daño.

— Sólo...no te vayas, ¿quieres? — susurré contra su pecho.

—No pasa nada. — me alejó de su cuerpo rígido y encogió la cabeza. — Luego no vemos.

Su voz estaba cargada de tristeza, una señal de alerta retumbó fuera de mi pecho.

—No. — Lo sujeté con dureza del antebrazo impidiendo que se fuera. —Algo anda mal, ¿qué es? Dímelo.

Algo que percibí en su rostro de niño apretó mi corazón. Sus ojos brillaron con angustia, desvió la mirada a mis mejillas e incluso un poco más abajo.

—¿Tae?

Sus labios temblaron cuando con cierto tacto le acaricié el pómulo derecho, hasta entonces se atrevió a mirarme.

—Es treinta. Eso es todo.

¿Treinta?

Treinta de Diciembre.

Estiré la otra mano hacia su pectoral izquierdo y rocé su piel sobre la tela con la punta de mis dedos a la altura de su tatuaje.

—¿Qué hay de malo con esta fecha?

Inhaló y exhaló con pesar, luego con voz rota y doliente, dijo—:Hoy es mi cumpleaños.

Lo miré directamente por un segundo, luego me precipité y me arrojé contra él envolviéndolo en mis brazos. Me apretó con fuerza enterrando su cabeza en el hueco de mi cuello. Lo oí murmurar una palabra de agradecimiento.

—No sé por qué te duele y entristece tanto, pero prometo que voy a intentar cambiar eso.

Como si no pudiera soportarlo, me presionó todavía más contra su cuerpo. Nos quedamos así, pero luego de un rato lo obligué a mirarme. Una solitaria lágrima corrió lo largo de su mejilla, la eliminé con mi pulgar.

Se inclinó, y de la nada estalló en una forzosa carcajada, su aspecto provocó un nudo en mi garganta.

—¡Claro que sí! Debes creer que soy patético.— frotó su cara con ambas manos al mismo tiempo que volteaba dándome la espalda.

—Eso nunca— enganché su mano con la mía, forzándolo a que se girara de nuevo a mí y me mirara.

—Eres demasiado, WooRi.

No supe qué responder a eso porque realmente no sabía lo que significaba, así que en su lugar dije lo primero que salió de mi corazón:

— Te quiero. Feliz cumpleaños.

Sonrió apenas. —Vamos dentro, no sea que tu novio quiera matarme por tenerte fuera sin una chaqueta.

Me agarró con un brazo alrededor del cuello y juntos subimos dando saltitos cada dos escalones. Al regresar al departamento encontramos a Jin de perfil al ventanal enviando un mensaje de texto, corrí hacia él y lancé un puñetazo en su espalda

—¿Por qué no me dijiste que era el cumpleaños de Taehyung?

Se tambaleó hacia el frente, cayó de espaldas en el sofá mirándome de pie con los brazos cruzados sobre el estómago. Ellos intercambiaron miradas.

—No sé —estiró la mano para que su amigo lo ayudara a levantarse. —. A veces las cosas se me olvidan y...

Levanté el dedo índice apuntándolo para que no dijera otra palabra, pasé por su lado hacia la cocina sin mirarlo, sujetó mi muñeca y me dio la vuelta para estampar su boca con la mía. 

Taehyung se quedó en casa todo el fin de semana. Pasamos el año nuevo sólo los tres y fue tan divertido como jamás imaginé.

Era agradable estar con él, nos habíamos convertido en el trío dinámico. Bo-mi había dicho que parecía una especie de hijo-mascota, y Mari-na aconsejó que debiéramos darnos espacio, que el tener a Tae siempre con nosotros podría dañar nuestra relación. Ahora puedo decir con seguridad que más allá de hacer caso omiso, todos preferimos ignorarlo.

— Quieres embriagarme ¿cierto? — arrastré las palabras. —Pues déjame decirte que no funcionará, ya estoy ebria.

Reí de la manera más estúpida. Mi visión ya era doble, pero aún así distinguí a SeokJin mirándonos desde el taburete con los brazos apoyados en sus rodillas, sus dedos masajeando sus nudillos y dando pequeños sorbos de licor.

—¡Maldición, juré que lo tenía!— gruñó Taehyung arrojando sus cartas al centro de la mesa.

—¡GANÉ! — Alcé los brazos por encima de la cabeza aplaudiendo con emoción.

—Te has quedado con todo mi dinero para comida.

—Ay, cierra la boca; llevamos semanas alimentándote nosotros.

Él hizo una rara reverencia. —Es por ti. Jin ya me habría enviado a un albergue.

—¿Quieres ver un truco? —Luego de hacer a un lado todo mi cabello, junté ambas manos detrás de mi espalda, la punta húmeda de mi lengua limpió los bordes del vasito lleno, y ayudándome únicamente de la lengua y el labio inferior, apoyé el chupito en mi boca inclinando la cabeza hacia atrás dejando que al alcohol se deslizara por el interior de mi garganta.

Lo escuché aspirar con fuerza.

—Diablos, eso fue caliente. —Se giró hacia su amigo sonriendo muy emocionado—¿Jin, viste eso?

Seokjin volteó la cabeza evitando mirarme.

Mi rostro decayó. Anhelaba que Jin me prestara un poco de atención en lugar de tener la mirada pegada a la pantalla del teléfono. Las puntas de los dedos de Taehyung rozaron mi barbilla y sin presión alguna, cedí. Sonreí con torpeza.

—Creo que es hora de irme.

—¡No! —Supliqué.

—WooRi, no me mires así.

—No me dejes.

Inhaló pesadamente. —Cómo decirle que no a esa cara.

Al momento su expresión cambió, y de pronto sus manos estaban sobre mi cuerpo haciendo cosquillas. Mi estruendosa risa atrajo la atención de mi novio. Tae desapareció en cuestión de segundos, la mano de Jin se cerró en torno a mi muñeca y lo vi empujar con brutalidad a su amigo tan lejos de mi cómo fue posible.

—¡Fue suficiente! — gritó

Me forzó a ponerme de pie y se colocó delante de mi cuerpo. Todo me dio vueltas.

—¡Oh por dios! Voy a vomitar. — gimoteé, apoyándome en su hombro.

—Me alegro. — movió su brazo y por poco caigo de boca.

Nuestro amigo comenzó a burlarse.

—¿Ves? Taehyung es más divertido que tú.

SeokJin tiró de su cabello y maldijo en voz baja.

—Es hora de que te vayas a dormir.

—¿Quién crees que eres? ¿Mi padre? — crucé los brazos sobre mi pecho y me arrojé al sillón.—No me voy a ir a dormir. No tengo diez años, déjame en paz.

Sus ojos llenos de enojo penetraron los míos, sus fosas nasales se expandieron. —Cuida lo que dices, WooRi.

Puse los ojos en blanco tal como una niña caprichosa y lo ignoré.

— ¿Puedes darme un vaso de agua? — Con un puchero y mi voz un tono más agudo, revoloteé mis pestañas en dirección a Tae.

—Va volando.— dijo, con una sonrisa. Le mandé un besó.

—El que se va volando eres tú. ¡Lárgate! —Jin arremetió contra él.

—Si él se va, yo también.

Ambos se quedaron quietos. Permanecieron en silencio, ahí de pie, mirándome, contemplándome como si estuviera loca.

—WooRi. Ya basta por favor.

Lo miré con indiferencia, pero asentí. Su cuerpo se relajó.

Tranquilamente me levanté de mi lugar, con un movimiento de cabeza pasé mi cabello hacia atrás y caminé hacia nuestra habitación moviendo las caderas. Con mi mano en el pomo de la puerta todavía cerrada miré sobre mi hombro, Taehyung me estaba observando desde el marco de entrada.

—Espérame, nos vamos juntos. — le dije, con una sonrisa bastante coqueta en el rostro.

Entré al dormitorio buscando mi bolso, la puerta que había cerrado tras de mí se abrió de un solo golpe, Jin apareció con una mirada furiosa en sus ojos y me sujetó con fuerza por los hombros.

—¡Tú no te vas de aquí! ¡Eres Mi novia!— gritando remarcó la palabra.— No soy tu padre, pero también tengo que cuidarte. Mírate, ni siquiera puedes permanecer en pie.

Me retorcí hasta que logré zafarme.

—Por eso voy a irme con Tae, para que no tengas que verme así. Iremos a su casa y cuando se nos acabe el alcohol, iremos a dormir. Espero que su cama no sea lo bastante grande.

Él me llevó al centro de la habitación y me dejó caer con fuerza al colchón, prácticamente me arrojó a la cama.

—No, no vas a irte de aquí. De ninguna maldita manera dormirás en una cama que no es la mía. Ese chico sabe perfectamente que si te toca es hombre muerto.

Me encogí de hombros. —Correremos el riesgo.

—¡No, maldita sea! Me perteneces. Eres mía. Te vas a quedar en mi casa, en mi cama. ¡Conmigo!

—¡No me grites!

— ¡Deja entonces de comportarte como una perra!

Su boca se cerró al instante en que escuchó sus palabras. Mis ojos se abrieron con sorpresa a pesar de que la vista se me nubló. Sus labios temblorosos se movieron, abriendo y cerrando la boca, balbuceando palabras sin sentido. Cuando mis lágrimas empezaron a salir, su rostro se puso pálido.

—Yo.... —su respiración se agitó.— ¡Maldita sea! WooRi, yo no quise...

Con las manos sobre su cabeza dio un paso para acercarse a mí, pero yo retrocedí hasta terminar con más de la mitad del cuerpo sobre la cama. Se congeló. Únicamente se escuchó el movimiento de las flechas del reloj. Tic, tac, tic, tac.

—¡Joder! — Y de repente golpeó con el puño la pared, antes de salir de la habitación tan rápido como un rayo.

Lo perseguí por todo el apartamento, él no se detuvo hasta que escuchó mi voz clamando su nombre.

—No te vayas, por favor. —pedí.— Estoy molesta, tú también lo estás. Parezco una estúpida niña berrinchuda, pero por lo que más quieras...no te vayas. No me dejes.

Envolví en un puño el dobladillo de su camiseta, lo forcé con ojos lloros a mirarme suplicando.

—WooRi...

Cernió mi muñeca obligándome a soltar su ropa.

—Yo te amo, Jin.— confesé con voz rota.— No me dejes.

Bajó la mirada negando con la cabeza. —Ya no puedo con esto, es demasiado.

Así que dio media vuelta. Y se fue.

KIM SEOKJIN

—¿Estás bien?— la voz de Taehyung me trajo de nuevo a la tierra.

—¿Tú qué crees?

Él sonrió levemente cerrando la puerta de la oficina. —Sabes que estás pisando terreno peligroso, ¿cierto? No me has llamado en días para que salgamos, le has sido fiel, incluso vives con ella. La otra noche me sacaste a mí y no a ella, y lo que es peor, la dejaste en tu departamento para tener espacio.

—¿Y? —Espeté.

—Ya va una semana. — Me recordó, más como en un tipo de advertencia.

¿La había abandonado? No, en absoluto. Sólo...

—No quiero hablar de eso.

—Jin, llevo años siendo tu mejor amigo y jamás habías dudado en sacarlas a ellas. —Continuó. Su expresión se volvió seria. — La probé, es vulnerable.

Aventé el bolígrafo al escritorio y me dejé caer en mi silla. ¡Maldito idiota! Pude haberlo matado con mis propias manos por el simple hecho de tocarla. Me froté la cara con las manos y tuve que deshacer el nudo de la corbata para evitar sentir que me asfixiaba.

— Ella...lloró.

Comencé a dar vueltas por toda la oficina mientras Taehyung se sentaba en mi escritorio y jugaba con mis cosas.

—¿Por qué?

Me detuve, puse las manos sobre mi cadera y lo miré. —¿Por qué, qué?

—¿Por qué si ya te acostaste con ella, sigues ahí? Ya cumpliste tu capricho de estar con la bibliotecaria. — Su mandíbula se tensó— ¿Qué es lo que te falta?

—¡Nada!

—¿Nada? ¿Seguro?

Caminé hacia él y le dije a la cara: —Estoy cansado, Taehyung. Todo con WooRi se volvió desgastante porque parece una niña llorona carente de afecto. Es desafiante, terca y caprichosa. Es hermosa, alegre y llena de vida, pero no tiene ningún control consigo misma y el alcohol. — Tae asintió a cada cosa de mi lista— Me harta. Me desgasta tanto pensar en ella todo el día, en si también piensa en mí, en si ayer la hice sentir bien, en si hoy lo haré. Me fastidia el pensar en qué puedo hacer para sacarle una sonrisa a ese bello rostro.

—Puedo imaginarlo.

— ¿Y sabes qué es lo peor?

—¿Hay algo peor? —se mofó.

—Que la quiero. Y la quiero tanto que duele.— tragué saliva.— La quiero tanto que soy capaz de dejarte afuera en más de una ocasión. Para siempre si es necesario. Porque nadie puede hacerla reír salvo yo. Nadie puede tenerla salvo yo. ¡Es jodidamente enfermizo! La deseo todo el día a todas horas. La quiero tanto que me asusta perderla.

Mi amigo palpó mi hombro y me miró con compasión.

—Te enamoraste. Pasaste cualquier límite permitido.

Asentí inconscientemente, como un impulso. —Con ella nunca puse un maldito límite, ahora ya es tarde.

No me di cuenta en qué momento pasó, no supe cuál fue la razón. El sentimiento llegó como un golpe brutal, casi suicida. Y me gustó.

—¿Ahora qué piensas hacer?

Desvié la mirada hacia la fotografía junto al monitor de la computadora y sonreí. Éramos nosotros tres: Taehyung y yo sentados en un gran sofá rojo y WooRi tendida a lo largo sobre nuestras piernas.

WooRi.

—Lo único que sé es que la amo. La amo tanto que tendrá que rogarme para que me vaya o la deje ir, y aún así no sé si lo haría. —Estiré la mano y sujeté el portarretratos.

Sin embargo, lo había hecho. La había dejado, pero la tendría de vuelta, aunque mi vida dependiera de ello.

Ellos... ¡Dios!, no puedo

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro