13. Advertencia: Precaución
WOORI
Nuestro primer aniversario se encontraba a la vuelta de la esquina, y ya que todo el dinero que teníamos era destinado a las cosas del bebé, no habría una gran cena o un lujoso viaje. Sólo nosotros recordando lo mucho que nos amábamos.
Los mensajes amenazadores siguieron ocurriendo. No se lo dije a nadie, porque descubrir de quién provenía implicaría romper un corazón. No dejaría a Jin ni en un millón de años, y las constantes intimidaciones no me harían cambiar de opinión. Lo peor que podría pasar en caso de que mis sospechas resultaran ciertas, sería que tendría que explicarle con mucho tacto a mi hijo el por qué su abuela no querrá nada que ver con nosotros. Y que probablemente la única familia que tendrá consistirá en tíos postizos y sus abuelos maternos.
No importaba lo mucho que aquella mujer deseara separarnos, lucharía por nosotros tres. Mi hijo sería un ser amado, yo iba a encargarme de eso. Aunque comencé a preocuparme cuando me di cuenta de que mis esfuerzos por ocultar lo que estaba sucediendo afectaban al bebé. Mi angustia por no ser descubierta leyendo uno de los mensajes, la impotencia que sentía al recibir uno nuevo cada día, él lo resentía. Podía sentirlo moviéndose como un pequeño pez, lo cual era alarmante para mí; los embriones no suelen moverse tanto si no hasta después de los cuatro meses.
"Terminará aburriéndose de ti. No eres la mujer para él, déjalo y las cosas serán mejor para todos; o voy a encargarme que tu hijo nunca vea la luz del día"
Sentí mi piel erizarse vello por vello. Aire frío llenó mis pulmones, no podía moverme, tenía los ojos fijos a la pantalla; sintiendo arcadas y un ligero brincoteo en el vientre. Corrí al baño cubriendo mi boca para evitar vomitar en la alfombra, arrodillándome al pie del escusado vacié el estómago.
Algo malo ocurrió, algo muy, muy malo. Mientras lavaba mis dientes y contemplaba mi enfermizo perfil, la sensación de un choque eléctrico atravesó mi pelvis. Instintivamente me llevé la mano entre las piernas, estaba húmedo a través de la ropa. Mis dedos se cubrieron de una pincelada de un desteñido color rojo.
Corrí al médico inmediatamente.
—Disculpe, ¡¿Qué?!
Parpadeé para retener las lágrimas.
—Lo que usted tuvo fue una amenaza de aborto, de ahí del sangrado. —El médico se colocó de nuevo los anteojos circulares. —Al parecer usted no ha entendido que dado su historial, éste podría llegar a ser un embarazo riesgoso. Necesito que le quede claro que no puede someterse a estrés, ni mucho menos continuar como si nada su rutina diaria si es que quiere tener este bebé.
—¡Le puedo asegurar que ya no estoy bailando, busqué un remplazo temporal!
—Entonces sea honesta conmigo y dígame realmente qué estaba haciendo cuando le llegó el sangrado.
Le conté todo.
Fue bastante liberador en realidad, y un tanto vergonzoso ser juzgada por mi médico de cabecera mientras lloraba a cántaros.
—Es imprescindible que usted le comente sobre esto a su pareja o a la persona que más confianza le tenga.—Advirtió. —De otra manera, la carga emocional que llevará estando sola podría terminar afectando por completo su gestación.
Ni siquiera asentí, eso habría sido prometerle que lo haría.
—Voy a mandarte más vitaminas, es todo lo que puedo hacer por ti. Evita tener relaciones sexuales por lo pronto y procura reposar. —Terminó de escribir en la receta y me la entregó.
—Gracias.
Antes de que pudiera tomarla, la retiró. —Habla con alguien.
Cuando volvió a dármela, le agradecí de nuevo. Si hubiera podido salir corriendo del consultorio, lo habría hecho.
Guardé en secreto mi visita al hospital. De nuevo, no le dije a nadie al respecto.
Esa misma tarde intenté organizar la cena de aniversario por la celebración por diez meses de relación, antes de que la amenaza de reposo absoluto arruinara las cosas. Cociné por horas, pero al caer la noche, Jin no apareció. Fue sino hasta la madrugada siguiente que la puerta principal se abrió violentamente de par en par detrás de mí mientras bebía un vaso de jugo, Kim SeokJin entró torpemente dejando caer su saco al suelo para después cerrar la puerta de una patada. Tuvo que parpadear varias veces antes de cerciorarse quién era la persona que estaba de pie sola en la estancia. Se congeló.
—Perfecto, planeo algo lindo y tú vienes ebrio. — después de ajustar el cinturón del albornoz, puse mis manos sobre las caderas.
Seokjin sacudió la cabeza acomodando sus ideas.
—Cierto, vives conmigo— lanzó una pequeña carcajada. Le di un golpe en el brazo que casi lo hace caer. — ¡Hey!
—Voy a darte en las bolas si vuelves a reírte.
—No lo hagas. —Suplicó, cubriéndose de mí.— Eres fuerte.
—¿De dónde vienes?
Dio unos pasos hacia adelante deteniéndose casi al instante por el tambaleo de su cuerpo buscando apoyo en el marco de la cocina.
—Fui a casa de Taehyung porque me dijo que había algo muy importante que necesitaba decirme.
—¿Enserio?
—Sip.
— ¿Y qué cosa era?— me crucé de brazos esperando su respuesta.
—No sé, cuando llegué estaban otros amigos que hace tiempo no veía, me dieron un pastelillo por haber sido mi cumpleaños y terminé drogado. Eso pasó....creo. La verdad es que no estoy muy seguro.
Estudié su estado mientras él caminaba de aquí para allá, por todos lados hasta que finalmente se tropezó con el respaldo del sillón y fue a dar al otro lado del salón. Sí, definitivamente estaba drogado.
Rodé los ojos.
—Recuérdame matar Taehyung más tarde. —lo ayudé a levantarse y ponerse de pie. — Cielo, vamos a la cama, debes descansar.
—¿Vas a amarrarme a la cama como el otro día?— Alzó las cejas con una expresión pervertida.
Lo miré mal. —No.
De la mano lo llevé hasta la habitación y lo obligué a sentarse a los pies de la cama para poder desnudarlo.
—Eres mía ¿cierto? —preguntó, al mismo tiempo que yo terminaba de quitarle la camisa y empezaba a desabrocharle los pantalones.
Alcé la vista, y mirándolo a los ojos, susurré una afirmación.
Le brillaron las pupilas, movió su cabeza hacia mí, acercándose para poder besarme. Giré el rostro y sus labios cayeron en mi mejilla.
—Bésame, WooRi.
—No.
—Por favor. —Pidió de nuevo.
—Cállate, estoy molesta contigo.
Aferró mi cabeza entre sus manos y se inclinó hacia mí nuevamente.
—Cállame.
Lo tomé por la barbilla para apartarlo.
—Olvídalo. — Con mis manos sobre su pecho desnudo incliné su cuerpo hacia atrás hasta que su espalda tocó el colchón. — Lo único que lograrás de mí hoy, es que te ayude a desvestirte.
Tiré de sus pantalones hasta dejarlo en ropa interior, y a un lado de la cama puse un recipiente para el vómito.
Se quedó dormido casi de inmediato.
Cuando amaneció, antes de irme temprano a trabajar, dejé el desayuno listo sobre la mesa junto a una nota:
"Espero que la sopa ayude de algo porque tienes una cara horrenda"
Llegando a la librería recibí su respuesta:
SJ: Te enamoraste de aquel que posee esta cara horrenda. La verás todos los días por el resto de tu vida. Empieza a amarla. Además, dice mi mami que no soy tan feo
SJ: Bueno, la verdad mi mami me odia.
Esperé diez minutos antes de saber qué contestar.
WR: Amo tu cara cuando no parece decir —Mi prometida hizo algo romántico para nuestro casi aniversario y yo llegué drogado, lo he arruinado—. Ya vete al trabajo, tienes una junta importante.
Dejé el teléfono sobre el mostrador.
Lo más curioso de la mañana fue que la misma chica que había comprado la historia sobre el ángel caído el día que conocí a Jin y Taehyung, había regresado por nuevos libros, esta vez eran sobre la típica heroína en un mundo futurista. La joven me reconoció al instante en que entró a la librería. Después de eso, lo demás fue aburrido. Ningún mensaje de la madre de Seokjin hasta ahora.
Cerca del medio día el móvil cobró vida.
SJ: Soy un maravilloso prometido, ¿me perdonas? Perdóname o bebé llorará. He mandado a Taehyung a que le patees el trasero por mí.
Rápidamente tecleé una respuesta
WR: No metas al bebé en esto. A ti también voy a patearte.
P.D. Prepara el hielo.
Pocos minutos después, Taehyung entró con un pañuelo blanco en la mano ondeándolo alto como una bandera de rendición. Guardé el celular en el bolsillo trasero de mi pantalón y puse los ojos en blanco.
— La paz no servirá conmigo, Taehyung. Hoy no.
En verdad me hallaba molesta por todo lo sucedido, y para puntos a favor, él se dio cuenta al instante, así que no insistió.
—Lo lamento, ¿bien? Se salió de control.
—¡No me digas! Arruinaron mi cena de aniversario.
Di media vuelta alejándome de él. Me siguió de cerca.
—Pero si aún faltan dos meses.
Giré a enfrentarlo, quedando a medio paso de su cuerpo. —Quizás en dos meses ya no me pueda mover, tarado.
Estoy segura que leyó la angustia en mi rostro más allá de la pérdida en mi voz.
—¿De qué estás hablando?
Rayos. Ahora, ¿qué mentira iba a inventar?
—Olvídalo. —Evadí su pregunta.
—¿Qué sucede, WooRi? ¿El bebé está bien?
—S...sí —Vacilé. — Fui al doctor porque no me sentía bien, me dijo que pronto tendré que estar en reposo. No puedes decirle a Jin que fui, se pondrá nervioso al respecto.
—Pero todo está en orden ahora, ¿verdad?
No quise hacer notoria su obvia preocupación, así que lo tranquilicé con una sonrisa. —Sip, es por pura precaución.
El alivio asomó por su rostro.
—Te viene perfecto que esté aquí entonces, seré tu esclavo.
—¿Esclavo? — Él ratificó con un movimiento de cabeza. — Bien, veamos...
—¡Qué! ¿Enserio vas a darme una tarea?
—¿Qué no acabas de decir que...?
—Me refería mover un par de libros de lugar, cerrar e ir por algo grasoso de comer.
—No, tenemos que trabajar.
—Bien, entonces procura que no sea nada demasiado aburrido.
—¿Disculpa?
Hizo una mueca de niño. —Es que, ya que voy a pasar toda la tarde aquí...pues preferiría pasármelo bien.
Ignorándolo, examiné rápidamente la lista de pendientes. —Vamos a empezar rehaciendo el inventario, no estoy segura de haber enviado la lista correcta de este mes.
—Sin problema.
Emprendió camino a su labor.
—Espera. —lo llamé. —Necesitas la lista.
—¿Y dónde está?
Del bolsillo trasero saqué el móvil, desbloqué la pantalla solo para encontrar otro mensaje.
"No volverás a saber de él después de hoy. Haz tus maletas y lárgate. Gané."
Un hueco se formó en mi estómago, ¿lo había hecho? ¿Realmente era capaz de rompernos? ¿De convencerlo de dejarme?
—¿Qué sucede?
Por encima de las cejas vi a Taehyung acercarse a mí; entré en pánico. Traté de pasar saliva pero mi boca se hallaba seca.
—Nada. —murmuré por la falta de aire.
Rápidamente presioné el ícono del contacto de Jin. Estaba fuera de línea.
¡Por favor, no!
Intenté nuevamente. Llamada desviada.
Le envié un mensaje.
WR: Necesito hablar contigo. Te amo.
—¡WooRi!
Taehyung me dio la vuelta en sus brazos. Parpadeé con fuerza para poder enfocar su rostro.
—Qué...
—Estás temblando. —Acarició mi rostro.
No pude evitarlo, lo abracé con la poca fuerza que me quedaba. Mi cabeza se enterró en su pecho; él tardó en reaccionar, pero cuando lo hizo, frotó con dulzura mi espalda haciéndome sentir que por un momento, todo estaba bien y que la madre de Seokjin no estaba haciendo hasta lo imposible para separarnos.
El bebé pateó.
Tranquilízate, WooRi.
—¿WooRi?
Su voz octavada por la mortificación casi me hace llorar por los deseos de poder contarle a mi mejor amigo el problema en el que me encontraba. En vez de eso, lo miré directamente a los ojos para después darle un beso largo en la mejilla dura.
—Todo está bien.
Su ceño duro y frío me petrificó.
—No, no lo está.
—Pero lo estará, espero.
—¿Por qué no quieres decirme?
—Ayúdame con esto, ¿sí? — Presioné mi cara en su palma dándole una sonrisa triste.
—WooRi...
—Tae, por favor.
A regañadientes me dejó ir, no sin antes besar mi frente.
—No hay problema, jefa. —Sonrió, enmascarando su aflicción
—Toma.
Luego de que le tendiera mi teléfono con la lista de inventario en la pantalla, desapareció por la puerta del fondo, la que daba a la bodega y a las escaleras del viejo cuarto de la abuela.
Intentando distraerme acomodé la sección de infantiles. Abrí algunas cajas, limpié un poco; Taehyung había permanecido demasiado callado para mi gusto así que tuve que ir a asegurarme de que todo estuviera en orden. En silencio caminé por el pasillo, lo encontré de espaldas a mí encorvado sobre un viejo librero.
—¿Todo bien por aquí?
—¿Qué es esto?
Se dio la vuelta bruscamente, la pantalla de mi teléfono brillante de mensajes se asomó a la altura de mis ojos.
¡Ay, no!
—Dame eso. —Intenté arrebatárselo, pero lo alejó de mí.
—¿Es esto lo que me ocultabas?
—Taehyung, dame el maldito teléfono.
—¿Desde cuándo has estado recibiendo esto? ¿Por qué no nos dijiste al respecto?
—Basta. No es nada. —Fui en busca del móvil, pero volvió a ocultarlo detrás de su espalda.
—¿Que no es nada? Maldita sea, WooRi, esto no se ve como una jodida broma.
—Ya se detendrá.
—¿Acaso sabes de quién es el número?
—No.
Agaché la cabeza para que no pudiera leer la mentira de mis ojos.
—No. —Bufó. —Claro que no. ¡Yo sí!
—Tengo sospechas pero...
—Esa bruja va a escucharme.
Pasó de largo golpeando su cuerpo con el mío de camino hacia la salida. Lo atrapé colgándome de su brazo.
—Espera, no lo hagas.
Se liberó de mí con un solo movimiento. Cuando giró, su respiración agitada calentó mi rostro.
—Esa perra no puede hacerte esto.
—No vale la pena. —Me aferré a sus manos.
—¿Que no vale la pena? Joder, WooRi. ¡Tú vales la pena! —Me sujetó por la nuca. Su expresión cambió, concentrando su enojo. —Tengo que hablar con Seokjin.
—Él no puede saberlo.
Me miró como si estuviera loca. —No puedes estar hablando enserio.
—Lo digo muy enserio, Taehyung. Sólo tú lo sabes.
—No puedo quedarme de brazos cruzados.
—Pues no tendrías que haber humeado en mi teléfono en primer lugar.
—No estaba husmeando. —Me regresó el móvil.
—¿Entonces?
Se encogió de hombros. —Ya sabes, a veces...cuando las cosas....
—¡Taehyung!
—¡Estaba husmeando, ¿de acuerdo?!
—¿Por qué?
—Te pusiste nerviosa después de algo que viste. Hiciste esas llamadas y creí que tenía que saber qué estaba ocurriendo.
—Pensaste que era una buena idea irrumpir en mi privacidad.
—No me subestimes, WooRi. No soy tan estúpido como parezco.
—Nunca he dicho que seas estúpido. Pero no tenías derecho a revisar absolutamente nada. ¿Por qué crees que no se los dije? Habrían armado toda una revolución.
—Entonces fue mejor idea dejar que la loca anciana que Jin tiene por madre te usara como un costal de box.
—Puedo soportarlo. Son sólo un par de mensajes.
—Que obviamente están afectándote. WooRi, no mereces esto.
—Tae, mírame. —Forcé su cabeza hacia mi rostro. —Estoy bien, el bebé está bien; y cuando logre hablar con Jin, todo estará en orden.
Sus ojos se oscurecieron de pronto, envolviéndome en una atmósfera de pesadumbre que me entristeció, preocupó y enojó. Todo al mismo tiempo. No sabía qué era, pero Taehyung estaba ocultándome algo, algo importante.
Finalmente mezcló una risa con un suspiró y habló:
—WooRi, voy a terminar arruinándolo todo. ¿Crees que vas a poder perdonarme?
Y de pronto, me estaba costando trabajo respirar. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Lo miré, miré a Taehyung directamente a los ojos, con mi boca entre abierta y la pregunta más estúpida y obvia en la punta de la lengua.
— ¿De qué...de qué estás hablando?
El golpeteo de la campanilla en la puerta de entrada sonó detrás de nosotros. Ninguno se movió. Nos quedamos así, mirándonos.
—Hola, ¿hay alguien? —Se escuchó a una mujer.
—Mami, quiero ese libro de dinosaurios.
La voz del pequeño hizo a Taehyung reaccionar de tajo, lo vi tragar saliva con esfuerzo y a sus manos temblar. Como si la petición del niño le hubiera traído un recuerdo tortuoso.
— ¿Estás bien? —pregunté al ver el sudor en su frente.
Asintió rápidamente. —Creo que deberías ir a ver qué necesitan. —Luego desapareció por la puerta de la bodega.
Regresé al mostrador para atender a cliente que acababa de entrar.
Nadie dijo nada más respecto a la conversación inconclusa. En realidad, apenas intercambiamos palabras lo que restó del día. Ambos estábamos molestos y aunque parecía no haber razón para estarlo, la había.
Una cuadra después de haber dejado la librería, mis dedos comenzaban a entumirse por el inusual aire helado. Caminando hombro con hombro, Tae se quitó la chaqueta y la estiró en mi dirección, preguntando en silencio si yo quería usarla. Negué con la cabeza apresurando el paso, rebasándolo y llevándole ventaja por aproximadamente media calle. Me abracé a mi misma cuando el fuerte viento se estampó contra mi cuerpo, a los pocos segundos sentí calor alrededor de mis brazos y espalda. Vi pasar al hombre de largo con las manos en los bolsillos de su pantalón; me quedé parada en medio de la acera con la chaqueta de Taehyung sobre mis hombros, aspirando su aroma, y sintiendo que lo extrañaba a pesar de que él se encontraba diez pasos por delante de mí.
Como un impulso cognitivo, dentro de mi cabeza clamé su nombre, y por un momento creí que me había escuchado cuando lo vi detenerse de manera tan repentina como si le hubiesen disparado por la espalda.
Un ligero pero punzante dolor, como pequeños piquetes, se propagó por mi vientre sin razón aparente. Encorvé el cuerpo y me llevé las manos al estómago.
Él vino hacia mí.
—¿Qué sucede? —Con su mano frotando mi espalda el dolor empezó a desaparecer.
—Nada.
—No me mientas. —Me tomó por los hombros, obligándome a mirarlo.
—¡Estoy bien! —Exploté llena de fastidio.
Compartimos un taxi de regreso a casa, cada uno viendo el camino pasar por las ventanas; ignorándonos por completo, pero con nuestros dedos meñiques apenas rozándose entre ellos.
Para quellxs que me conocen, saben el por qué éste capítulo me puede tanto...
En fin, espero estén disfrutando la lectura. Lxs quiero.
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