22. Tuya
KIM SEOKJIN
El pasillo de alimentos congelados era demasiado amplio como para encontrar la endemoniada cubeta de helado sabor vainilla con nueces y almendras. Taehyung había sido el encargado de buscar los vasos temáticos junto con el alcohol mientras yo me ocupaba de los comestibles para la fiesta de cumpleaños número veinticuatro de Lee Ji-Hyo. La ahora no tan niña nos había condicionado a darnos el viaje para dos a Las Vegas que su antiguo novio le había obsequiado, eso si Taehyung y yo le organizábamos una gran fiesta y pasábamos toda la noche con ella y sus amigas. En ese momento, parecía una oferta que no podíamos rechazar; ahora no estaba seguro de que hubiese sido la mejor idea.
Escuché un fuerte silbido a mi izquierda, Taehyung venía caminando a paso lento con los brazos atiborrados de botellas de licor y tres bolsas con docenas de vasos neón.
—Necesito una mano. —pidió, intentando no tirar ninguna botella mientras avanzaba.
Solté el carrito y fui trotando directamente hacia él.
—Te dije un par de botellas, no un arsenal. — Sus brazos se estaban debilitando por el peso, así que con cuidado tomé unas cuantas y juntos caminamos de vuelta al carrito. —¿Quién demonios va a ingerir tanto alcohol?
—Son jóvenes, ellos toman lo que sea.
Mientras acomodábamos las botellas cuidadosamente, por el rabillo del ojo vi dos carritos más avanzar por el pasillo en direcciones contrarias. El primero se detuvo a dos metros del nuestro, y el segundo hizo parada a la altura de la pizza congelada, justo a mi lado. El hombre cercano a nosotros era grande y asqueroso, tenía rastros de cabello castaño por la calva y por su olor me di cuenta de que hace más de tres días que no usaba la ducha. A mi derecha y un poco lejano olfateé algo más agradable, un adorable perfume de cítricos al cual no le di importancia; el hediondo hombre llamó más mi atención al vaciar el anaquel correspondiente a los dedos de pescado. Taehyung hizo una mueca de asco, y se inclinó a abrir el refrigerador de los helados, agarró seis botes de diferentes sabores y mientras lo hacía, saludaba y sonreía a una pequeña niña que estaba sentada dentro del carro a nuestra derecha, la cual reía sin parar olvidándose de su adulto responsable que parecía tener una conversación con la promotora de alimento infantil. La mujer a pesar de que nos daba la espalda, aferraba con su mano el costado del carrito. Su cuerpo sí que llamó mi atención.
Lindo.
La niña en el carrito estalló en una gran y aguda carcajada provocada por la mueca graciosa de Taehyung. Me di la vuelta y mi amigo hizo lo mismo. Finalmente cerró la puerta del congelador y avanzamos por el pasillo. El hombre robusto también se movió pero en dirección contraria con su carro repleto de cervezas y comida chatarra; el sujeto se detuvo y trató de entrometerse en la plática de la promotora de papilla y la sexy nana de la pequeña de conjunto violeta. Negué divertido por el absurdo intento del individuo de coquetear con aquellas mujeres. Cogí un par de bolsas de frutas congeladas y las arrojé dentro del carrito de supermercado.
—Hyung.—balbuceó. —Hyung...
Taehyung tocó mi hombro con su dedo varias veces y luego tiró de mi camiseta
—¡Qué! —alcé la vista, Tae tenía la boca semi abierta y sus ojos estaban al doble de su tamaño, su respiración pasó de ser normal a ausente y su mejilla derecha empezó a temblar.
Señaló algo detrás de mí.
—Jin, mi...mira...es...
—¡Largo de aquí! —Espetó una voz femenina.
Miré sobre mi hombro y vi al corpulento hombre hacerse a un lado y seguir caminando por el pasillo, entonces apareció la imagen de una hermosa mujer que rodaba los ojos y dejaba caer un sartén dentro del carrito. Parpadeé varias veces sin poder creerlo, giré completamente para mirarla mejor y cuando los ojos de ella y los míos se encontraron, ambos quedamos inmóviles.
—WooRi. —jadeó Taehyung mirándola como si fuera una ensoñación.
—¿Mami?
La niña nos miró temerosa, inmediatamente después estiró sus manos en dirección a WooRi. El golpeteo dentro de mi pecho se detuvo.
¿Mami?
—Mamá está aquí, cielo. —Ella la tomó en sus brazos.
Taehyung y yo nos miramos al mismo tiempo al escucharla referirse a sí misma como mamá. Regresé la mirada a WooRi y a su...hija. Ella rozó su nariz con la de la pequeña y besó su frente dejando una marca roja de labios en la delicada piel. La niña movió su redonda cabeza y nos observó con detenimiento, luego sus mejillas rosadas se elevaron a causa de una sonrisa y estiró sus dedos en mi dirección. No me moví ni hice ademán de querer sostenerla, no podía hacerlo.
—Si no la vas a cargar tú, lo haré yo. —Dijo mi compañero extendiendo sus brazos.
La niña rio y ocultó su carita en el pecho de WooRi, su mamá palpó su espalda y luego ella gustosamente se lanzó literalmente al pecho de Taehyung. Tanto WooRi como yo nos quedamos en silencio viéndolo jugar con la pequeña de ojos dulces. Mi cerebro ni siquiera tuvo la oportunidad de procesar lo que estaba ocurriendo frente a mis ojos. Ella, WooRi, estaba aún más linda de lo que recordaba; se había cortado el cabello y su rostro cargaba con un poco más de maquillaje, pero en esencia, a primera vista seguía siendo la misma. El rubor natural de sus mejillas seguía ahí, casi intacto, al igual que la deliciosa respuesta de su cuerpo ante la presencia del mío.
Era mi WooRi, sólo que ahora era una mamá.
—¿Cuántos años tiene?— pregunté, no queriendo que notara mi agitación ante lo primero que cruzó por mi cabeza.
—Casi tres años y medio; se llama Ji Na.
La infantil risa sonó estrepitosamente ya que Taehyung estaba haciéndole cosquillas en su estómago, la pequeña manoteó y envolvió sus bracitos en torno al cuello de su nuevo amigo. Él también rio, y frotó su mano a lo largo de la espalda de la niña.
—Amo a esta muñequita —dijo.
WooRi se estremeció como si una ráfaga de viento gélido hubiese chocado con su espalda, caminó hacia Taehyung y abruptamente le arrebató a la niña de los brazos.
—Lo siento, debo irme. —dejó a su hija dentro del carrito preparándose para salir corriendo.
Ella iba a irse. Estaba huyendo, de nuevo. No podía permitir que eso sucediera, estaba loca si pensaba que iba a dejarla ir. No permitiría que se fuera sólo así, no cuando finalmente la había encontrado.
Te encontré, WooRi. No vas a volver a irte.
—Espera...
Taehyung le sujetó apenas dos dedos en un débil movimiento, ella se giró para mirarlo; el suplicio latente pareció ocupar lugar en medio de ambos. Él la abrazó. Ambos cerraron los ojos.
Apreté lo puños por puro instinto. Hubo un toque de alivio en sus respiraciones cuando Taehyung hundió la cabeza en el hueco del cuello de WooRi.
Ira palpitó en mi pecho al momento en que mis ojos alcanzaron a ver ese beso compartido detrás de la oreja de ella.
Carraspeé.
—Taehyung— ¡Suéltala! —. Ya fue suficiente.
—Claro.
Él la soltó.
Abrázala así de nuevo y juro que voy a cortarte la garganta.
—Debemos irnos.
WooRi se alejó con la cabeza agachada. Maldición, no quería hacerla sentir mal. La escuché sorber la nariz y fue entonces que me di cuenta de que estaba llorando, apenas unas lágrimas.
Ignorándome por completo, él le dijo: —No sabes cuánto te he extrañado.
Luego le besó la frente y volvió a abrazarla. Y con eso mi paciencia se acabó. Mi sangre hirvió. Me acerqué a ellos, toqué el hombro de WooRi y juro que sentí fuego subir por mi brazo.
—Supongo que ha sido demasiado por un día, pero por favor danos alguna forma de contactarte, lo que sea. Podemos hablar con calma otro día, ni siquiera tienes que contárnoslo todo, solamente dinos cómo estás. Nos preocupamos mucho por ti.
—Te buscando como locos, todos en realidad. —Mi amigo le acarició la muñeca. —¿A dónde fuiste?
—Otro día, Taehyung. Lo prometo. —farfulló cansada.
Él le permitió conservar el misterio. Yo no sería tan benevolente.
Lo obligué a apartarse.
No la toques.
—¿Dónde te estás quedando?
—Con Bo-mi en el apartamento, donde siempre. — De su bolso sacó una pequeña libreta y una pluma, escribió algo y me lo entregó— Este es mi número.
—Gracias. —articulé. Pasé la yema de mi dedo por encima del contorno de los números en tinta negra en el papel y sonreí. Ella quería que la llamara.
—Estoy despierta a toda hora porque esta señorita no me deja dormir.
Sonrió con ternura. Hasta entonces me di cuenta de lo mucho que había extrañado esa sonrisa. Miró a su hija, le acarició el cabello y volvió su atención a nosotros.
—No saben cuánto me alegra verlos de nuevo.
Por un momento creí que se atrevería a abrazarme, pero no lo hizo. Taehyung y yo la mirábamos mientras se marchaba. Se iba, pero regresaría. WooRi no volvería a huir, me lo había prometido sin querer, sin darse cuenta. El sentimiento de esperanza brotó de mí.
—Es la misma WooRi, sólo que ahora parece una mamá.— murmuró Taehyung
—No puedo creer que se haya casado.
—Ella no lleva anillo de bodas. —afirmó. — Es lo primero en lo que me he fijado, hyung. Su hija tiene casi cuatro años, y a menos de que WooRi tuviera un amorío fugaz donde sea que estuvo, Ji Na podría...
Podría ser mía. Las fechas coincidían. Esa niña fácilmente podría ser mía también, pero tenía que confirmarlo.
No me quité ese pensamiento de la cabeza. Ni siquiera el desagradable espectáculo de la docena de parejas de jóvenes que bailaban restregando sus cuerpos unos contra otros al compás de una estruendosa música electrónica, pudieron hacerme desistir. Me estaba haciendo viejo, definitivamente era eso. No entendía de dónde obtenían la resistencia para entrar y salir de la cocina con nuevas bebidas cada cinco minutos, las filas para entrar a alguno de los tres baños de la casa eran infinitas, y los cuartos de visitas estaban siendo más utilizados que cualquier cuarto de hotel. La cumpleañera, Lee Ji-Hyo, colgaba del cuello de Kim Taehyung mientras yo tenía que tolerar las insinuaciones de las jóvenes amigas de la hija de mi jefe.
—Muy bien, niñas, largo de aquí. —EunJin, la hermana de Taehyung, apareció de entre la nada consiguiendo deshacerse de las chicas con una simple mirada.
La saludé con un gesto de ojos por encima del borde de mi vaso.
—Así que...—miró en varias direcciones antes de continuar. —mi hermano y tú finalmente encontraron a Go WooRi. Él dice que ella actuó como si no hubiese pasado nada. ¿Cuál es tu versión?
—Me dio su nuevo número.
—¿Y? ¿Qué estás esperando? ¡Llámala!
—Es muy pronto, ¿no crees?
—Para nada. Amas a esa mujer, ¿no es así? —Asentí a medias. —Entonces llámala.
—No lo sé, Eun Jin, no lo sé. —sacudía cabeza y terminé de ingerir el alcohol de mi vaso.
—No se supone que tome un bando, y no es porque Taehyung sea mi hermano; pero si yo fuera ella, te elegiría a ti.
Choqué mi hombro con el suyo juguetonamente. —¿Esa es tu forma de decir que siempre has estado enamorada de mí?
—¿Qué? ¡ugh! ¡No!
Me levanté del sillón de medialuna mientras sacaba mi teléfono del bolsillo.
—Eres una gran chica, Eun Jin.
Pasé a varia gente y saludé a otros cuantos, me encontré con Taehyung a la mitad de la escalera, él me advirtió con la mirada y yo asentí con seguridad. Él inclinó la cabeza hacia Ji-Hyo que se lo estaba comiendo con los ojos, le dijo algo al oído, ella hizo un falso puchero y una dramática rabieta pisoteado el piso con sus altos y delgados tacones. Finalmente lo dejó ir, no sin antes ahogarlo en un posesivo y encaprichado beso.
Taehyung me siguió hasta la única habitación desocupada y cerró con presillo la puerta.
—Esa mujer está loca— dijo refiriéndose a Ji-Hyo, limpiándose la boca con el dorso de la mano y arrojando su chaqueta al taburete a los pies de la cama.
Me di la vuelta decidido a enfrentarlo.
—Voy a llamarla.
—¿A quién? —preguntó confundido.
—¿La chica te chupó hasta el cerebro, o qué? —le arrojé una de las almohadas de encima de la cama. —Voy a llamar a WooRi.
—Son casi las dos de la mañana.
—Lo sé, pero ella dijo: Estoy despierta a toda hora. —imité su femenina voz. — Eso para mí fue como un: llámame a cualquier hora.
—Como quieras.
Taehyung se dejó caer al colchón y luego se acomodó boca arriba con los brazos por encima de su cabeza. Desbloqueé el celular y marqué, ella respondió al cuarto timbre.
—¿Hola?
Mi cuerpo se entumió al escuchar el sonido jadeante de su voz acompañado de un suave gemido.
—Hola, WooRi. — ¿estás con alguien?
—Seok Jin. —sonaba sorprendida, la había tomado con la guardia baja y eso me encantaba.
Guardamos silencio.
—¿Será así de incómodo siempre?
—Espero que no. —Pude imaginarla pasando un mechón de su grueso cabello por detrás de la oreja.
—¿Cuándo volviste?
—Hace una semana, para la boda de Bo-mi.
—Me enteré por un programa de chismes que salió corriendo.
—Sí, bastante cruel. —Mientras ella pensaba en qué más decir, con la mano llamé la atención de Taehyung y le hice una señal de que saldría al balcón, él asintió poco convencido. WooRi continuó. —¿Cómo va todo?
—Ha estado bien, ahora soy el director de la empresa. El señor Lee me ha dejado a cargo, y en otras noticias, ya no soy niñera de Taehyung; tiene empleo.
La escuché reír y el alma se me aligeró.
—¿Empleo? Jamás pensé que llegaría ese día.
—Ni yo, pero hace bastante buen dinero. Qué me dices de ti, ¿cómo te ha ido?
—Yo...me fui a Suecia con una prima. Luego de que Ji Na nació me hice profesora en una pequeña escuela, pero esto de ser madre y maestra al mismo tiempo, no es algo muy agradable. Volveré a la librería. —Exhaló.— Me alegra lo de tu ascenso, eres el Director ahora. Muchas cosas cambian en cuatro años.
No tienes ni idea...
Me aventuré y decidí indagar un poco más antes de ir directo al grano.
—¿Te casaste?
A través de la línea, WooRi hizo una pausa y luego se deshizo en suspiró melancólico. Maldita sea.
—Una vez te dije que no me casaría nunca, excepto contigo.
Mierda, mierda, mierda.
—Sí, lo recuerdo.
—Eso fue hace mucho tiempo. —Volvió a suspirar.
—Deja de hacer eso, WooRi.— Vas a volverme loco. Me froté la cara con la otra mano.
Un segundo silencio incómodo apareció entre nosotros. Ésta era sin duda la conversación más incómoda de mi vida.
—¿Hacer qué?
—Suspirar.
—¿Por qué?— Ella sonaba extrañamente nerviosa, casi como si le tuviera miedo a mi respuesta.
—Porque dicen que cada suspiro es un beso no dado.
WooRi contuvo el aire, nada dramático, sólo una leve ráfaga. Apostaría lo que fuera a que sus labios debían estar parcialmente abiertos. Deseé tanto poder besarla.
Le di un rápido vistazo a Taehyung Él estaba tan ajeno a todo esto recostado en la cama, que quise, por un instante, que ese hombre no significara tanto para mí como lo hacía. Así podría tomar a la chica de vuelta sin arrepentirme; pero ahora existía un cuarto corazón en este desastroso trío.
—Sé que no debería preguntarte esto, pero, Taehyung es el padre de Ji Na, ¿verdad?
WooRi tragó saliva sofocando su voz. —Son idénticos, ¿cierto?
Cerré los ojos. Nunca había sentido tanto dolor en el pecho como en ese momento. Aún puedo asegurar que morí por lo que creí fueron treinta segundos. Mi corazón también lo hizo.
—Como dos gotas de agua. —agregué, casi como una ocurrencia tardía.
—Jin, yo...— comenzó a decir, pero al fondo de su lado de la línea se escuchó un débil lloriqueo. —Perdóname.
WooRi cortó la llamada.
Acabaste conmigo.
Sabía que mis sospechas eran correctas. Ji Na era igual a Kim Taehyung de niño, incluso tenía ese pequeño lunar en el labio. Su sonrisa, su cabello, sus ojos, ¡Dios, sus ojos! Toda ella. Esa niña era la perfecta y hermosa versión femenina de mi mejor amigo.
Caminé hacia donde él. Taehyung se quedó mirándome.
—¿De vuelta a la jugada?
Él me sonrió, como solía hacerlo cuando éramos jóvenes y lográbamos anotar con alguna chica bonita. Pero no era genuina, había mucho dolor detrás. Odiarlo durante un par de años no funcionó, había sido mi compañero durante tanto tiempo, que el egoísmo, provocado por la inseguridad y causante del sentimiento de traición, se esfumó en dos segundos. No podría hacerle creer que la recuperaría, aunque habría matado por la oportunidad de sacar el pecho, mirarlo orgulloso y asentir con la cabeza.
En lugar de ello, visualicé a WooRi mirándome con ternura, y silenciosamente le dije adiós.
—La niña es tuya.
Reaccionó al instante, no como yo esperaba; con pánico y confusión, fue más bien como si de alguna forma ya lo hubiese sabido.
Me echó un vistazo rápido para luego perderse en el suelo.
—Lo siento. —Sé que lo decía en verdad. —No pienso apartarme de WooRi, mucho menos ahora. JiNa es mi hija, hyung. ¿Entiendes eso? ¿Comprendes lo que eso significa para mí? Quiero conocerla, ser un verdadero padre. No estoy dispuesto a seguir el ejemplo que me dio el mío.
Le palmeé el hombro. —Te emociona ser papá, ¿cierto?
—Más que nada en el mundo.
La sonrisa que hizo cuando se lo pregunté, creo que nunca la olvidaré. Taehyung jamás había estado tan decidido a cuidar algo que le perteneciera, ni siquiera ver nevar lo había hecho sonreír tantas veces en un mismo día como lo hizo saber que la hija de WooRi también era suya.
—¿Qué harás ahora?
—Iré a buscarla, necesito verlas.— tomó su chamarra y del bolsillo trasero de su pantalón sacó las llaves de su auto. Antes de salir de la habitación giró a verme— ¿Quieres que le diga algo de tu parte?
Negué lentamente.
—Que siempre la he querido, y que eso nunca va a cambiar.
Taehyung accedió sin rechistar. Salió de la habitación dejándome solo. O bueno, lo que quedaba de mí.
Queridxs lectorxs, mi corazón no puede con tanto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro