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17. Despedidas

WOORI

La cama se había sentido demasiado incómoda la noche anterior. Mientras febrero se preparaba para despedirse y dar la bienvenida al nuevo Marzo, mi cabeza intentaba comprender lo que había sucedido tan solo unas horas atrás: Él. Ella. Juntos; yéndose a no sé dónde y sin mirar atrás.

Kim Taehyung y Yoon Bo-mi. Yoon Bo-mi y Kim Taehyung No era una buena combinación, no encajaban, sus nombres ni siquiera sonaban bien estando unidos. Mentira. Y aunque lo hacían, para mí era completamente imposible siquiera querer pensar en tener la estúpida de idea de desear verlos a ellos juntos como una pareja.

Kim Taehyung y...

¿y quién?

¿Quién?

—Una buena mañana para despedidas.

El conductor de mi taxi, un hombre mayor de calva blanca, ojos amigables y gran bigote me miró a través del espejo retrovisor. En el fondo me recordaba a un novio que la abuela tuvo después de que su primer esposo muriera. Era un buen hombre, la quería. No volvimos a saber sobre él luego de que ella falleció.

—¿Disculpe?

Con su dedo índice señaló la notoria tormenta que azotaba el parabrisas dificultando la visión.

—El cielo se está cayendo. Usted va al aeropuerto, no trae maleta, y está lloviendo a cántaros. Quizá me juzgue de entrometido, pero su rostro ha perdido belleza por la tristeza. ¿A quién va a decirle adiós?

—Unos amigos se van de viaje de bodas.

—No, es más que eso.

—Oh, mi mejor amiga también se va; un asunto personal.

—Nah. —Chasqueó la lengua, indagando más profundo. —Usted perdió algo recientemente.

Una fracción de segundo mi cuerpo entero se petrificó. Pestañeé hacia él en respuesta.

—¿Un amor, quizá? —Agregó.

Negué moviendo débilmente la cabeza. —No.

Empatía resaltó en los ojos del conductor. Esperaba que tomara mi sílaba como el final de la conversación, en vez de eso, prefirió cambiar el tema.

—Usted me recuerda a mi sobrina. Buena chica, pero escuchaba más a su cerebro que a su corazón.

—¿De verdad?

Hizo un puchero gracioso. —Sacrificó su felicidad por estabilidad. Lástima. Hace años no la veo, espero que se encuentre bien.

—Seguro lo está.

—¿Alguna vez ha estado en Europa?

Su pregunta tan abrupta me hizo reír.

—No, pero tengo familia en Suecia.

—Gotemburgo es agradable, Estocolmo está lleno de gente hoy en día.

—En realidad, mi prima es de Halmstad.

—Buen sitio para escapar. —Alzó las cejas como queriéndome decir algo más.

—No quiero escapar.

—¿Está segura?

—¿Por qué querría hacerlo?

—Mejor que yo lo sabe usted, señorita.

—No es el caso.

A pesar de que me observaba por el espejo, el hombre inclinó la cabeza hacia mí diciéndome en silencio que no me creía. El auto de al lado pitó, mi conductor, y al parecer, consejero personal, volvió su atención al camino invadido por el tráfico.

No volvimos a intercambiar diálogo alguno, él se limitó a hacer su trabajo mientras yo veía la lluvia caer; todo el tiempo con la mano escondida bajo el blusón de seda palpando mi vientre.

Se orilló varios metros alejado de la entrada del Aeropuerto, el flujo constante de automóviles no nos permitió avanzar más. Del bolsillo de mi pantalón saqué un par de billetes para pagarle al hombre del taxi.

—Gracias. —Le dije guardando las monedas de regreso a su sitio.

Justo después de que bajara del auto él me llamó:

—Lo que haya sido, de verdad lo siento.

Mis labios se cerraron en una dura línea y sentí pinchazos en mis ojos. Respiré profundo para no llorar. Asentí hacia él, no supe si fue por agradecimiento o como despedida, pero me sonrió como si lo supiera. Cerré la puerta y lo dejé ir.

Pensé en Taehyung, y en la forma en que sus ojos me miraron anoche cuando fue arrastrado por Bo-mi fuera de la fiesta. Sentí escalofríos.

Me eché el abrigo por encima antes de cruzar por la entrada lateral de vuelos internacionales en la sección 3B del aeropuerto. Divisé entre la multitud hasta que Kim Bum y el redondo vientre de Mari-na me saludaron desde lejos mientras esperaban a que la documentación de su equipaje terminara.

—¿Y tu novio? ¿Se quedó en casa, o de nuevo se largó a trabajar en fin de semana? —Yoon Bo-mi apareció a mis espaldas desfilando con una maleta rodando a sus pies.

—Bo-mi, necesito hablar contigo.

Extendí la mano para lograr sujetarla de la manga de la sudadera gris, forzándola así a detenerse. Alto. Yo conocía esa sudadera, le pertenecía a Taehyung.

Bo-mi se volvió con el entrecejo fruncido y una expresión de apatía en el rostro.

—No puedo, tengo resaca y un boleto de avión por recoger. Lo siento. — Lanzó un beso al aire para después dar media vuelta y seguir caminando.

—Sé que anoche te fuiste con Kim Taehyung —Bo-mi se detuvo en seco ante mi declaración. — Quiero saber qué pasó.

Ella dejó caer los hombros y me miró sin un atisbo de benevolencia.

—WooRi— suspiró con burla. —, ¿tú qué crees que pasó?

Retrocedí como si acabara de recibir el más letal de los puñetazos. Agaché la cabeza moviéndola lentamente de un lado a otro deseando no creerle, apretando con fuerza los ojos esperando poder despertar de este mal sueño. Cientos de imágenes y posibles escenarios cruzaron por mi mente.

Se me heló la sangre.

—Ustedes... ¿ustedes, durmieron juntos? —Alcé la mirada— ¿Te acostaste con él?

Yoon Bo-mi dio un paso hacia adelante, con los brazos cruzados por debajo de su pecho

—Si así fuera, ¿qué? ¿a ti qué más te da? Sinceramente, no veo por qué tendría que importar — me echó un vistazo rápido de arriba a abajo. —, o...importarte.

—Bo-mi.

—No veo por qué haces tanto drama. Es algo que iba a suceder tarde o temprano.

Sentí un enorme peso en el pecho, sólo porque sabía que era verdad. Eso me enfureció. En otra época habría sido celestina para que ese encuentro sucediera, pero ahora las cosas eran diferentes.

— ¡Estás comprometida! ¡Te vas a casar!

Puso los ojos en blanco y nuevamente resopló, el aire estuvo acompañado de una ligera risita satírica.

—Por favor, no me vengas con eso. Lo mojigata no se te da.

Fruncí los labios, el sabor metálico de la sangre me llegó a la lengua a causa de los dientes que encajé en la carne interna de mis mejillas.

—Sólo...sólo responde la maldita pregunta. Tuviste sexo con Taehyung, ¿sí o no?

No me quitó la vista de encima en ningún momento entre que chasqueaba la lengua, inclinaba el torso hacia adelante, y asentía con la cabeza.

Inhalé el poco aire que mis pulmones estaban dispuestos a recibir.

Mi corazón realmente se quebró.

Pocas veces en la vida uno se decepciona de las personas importantes. Ésta era una de esas.

—No me toques. —articulé cuando propició un puñetazo juguetón en mi brazo.

—WooRi, vamos...—Ella insistió e intentó colocar sus palmas sobre mis hombros.

Di otro paso hacia atrás. —No.

Bo-mi quedó petrificada frente a mí.

—WooRi, ¿qué tiene de malo?

—¡No te me acerques!

Elevó la palma de su mano en señal de rendición, dándome a entender que no intentaría acercarse de nuevo.

—Bien, lo entiendo; sé que tú crees en la fidelidad ante todo, pero también sabes cómo soy. Te lo digo con honestidad, no sé por qué estás tan molesta. Fue sólo sexo.

Intenté no apartar la mirada de su cara; su expresión herida y encrespada hizo a mi cuerpo estremecer.

—No se trata de eso.

—Dime entonces qué es.

—Es sobre Taehyung de quién estamos hablando. —al momento en que su nombre salió de mis labios, me entraron unas inmensas ganas de llorar.

Bo-mi me miró atenta. — ¿Y?

—Es Tae. ¡Mi Tae! Se supone que eres mi mejor amiga. ¿Cómo pudiste?

Su ceño se contrajo por la confusión

—WooRi...

—¿Por qué, Bo-mi? ¿por qué me hiciste esto?

Su rostro era digno de fotografía, la boca abierta, sus ojos buscando respuestas en los míos.

—No puedo creerlo. — dijo al aire moviendo la cabeza en negación.

—Sabes lo que él significa para mí.

—Y ahora me odias, ¿no es así?

—¡Ese es el maldito problema, no puedo odiarte! Lo único en lo que puedo pensar es a cuántas personas van a dañar tus acciones. Y maldita seas, Bo-mi, sí que duele. No puedo creer que seas tan egoísta.

—¿Yo soy la egoísta? —Me retó con la mirada.

—¿Has pensado lo que va a pasar con Jang Hyuk si se entera? ¿Te preocupó siquiera lo que Taehyung sentía? ¡Por supuesto que no! A ti no te importa nada. ¿Acaso no te diste cuenta que él se enamoró de ti?

Preguntarlo se sintió como si una hoja de afeitar desgarrara una por una las venas de mi cuerpo.

—¡¿Qué?!

—Él te ama; a ti te da lo mismo. Siempre has sido así, Bo-mi, uno tras otro, jamás te detienes. ¡Por qué no maduras de una vez y dejas de ser una zorra!

La bomba estalló.

—Lo hice, ¿de acuerdo? — extendió los brazos y me empujó con fuerza hacia atrás gritando. —Sí, dormí con Taehyung. Me acosté con él. Tuvimos sexo toda la maldita noche. ¿Qué más quieres saber? ¿Cuántos orgasmos tuve? ¿Quieres que te describa la manera en la que me tomó? ¿Te cuento que tan placentero fue escucharlo gemir mi nombre?

Mi palma se estrelló en su cara. En un pestañeo y sin pensarlo le había dado una bofetada, y en el mismo momento que lo hice, me arrepentí. En todos estos años jamás había peleado con mi mejor amiga.

Bo-mi me abofeteó de vuelta.

—¡Ya basta!— Kim Bum gruñó al aproximarse rápidamente. Entre él y Mari-na la aprisionaron y trataron de tranquilizarla.

—¡Suéltame! ¡Maldita sea, Kim Bum, suéltame!

—Bo-mi...—Mari-na no sabía qué hacer

—No es mi culpa que ella no tenga nada claro en su vida. Ni siquiera sé porque me esfuerzo en intentar abrirle los ojos. —espetó contra Mari-na, me miró por última vez y en ese mismo instante mi corazón terminó de romperse.

Kim Bum intervino.—Este no es asunto para tratarlo aquí.

Bo-mi empujó a ambos fuera de su alcance, también ordenó su cabello sin ninguna esperanza por serenarse.

—¿Sabes qué, WooRi? Vete a la mierda. He terminado contigo.

Y por primera vez desde que nos habíamos conocido, se fue de mi vida sin volverse para mirar atrás. 

No tuve oportunidad de disculparme.

Taehyung llamó esa misma tarde. Ignoré cada una de sus llamadas, cada mensaje, cada correo de voz.

KTH: Tenemos que hablar.

Fue lo último que vi que me había escrito antes de que yo decidiera apagar el teléfono. Estaba segura de que no se daría por vencido. Quería gritarle y golpearlo por hacerme esto, sobre todo por con quien lo había hecho; pero también tenía una desesperada, casi urgente necesidad por abrazarlo hasta que pudiera sentir su piel refundida con la mía de nuevo.

Se sentía como si Bo-mi me lo hubiese arrebatado. Y dolía mucho. Dolía demasiado.

El ambiente en el departamento profesaba melancolía y soledad. Las punzadas en la cabeza me tenían a punto de explotar, el vacío en el pecho no lo hacía mejor. Cerré la puerta tras de mí y luego de patear mis zapatos me dejé caer sobre el inmenso sofá. Di un vistazo a mi alrededor perdiéndome en las grandes paredes apenas iluminadas por el naciente atardecer. Las luces estaban apagadas excepto por la de la primera habitación, el estudio. Me incorporé tomando entre mis manos el bulto negro de tela que estaba encima del brazo del sillón, pero me detuve al principio del pasillo cuando el penetrante aroma a esencia frutal que emanaba del abrigo llegó a mis fosas nasales.

El abrigo era de Jin, pero el olor a perfume no era el que yo acostumbraba utilizar.

La luz de la lámpara de escritorio era lo que alumbraba el espacio medianamente obscurecido por las cortinas cerradas. Kim Seokjin estaba recostado en el diván, con las piernas estiradas, los tobillos cruzados, y el antebrazo cubriendo su frente haciendo sombra para sus ojos. Su cuerpo en general no estaba del todo relajado y sus facciones aunque adormiladas, se veían tensas. Me senté apenas en la orilla pasando delicadamente las puntas de mis dedos por encima de su duro mentón.

Jin se movió ligeramente. Sus párpados se elevaron a un ritmo perezoso, reacios a que el cuerpo despertara. Después de unos cuantos parpadeos y bostezos, él finalmente me miró directamente sonriendo.

—Me he quedado dormido. —dijo, explicando lo obvio. Revisó la hora en el reloj en su muñeca e hizo una graciosa mueca de disgusto. —He estado inconsciente por horas. Ha sido más un coma que una siesta.

—Ya lo veo.

Bostezó de nuevo. — ¿Cómo te fue?

—Bien. —mentí. — Pasé un rato a la librería.

—Me alegra.

— Hoy me llegó un correo de la chica que se supondría tomaría las medidas para el vestido.

—¿Qué vestido?

Titubeé. —El vestido de novia.

Ante mi media sonrisa Seokjin enarcó la ceja.

—¿Aún quieres una boda?

Después de dos segundos para procesarlo, cerré la boca y asentí como una niña emocionada. Ráfagas de luz comenzaron a chispear en mi interior. Él rió hermosamente, bajé la mirada sintiéndome un poco avergonzada por mi muestra de emoción.

—No ha dejado de estar en mis planes.

Me miró con detenimiento, luego asintió. —Serás entonces la chica más hermosa del lugar.

—¿Vas a casarte conmigo? —Por primera vez en semanas saboreé la ilusión de un futuro mejor.

—Sólo si tú aún quieres hacerlo.

—Me casaría contigo mañana mismo. —Con la punta de mis dedos rocé el marco de sus cejas.

—Eso suena interesante, pero aún con una boda pequeña necesito al menos volver de mi viaje.

Incliné la cabeza hacia atrás para levantar la mirada hacia él. — ¿Qué viaje?

—El señor Lee me llamó hace un rato, tengo que salir de la ciudad.

—¿Cuánto tiempo me vas a dejar?

Repentinamente sus músculos se tensaron. Escrutó mi cara durante unos momentos antes de responder.

—Estaré fuera un mes.

—¿Y qué piensas que voy a hacer sin ti durante un mes? Mejor dicho, ¿con quién voy a estar durante un mes? Mari-na se fue de luna de miel, Bo-mi irá a conocer a la familia de su prometido. Además, una vez retomados los planes, tenemos que empezar con los detalles de la recepción.

—Se que te las arreglarás, preciosa. Estarás bien.— Conmigo entre sus brazos se sentó correctamente en el diván.

—¿Cuándo te vas?

—Mañana.

—¡¿Mañana?! — Me aparté.

—Lo lamento, WooRi. Yo de verdad no quiero estar lejos de ti pero...

—El trabajo es primero. —agregué. — Ya sé, me lo has dicho siempre.

Se puso de pie y caminó hasta mí, sus dos manos se metieron entre mi cabello.

—Volveré en un mes. Y cuando regrese, vístete de blanco.

—Un mes, Seokjin. Ni un día más.

Atrajo mi cabeza, obligándome a besarlo.

Un calor que no había sentido en demasiado tiempo encendió mis entrañas. A presión de maquiladora desabotoné su camisa, Seokjin me tomó con dureza por las caderas; su pelvis hizo fricción con mi centro. Acariciando sus hombros y brazos, fui regando besos a lo ancho de su torso. Estoy segura que desde fuera debía verme como una animal en celo, sobre todo cuando me deshice del blusón, lo empujé hacia el diván y me subí a horcajadas sobre él; todo sin dejar de besarlo. Desabroché sus pantalones mientras sus manos apretaron mi trasero y acariciaron mi espalda. Sus caricias se detuvieron abruptamente aprovechando el hecho de que me incorporé para quitarme el resto de mi ropa.

—Espera.

—¿Qué sucede? —Jadeé cruzando mi cabellera por el otro hombro.

—No puedo. —Carraspeó mientras se sentaba de nuevo. —No me siento bien.

—Oh. Lo lamento si fui impulsiva. —Retrocedí.

—No eres tú —me alcanzó a mitad del estudio—, es sólo...no me he sentido bien últimamente.

—Tal vez sea por la carga de trabajo.

—Quizá. —Me dio un corto beso. —Anda, vamos a la cama.

Nos guio de la mano hasta la habitación, ahí nos desnudó a ambos con toda la paciencia del mundo. Me sentí pequeña y propensa a romperme entre sus manos, concebí sus besos como alegato de su amor; pero mentiría si no admitiera que deseaba la calidez de su cuerpo haciendo combustión con el mío.

No hicimos el amor, pero al menos nos acurrucamos bajo el calor de las sábanas. Me sentí medianamente feliz.

La mañana siguiente le ayudé a empacar, bromeamos sobre guardarme en su maleta y llevarme con él. No me prestó mucha atención después del desayuno, estaba distraído; mirando la hora en el teléfono como si no pudiera esperar para salir del apartamento, como si no soportara estar ahí ni un segundo más.

Taehyung pasó por nosotros para llevarnos al aeropuerto; Jin viajó en el asiento trasero, durante todo el trayecto no dejó de enviar y recibir mensajes.

Tuve un mal presentimiento, pero cuando la mano de Taehyung abandonó el volante para afianzar la mía, todo malestar desapareció.

—Nuestro chico hará cosas importantes allá, ¿eh?

— Sí, apuesto que sí. — Sonreí a medias observaba a Jin a través del espejo retrovisor.

No me alejé de él ni un solo momento mientras recogía su boleto y pesaban su equipaje, por lo tanto, Taehyung no se separó de mí. Nos sentamos en la sala previa a la de abordaje sin hablar de nada en particular, pero cuando la voz femenina anunció la primera llamada para el vuelo EZS1012, el miedo por dejarlo marcharse nos sacudió a los tres de inmediato.

Taehyung le dio un gran abrazo.

—Suéltalo, Taehyung, yo también quiero despedirme— lo obligué a apartarse de Jin.

Él sacudió la cabeza igual que un niño a media rabieta.

—Ya lo has tenido anoche. — volvió a abrazarlo

—Pero no lo tendré en un mes— le di un golpe en el estómago— ¡Suelta a mi hombre!

—¡No quiero! —Gritó de vuelta.

Jin estalló en una carcajada. —No me voy a morir, sólo estaré fuera por unos días.

—¡Treinta y un días! Además de que no estarás aquí para mi cumpleaños.

—Ella tiene un punto, amigo.

Minimizando las palabras de Taehyung, Jin resopló.

—Vamos, unan fuerzas y ámenme al doble— Nos abrazó a ambos, tomando a Taehyung por los hombros y a mí por la cintura.

—Dame un beso, cielo, te voy a extrañar mucho. — nuestro amigo estiró los labios, así que estampé mi palma en su boca forzándolo a retroceder. — En tus mejores sueños, mocoso.

Jin nos miró a ambos con una pizca de preocupación, luego sacudió la cabeza y la inclinó para besarme. Cuando sus labios estaban a un milímetro de los míos, su celular timbró y con un tajante movimiento se apartó como si despertara de un hechizo. Con el teléfono en la mano se alejó unos cuantos pasos dándonos la espalda, respondió a la llama en voz baja y cortó casi al instante en que había contestado. La situación me inquietó y Taehyung lo notó.

De nuevo la voz de la mujer pidió por medio de los altavoces que los pasajeros abordaran el avión. Taehyung se acercó a su mejor amigo, le palmeó la espalda.

—No lo arruines, Hyung. No vale la pena.

Él le lanzó una mirada fulminante. Ninguno de los dos pareció percatase de que yo había escuchado la última oración.

Seokjin miró sobre su hombro una última vez antes de entregarle el boleto a la sobrecargo, lo vi desaparecer por el pasillo de abordaje sintiendo dentro de mi ser que algo no estaba bien, y que su partida traería como consecuencia un cambio que nadie necesitaba.

Las manos de Taehyung cubrieron mis hombros y acariciaron mis brazos por encima de la ropa. Suspiramos al mismo tiempo.

—Nos dejó, Taehyung ¿Qué demonios vamos a hacer sin él?

Él no respondió; se limitó a mirarme. Y no supe exactamente qué fue, pero algo entre nosotros cambió en ese momento.

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