26. Secreta Revelación
WOORI
KTH: No puedes esconderte de mí por mucho tiempo. Dormimos en la misma habitación, ¿recuerdas?
Bueno, que me parta un puto rayo; él tenía razón.
Arrojé el teléfono lejos de mi como si fuera a explotar en cualquier momento.
Luego de nuestro beso, había huido como Julia Roberts en La Novia fugitiva. Ahora me encontraba oculta en nuestro cuarto de hotel arrasando con las golosinas del minibar, viendo a Channing Tatum intentando hacerle recordar a Rachel McAdams que ella es su esposa, y rezando porque el día de mañana lo pudiera superar de la mejor manera posible; emocionalmente hablando, claro.
Faltando menos de veinticuatro horas para la boda de Jin, todo parecía ir de acuerdo al plan original:
~ Taehyung y Kim Bum en la despedida de soltero con Jin y sus invitados.
~ Mari-na ofreciéndose a cuidar de Ji Na para que jugara con Dongsun.
~ Lee Ji-Hyo manteniéndose lejos de Taehyung
~ Las madres de los novios ayudando a Kim Yong-Sun con los toques finales.
~ Y yo, sintiéndome como una adicta en rehabilitación; necesitando un cigarro con desesperación.
Brinqué de la cama y del compartimiento secreto de mi maleta saqué mi cajetilla nueva, había decidido traerla por si acaso. Apagué el televisor y salí por el balcón, fui recibida por la brisa veraniega; fresca pero todavía caliente. Había mucho silencio, eso me permitió disfrutar de la paz y tranquilidad que el cielo despejado de una noche de estrellas me había regalado.
Justo cuando di la primera calada, un ruido cercano me hizo volver la cabeza; miré a mi alrededor encontrándome con la silueta de SeokJin en su balcón recargado en el barandal y mirando a un punto fijo.
—¡Hey!— lo llame, él buscó de donde provenía la voz— ¡Aquí abajo, a tu izquierda!
Me vio, entonces sonrió añorante.
—WooRi...hola. — sonaba nervioso.
—¿No deberías estar en tu despedida de soltero con los chicos?
—Sí, debería. — hizo un lento asentimiento con la cabeza. — Pero... creo que no estoy de humor. Debe ser el clima.
—¿Qué está mal?
—¿De qué hablas? Todo está de maravilla. — Miró en todas direcciones, exclusivamente para corroborar que estábamos solos.
Seguramente parecíamos un par de excéntricos hablando de balcón a balcón, pero sólo así, con toda esa distancia, nos sentíamos cómodos para hablar uno con el otro, y sobre todo, seguros.
—Jin, te conozco. Cuando algo anda mal contigo, ya sea que estés preocupado o enojado, siempre buscas aislarte. —lo miré. — ¿Qué te está pasando?
—No quiero hablar sobre esto contigo.
—A pesar de todo seguimos siendo amigos.
Él soltó una grave y cruel risa que me hizo querer golpearlo por todas las veces que me había hecho llorar.
—Tú y yo no somos amigos, WooRi. Nunca fuimos amigos, lo sabes perfectamente.
Exhalé una risa incrédula. —Sigues siendo el mismo.
—El tenerte aquí... me confunde.
—Jin, si estoy aquí es por mi hija, para acompañar a Taehyung. No tengo la menor intención de irrumpir tu boda mañana, así que no tienes nada de qué preocuparte. — dejé caer el cigarro consumido al vacío, descargando mi enojo en el tabaco y no en el hombre. — ¿Acaso piensas que voy a entrar a gritando: ¡Yo me opongo!?
No me miró mientras decía: —Sí, aún espero que lo hagas.
¿Se suponía que su respuesta cambiaría algo? Quizá creyó que sí. No era como que realmente fuera a hacerlo, pero a mi parecer, esa chispa de esperanza en él debía avivar mi corazón, ¿cierto?
¿Cierto?
Porque no lo hizo.
—Si te hubieras casado hace algunos meses, entonces tal vez lo habría hecho; hubiera gritado en frente de todo el mundo cuánto te amaba y lo mucho que anhelaba que no te casaras. Pero, Jin, increíblemente no siento esa desesperación que en otro momento me habría obligado a seguirte hasta el fin del mundo con tal de fuera a mí a quien tú eligieras. Ese sentimiento que me mantenía aferrada a ti ha ido desapareciendo. Comenzó a irse el día que miré a mi lado buscando consuelo y en lugar de encontrarte, vi a Taehyung
Dicho eso, entré nuevamente a la habitación cerrando tras de mí el ventanal del balcón. No pasaron ni tres minutos cuando alguien tocaba desesperadamente la puerta del cuarto 232. Mi habitación. Abrí sin preguntar, y antes de que pudiera reaccionar, tenía manos masculinas por todas partes.
—¿Dejaste de quererme? —Jin peguntó frenético. Luego me besó como nunca lo había hecho antes.
Sus labios violentando los míos, su lengua luchando contra la mía, dientes devorando todo lo que tocaba, y su ser, después tantos años, estaba otra vez absorbiéndome.
Perdí el control de mi cuerpo, había comenzado a responderle gustosa. Sin embargo, en algún momento entre que me di cuenta de que yacía en la amplia cama y que Seokjin intentaba desnudarme, la imagen de Taehyung besándome una hora antes, me cayó como un balde de agua fría. Sentí, en algún lado de mi enrevesado corazón, que lo estaba traicionando.
Sus manos acariciándome no eran del todo placenteras; era como un tipo de invasión. Pero esto, este beso, no se sentía bien. No me quitaba la respiración, no estaba haciendo a mis piernas temblar; no era mágico, no como cuando besaba a...
Oh, mierda.
—¡Jin, no!— lo aparté de un empujón pero ágilmente volvió a colocarse sobre mí, entre mis piernas.
Gimió por la fricción constante de su entrepierna con mi vientre y más abajo. Tuve que morder mis labios casi hasta sangrar para evitar gemir también. Atacó mi boca con besos arrebatadores.
—WooRi, pensé que podría odiarte, borrarte de mi cuerpo y de mi mente, pero todo lo que hago es en vano porque no puedo olvidarte. Aún te amo.— dijo entre besos.
—Esto está muy mal, vas a casarte.— Quise hacerlo entrar en razón. Apreté las piernas juntas cuando sentí sus dientes clavarse en mi cuello. —Jin...
—Dime que amas, WooRi. No pudiste haber dejado de quererme sólo porque sí. Dime que me amas. Vamos, dímelo. Te juró que cancelo esta broma de boda. Déjame tenerte. Déjame sentirte otra vez. Déjame recordar tu cuerpo.
Me quedé callada, dejando que tomara un poco más; sólo para alimentar el recuerdo.
"Toma lo que quieras, Kim Seokjin, pero no me dejes vacía."
<< —Tú aún me amas, ¿cierto?>>
Aunque tenía un hueco en mi pecho, asentí.
—Sí. — Lo quería, aún lo amaba y lo haría siempre. — Pero tú tienes que irte, te casas mañana.
Él sostuvo su peso sobre sus antebrazos a cada lado de mi cuerpo para poder mirarme.
—¿Eso es lo quieres? ¿qué me case con ella? —Su voz empezó a temblar, como si tuviera miedo. Me miró como si estuviera loca.
Sin saber que decir, respondí con otra pregunta.
—¿La amas?
Dejó caer la cabeza, su respiración jadeante chocaba contra mi estómago. —...No.
—¿La quieres porque crees que será una buena esposa?
—Creo que sí.
—No repitas la historia, SeokJin. Tienes a una mujer que daría cuerpo y alma para hacerte feliz.
—Tú. —desesperado, quitó todos los cabellos de mi rostro. —Tú eres la culpable. Éramos buenos juntos, estábamos bien.
—Tú te fuiste. ¡Con ella!
—Y tú no me esperaste. —Viéndose arrepentido besó suavemente el lugar entre mis pechos. — ¿Por qué, WooRi? ¿Por qué él?
—Eres tan egoísta. Hace mucho tiempo que hiciste tu elección. Siempre fue Yong-Sun por encima de mí. En tu ascenso, en mi dolor, en mi duelo, en mi maldito cumpleaños. ¡Siempre ella! Tú no me quieres, quieres lo que te hago sentir.
—Eso no es verdad.
—¿No? ¿Entonces por qué estás aquí?
—Porque necesitaba estar contigo una vez más.— Su labio tembló, y rodó hasta el otro lado de la cama. De un tirón me levanté y lo miré, tuve que ahogar mis deseos de arrojarme sobre él y olvidarme de todo.
Kim Taehyung
Kim Taehyung
Kim Taehyung
Su nombre resonaba en mi cabeza igual que una canción de mi banda favorita.
—¿Lo ves? —Aturdida sacudí la cabeza—Seguir amándote me va a matar en vida. Y no puedo darme el lujo de hacerlo. Tengo una hija, Jin. ¿Qué clase de ejemplo voy a darle si me desvivo por un hombre que me ama y me desprecia tanto que no se decide a estar conmigo?
—WooRi, por favor. Te necesito. Sólo hoy, nunca más.
—No sabes mentir, Jin. Y yo tengo muy poca fuerza de voluntad.
—WooRi...
Cuando negué, su mirada se volvió terriblemente triste. —Se acabó. Vete.
Él incorporó, estaba furioso. Su cuerpo se acercó al mío una vez más, pero a pesar de los nervios no retrocedí.
—Muy bien. —afirmó lentamente con la cabeza. — Pero que te quede claro, que sin importar lo que creas, sólo yo puedo amarte aún en la distancia.
¿Y Taehyung?
Mi mano encontró el palpitar de su corazón a través de la ropa.
—Ya no nos amamos como solíamos hacerlo, y lo sabes. Han pasado casi cinco años. Era cuestión de tiempo. Pero estoy casi segura de que si no te hubieras ido a ese viaje, nuestras vidas habrían acabado totalmente diferente a como lo hicieron.
—No. —Tragó. Su pecho comenzó a agitarse.
—Se acabó, Jin.
—No, WooRi. Esto no ha terminado. — Salió de la habitación dando un portazo, más dolido que molesto.
Si no había acabado, yo haría lo que fuese por que acabase. Lo necesitaba lejos de mí por todo lo que hizo y todo lo podría llegar a hacer; por todo el coraje que le tenía, todo el cariño que guardaba, todo lo que seguramente guardaría para él en mi corazón.
"No es por asustarte, WooRi, pero voy a marcar tu vida."
Y vaya que lo hizo.
Amor y odio, pasión y dolor; emociones tan opuestas entre sí y sin embargo tan parecidas, que a veces parecían la misma.
Me lancé de regreso a la cama, sintiendo que en cualquier momento abandonaría este mundo para entrar en tierra peligrosa: la tierra de las confusiones amorosas, dónde jamás creí volver a ser visitante. Ojalá esto de querer a alguien se pudiera definir de una sola manera, ojalá alguien comprobara que tal sentimiento hacía la diferencia entre las formas de querer. Ojalá los temas del corazón fueran tan sencillos.
Mi pequeña siesta no había sido suficiente para aclararme la cabeza, tampoco el largo baño; pero en cuanto Taehyung regresó a la habitación cerca de las tres de la mañana, el reloj en mi pecho empezó con la cuenta regresiva.
—WooRi.— saludó risueño dejándose caer sobre el colchón. Se veía relajado, jubiloso; me gustaba verlo así. La sonrisa en su rostro iba en ascenso, lo cual me dejó pensando que estaba un poco ebrio y quizá habría logrado olvidarse momentáneamente de lo que ocurrió entre nosotros hace unas horas.
—¿Qué tal la fiesta?— me senté frente al espejo. Mi reflejo nunca antes se había visto tan inseguro, me sentía completamente expuesta; vulnerable para él.
—Aburrida. —pegó su rostro al colchón, su voz se ahogó. —Jin fingió sentirse enfermo y se largó, Kim Bum fue llamado por su domadora antes de la una. Me dejaron sólo, no pude disfrutar.
—Yo te veo bastante alegre.
—Soy un bebedor social, hice algunos nuevos amigos.
—¿Ah, sí?— comencé a cepillar mi cabello aún mojado por el tiempo en la bañera.
—¡Por supuesto! Ellos me abandonaron, me dejaron a mi suerte con los idiotas hermanos de Yong-Sun. Había mucha gente en el bar al que fuimos, así que sólo comencé a hablar con alguien.
—¿Hablaste con un extraño?
—Ya sé que no puedo hacerlo, mami, pero éste Hyung era divertido.
—¿Con qué moral vas a educar a nuestra hija ahora?
Ignorando lo que dije, se levantó de la cama y se posicionó justo detrás de mí. Señaló mi cabello. — ¿Puedo?
—Claro. —Traté de sonar despreocupada con la idea de él haciendo algo aparentemente sencillo, cuando para mí, era demasiado íntimo. Tomó el cepillo y empezó a peinar mi cabello de forma tan lenta, que se sentían como tiernas caricias.
—Ahí estábamos nosotros tratando de entendernos por la barrera del idioma. Hablamos sobre motocicletas y juguetes para niños cuando de pronto...uno de los socios de Jin llegó con una stripper. Todos se volvieron locos, menos mi amigo Chuck y yo, por supuesto. Enserio, apenas abrieron las botellas y todos se caían de borrachos.— empezó a reírse— Hubieras visto, WooRi, uno de ellos hasta se desnudó.
—¡Qué horror!
—Una mujerzuela se me acercó, pero Chuck la mandó a volar. Para este punto él ya sabía que eres la dueña de mi corazón; por cierto, está molesto contigo.
—¿Conmigo?
—Sí, mujer. Te odia por tener mi espíritu colgando de un hilo. Le hablé de ti, en realidad...como que me quejé con él sobre ti.
—¡¿Por qué hiciste eso?!
—Tú no me quieres. —Suspiró.
—Entonces vas y le cuentas sobre nosotros al primer borracho que te encuentras.
—Era un hombre muy sabio.— soltó el cepillo y tomó mis hombros— Dijo que debía dejar de presionar las cosas; que si tu algún día ibas a quererme, sería a tu tiempo. Yo insistí bastante, pero me golpeó en la cabeza y me ordenó que dejara de intentar ser el hombre perfecto para ti. Que debo recuperar tu confianza para que te sientas feliz conmigo. Me convenció de abandonar mi plan de hacer todo lo necesario para que estos sentimientos que tengo surjan de ti y sean para mí.
Bueno, ahora sí creía que Chuck era un sujeto inteligente. Ahí, de frente a nuestros reflejos, me puse a pensar un momento. ¿Podría yo amar a Taehyung? No sólo como amigo, sino... ¿realmente amarlo? Amarlo de verdad; como Mari-na ama a Kim Bum, como mi mamá ama a papá. ¿Tal vez cómo yo amé a Seokjin? Eso sí que sería demasiado, pero ya no parecía algo imposible. Bien podría lograr olvidarme de él con ayuda de Taehyung.
Sí, podría. Pero eso significaría utilizarlo, y yo no quería hacerlo porque lo estimaba demasiado como para herirlo. Era más que sólo mi mejor amigo, muy a pesar de los acontecimientos de ese entonces. Lo quería de una manera descomunal, a tal grado que definitivamente no podía imaginar un futuro sin él. Tener que dejarlo había sido una de las peores cosas que pude haber hecho, porque lo amaba tanto que sufría todas las noches porque sabía que él sufría sin mí. Yo lo adoraba, pero no lo amaba, no de la forma con la que nosotros usamos la palabra amor.
Estúpido Chuck y sus conversaciones de ebrios.
—Tal vez debería conocer a ese amigo tuyo. —Cubrí con mi mano una de las suyas y nuestras miradas se encontraron a través del espejo.
—Te amo, WooRi.
Cerré los ojos cuando aquella desesperada confesión salió de sus labios.
—Te amo. —volvió a decir, como si no lo hubiese escuchado la primera vez.
Ya lo sé, sé que amas.
Me puse de pie y giré en su dirección, casi me voy de espaldas. Su cuerpo estaba pegado al mío, demasiado malditamente pegado al mío; sin embargo, no era calor lo que sentía, sino frío. Ese frío que te paraliza y te deja sin respiración. El tipo de temperatura con la que la gente se muere.
—Yo...necesito...—Traté de esquivarlo y caminar hacia la cama o algo, pero Tae me tomó del brazo atrayéndome hacia él si eso era todavía posible, debo decir.
Besó la comisura de mis labios.
—Estoy enamorado de ti, pero soy tan cobarde para decírtelo que mejor me quedo callado pensando en que tan ridículas son las razones por las cuales te lo oculto. — su dedo pulgar frotó la abertura de mi boca. — No tienes idea de cuantas ganas tengo en estos momentos de arrancarte los labios de un solo beso, pero no voy a hacerlo porque quiero que me des tu permiso. Quiero que desees un beso mío, quiero que me lo pidas.
—Taehyung... —Detente por favor.
—Deseo... ¡Dios! Deseo con todas mis fuerzas que te enamores de mí, sin embargo, yo sé bien que no se le puede obligar a nadie a amar. — Sus manos bajaron a lo largo de mis brazos hasta que sus dedos se encajaran en mi cintura y espalda. —No sé qué más decirte, WooRi. Me siento un completo imbécil recitando ambiciones.
Moví mis manos hacia él. —No lo eres.
—Olvida todo lo que dije. — Negó mientras suspiraba. Mi corazón estalló.
¿Qué? ¡No! Alto. No, Tae. No puedes pedirme que lo olvide. No puedes hacerme esto. Yo...yo...
Él estaba esperando a que yo dijera algo, pero no pude. No había nada más que decir. Lo habíamos estropeado todo.
Me dio una última mirada antes de soltarme y dejarme ir, caminó hacia la cama y se sentó en la orilla con la cabeza agachada. Me dejé caer de nuevo en el banco. Me sentía triste, tenía unas ganas inmensas de abofetearlo y tirarme a llorar.
Lo miré y él suspiró de nuevo.
"Cada suspiro es un beso no dado."
Esbozó una sonrisa torcida. Una triste. Sus mejillas con hoyuelos a penas marcados me incitaban a caminar hacia él, así que lo hice.
Él no me miró, permaneció en la misma posición. Me acerqué a donde estaba y sin dejar de mirarle, tiré de su camisa para que me observara. Cuando lo hizo, no me detuve y seguí tocándolo, su cuerpo, su rostro. Confundido se me quedó mirando y soltó el aire que tenía contenido cuando mis labios tocaron su mandíbula, mi mejilla rozó con la suya y pude sentir el vello creciente que sobresalía de su rostro.
Di un paso hacia atrás, dispuesta a quitarme el camisón blanco y mostrarle mi cuerpo. Estaba a punto de tirarlo todo por la borda con tal de sentir su piel con la mía. Taehyung me detuvo a mitad de camino, sus manos cubrieron mis muñecas y guiándome con su palma sobre mi mano, siguió el contorno de mi cuerpo. Elevó mis brazos por encima de la cabeza, en silencio, me ordenó no bajarlos. Sus dedos regresaron a mis piernas, sus pulgares hicieron movimientos circulares en la parte interna de mis rodillas; el estímulo me hizo cerrar las piernas. Su mano derecha envolvió mi pantorrilla y la subió a orilla de la cama entre sus muslos, justo contra su entrepierna. Únicamente utilizando el dedo índice y medio, alzó el dobladillo del camisón un poco más abajo a mis caderas, luego, su mano completa, presionó la piel de mis piernas.
En un movimiento dolorosamente lento, casi siniestro y desesperadamente erótico, poco a poco fue deslizando hacia arriba la prenda hasta sacármela por completo. La fina tela cayó por mi espalda y su mano izquierda frotó la curva de mi trasero. Le quité la camisa blanca con dedos convulsos por la excitación, desabotoné su pantalón y bajé la cremallera, luego rodeó mi cintura con ambos brazos y me apretó a su pecho.
—Me rindo. —gemí con los ojos cerrados sosteniéndome de sus hombros para no caer de rodillas.
Hizo una pausa. No me gustó que la hiciera. Hacer una pausa significa pensar, yo no quería pensar, lo deseaba a él. Otra vez.
Levantó una mano, su cálida palma tocando mi mejilla, sosteniendo mi cara finalmente y amasando sus dedos en mi nuca. Apreté aún más los ojos cuando sus labios tocaron mi clavícula, me sentí desfallecer. Fue tan corto, tan simple, pero a la vez tan poderoso. Las yemas de sus dedos recorrieron mi garganta y bajaron por mi pecho y estómago hasta el límite de mis bragas.
—WooRi. —jadeó. — Te amo tanto...
Aspiré con demasiada fuerza al darme cuenta que me había quedado sin aliento, y todo lo que pude oler era a Kim Taehyung: el dulce aroma a la brisa de mar, loción y tabaco. Me sentía tan mareada que casi pude echarme a reír. Finalmente estaba subiendo, alto. Tan alto. Más alto de lo que nunca había estado.
Taehyung. No dije su nombre en voz alta, creo que pudo haber sido más un suave gemido.
Nuestros latidos se compaginaron a cada segundo que pasaba, y se sentía maravilloso. Todo allá afuera se detuvo, todo menos nosotros. Abrí los ojos, entrelacé mis dedos a través de su suave cabello y sostuve su cabeza entre mis manos. Su penetrante mirada cosquilleaba en mi interior, era un vaivén de sensaciones placenteras que me hacían desear un poco más de él.
—Por favor, bésame. —pedí.
Él contuvo el aliento y susurró:
—No. Bésame tú.
Lo besé porque quería hacerlo, lo besé porque lo quería. Lo besé, porque besarlo había comenzado a hacerme sentir como si hubiera encontrado algo de lo que yo no estaba muy consciente de haber estado buscando. Pero, sobre todo, lo besé porque todas y cada una de las veces en las que él llegó a besarme, lo sentía dejar una parte de sí mismo dentro de mí en algún lugar demasiado profundo. Él desde hace tiempo había estado metiéndose dentro de mí de alguna forma para hacerse un lugar, y hasta ahora me daba cuenta de ello. La sensación de sus labios contra los míos fue una absoluta revelación para mi corazón.
Rara vez un beso te deja con el cerebro frito y el alma al rojo vivo. Éste era uno de esos besos. Esos que llegan una vez cada vida.
—¿Qué pasará ahora? — pregunté mirándolo.
—No lo sé, averigüémoslo juntos. — Tiró de mí. Sujetándome, se recostó en la cama y rodó conmigo en brazos de tal forma que mi cuerpo quedo contra el colchón cubierto por el suyo. Lo ayudé a deshacerse del pantalón y mutuamente nos quitamos nuestra ropa interior a un ritmo impresionante.
Se volvió a colocar entre mis piernas, una de sus manos apoyándose en el colchón a la altura de mi cabeza sosteniendo su peso, y el otro brazo pasó por lo ancho de mi espalda. Las ansias de sentirlo de nuevo apoderándose de mi ser, me estaban matando
—No pienso suplicar. —refunfuñé. —Y por lo que más quieras, antes de..., tú sabes, hacerlo, no me vengas con la ridiculez de: Mírame.
Ahí estaba, la estruendosa risa que lo caracterizaba. La risa que convertía mi estómago en un zoológico cada vez que la escuchaba. No éramos Kim Taehyung y Go WooRi si ninguno de los dos bromeaba o hacía algo cómico en un momento tan enserio. Así éramos nosotros. Taehyung era hermosamente fastidioso y yo, demasiado simplona. Éramos buenos juntos.
— ¿Serías mía por esta noche?
Reí a carcajadas.
—¡Tae! — protesté. —, eso es mil veces peor.
—¿Lo es? — Asentí. —¿En serio?
Asentí otra vez. —Apuesto que Chuck no te dio ningún consejo para esto.
—Bueno, no. —Sus ojos se volvieron pensativos. —Parece que después de todo no sirvo para esto.
Comenzó a levantarse.
—No. No lo harás. — Envolví mis piernas en torno a su cadera y lo tomé de los hombros estrechándolo a mí. —Lo empezamos, y ahora vas a terminarlo.
—Lo que usted ordene, señora. —besó el costado de mi pecho izquierdo.
—Así me gusta, esclavo. —Ambos reímos.
Sí, éramos la pareja perfecta.
—Me vuelves loco. —Sonrió, a él se le marcaron los hoyuelos. Yo me perdí en la infinita oscuridad de sus ojos mientras empezaba a moverse dentro de mí.
Hicimos el amor hasta que amaneció. Y culminamos juntos, al mismo tiempo que el sol se asomó por el horizonte.
*Este usuario está muriendo lentamente*
Gracias por leer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro