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32. Inesperado

YOON BO-MI

Cinco meses después...

—WooRi, por favor. —gemí tratando de no afligirme demasiado. —Ha paso un año y medio.

—¿Has sabido algo de él? — Dejó su cuchara a un lado, y con esa mano acarició su vientre de ahora casi ocho meses.

Negué con la cabeza. —No precisamente.

—Has pensado en, no sé, ¿buscarlo?

—¿Para qué?

— Le debes una explicación.

—No le debo nada, le dije lo que tenía que decirle ese día. Si él hubiera querido me habría buscado.

—Pero tú le dijiste que no lo hiciera.

—Como sea. —di una última cucharada a mi helado y dejé el recipiente junto al de ella. Mi mirada vagó por toda la habitación de la casa vacía. Taehyung había partido a un viaje de negocios por cuatro días y apenas llevaba dos, WooRi no podía estar cuidando a JiNa sola, así que el acuerdo fue: Taehyung al trabajo, Mari-na con los niños, y yo, siento enfermera de la embarazada.

—Bo-mi...—presionó.

—Lo extraño, ¿de acuerdo? Lo amo como nunca he amado a alguien. Ya sé que cometí el error más grande de mi vida y que él jamás va a querer estar conmigo de nuevo. Me asusta, WooRi; todo él me asusta. Me hace sentir tanto, que luego me doy cuenta de que le he dado tan poco y sin embargo le he entregado todo. Me aterra pensar que por él soy capaz de cambiar la vida autodestructiva que yo misma me forjé. Ese...ese hombre maravilloso hacía de mí una mejor persona.

—Nunca te había escuchado hablar de esa manera...

—Porque nunca había tenido el corazón roto, como ahora. Lo gracioso es que yo metí en esto. Yo sola me jodí; es todo lo que sé hacer, WooRi: autosabotearme. Siempre. A cada puto segundo. ¿Y por qué? ¿Por qué tenía miedo?

—El amor tiende a causar eso en personas como tú.

—Es que no lo entiendo. Lo amo. Es de lo que más segura he estado en toda mi vida. Y yo...de verdad necesito que me él me bese, me abrace, que me toque. No quiero que encuentre a otra que lo haga más feliz que yo. No quiero que se encuentre a una mujer que lo ame más de lo que yo lo hago. No quiero que ame a nadie más, no quiero que la ame más que a mí.

—¡Entonces ve y díselo! ¿Qué estás esperando? Nadie más que tú puede resolver el lío que armaste, Bo-mi. Esa vida mejor de la que tanto hablas está en tus manos, pero si no dejas tu conformismo y cobardía a un lado, eso no va a suceder.

—¿Te crees con la moral de decirlo sólo porque finalmente aplicaste tu estúpido consejo?

—Sí, Yoon Bo-mi, sí. Precisamente por eso, y como la persona que mejor te conoce en este mundo, es que te lo digo. Te prometo que luego de eso todo deja de ser tan complicado.

Me quedé mirando a mi mejor amiga, a su rostro cansado, a sus brazos delgados. Tenía ojeras, y sus mejillas habían perdido color. Se veía agotada.

—Lo siento. —sacudí la cabeza. —He estado aquí sentada, aburriéndote con mi drama cuando lo que tú necesitas es ir a descansar. Realmente tienes un aspecto horrible. Vamos, hay que llevarte a la cama.

Traté de ayudarla a levantarse del taburete, pero se detuvo. Tenía una mirada extraña en su rostro. Soltó un ligero gemido, dejando caer su mano hacia su abdomen presionándolo con fuerza. Empecé a asustarme mientras observaba su rostro afligido.

—¿Qué pasa?

—Nada— respondió en voz baja—. Tengo calambres, eso es todo.

¿Calambres?

Mientras frotaba su vientre y trataba de tomar asiento de nuevo, ella se quedó quieta con sus ojos bien abiertos.

—¿Qué? — El nerviosismo y el pánico comenzaron a llegar.

Y entonces lo vi. Sangre goteaba en un flujo escarlata que corría por una de sus piernas desnudas y caía en el suelo, formando un charco aterrador.

No, no por favor. No otra vez.

—¿Estás bien? ¿Te duele?

Revoloteé a su alrededor como una loca, sin saber qué hacer. WooRi estaba más en calma que yo, tanto que logró por fin sentarse en la silla.

—Voy a necesitar mi abrigo, tengo mucho frío. —alzó la mirada— ¿Podrías llevarme al hospital?

Asentí con la cabeza.

—Quédate justo ahí, no te muevas. —la dejé quieta y eché a correr por las escaleras. —Tal vez deberías llamar a tu ginecóloga. —grité desde el piso de arriba una vez que encontré su habitación.

Pude oírla hablando por teléfono mientras yo saqueaba su armario en busca de una abrigadora chaqueta. Cuando troté escaleras abajo, ella estaba colgando el teléfono. Su rostro se veía pálido y sombrío.

—¿Qué te dijeron?

—Que vaya inmediatamente. — WooRi inhaló bruscamente. — Los calambres están empeorando.

Hasta yo sabía que eso no debería estar sucediendo. Las mujeres embarazadas no deben tener calambres, y definitivamente no debe haber sangre involucrada. Estaba más allá del pánico, no sabía qué hacer. Hasta ese momento entendí a Taehyung, porque si yo hubiera podido cargar a WooRi hasta el auto, lo habría hecho.

—Debería llamar a Taehyung

Pero WooRi sacudió la cabeza inmediatamente.

—Podría no ser nada— soltó rápidamente.—. Que esto pasara tiempo atrás, no significa que tenga que volver a suceder. Vamos a esperar hasta que sepamos que ocurre realmente, no quiero que se preocupe.

Pero su cara la delataba; Estaba aterrorizada y realmente pensaba que algo iba mal. Tragué saliva mientras la dejaba acomodada en el asiento delantero de mi auto, luego prácticamente rompí el récord de velocidad para llevarla al doctor. Al diablo las multas de tránsito. Tragué de nuevo cuando la ayudé a salir y vi la sangre que había manchado el asiento.

Maldita sea.

Para crédito de la doctora, ingresó a WooRi sin tener que esperar en absoluto. Ayudé a mi amiga a cambiarse y ponerse esa horrible bata. Ella me exigió que sostuviera su mano mientras la médico le realizaba un sonograma.

—Veamos. — La doctora Shin le recorrió el vientre de un lado a otro. — De acuerdo.

—¿Qué pasa? ¿Ve algo? ¿Escucha el latido de su corazón? — la voz de WooRi se escuchaba tan desesperada que quise ponerme en su lugar y cargar con su angustia.

—Sí, hay un latido. —le aseguró— Y es bastante fuerte. Sin embargo, lo que estoy viendo es motivo de preocupación.

—¿Qué pasa? —Respiró con dificultad. Sus dedos agarraron los míos con más fuerza.

La doctora se movió, analizó la pantalla de la computadora y luego apuntó a una obscura masa redonda, justo al lado del feto.

—¿Ven esa zona justo ahí? ¿Esa área negra? —WooRi y yo asentimos. ——Eso es lo que llamamos un hematoma subcorial. Es una acumulación de sangre que se ha estado formando entre la placenta y la pared uterina. A veces es resultado de una lesión grave, pero en general, sólo sucede. No sabemos realmente cuál es la causa, pero es bastante común. Regularmente se presenta en mujeres que se encuentran en el primer trimestre. Pero tú...

—¿Eso qué significa?— susurró WooRi— ¿El bebé va a estar bien?

El rostro de la mujer con bata blanca se tornó serio. —Esto significa que si la acumulación de sangre continúa creciendo, podría causar que tu placenta se separe del útero. Es lo que llamamos desprendimiento de la placenta. En tu estado actual y con los siete meses que tienes, eso podría ser fatal para tu bebé y potencialmente mortal para ti.

No pude hacer nada salvo jadear, salió antes de que lo pensara. Aprisioné la mano de mi amiga entre las mías. —Tranquila. Lo vamos a resolver.

—Bo-mi...

Miré con suplica a la especialista frente a mí.— ¿Qué podemos hacer?

—Si se tratara de una pequeña acumulación de sangre, no estaría tan preocupada, pero me parece que es bastante importante. Tenemos que mantenerla estabilizada y evitar que el coágulo crezca durante lo que queda de embarazo. La mejor manera en que podemos hacerlo es mantenerla fuera de todo estrés o emoción fuerte.

Juro que en ese instante quise gritarle: "¿Mantenerla fuera de todo estrés o emoción fuerte? ¡Le acaba de decir que ella o su bebé pueden morir!

—No te preocupes, WooRi. Vas a estar bien. Todo va a estar bien.

De nueva cuenta miré a la doctora desafiándola a decir lo contrario. Ella se dirigió a WooRi esta vez.

—Vas a necesitar reposo absoluto en cama. Sólo puedes levantarte para ir al baño. Nada de sexo, nada de caminar. Movimiento limitado. — Hizo una pausa, lo que nos permitió asimilarlo.

—¿Cuál es el pronóstico?

—Estamos temiendo un sangrado potencial, quizá una hemorragia, pero sólo podemos esperar a que con el descanso todo se mantenga en calma.

—Bien, puedo hacer eso. —Afirmó con un movimiento de cabeza.

—Entonces procederé a retirar la almohadilla. Tal vez quieras comprar un par de insumos femeninos, por lo menos hasta que el sangrado pare.

Mi mejor amiga me dio un vistazo. —Estoy bien, ¿ves? Falsa alarma, gracias por traerme.

—Lo que sea por ti.

En ese preciso momento soltó mi mano y la apoyó contra su vientre. Comenzó a gritar tan fuerte que la doctora me hizo a un lado de un empujón.

—Vaya por las enfermeras que están en el pasillo— me ordenó.—. Es urgente.

¿Urgente?

Salí disparada del consultorio. Desesperada. Nerviosa. Preocupada.

Cuatro enfermeras respondieron a mi llamado. Me cerraron el paso evitando que me acercara a WooRi. Tras la puerta, la escuché gritar y gemir de dolor. El barullo de las enfermeras tratando de calmarla me desesperó aún más. Sabía que no la iban a poder tranquilizar.

Lo que para mí pareció una eternidad, mi reloj indicó que habían sido cerca de tres minutos lo que pasaron antes de que la puerta se abriera de nuevo y una camilla saliera por ahí. Era WooRi. Estaba inconsciente. Levanté la vista hacia una enfermera. La habían sedado, y ella, se encontraba llena de sangre.

¡Mierda! Mi cabeza gritó una infinidad de palabras que se fueron desvaneciendo cuando la doctora salió detrás de la camilla en la que iba mi amiga y pasó de largo, evitándome. Eso me enfureció todavía más. Con todo el mal carácter que poseía atrapé su brazo con violencia y la obligué a girarse para que me mirara a la cara.

—¡Explíqueme de una vez qué está pasando!

—Señorita, tranquilícese. — con su fría mano liberó su brazo.— Necesita respirar.

La interrumpí con otro grito.

—¿Respirar? ¿Tranquilizarme? — me reí en su cara.— ¡Se acaban de llevar a mi amiga cubierta de sangre e inconsciente en una camilla, ahora la están subiendo a un elevador para llevarla a no sé dónde, y usted no es capaz de decirme nada! ¡Ella no puede perder a este bebé también! ¡Ella no se puede morir!

Cuando terminé de vociferar en su contra, me di cuenta de que pesadas lágrimas se acumularon en mis ojos. Las aparté con fuerza.

Ella no se puede morir. Ella no se iba a morir.

—Entiendo su preocupación, de verdad lo hago.

—No quiero su lástima, quiero que me diga la verdad.

Escaneó mi rostro y mi actitud hostil. Analizó las palabras que diría a continuación.

—La señorita Go tiene una probabilidad del cincuenta al setenta por ciento de un trabajo de parto prematuro. Lo que más me preocupa es la hemorragia, sucedió tan de repente que es difícil de controlar. Y después de tantos abortos espontáneos en su vida, debo ser sincera con usted: El riesgo es real.

Se me cortó la respiración.

—¿A dónde la llevan? — mi voz se cortó también.

—A piso. La tendremos en observación hoy y mañana, de su evolución dependerá que la demos de alta, o tengamos que intervenir.

No me quedé a terminar de escuchar lo que tenía que decirme. Di la media vuelta corriendo por el pasillo de hospital lo más rápido que pude, pero ni aun así logré llegar a ella. Cuando salí del ascensor ya habían instalado a WooRi en una habitación, y al parecer, habían logrado detener el sangrado. Eso me aligeró el alma. Terminé de llenar los papeles de ingreso, e inmediatamente después llamé a Mari-na, a los padres de WooRi, y a Kim Taehyung.

Él respondió al cuarto timbre, probablemente preocupado cuando vio mi número. Nunca lo llamaba, y menos cuando se encontraba fuera de la ciudad.

—¿Bo-mi?

—Taehyung—jadeé.

Hubo un silencio gélido al otro lado de la línea.

—¿Qué...qué sucede? Voy saliendo hacia una reunión, ¿todo está en orden?

No. —Hay un problema. Tienes que venir a casa.

Rápidamente lo puse al tanto. En su apuro por hacer los arreglos para regresar, colgó. Envió un mensaje media hora más tarde.

KTH: Conduciré tan rápido como pueda, estaré allí en cuatro horas máximo. Dile a WooRi que ya voy.

El nudo se formó en mi garganta de nuevo, logré pasarlo con dificultad mientras me dirigía a arriba, a la habitación de WooRi. Cuando llegué, la encontré unida a todo tipo de cables y monitores, con una intravenosa pegada a su brazo yaciendo recostada en la angosta cama. Parecía tan pequeña en medio de todos esos tubos. Todavía inconsciente.

—Hola. —dije suavemente. — He llamado a Taehyung, viene en camino.

Tenía los ojos cerrados. Tomé su mano y la sentí helada, así que tiré de sus mantas un poco más y luego me instalé en la silla a su lado, a pesar de que el sillón parecía mucho más cómodo. La vi dormir por un rato, sosteniendo su mano con fuerza. Al cabo de unos minutos su respiración se volvió rítmica, su pecho se movía lentamente hacia arriba y hacia abajo mientras tomaba pequeñas y pacíficas respiraciones.

Después de un rato, cuando me aseguraron que no despertaría pronto, me apresuré a la cafetería. En mi camino de regreso vi a Mari-na y a Kim Bum sentados junto a la madre de WooRi. Ellos no me vieron, no quería que me vieran así. Mandaría después a una enfermera para que pudieran subir. Eran sus padres, tenían que estar con ella, pero yo era una persona demasiado egoísta y WooRi era mi amiga, la mejor. La necesitaba más que ellos.

—¿Señorita?

Una voz vacilante interrumpió mis pensamientos. Me di la vuelta para encontrar a una mujer que mantenía abierta la puerta del ascensor para mí.

—¿Necesita subir?

Asentí con la cabeza, incapaz de hablar, porque de alguna manera ese maldito bulto en mi garganta había vuelto.

WooRi no va a morir.

No pude evitar que mis pies volaran por el pasillo hasta llegar a ella, sólo para asegurarme que se hallaba bien. Mi estómago se apretó. No podía perderla, ninguno de nosotros podíamos. Sus padres se quedarían sin su hija, Mari-na sin una amiga, yo sin una hermana. Taehyung estaría solo, y la pequeña Ji Na no tendría una mamá.

WooRi no va a morir.

Había pasado por demasiadas cosas como para no tener un final feliz, y si la perdía, no sabía qué era lo que eso iba a hacerme a mí. No cuando Jang Hyuk ya no estaba a mi lado.

Dos enfermeras estuvieron constantemente entrando y saliendo de la habitación para revisar sus signos vitales y la cantidad del sangrado; quería gritarles que la dejaran en paz, pero al final de cuentas sólo intentaban hacer su trabajo. Los minutos leyendo revistas y artículos sobre partos prematuros se convirtieron en horas, y antes de darme cuenta, Kim Taehyung irrumpió en la habitación.

—¿Cómo está? — preguntó con preocupación mientras se colocaba al otro lado de su esposa y la tomaba de la mano.— Vine tan rápido como pude.

—No ha despertado, el especialista vendrá a verla pronto.

Sus ojos vagaron asimilando el panorama actual de su mujer, pequeña y pálida sobre la cama. Totalmente vulnerable.

—¡Dios!— se dejó caer en el sillón.—No puedo creer esto. ¿Qué dicen los médicos? ¿Qué lo causó?

Le expliqué lo que dijo la doctora esta mañana, y con cada palabra, el rostro de Taehyung iba palideciendo.

—Están esperando a que se estabilice, pero han valorado la posibilidad de hacer una cesárea de emergencia si la hemorragia continúa.

—¿Esto en realidad podría poner en riesgo su vida?— susurró finalmente.

—Si la placenta se rompe... sí. El desprendimiento es la mayor amenaza ahora. —Me mordí los labios — Taehyung, llegado el momento, tendrán que decidir.

Estiró el cuello como si un látigo le hubiera golpeado la espalda.

—No. —movió la cabeza de un lado a otro. —No podemos hacerle eso.

Permaneció sentado con el cuerpo recio, sus músculos se sacudían en firmes pero ligeras convulsiones, pequeños temblores. Se estaba ahogando en su propio miedo y su propia desesperación. Miró más allá del techo y maldijo en voz baja. Se veía como..., traicionado.

—¿Estás dispuesto entonces a dejarla morir?

Bajó la cabeza, sus dedos tiraron de su cabello, gruñó y volvió a injuriar. Luego alzó la vista y me vio directo a los ojos.

—De ninguna manera dejaré que eso pase, ¿me entiendes? Dios no puede ser tan hijo de puta como para llevársela.

Hola a todxs. He vuelto de mi hiatus sólo para comentarles que es posible que entre en otro. No quisiera, pero les juro que la universidad está consumiendo cada parte de mí y me es muy complicado estar activa por acá. Créanme que les extraño; tal vez, de poco en poco me de mis vueltas por acá y les continúe actualizando la nueva historia. 

Gracias por seguir aquí.

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