12. Bruja Malvada
Recordar los viejos tiempos siempre sería algo divertido después de todo. Yoon Bo-mi, Mari-na y yo, empezábamos a hacer vida separadas. A veces los recuerdos llegaban como la briza del mar y la nostalgia se iba con las olas. Extrañaba todo, las extrañaba a ellas.
A veces despertaba anhelando las batallas por el baño, el plato del desayuno listo, las noches en vela con películas, salir de fiesta, abrazarlas. Ese tipo de cosas que una da por sentado.
Extrañaba a Kim Bum también, por supuesto, pero él era más del tipo de hermano y sin importar lo que pasara, siempre podía acudir por su ayuda. Mari-na era más bien como esa persona que llega a tu vida, te hace sonreír y luego toma su propio camino dejándote con un buen recuerdo. Por otro lado, Bo-mi era la clase de ser humano que uno no puede sólo dejar ir, porque siempre estará ahí. Al igual que Taehyung; son almas a las que te aferras, que te sostienen con fuerza, con la única condición de que les ayudes también, así estarán contigo toda tu vida. Y Jin, era un hombre; un hombre con metas, con sueños, lleno de orgullo. Del tipo que enamora, pero que también puede romper tu corazón.
—Tae-tae, ¿sabes ya que voy a casarme?— estiré la mano presumiéndole mi anillo.
—Como doscientas veces, mujer. No has dejado de repetirlo.
Comprimió la envoltura de la hamburguesa y la tiró al contenedor de basura más cercano. Seokjin nos abrió la puerta del establecimiento de comida rápida.
—Y a todo esto, ¿cómo te fue con las chicas?— preguntó. Dio un sorbo al sobrante de mi bebida de limón.
—Bien. Ya sabes, lo mismo de siempre, todo se reduce a ridículos en vía pública. Mari-na no dejó de hablar sobre su maravillosa propuesta de matrimonio y los planes que tenían para la boda.
Me puse de puntitas y lo besé en los labios. Taehyung se cubrió la cara con el antebrazo.
—No vayan a besarse ni meterse mano durante la película. Me dan asco.
Soplé una risa. Abracé a Taehyung por la cintura, mis manos se introdujeron en la tela, encontrando el calor de la piel desnuda de su espalda debajo de la camiseta. Él me abrazó por los hombros.
—Tae, consíguete una novia.
Su cuerpo se tensó.
Besó mi cabello y a poyó su mejilla en mi sien. —La chica que quiero parece ya estar ocupada.
Jin palmeó de su brazo. —Mala suerte, hermano.
Taehyung me estrujó en sus brazos una vez más antes de soltarme y encaminarnos bajo el calor del brillante sol.
El sol de Abril en primavera siempre suele ser el más hermoso, es como las lunas de Octubre, iluminan con belleza y ponderación nuestros caminos. A veces me he puesto a pensar que soy como un sol, que todos somos el sol de nuestro propio sistema solar, y que las personas que son más cercanas a nosotros, son similares a los planetas. Es posible también que las experiencias vividas, los momentos compartidos, las alegrías y las tristezas, sean equivalentes a las estrellas del espacio.
Con nuestros dedos entrelazados, Jin y yo caminamos por la acera con Taehyung siguiéndonos de cerca. El sol estaba esperando la hora para ocultarse, pero aún así seguía resplandeciente, igual que las risas de los niños que jugaban en el parque. La vida era sencilla después de todo.
La entrada al centro comercial y la marquesina con la cartelera del cine se veían desde la esquina de enfrente. Una mujer mayor quedó petrificada a mitad del camino hacia su auto cuando nos vio cruzando el estacionamiento. Seokjin también se detuvo, y a nosotros con él. Por la cercanía de nuestros cuerpos, sentí perfectamente como cada uno de sus músculos se iba tensando poco a poco.
—Es mi madre.—dijo él con la mirada fija en la mujer.
Su amigo rió por lo bajo, casi como si se arrepintiera de algo.
—Mierda.
—¿Qué sucede?
Jin estrujó mi mano. —No la he visto en meses.
—No desde que te conocimos. —agregó Taehyung.
—¿Y qué hacemos ahora?
—Debo...debo ir a hablar con ella, WooRi.
—No tienes que hacerlo si no quieres.
—Te ha visto conmigo. —frotó su nuca.
Taehyung apretó los labios contra mi oreja.—Te va a odiar.
Lo miré con el ceño fruncido. —¿Se supone que eso me anime de alguna forma?
—Es tu prueba de fuego.— Su puño golpeó mi brazo y con la cabeza señaló hacia el frente.
Lo ignoré poniendo en blanco los ojos, avancé para encaminarme hacia la que era mi suegra, pero Taehyung me tomó del brazo volviéndome hacia él.
—Lo digo enserio, WooRi. Esa mujer es mala, es capaz de hacer llorar a un hombre adulto.
—Taehyung...
—Escúchame: Si no le agradas, hará todo lo que pueda para hundirte. Lo que sientes por Seokjin tiene que ser más grande que cualquier cosa que ella pueda hacer o decir.
—Vamos.
Jin encabezó el camino, Taehyung nos siguió de inmediato, sin embargo, su rostro seguía angustiado.
Cuando nos acercamos, el horror resplandeció en el bello y maduro rostro de la mujer.
—Hola, madre.— Jin inclinó la cabeza como especie de saludo.
—Hijo. —Le respondió con un insípido gesto.
Silencio. Y cuando digo silencio, me refiero a uno realmente incómodo. Ella lo miró como si fuese nadie con importancia.
—¿Sólo vas a quedarte ahí?
—¡No! Quiero decir —carraspeó. —, ¿Cómo has estado? ¿Cómo está todo en casa?
La madre de Jin decidió dejar de ignorarme y darme una mirada veloz de cuerpo completo. Y tan rápido como se fijó en mí, su interés desapareció.
—Tu hermano a firmado con una corporación muy importante. Siempre poniendo en alto en nombre de la familia. — A continuación agregó:— Por lo que veo tú tampoco has estado perdiendo el tiempo.
Jin endureció la mirada.
—Estaba por llamarlos, madre, para dar las buenas nuevas. —sonrió apenado. — Ella es Go WooRi. Mi...prometida.
La mujer se sorprendió tanto que retrocedió y trastabilló un poco, sus ojos se ampliaron. Apuesto que la respiración le faltó también.
¿Está muriendo? Quise preguntar, pero no creí que fuese apropiado; aunque apuesto a que Taehyung se hubiera reído mucho.
— ¿Prometida?— Ciertamente se escandalizó.—¿Por qué no me lo habías informado?
Él encogió los hombros. —Sucedió hace poco.
—¿Desde cuándo se conocen? ¿Cómo es que no sabía nada al respecto?
—No fue mi intención dejarte fuera, todo se dio muy rápido.
—¿Es por ella que no celebraste el Chuseok con nosotros? Tu padre me llamó para preguntarme si sabía algo de ti porque al parecer tampoco has tenido tiempo para verle.
—Pasamos las fiestas con su familia, debí haberles dicho.
La sumisión de Seokjin llamó la atención.
—Señora, Jin ha estado planeando una cena por meses para que nos conociéramos, pero ha sido ascendido de puesto y la carga de trabajo lo tiene bastante distraído. —Terminé de explicar por él.
—Así es. —Me dio un apretón como agradecimiento.
Su madre bufó sin creer una palabra mía. —Ya eres mayorcito, Seokjin, sólo tú sabes lo que haces. Estoy cansada de tus idioteces. He soportado muchas vergüenzas tuyas, nunca pudiste tomar decisiones adecuadas; desde tus amistades...— señaló a Taehyung con el dedo. —, tu carrera, y ahora esto.
Agitó la mano en mi dirección con desdén. Permanecí con la cabeza alta, pero sin prepotencia, preparada para que cualquier insulto que la mamá de Jin soltara se me resbalara por el cuerpo. Sentí a Taehyung avanzar, el calor de su pecho golpeó mi espalda.
—Yo sólo...—Jin balbuceó.
Taehyung salió en su rescate:—Debemos irnos ya.
Él simplemente asintió.
—Dale mis saludos a papá.
—No esperes que mantenga esto en secreto a tu padre. Él sabrá hacerte entrar en razón.
—Señora, la veremos después.
Por un momento pareció que la mujer, ofendida por tan tajante adiós, abriría la boca y diría algo más; pero inteligentemente permaneció callada. Asintió con la cabeza rígida y retomando sus aires de superioridad, pasó de largo golpeando no tan sutilmente a Taehyung con el enorme bolso.
— Vale, creo que tu madre me ama. — palpé el pecho de mi novio.
Parpadeó, luego retomó su actitud dicharachera.
—También a mí, y no sabes cuánto adora a mi mejor amigo.— besó mi mejilla para después tomar nuevamente mi mano y seguir caminando.
Miré disimuladamente por el camino en que la mamá de Jin se había ido hasta que escuché una risita de Taehyung. Volteé a verlo y vislumbré algo rectangular de un color rojo brillante entre su chaqueta.
¡No puede ser!
— ¿Y eso?
—¿Ese bebé come de todo?
—¿Es la cartera de su mamá?— le pregunté y éste sonrió maliciosamente.
—Ahora... ¡corre! ¡Hyung, tu madre invita el cine! —Gritó sobre su hombro mientras corríamos hacia la entrada del centro comercial ahora tomados de la mano.
A diferencia de lo que creí, el cine moderno no era tan malo como yo pensaba. Taehyung y yo reímos sin parar. Hubo un accidente: tiré de lleno mi bebida sobre su regazo, parecía que se hubiese orinado en sus pantalones; me reí tan fuerte que un elemento de seguridad amablemente me pidió que me retirara de la sala.
Jin parecía distante y pensativo; en el fondo me preocupaba que las palabras de la mujer que le dio la vida hubieran llegado demasiado lejos, que en su cabeza acaeciese la idea de que era yo poca cosa, o peor, que él fuese una vergüenza para su familia.
Había querido tanto gritarle a esa mujer. Por Dios, era su primer encuentro en... ¿qué, diez meses? ¡Casi un año! ¿Cómo podía haber sido tan fría y rencorosa al respecto? Su éter de superioridad igualaba a cualquier villana de película. Justo como la que estábamos viendo en pantalla.
Estoy segura de que Taehyung estaría de acuerdo conmigo.
Después de la película, un ser travieso nos convenció a mi prometido y a mí de comprarnos algo costoso con la tarjeta de crédito de mi adorada suegra, dijo que él había aprendido a falsificar la firma de la madre de Seokjin desde los dieciocho años.
Nos pareció una gran idea. Regresamos a casa con siete bolsas cada uno. ¿Acaso no me había quejado antes sobre mi falta de guardarropa? ¡Problema resuelto!
—Tu madre ahora enserio va a odiarme. — le dije a Jin, mientras entraba a nuestra habitación a guardar mis nuevas adquisiciones.
Me detuve al ver junto a mi almohada una pequeña bolsita de regalo con estampados de pelotas de béisbol, era tan diminuta que no podía esperar para ver su contenido. Dejé lo que tenía en mis manos y corrí a sentarme a la orilla de la cama, del interior de la bolsa de regalo saqué un pequeño mameluco color azul; era de una tela muy suave que me recordó a un cachorro de felpa que tenía cuando era niña. Al frente, tenía bordada la frase: Mi mami es la mejor.
Mi corazón se conmovió como nunca antes. Llevé la pieza de ropa a mi rostro para aspirar su aroma; olía como él.
Salí de la habitación con una sonrisa de año nuevo en el rostro, Taehyung estaba aplastado en el sillón viendo la televisión y con una de las cervezas de Jin en la mano, corrí hacia él y lo envolví en mis brazos. Lo abracé fuerte.
—Sé que has sido tú. Gracias. — Besé su mejilla.
Él sabía exactamente a lo que yo me refería.
—Sólo no se lo digas a Jin, va a pensar que me he vuelto igual de marica que él.
Al verlo beber un trago de cerveza, sonreí mostrando todos mis dientes.
—¡Amor! —le grité a Seokjin que estaba en la cocina. — ¡Taehyung se está tomando tu cerveza!
Mi amigo dejó la botella en la mesita de centro, enroscó su brazo en torno a mi cuello, me inclinó hacia abajo y con rudeza frotó con sus nudillos la parte de arriba de mi cabeza. Lancé un grito agudo.
—Esta era mi cerveza, este era mi sillón. ¡Auch! — se quejó porque encajé con fuerza mis dientes en la piel de su brazo hasta que me soltó.
—Vivo aquí, es mi sillón ahora. Yo compro esas cervezas
— Y ese era mi mejor amigo.— señaló a Jin. — Ahora que vas a convertirte en su esposa todo será tuyo.
—Supéralo. —Le mostré la lengua.
—Incluso el amor de mi vida se irá contigo. ¿Qué te pasó, Hyung?
—Me enamoré, amigo. —se encogió de hombros.
—Creí que lo nuestro era real.— Dramatizó al estrujar un cojín contra su pecho.
Entré a la cocina a preparar la cena, de lejos pude ver como Taehyung miraba con resentimiento a su mejor amigo. Me quedé así un rato, observándolos, sintiendo alegría emerger por mi cuerpo al saber que en cuanto me casara con Jin, tendría para siempre a ese par de hombres en mi vida para alegrar todos mis días.
La semana pasó demasiado rápido. Bomi y Taehyung me acompañaron a la clínica para la cita con la ginecóloga, ya que Jin estaba siendo succionado por el trabajo. Por los tres meses que tenía de gestación, únicamente se pudo hacer una ecografía trasvaginal. El doctor dijo que debía yo bajar la velocidad, que procurara no hacer ejercicio excesivo, eso significaba dejar de bailar durante los seis meses restantes.
Mari-na y Kim Bum me hablaron sobre sus planes de tener un hijo, ella quería gemelos, él deseaba todo un regimiento.
Yoon Bo-mi terminó de trabajar en la producción de cine, recibió un gran cheque por sus servicios y lo primero que hizo fue comprarse lencería; ya que por mi culpa, según lo que ella dice, soy una "maldita perra embarazada" que no puede ahogarse en alcohol y no le quedó otro remedio más que comprar "mierda sexy".
La madrugada del lunes recibí un mensaje sospechoso.
"Sé todo sobre ti. Eres tan insignificante que fue fácil encontrar lo que necesitaba. Más te vale alejarte de él, o juro que haré de tu vida un infierno."
Mi botón de alerta presionó en mi cabeza. Las palabras de Taehyung la tarde que conocimos a la madre de Jin retumbaron en mis oídos.
WR:¿Quién eres?
"La persona que va a destruirte a ti y al bastardo que llevas en el vientre si no lo dejas."
No podía ser ella, ¿cierto? ¡¿Cierto?!
WR:¿De quién estás hablando?
"No te hagas la tonta, niña. No te conviene jugar conmigo. El cuento de hadas no durará siempre, voy a encargarme de ello. Deja a Kim Seokjin, o va a irte muy, muy mal."
¡MIERDA!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro