Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

8. Expectativas en Juego

YOON BO-MI

—Le di tiempo suficiente, señorita. Termine de una vez.

Por puro instinto puse los ojos en blanco al escuchar por cuarta vez a Jang Huyk pedirme de manera no tan sutil que me apresurara en tomar las fotos que minutos antes me había exigido hacer.

—Aún no. —gruñí.

—¡No es una de sus clases prácticas, dese prisa!

—Su irritante voz no me deja concentrarme.

Lo sentí detrás de mí, demasiado cerca de mí. Mierda.

—Por favor, todo el mundo, guardemos un minuto de silencio por la incapacidad de concentración de la señorita Yoon. Y claro, recemos porque pueda terminar de hacer estas malditas tomas.

Me incorporé con mi cámara en mano, giré hacia él.

—Retroceda antes de que le estrelle este bebé en su bonito rostro.

Sonrió petulante. —¿Mi bonito rostro?

¡Mierda! (de nuevo)

—Última toma y podrá proseguir con su escena.

Me dio un escaneo rápido, su hoyuelo izquierdo resaltó de entre su piel cuando lo hizo.

—No tenemos tiempo. — Con su brazo me apartó del camino, se sentó en su silla de director y le hizo una señal a su asistente para que le llevase café.

—Pero...—quise objetar.

—¡Acción!

A la orden, la grúa de la cámara comenzó a elevarse, siguiendo el recorrido previamente marcado. Jang Hyuk seguía de cerca al camarógrafo y al encargado de audio, traía puesto unos gigantescos audífonos por donde escuchaba el progreso de la escena.

Hasta ese momento llevábamos alrededor de cuatro semanas de rodaje, y la película ya empezaba a tomar forma. Aún quedaba un largo proceso, faltaban varios meses para que todo terminara. Tres meses todavía para deshacerme de él.

—Trata de entenderlo, los productores asociados lo presionan demasiado.

Min-Young se acercó a mí mientras guardaba mi cámara y su lente en el estuche profesional. Volteé hacia ella, llevaba ropa que sólo una estudiante en un colegio de monjas usaría: Larga falda negra y un horrible suéter azul sobre la camisa blanca. Apenas cobrara el primer cheque definitivamente la llevaría de compras.

—¿De qué hablas?

—El director Jang. Sé que puede ser un poco duro a veces, pero es sólo porque es muy apasionado respecto a su trabajo.

—¡Corte!

Ambas lo escuchamos, nuestras cabezas reconocieron el lugar de donde provenía su voz.

—¿Siempre ha sido así?

Me miró con ojos afligidos. —Cuando se olvida de las presiones por alcanzar la perfección, suele ser más humano. Es como ver un atisbo de agua en el desierto. Es hermoso.

Su mente divagó hasta un recuerdo muy personal. La tristeza que reconocí en su voz me hizo creer que ella lo admiraba más allá de lo profesional, que fuera de las paredes provisionales del frío set, Park Min-Young lo quería.

—Cámbiense de vestuario y nos vemos en el tercer plato. ¡Tienen quince minutos! — indicó a los actores.

—¿Cuánto tiempo llevas trabajando para él? —Tuve que preguntar.

—Mis padres llevan conociendo a los suyos por años. En cuando entré a la universidad sellaron el acuerdo, empecé a trabajar con él a los diecinueve. Tengo veinticuatro ahora.

Vaya...

— ¡Yoon Bo-mi!— Jang Hyuk gritó.

Salté en mi lugar, casi dejando caer mi estuche al suelo. MiYoung me miró, dándome ánimos para seguir y no abandonar el trabajo. Quise tanto abrazarla.

—¿Qué quiere? — respondí malhumorada al ver que Jang Huyk ya me esperaba con brazos cruzados.

—Lleva esto a edición. —Me estiró unos papeles que tenía en la mano.

—¿Por qué no los lleva usted? ¿A su edad las piernas ya no le funcionan?

—¡Llévaselos!

—No. —Le di la espalda.

—¡Señorita Yoon!

Me detuve ante el sonido de su voz llamándome. Lentamente me di la vuelta.

—¿Sí?—puse la mejor cara de inocencia que tenía.

Suspiró y caminó hacia mí.

—Vas a llevar estas notas. — levantó la mano y los tendió en mi dirección.— No te lo estoy pidiendo, lo estoy exigiendo.

—No soy una de esos jala cables a los que explotas a tu antojo; merezco...

—No me interesa, novata.

Le arrebaté las hojas y las rompí en su cara, quitándole su presuntuosa sonrisa. Docenas de trozos de papel volaron a nuestro alrededor, a los costados se escucharon jadeos y murmullos. Nuestros ojos quedaron fijos, observándonos el uno al otro durante unos largos segundos. Ojos retadores, amenazantes, ojos cautivadores y seductores.

Con una mirada cargada de enojo y autoridad, desalojó a los presentes al instante sin decir una sola palabra. Todo el mundo salió corriendo. Antes de marchar, Min Young me reprochó con la mirada.

Con ímpetu Jang Hyuk me tomó del brazo y me arrinconó contra la pared. Solté un jadeo de asombro cuando mi espalda sintió el choque, instintivamente coloqué mis manos sobre sus hombros.

—Dime, Yoon Bo-mi: ¿por qué no haces lo que te dicen?

— Porque no se me da la gana.

Cogiéndome deliberadamente de la cintura frotó su cuerpo contra el mío. —¿De qué tienes ganas?

Dos segundos. Dos segundos fue lo que tardé en pensar una respuesta apropiada. En lugar de eso, clavé mis uñas en sus omóplatos y estrellé mi boca contra la suya. Me devolvió el beso al instante. Nuestras lenguas se encontraron y saquearon lo mayor posible. Sus pulgares presionaron los huesos de mi cadera y me sentí desfallecer. Su rodilla se coló entre mis piernas, obligándome a separarlas.

Un débil gruñido salió de su pecho al instante en el que pegué mi pelvis contra la suya. Gemí en su boca.

Esa fue la señal para alejarse. A regañadientes.

—Es hora de volver a trabajar, director.

—Espera— me tomó del brazo nuevamente cuando empezaba a alejarme. Me miró de arriba abajo, sonriendo con altivez. —¿Tu novio no se enojará al saber que casi has llegado al orgasmo con un solo beso mío?

—No sé de qué habla, yo no tengo novio.

—¿No? ¿Entonces quién era el hombre de la otra noche? Dijiste que era tu novio, y que él merecía más tu tiempo que yo.

—Sé lo que dije. —Me encogí de hombros. — Mentí. No tengo novios; yo me acuesto con los hombres, nada más.

—Señor, tengo en la línea al encargado de...— Min Young apareció en el foro con una carpeta gris en el brazo y un teléfono celular en la otra mano. Cuando se percató de nuestras posiciones, su voz se apagó de tajo.

Jang Hyuk dio cuatro pasos hacia atrás alejándose de mí.

—¿Decías? —Se acercó a ella, la asistente bajó la cabeza.

—Lo siento, señor. — miró en dirección al móvil y lo elevó hasta el campo visual de su jefe.— Usted me dijo que contactara al dueño del hotel que utilizaremos como locación...

Jang Hyuk la tomó por los antebrazos.

—Está bien, Minyoung, gracias; dile que lo llamaré más tarde. —Ella asintió cabizbaja. Él se volvió para mirarme y guiñó un ojo. — Hazme otro favor: reserva una mesa para hoy en la noche a la señorita Yoon y a mí en mi restaurante favorito.

Min Young se retiró tan rápido como llegó, no se volvió para mirarme.

—Me voy. Tengo cosas que hacer.

—¿Qué cosas? — Jang Hyuk fingió revisar el cuadernillo del asistente de producción.

—Cosas. Cosas que no pienso decirte, cosas que no son de tu incumbencia.

Tranquilamente regresó el cuaderno a su lugar en la mesilla.

—Todo lo referente a ti...

—¿Te interesa?

—No, Bo-mi, me intriga.

Me burlé de él. Emprendí el último intento de salir del lugar, me cortó el paso.

—Te invito a cenar.—dijo, mientras acariciaba mi brazo, mis vellos se elevaron.

—No.—alejé mi brazo.

—¿Por qué no?

—Porque no mezclo el trabajo con mi vida privada.

—Yo tampoco. —besó fugazmente mi oreja— Nos vemos en el estacionamiento.

Habían pasado dos semanas desde que Mari-na se había ido con Kim Bum de viaje, y a WooRi ya casi no la veía desde que se había ido a vivir con el imbécil de Kim Seokjin. Me la vivía en las grabaciones, y haciendo absolutamente nada en casa. La idea de salir y pasar un rato con el Director Jang no pareció tan mala después de todo.

¡Acción!

¡Corte!

¡Se repite!

¿Listos? Cámara en 3...2... ¡Acción!

¡Cambio de vestuario!

¡Escena veintisiete, toma seis!

¡Desde el principio!

¡Necesito más emoción!

¡Última y nos vamos!¡Acción!

¡Corte y queda!

Pasaron las horas, y la noche finalmente llegó.

Fue hasta que me subí al auto, que ya no estaba segura de si aceptar su invitación fue una buena decisión. Él debió notarlo, porque la inquietud se reflejó en sus ojos.

Luego de un rato sus constantes miradas empezaron a incomodarme.

—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?— él negó— Entonces tómame una foto, duran más.

Regresó la vista al camino. Al siguiente semáforo en rojo descansó su mano en mi muslo, pero a los pocos segundos la retiró sin saber qué decir.

Ese acto me hizo sonreír.

—¿Cuál es tu historia, Director?

Enarcó una ceja y me miró con curiosidad, sus ojos emanaron un brillo particular.

Encogí mis hombros y con los dedos tracé a lo largo del cinturón de seguridad. —¿Qué?

Sacudió la cabeza mientras que de la caja de comando cambió de velocidad. Centró su atención en el camino y los coches a nuestro alrededor.

—Es sencilla.— dijo al fin.— Padres amorosos, estabilidad económica, buenos amigos. Tuve excelentes maestros, apoyo por parte de mi familia y momentos precisos.

—¿Siempre soñaste con dedicarte a esto?

—Sí. —Su mano derecha abandonó en volante y afianzó la mía. — Fue fácil, muy fácil en realidad. La vida me acomodó las cosas de tal forma que pude llegar hasta este momento.

Ahora lo envidiaba, lo envidiaba mucho. Pero por alguna extraña razón, me alegré por él, por su familia y por sus logros. La vida fue buena con Jang Hyuk, de eso no había duda. Sin embargo, no era igual para todos; en mi caso, fue difícil sacar a flote mi carrera, pero nada pudo compararse con la satisfacción que sentí al restregarle a mi escéptica madre el título universitario.

Después de eso el futuro no fue tan complicado, casi puedo asegurarlo.

—¿Y el amor, señorita Yoon? —preguntó de pronto, cuando pasábamos por debajo de un túnel.

Con el botón eléctrico bajé la ventana del automóvil, dejando que la fría brisa de la noche golpeara contra mis mejillas y revolviera mi cabello.

—¿Qué edad tenemos? ¿Dieciocho? — dejé salir una risa. — Somos adultos. Las historias de príncipes y princesas pasaron a ser irrelevantes.

—Si tú lo dices...

—Mejor dime, ¿hay una mujer que esté atendiendo tus necesidades?

Apartó la vista, y con mano dura maniobró nuevamente contra la palanca de cambios. Pisó el acelerador, el motor rugió; la velocidad y la tensión, al igual que la incomodidad, aumentaron.

En el restaurante nos asignaron el gabinete más alejado que tenían, brindándonos un poco de privacidad, sin embargo, al pasar, muchos de los comensales voltearon la cabeza para a Jang Hyuk. Algunos lo reconocieron, entre ellos un chico de no más de diecisiete años que se acercó tímidamente a pedirle que le firmara una servilleta, Jang Hyuk aceptó encantado. Disfruté verlo interactuar con su admirador; nunca lo admitiría en voz alta, pero se veía hermoso cuando modestamente agradecía las grandes alabanzas que el joven le hacía a sus cintas cinematográficas.

Después de todo el ajetreo volvió a la mesa disculpándose por lo anterior, justo después una despampanante mesera se acercó a nosotros con una radiante y picara sonrisa.

De acuerdo...

Luego de la tercera copa de vino y mi aburrimiento casi llegando al límite con las meseras tratando de capturar la atención completa de Jang Hyuk, mi teléfono vibró en el bolsillo trasero del pantalón.

KTH: ¿Estás libre? Tu amiga y mi amigo se fueron el fin de semana a no sé dónde, regresan el domingo. ¿Quieres hacer algo? Tú, yo, mi cama, cuerpo a cuerpo...no sé, piénsalo.

Solté una carcajada tan fuerte, que la gente del costoso restaurante volteó a verme con mala cara.

—¿Qué sucede?

Alcé la mirada hacia mi acompañante y encogí los hombros.

—Nada.

Releí el mensaje y tuve que morder el interior de mis mejillas para no volver a reír. Le respondí lo primero que cruzó por mi cabeza.

YBM: ¿Perdón?

—¿Segura que no es nada?

En ese momento, la contestación de Taehyung llegó.

KTH: Era broma. (No del todo) ¿Quieres venir? O si prefieres puedo ir a tu apartamento y nos alcoholizamos. Compré ropa interior nueva.

—¿No vas a decirme?

Estaba dudosa entre responderle con la verdad o alterar un poco el fin del mensaje.

Preferí ignorarlo.

—Bo-mi.— habló con voz tajante esta vez. Exigía mi atención.

—Es Taehyung

—¿Y quién es Taehyung?

—El tipo de la otra noche, el de la fiesta. Quiere que nos veamos.

—¿Sí?

—Sí. —respondí con la mirada fija en el teléfono celular. Tecleé una rápida respuesta para mi amigo.

YBM: Lo siento, estoy un poco ocupada. Lo dejamos para otro día.

—Muy bien.— murmuró algo más, algo que no alcancé a escuchar.

Cuando la mesera de larga y brillante cabellera nos trajo el segundo plato, noté que sus prominentes senos estaban a la altura de la cara de mi cita y éste no mostraba ningún disgusto.

¿Estás molesto? Bien. ¿Quieres jugar? Perfecto.

Me levanté de golpe, soplé una disculpa y a paso rápido me dirigí al baño de damas. Una vez frente al espejo froté mi cara con las manos mojadas y maldije en silencio. Inhalé, exhalé, conté hasta el diez y de regreso intentando calmar mis nervios. Del bolso saque un labial y retoque mi maquillaje.

—¿Todo bien? —preguntó Jang Hyuk en cuanto regresé a la mesa.

Le mostré mi mejor sonrisa. —Claro.

—Correcto.

Me quité la chaqueta y mis brazos quedaron al descubierto. Tomé un gran trago de agua.

—Hace calor aquí, ¿no? Te juro que me estoy derritiendo –desabotoné los primeros dos niveles de la blusa.

—Yo estoy bien –se removió en el asiento con notoria incomodidad.

Me até el pelo en una coleta improvisada, el sudor recorrió la curvatura de mi cuello.

—Señorita... —Un mesero apareció a nuestro con un trago en su charola plateada.

—¿Qué?

El hombre se estremeció ante la hosquedad con la que Jang Hyuk se dirigió a él. Ajustó el chaleco de su uniforme para luego dejar la copa triangular frente a mí.

—El señor de la mesa junto al bar le envía esto.

El rostro de Jang Hyuk se volvió rojo, antes de que pudiera mandar un mensaje de agradecimiento, él le devolvió el trago al mesero ordenándole que se alejara.

No es tan divertido cuando te encuentras del otro lado, ¿verdad?

No esperó por nuestros postres, pagó con la tarjeta de crédito y nos sacó del lugar más rápido de lo que tarda un corredor en dar la primera vuelta. Casi conmigo en brazos me llevó hasta su auto, la urgencia que tenía por irnos era latente. No dijo una palabra más hasta que se vio obligado a preguntar cómo llegar a mi casa.

Cuando aparcó justo frente a la puerta de mi edificio, seguía sin decirme nada, así que tomé la iniciativa:

—Supongo que debo agradecerte por la cena.

Miró al frente, su mandíbula temblando. —Procura no dormir hasta muy tarde, mañana tenemos un llamado temprano.

Algo en mí me advirtió que su noche no terminaría conmigo.

—¿A dónde irás?

Mi pregunta lo tomó con la guardia baja. Carraspeó. —No es de tu incumbencia.

Estaba deshaciéndose de mí. No lo permitiría. Alargué mi mano hacia su mentón forzándolo a mirarme, me incliné a darle un corto beso, luego susurré:

—Esperaba que tuvieras algo de tiempo para el postre.

Bajé corriendo de su auto para adelantar el camino mientras él estacionaba el carro. Al abrir la puerta principal sus manos abordaron mi cintura, me hizo girar incrustándome en la pared.

—Gracias a ti mi película será un éxito.— jadeó contra mi cuello. Con brutalidad se deshizo de mi blusa.

—Lo sé.

Con otro tirón, mi pantalón cayó a mis tobillos y salí de entre la tela. La impaciencia quemó por mis venas cuando muy lentamente pasó un dedo entre mis pechos.

Si me hubiesen preguntado, diría que jamás creí ver estrellas ante su toque. Esa noche me tomó como el hombre que se rencuentra con su vieja amante.

Él y yo, sólo eso.

Una noche sin restricciones, sin enamoramientos, sin falsas palabras de amor.

Sólo química. Deseo. Y atracción.

Sólo voy a decir: ¡Yoon Bo-Mi la reina de reinas!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro