19. Mentiras
Mi rostro lo decía todo: Estaba atrapada en mi propio drama.
Escuché la cerradura, la puerta principal se abrió y se cerró, a mí me entró el pánico. Mojé mi cara y miré por última vez a la mujer del espejo. La odiaba. La odiaba por no arrepentirse, y por no haber hecho más para evitar el conflicto en el que me encontraba ahora.
—¿WooRi? —llamó.
Él había regresado.
Miré amenazante a mi otra yo, y con todo el coraje que pude reunir, le dije:
—Ya no llores, ¿de acuerdo? No seas una niña. Si lloras, se dará cuenta. — ella me miró totalmente rota y con lágrimas en los ojos. —¡Deja de llorar!
Asomé la cabeza y lo vi, Seokjin estaba parado en medio de la habitación con su abrigo en el brazo derecho y con la otra mano sostenía la maleta. Parecía cansado, abatido y por lo menos seis años más viejo, pero en cuanto me encontró, una sonrisa enorme apareció en su rostro. Prácticamente corrió hacia mí, lo abracé tan fuerte como pude. Nuevamente me solté a llorar como la había estado haciendo días atrás. Me fundí en ese abrazo, anhelando poder quedarme así para siempre.
Alcé la cabeza y lo besé con urgencia.
—No vuelvas a dejarme, por favor.—supliqué, con mi cara completamente hundida en su cuello.
—Te he extrañado tanto—Me envolvió en sus brazos con demasiada desesperación. — No me iré, no lo haré. Pero si tengo que irme, tú te irás conmigo.
—Te amo, Jin. Te amo, te amo, te amo.
—Oh, vamos. No llores.—susurró y beso mi frente, sus dos manos sujetaron mi cabeza— Estoy aquí. No me moveré, te lo prometo.
El teléfono del apartamento resonó por las paredes.
—Tal vez deba contestar. —Se apresuró.
—No, déjalo sonar.
Mis manos prensaron el cuello de su camisa y me aferré a él, a eso que teníamos. A ese amor.
—Jin, podemos hacerlo.
Él sonrió y sus ojos brillaron, su respiración retomó la tranquilidad. Asintió con lentitud. El teléfono siguió sonando.
—Podemos hacerlo.
—Te amo. Ya no vamos a pelear, ni a enojarnos por cosas absurdas, ni a separarnos por malos entendidos. Prometo ser honesta contigo y serte fiel y...y
—No importa, estaremos bien. Nada puede separarnos.
Me atraganté por la severa dosis de culpa. Estaba lista. Para disculparme, para contarle todo y aceptar las consecuencias, aún si eso significaba que iba a dejarme. Tenía que decirle, él tenía que saberlo.
—Hay...hay algo que debo decirte.
Me calló con un beso.
—Ya halaremos después, justo ahora lo único que necesito es estar dentro de ti.
Tomándome de los muslos, sus manos obligaron a mis piernas a impulsarse hacia arriba y rodearle la cintura. Su energía me remitió a la emoción primitiva que tuvimos la primera vez que tuvimos sexo. No había en mí una sola parte de piel que Kim Seokjin no hubiera besado ya, sin embargo, parecíamos perfectos desconocidos a punto de liarnos en el sucio baño de cualquier bar.
—Yo también te necesito. —jadeé por la falta de aire y la excitación. —Pero esto es importante.
Estaba a punto de soltarlo, pero la maquina contestadora intervino. Y entonces todo se vino abajo.
—Jin, soy Yong-Sun. No quería llegar a esto, pero estoy desesperada porque no contestas tu teléfono ni respondes mis mensajes. Sólo quiero decirte que todo lo que pasó estas últimas semanas significó mucho para mí, y no me interesa que vayas a casarte... —hubo un suspiro, casi como un gemido seductor — Yo puedo darte lo que ella no, lo sabes perfectamente. Déjala. Vuelve a mí. Todavía siento tus caricias entre mis piernas, puedo saborear el placer de tu lengua dentro de mi boca. Mi cuerpo te extraña. Aún puedo sentirte dentro de mí. Te amo. Llámame.
La grabación terminó y la voz de Yong-Sun fue remplazada por el silencio aterrador.
Poco a poco Jin me fue soltando. Cada roce de mi espalda contra la pared en mi camino a ponerme de nuevo sobre mis pies se sintió como si arrancaran de mí cada extremidad.
Silencio absoluto.
Seokjin apretó mi cadera. Con lentitud y delicadeza desenvolví mis brazos que segundos antes lo aprisionaban, finalmente me aparté.
Silencio.
Ni siquiera el sonido de nuestras respiraciones.
Al momento en que sorbí la nariz, él maldijo en voz baja.
—¿El día de mi cumpleaños?
No dijo nada.
—Jin. Fuiste a un viaje de negocios, ¿cierto?
Luego de unos tortuosos segundos negó lentamente, casi como si le doliera hacerlo. Mi corazón se encogió.
—¿Sólo fue una vez? —volví a preguntar. —Dime que fue cosa de una noche
—No.— murmuró y luego suspiró. — Ni siquiera puedo darte un número.
—¿Qué? —Un jadeo involuntario salió de mis labios y me cubrí la boca.
— Pero la vez de tu cumpleaños fue la última, te lo juro.
—Entonces... ¿Me dejaste sola todo un miserable mes para ir a follarte a esa mujer?
—WooRi...
Jin dio un paso hacia adelante con la mano estirada tratando de tocarme, de un golpe la aparté. Él metió las manos a los bolsillos de su pantalón.
—¡¿Lo hiciste?!
Volvió a bajar la cabeza y asintió. En ese justo momento me rompí.
—¿Significó algo para ti?
—No.— Desvió la mirada.
—Mírame a los ojos y dímelo.
—No puedo.
—¿Por qué no?
—Porque tus malditos ojos me hechizan y me recriminan, todo al mismo tiempo. Voy a decirles a tus ojos cualquier cosa menos la verdad, WooRi, tendré que mentirles si eso me asegura que no vas a dejarme. Haré lo que sea con tal de que no cruces esa puerta. —Señaló hacia atrás con la palma estirada
Dicen que los ojos son las puertas del alma. Si así fuera, entonces su alma habría estado devastada. Sus ojos reflejaban una gran tristeza y un enorme arrepentimiento, pero eso no era suficiente para mí.
¿Éste sería el matrimonio que nos esperaba? ¿Lleno de mentiras, acusaciones y arrepentimientos?
—...Necesito estar sola.
—WooRi, por favor— él me miró suplicante.
Di media vuelta hacia el dormitorio, simplemente queriendo alejarme de la intensidad de sus ojos. Necesitándolo lejos.
—WooRi. —volvió a llamarme, y juro por Dios que traté de ignorarlo con todas mis fuerzas.
—No, Seokjin. No.
Vi su mandíbula tensarse a través del espejo del pasillo.
Me atrincheré en la habitación, en nuestra habitación. Una vez que la puerta se cerró detrás de mí, me apoyé contra ella y me dejé caer sobre el suelo. Las sábanas de la ancha cama habían sido cambiadas por nuevas, todo el cuarto parecía estar en orden y limpio. Despegué la espalda de la puerta, y desesperada, busqué entre los cajones la última cajetilla de cigarros; había prometido no hacerlo más. En realidad, había prometido muchas cosas y roto demasiadas promesas durante los últimos cuatro días.
Caminé hasta la ventana, me recargué en ella buscando algo de soporte para no caer de rodillas. Comencé a llorar en silencio. Con mi mano libre me abracé; deseando que todo estuviera bien, deseando que él nunca me hubiera ignorado por estos días, que él no se hubiera acostado con su exnovia Yong-Sun y que jamás me hubiera dejado sola.
El hubiera no existe.
Limpié mis mejillas con ambas manos mientras sostenía el cigarro entre los labios, después lo tomé con los dedos de la mano y soplé. Soplé mi malestar, soplé mi frustración, soplé mi arrepentimiento; continúe soplando mi soledad.
¿Cuántas veces y de cuántas maneras un hombre puede romper el corazón de una mujer?
¿Cuántas veces una mujer puede destruir el corazón de un hombre? ¿Cuántas?
Cuando abrí la puerta de la habitación, dos horas más tarde, Kim Seokjin estaba sentado en el sofá frente al televisor apagado, su camisa estaba desabotonada hasta el pecho y arremangada hasta la altura de sus codos. Me sintió entrar al salón y automáticamente se puso de pie. Me miró con ojos afligidos, respiró hondo.
No se movió, yo avancé hasta él.
—No tienes idea de cuánto lo lamento, quisiera en verdad poder regresar el tiempo. — comenzó a decir.
Se desplomó contra mí y envolvió sus brazos alrededor de mi espalda, lo aprisioné a mí tan apretadamente que pude sentir el calor de su cuerpo a través de su ropa.
—Te quiero, Jin. Y te voy a querer toda la vida.
—Te amo demasiado como para dejarte ir. Olvidémonos de todo, WooRi. —Me cogió la mano entre las suyas y me besó los dedos.
—¿Me amas?
Asintió eufóricamente. —Más que nada.
— Muéstramelo. —Me solté el cabello.
—WooRi...
—Quítate la ropa.
Jin me miró mal, una mezcla entre sospecha y desconcierto.
—No tenemos que hacer esto.
Aclaré mi garganta y traté de no sonar tan asustada como me sentía. —Anda, hazme el amor.
Su voz se extinguió conforme me observaba desnudarme. Bajé la cremallera de mis pantalones y lo deslicé sobre mis caderas dejándolo caer a los tobillos. Aparté el bulto de tela con el pie y terminé de desabotonar su camisa.
—WooRi. —Él sujetó mis muñecas con inseguridad, obligándome a parar.
—No quiero escucharte.
Me recorrió la piel de la espalda con las manos. Él escondió su cara en mi pelo rozándome el cuello con la nariz. Besó la piel desnuda de mi garganta y cerré los ojos. Contuve el aliento cuando apretó su pelvis contra mí, apoyando mi espalda en la pared. Enganché mis piernas a sus caderas y así me llevó hasta el dormitorio para finalmente dejarme caer sobre el amplio colchón. Se deshizo de su propia y el resto de la mía. No le tomó mucho más tiempo, no lo pensó dos veces. Se colocó entre mis piernas y me penetró fuerte.
—Bésame, Jin. Bésame duro. —supliqué.
Lo hizo, pero se sentía incorrecto y él lo sabía.
Él tenía un tacto diferente, como si se hubiera olvidado de mi cuerpo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Algo no estaba bien con nosotros. Algo había cambiado.
Ambos, quizá.
💔 Este capítulo siempre me pone muy triste, porque justo así fue como pasó. (Se aceptan abrazos)
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