3. Fue un placer conocerte
WOORI
—Buenos días. — Tarareando y aún en pijamas, di unas cuantas piruetas alrededor de la sala horas después de que aclarara el día.
—Oye, prima ballerina, —llamó Mari-na desde el desayunador sosteniendo la batidora. — ¿no vas a ir a la librería?
Bo-mi salió en mi defensa.
—Déjala descansar— Abrió la nevera, sacó unas cuantas cosas y me arrojó una manzana.
—Bien, escuchen: necesito su ayuda. Esta noche tengo una cita.
— ¿Una cita?
Intercambiaron miradas.
—Sí. — contesté con toda tranquilidad sin perderme la expresión de perplejidad que mis dos amigas tenían en sus rostros.
—¿Con quién?—chilló Mari-na
Di un mordisco a la manzana sin esperar a tragar para poder hablar. —¿Recuerdan al chico del que les hablé?
—¿El qué conociste en la librería?
—Sí.
—No lo puedo creer. —Por la expresión asombrada de Bo-mi parecía que acababa de confesarle que perdí la virginidad.
—No sé, creo que me casaré con este hombre. — Bromeé a medias.— Tendremos dos hijos, nos mudaremos a Noruega y moriremos juntos.
Bo-mi resopló. —Sí claro, y yo conoceré al amor de mi vida mañana en la mañana.
—Perfecto. Manos a la obra. — Mari-na aplaudió. Mis dos mejores amigas me miraron con diablura.
Ay, no. Esto sería catastrófico. Salir con ellas sólo podía significar una cosa: la tarjeta de crédito destinada sólo para emergencias sobregirada. Aunque al final todo se redujo a tres horas desperdiciadas de recorrer el centro comercial, nueve tiendas visitadas y planes para manicura.
Las chicas lograron encontrar un lugar con ropa de nuestro agrado. Me había sentido un poco mal con las empleadas de los establecimientos anteriores, ambas chicas prácticamente me obligaron a probar cada prenda del lugar pero al terminar, no compramos absolutamente nada. No era de extrañar que las chicas nos miraran como si quisieran arrancar nuestras cabezas.
Mientras examinaba los aparadores sentí la vibración a través de mi bolsillo.
KSJ: Sé que has leído el expediente de mi amigo, pequeña mentirosa.
De inmediato recordé aquella carpeta negra. Sé que no debí abrirla y mucho menos fisgonear, pero me causó tanta curiosidad que tuve que leerla. Y aunque su acusación fuera verídica, no pensaba admitirlo.
WR: ¡Claro que no! Un cúmulo así de documentos causa curiosidad,
pero yo no ando husmeando en las cosas de los desconocidos.
¿Qué me ocultas? ¿Acaso tu amigo está siendo buscado por la policía?
—Pienso que este labial combinará con mis bragas nuevas. —dijo Yoon Bo-mi a mis espaldas frente al probador de maquillaje. —¿Tú qué dices?
Mi teléfono volvió a timbrar.
—Creo que se ve genial. —Me aparté un poco de ella mientras desbloqueaba la pantalla.
KSJ: Fue arrestado una vez, larga historia.
—Ni siquiera estás prestando atención. —Se quejó.
Rápidamente guardé el móvil dentro del bolsillo de mi chaqueta y me volví hacia ella.
—Lo siento. —Aparté el cabello de mi rostro. —Cualquier color te irá bien.
—Eso ya lo sé. — hizo un mohín soberbio pero gracioso. Pasó por mi lado fingiendo buscar un nuevo par de brochas, cada tanto lanzando miradas pícaras por encima de mí cabeza. De pronto rió.
—¿Qué ocurre?
Ella recargó la espalda contra los mostradores altos y con un disimulado movimiento de cabeza señaló hacia la derecha. —El chico de allá no deja de mirarte.
Mari-na y yo nos giramos, había un chico apuesto demasiado joven para nosotras acomodando uno de los maniquíes, él echaba vistazos rápidos hacia nuestra dirección. Cuando nuestros ojos se encontraron, sonrió de lado luciendo un poco apenado por haber sido capturado.
Sacudí la cabeza y desvié la mirada concentrándome en no ruborizarme. —Claro que no.
—¿Entonces puedo quedármelo? —preguntó sin dejar de comérselo con la vista, mordisqueando la uña de su dedo pulgar y mostrándole en una sonrisa todo lo que podría ofrecerle.
Puse los ojos en blanco. Mentiría si dijera que no estaba ya bastante cansada de aquello. Éramos tan solo unas niñas cuando conocí a Yoon Bo-mi; aún así, el coqueteo siempre había sido uno de sus puntos fuertes, y a lo largo de los años había desarrollado un poder de convencimiento sobre los hombres. Cosa que yo nunca pude en realidad. Su táctica siempre era la misma: Se le acercaban, hablaba un rato con ellos, y al terminar la noche los tenía en su cama. Durante la preparatoria fue algo divertido, ahora era... fastidioso.
No. Aceptémoslo. Estaba celosa de que ella siempre consiguiera la atención. Aunque admiraba su seguridad en el ámbito sexual. Ella era una bomba.
Como si Mari-na adivinara mis pensamientos, la miró inquisitivamente. —Para ya, ese niño probablemente tenga menos de veinte.
— ¿Y?
—¡¿Y?! —frunció los labios en respuesta al guiño altanero de Yoon Bo-mi. — Que probablemente terminarías en la cárcel por abuso de menores.
—Te preocupas demasiado, Mari-na. No soy estúpida, jamás dormiría con él.
Mientras ellas discutían sobre la moral de Yoon Bo-mi, recordé que aún no había respondido al último mensaje de Jin. Les di la espalda para poder seguir con mi conversación.
WR: Tendrás que contármela algún día.
Su respuesta llegó de inmediato.
KSJ: Que te la cuente él. Es alguien bastante interesante.
WR: ¿Lo eres también? No puedo terminar de decidir si es una buena idea salir
con alguien que se rodea de tanto misterio. No te conozco, ¿recuerdas?
KSJ: Si sientes que es un error, solo házmelo saber.
Apenas terminé de leerlo, supe que lo había arruinado todo haciéndolo sentir mal.
WR: No quise que lo tomaras así, no es un error.
Sin respuesta.
— ¿Qué pasó? —preguntó Mari-na al ver mi cara larga.
—Nada.
Bo-mi presionó.—¿Qué pasó?
—Estaba enviando mensajes con él, ya sabes, algo de juego previo. Hice una broma estúpida, no lo tomó muy bien. Apuesto a que va a cancelar. — dejé a un lado el aparato y froté mi cara con las manos. Pasé los dedos por mi largo cabello. —Soy una idiota.
—Cambia esa cara. No es para tanto, apenas lo conoces. —Mari-na me rodeó con sus brazos—Que te parece si dejamos esto y vamos a tomar algo.
—No estoy de humor. —me solté de su abrazo y caminé hacia la salida. —Vamos a casa.
De verdad tenía ganas de llorar, no porque tuviera el corazón roto o algo así. Era ese sentimiento de frustración, deseaba esa cita, y deseaba tenerla con Él.
Sin más, volvimos al apartamento. Apenas abrí la puerta, dejé caer mis llaves y fui directo al cuarto de baño. Para cuando terminé Mari-na se había ido, iría a visitar a su madre por el fin de semana. Mientras tanto, Yoon Bo-mi preparaba palomitas y buscaba algunas películas para ver. Le sonreí a medias antes de que ella entrara a la cocina, prendí el televisor y me tiré en el sillón.
—¿Quieres helado?—apareció con dos botes de helado en un brazo, y con una botella de vodka en el otro.
Ahogué una risa.—El viejo remedio, ¿eh?
—Nunca falla. —Vino a hacerme compañía en el sofá sentándose sobre sus rodillas. —Entonces, ¿será directo de la botella o me harás traer las tazas de café?
La miré, agradeciéndole en silencio su esfuerzo por hacerme sentir mejor.
Así era todo con Yoon Bo-mi. Teníamos eso que no tenía nadie más: Un verdadero lazo especial. Una loca, trastornada y real amistad. Éramos buenas juntas, y demasiado perezosas como para buscar a alguien más. Aún siendo tan diferentes, coexistíamos. Bo-mi era espontánea e impredecible, una mujer que no le tenía miedo a nada. Yo, era todo lo contrario. Algunas personas encontraban sorprendente que fuésemos amigas, pero después de quince largos años, habíamos estado en las buenas y en las malas. No habría forma de que nos separaran.
Cuando el reloj marcó las siete y media, empezaba a resignarme. A pesar de eso estábamos pasando un rato agradable viendo sobrevaloradas películas románticas y burlábamos de los pésimos actores. Las profundas tazas para café habían sabido ser un perfecto recipiente para nuestra barra libre; todo parecía ir en orden hasta que alguien llamó a la puerta. Bo-mi fue a abrir. Pausé la película esperando a que mi amiga regresara. La escuché murmurar algo para después aparecer en la estancia.
—WooRi, allá afuera hay alguien con demasiada autoestima que dice viene por ti. — Puso sus manos en la cintura.
Mi estómago se removió con ansiedad.
—Iré a ver. —Algo andaba mal.
—Estoy segura que es el tal Jin. — hizo comillas imaginarias ante la mención del nombre. —Él te botó, recuérdalo. No accedas ante la primer cosa que diga.
—Déjame hablar con él.
—De acuerdo. — pasó juntó a mí. A mis espaladas la escuché llamarlo idiota.
Antes de caminar a hacia la puerta respiré un par de veces para tranquilizarme. Al dar la vuelta por el pasillo me encontré con un Seokjin vestido de traje sosteniendo un ramo de flores.
Me detuve en seco. Él me miró confundido.
—Sabía que tenía haber venido con algo más cómodo. — mencionó al percatarse de la pijama que usaba. — O... ¿es qué no vendrás?
Por un par de segundos ambos esperábamos que algo saliera de mi boca. No fue así. En su lugar, Yoon Bo-mi hizo el gran favor de estropear las cosas al gritar:
—¡WooRi, cuando termines de echar el culo de ese idiota más te vale traer el licor de reserva!
Pude ver mi propia expresión de consternación reflejada en los ojos serios de Kim Seokjin, quien después de aclararse la garganta con obvia incomodidad dijo:— Te traje esto. — Me entregó las flores. — De todas formas...fue un placer conocerte.
Mi cerebro murió. Realmente murió, yo no podía hablar. No tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo.
Maldita sea. Di algo, WooRi. No dejes que se vaya.
Jin hizo una reverencia y se fue inmediatamente después.
Aún conmocionada y un poco mareada por el alcohol, en vez de salir tras él, cerré la puerta y corrí hacia mi habitación. Tome mi teléfono y llamé al suyo. No hubo respuesta.
—¿Qué pasó?— preguntó Bo-mi entrando a mi cuarto. Arrojé el pequeño aparato junto a las flores sobre el colchón y me senté en la orilla de la cama.
—Él vino por mí. No pude decirle nada. Escuchó lo que dijiste, me dio estas flores y se fue.
—Él se lo pierde. — dio unas palmadas y me arrastró fuera de la habitación. — Anda, descubrí que si mezclas vodka con Soju y sorbete, te embriagas en dos minutos.
Un par de horas pasaron. Bebimos hasta no poder más y lloramos hasta que nuestros ojos aguantaron. Luego de que la tercera película cursi finalizara, mi teléfono vibró entre nosotras. Riéndome de mi propia poca destreza para sujetarlo, atendí la llamada. Una rasposa voz al otro lado de la línea me respondió.
—WooRi. —Maldijo en voz baja. —Por Dios. Me gustas, ese es el problema. Perdón.
Mi mejor amiga hizo una mueca de desagrado luego de darse cuenta de quién había llamado.—¿Qué quería?
—Dijo que le gusto pero que es un problema, luego colgó. — Dejé el vaso sobre la mesita de centro y giré hacia ella. — ¿Por qué me da rosas si soy un problema?
—Así son los hombres, nunca organizan su cabeza ni sus sentimientos. — se encogió de hombros. —Iré a dormir. Te quiero.
Así se sencillo se levantó y logró llegar a su habitación a pesar de los trompicones por la falta de equilibrio.
—Perfecto. —me quejé viendo el desorden que habíamos hecho. Le di un vistazo al reloj; casi las tres de la mañana.
Ligeros golpes en la puerta alcanzaron a atravesar mis oídos, de inmediato me puse alerta, recordando que detrás del perchero guardábamos un bate de béisbol y gas pimienta para las emergencias.
Me acerqué a espiar por la mirilla, bastó con un vistazo al desorden de cabello castaño para saber quien se hallaba de cara contra mi puerta. Kim Seokjin dejó caer su abrigo apenas abrí. Más allá de la camisa desfajada y los botones del cuello abiertos, su rostro era una combinación entre enojo consigo mismo y frustración; sin decirle nada me hice a un lado y lo dejé pasar. En cuanto dio un paso dentro se arrepintió, lo vi en sus ojos.
—No hables. —Pidió.— Me gustas. Admitirlo en voz alta se siente como si me arrebataras el control. No puedo sacarte de mi cabeza. —Su voz arrastraba las palabras. Exhaló. —Apenas te vi supe que no soy el hombre para ti. Tú no estás en mi línea, yo no estoy en la tuya. Pero tengo que besarte. Ahora. O no podré dormir mañana.
Sus manos llenas de confianza se adueñaron de mis mejillas, atrayéndome a su cuerpo. Aspiré ante la conmoción; él desprendía un olor a cigarro y cerveza. Sus labios hicieron contacto con los míos y mi alma abandonó mi cuerpo, me sentí demasiado mareada; pudo haber sido la energía entre nosotros o el alcohol en todo su esplendor. Lo que sé, es que Jin me besó con pura lujuria como si se hubiera estado aguantando las ganas de hacerlo. Cuando sus manos se enredaron en mi grueso cabello, tuve que abrir un poco más la boca para poder respirar, su lengua se abrió pasó y aprovechó para sujetarme con más fuerza. Me invadió por completo. Lo dejé saquearlo todo.
Gemí contra su boca.
Un latido más tarde se había apartado de mis labios, pero dio pequeños besos alrededor de mi mandíbula.
—No, cielo. Hoy no. — Susurró contra mi cuello antes de depositar un beso. — Es hora de dormir. — sostuvo mi mano y le indique donde estaba mi habitación sin que él me preguntase.
Con una sonrisa de cansancio en el rostro, me ayudó a subir a la cama y me arropó como a una niña.
—Otro día será. —Prometió. Cerré los ojos; nunca supe en qué momento se fue.
Cuando entré a la cocina la mañana siguiente, o bien, tarde siguiente mientras arrastraba los pies y gemía por el punzante dolor de cabeza, me encontré con una nota de Bo-mi pegada en la nevera.
"Salí a una plática de trabajo con el productor de cine. Noche interesante. Cuando regrese, me dirás el por qué un hombre salió de tu habitación. Te quiero."
Vi mi reflejo en el reluciente metal del horno de microondas, me di cuenta de que mi aspecto no era una obra de arte así que corrí al baño. Cuando reviví, era casi hora de la comida. Estaba preparándome algo cuando el tono de llama de mi celular retumbó por toda la cocina.
—¿Hola?
—WooRi, soy Jin. — aunque sonaba bastante intranquilo, aún provocaba que mis piernas se volvieran líquidas.
—¿Qué hay?
Lo imaginé frunciendo los labios.
—Supongo que acabas de despertar. — Afirmé con la cabeza a pesar de que no podía verme. — Sobre anoche... creo que debemos hablar.
—Definitivamente.
—Quiero besarte de nuevo. —Soltó sin anestesia. Su voz se volvió más grave y mi cuerpo reaccionó al cambio de registro. —¿Quieres que lo haga?
Carraspeé. —Te debo una disculpa.
Huno un silencio extraño.
—¿Te arrepientes?
—¿Qué? ¡No! Eso no es lo que quise decir. Me refiero a...—tomé aire—Anoche, cuando viniste a recogerme. Malinterpreté las cosas; creí que al no responder mis mensajes estabas cancelando. Lo siento.
—Es culpa mía también. Pensé que no querías salir conmigo. Dudé. —Hizo una pausa.—. Perdí la práctica, normalmente todo lo que quiero de una mujer ocurre en una noche.
—Ya veo. —Mis labios se fruncieron involuntariamente.
—Ahora me siento un verdadero patán al decirte esto; pero es la verdad.
—Suenas como un completo imbécil.
—Cristo, tienes que salir conmigo. — Rió curiosamente divertido.
—Para mi mala suerte, te debo una cena.
—¿Estás disponible esta noche?— podía sentir su sonrisa a través del teléfono.
—Sí, estoy libre.
—Bien, entonces es una cita. Paso por ti a las siete, hasta entonces.
Traté de reprimir la sonrisa que ansiaba salir en mi rostro. Hacía tiempo que no me sentía de esta manera. Siempre fui muy reservada en cuanto a mis relaciones. Sé lo que es amar a otra persona, yo amé a un hombre alguna vez. Él era todo para mí, pero es claro que no resultó como se esperaba. El punto aquí, es que Jin despertaba en mí esas pequeñas mariposas que creía muertas. Tenerlo cerca hacía que mis barreras se derrumbaran. Sentía esa urgencia de sentirlo cerca.
Recorrí mis labios con la punta de mis dedos. Hasta entonces sonreí.
Alto ahí, WooRi. Sabía que era demasiado pronto.
—¿Y esa sonrisa? —Alguien se mofó.
Solté un grito y di un abrupto salto al oír la voz de Yoon Bo-mi a mi lado. Aterricé en el suelo y con un creciente dolor en el trasero. No la escuché llegar y mucho menos la sentí acercarse. O yo estaba muy metida en mi mundo de fantasía, o Yoon Bo-mi era demasiado sigilosa.
—Eres una estúpida, me asustaste.
Comenzó a reírse mientras trataba de levantarme. —No es mi culpa que estuvieras teniendo un momento íntimo con tus labios a media cocina.
Mis mejillas obtuvieron un color rosa. —No me molestes, mejor dime cómo te fue.
Dejó caer su bolso junto a mis brazos sobre la barra para darle dramatismo.—No me cambies el tema, hay prioridades.
—No sé de qué hablas. —jugué con el borde de mi plato evitando mirarla a los ojos.
—Ya dime, ¿qué pasó con el trajeado apuesto?
—¿Seokjin? No hay mucho qué decir; regresó en la madrugada, me besó. Luego se fue.
—¿Esa es tu historia? —Bufó. —Mala amiga.
—¿Por qué soy mala amiga?
—Porque no quieres contarme los detalles sucios. —hizo un falso puchero volando su cabello hacia mi cara.
—¡No hubo detalles sucios! —Solté ofendida, aunque a decir verdad el brillo rosado en mis mejillas me delató.
Rió una vez. —¿De verdad? ¿Qué está mal con él? ¿Acaso no puede tener una erección? Quiero decir, ¡mírate! Ese tipo es un idiota.
—Claro que no. —volví a mi comida. Con un bocado de avena escurriendo por mi barbilla agregué. —Es un caballero.
—¿Caballero? —Se dobló en una carcajada. —¿Tienes quince años? WooRi, si vio la oportunidad de pasar una buena noche contigo y no lo hizo, entonces no le interesas.
—¿Cómo puedes decir eso? Él fue respetuoso, saldremos esta noche y ya veremos qué pasa. No todas podemos dormir con un hombre que apenas conocemos.
—¿Y tú ya lo conoces?—Había sospecha en su voz cuando se sentó en el otro banquillo con una sonrisa reservada en el rostro.
Conocía a Bo-mi como a mí misma. A muchas personas les había sido difícil comprenderla, a mí no. Ella y yo siempre estábamos conectadas, en sintonía. Lo que una pensaba, la otra lo decía. Podíamos leer nuestras mentes, descifrar nuestros pensamientos. Sabía cuando ella estaba triste, enojada, eufórica o confundida. Nunca tuvimos vergüenza para hablar entre nosotras, sabíamos todo de la otra. No existían secretos.
—Yoon Bo-mi...
—Go WooRi...
La cuchara hizo un desorden de restos de comida sobre la barra cuando la dejé caer. —Muy bien, suéltalo, ¿a quién acabas de conocer? —Limpié las comisuras de mi boca con lo primero que encontré.
Su expresión osada cambió.
—Fui a desayunar con este productor, dijo que mi trabajo era muy bueno y que le gustaría que participara en su nuevo proyecto. Así que citó al director de la película para que me conociera.
—Ajá...— Sí, a ella le encantaba darle vueltas al asunto.
—¡Ay, WooRi!—. Exclamó llevándose las manos a la frente.— Era tan guapo y jodidamente varonil. Es alto, como muy, muy alto. Tiene el cabello obscuro y un poco largo. Y una voz... ¡Oh mi Dios! Su voz me mató.
Al parecer, Yoon Bo-mi estaba a punto de un pequeño orgasmo. Me tuve que burlar. Parecía una niña hablando sobre un juguete que había visto en cualquier aparador.
—¿Qué sucedió?
— Se llama Jang Hyuk, pero es todo lo que detesto en un hombre.
Y...se acabó el encanto.
—No entiendo.
—Tiene aires de grandeza, es de esos hombres que fueron los clásicos tontos niños ricos. Durante toda la maldita reunión no dejó de mirarme como queriendo hacerme sentir inferior. Imagínate, se atrevió a decirme que tendría que sorprenderlo, porque a primera impresión no le parecía la persona adecuada para el trabajo. – Gruñó— Lo odio.
—¿Qué vas a hacer entonces?
A mí no podía engañarme. Por más que expresara su odio, yo sabía perfectamente que el sujeto había capturado toda su atención; lo cual era bastante peligroso. Que Dios se apiadara de ese hombre.
—Obviamente voy a seguir con el trabajo.— cuando nuestras miradas se cruzaron, supo que la había descubierto.— Él podrá ser el director, pero el productor es quien me contrató. Mala suerte para él, porque su jefe me quiere ahí y no voy a permitir que nadie venga a decirme que no sé hacer bien mi trabajo. Le voy a demostrar quién es Yoon Bo-mi.
De verdad, muchas gracias por estar aquí.
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