QUINTA PARTE Y FINAL
—¿Cómo está?— preguntó Jungkook apenas vio a la doctora aparecer por el pasillo.
—Está estable. Controlamos la hemorragia y extirpamos una parte del riñón que estaba dañado... Estará bien, no te preocupes— posó su mano sobre su hombro y siguió su camino.
◇◆◇
Su cuerpo fue enterrado junto a su madre en una ceremonia casi vacía. Solo su familia, su verdadera familia le dio su último adiós.
—Tranquilo, Jimin, debes ser fuerte.
—Los mataré... A todos— dijo luego de despedirse de Haejung y encontrarse dentro del automóvil de Jungkook.
—No, tú harás ese viaje y te irás lejos... Yo... — dudó un poco, porque no quería sonar como si fuera a reemplazar a Haebi, simplemente no quería dejar solo a su mejor amigo. Lo acompañaría donde fuera con tal de protegerlo. —Yo iré contigo, te acompañaré el tiempo que sea necesario... Jimin, ¿me estás escuchando?
—Sí... Gracias, Jungkookie, eres el mejor amigo que pude tener— le regaló una tranquilizadora sonrisa.
Pero, de lo contrario, los pasajes fueron reembolsados, Jimin se concentró en buscar a Baek y gastó una gran suma de dinero para poder localizarlo. Tardó tres meses aproximadamente, días muertos, vacíos, motivados por la venganza. Inscribió dos armas, practicó, y cuando supo de su paradero, se subió a su moto y viajó casi una hora para su encuentro.
Lo captó en la puerta de su casa, apuntando su cabeza y se encerró con él en la sala.
—No. Puede. Ser— se burló y rio tan fuerte que Jimin deseo disparar. —Me vienes a matar— decía entre carcajadas.
—Cállate la puta boca— dijo tranquilo. En calma pero completamente siniestro. Su alma estaba oscura, ya no había vida en esa mirada.
—Así que vamos a morir juntos... Como unos buenos amigos— se sentó en el sofá. Jimin lo miraba atento recargado en la pared.
—Eres un hijo de puta— masculló.
—¿Viniste a insultarme? ... Soy un hijo de puta, bien... ¿Qué más tienes?
Jimin apuntó y disparó directo en su pantorrilla. El tipo gruñó y se retorció en su lugar. —Te voy a matar— y volvió a disparar justo en el hombro.
—Eres un... Maldito...
Se deslizó por la pared hasta quedar sentado, con una mano extendida sobre su rodilla y la otra sujetando su cabeza.—¿Por qué lo hiciste?
—Yo no la maté, idiota... Tú deberías estar muerto, no ella-AAH— el plomo volvió a penetrar su piel en la misma pierna herida, un poco más arriba.
—¿Por qué abusabas de ella?!! ¡Eres un maldito enfermo! — se puso de pie furioso, ya no lo soportaba y menos cuando este volvió a reír con escándalo. Quedó frente a él jugando con el arma.
—Era deliciosa, cómo crees que me iba a aguantar... Una delic... Mmm— Jimin presionó el arma sobre su muslo y descargó otra bala. La sangre salpicó sobre su mano y su ropa.
—Fue feliz conmigo... Haebi sanó todas sus heridas, le dio una hermosa familia a su hermano... Le di el amor que siempre mereció y que tú siempre le prohibiste tener.
—Muchacho, no seas ridículo. Viniste a matarme pero me estás dando una buena rutina de humor.
La bala clavarse en su estómago fue la más horrible. Sintió cómo destrozó su interior y cómo la sangre buscaba salir por su boca.
—No mereces un segundo más de vida— dijo apuntando a su cabeza.
—Morirás... a-apenas salgas... por esa puerta— habló el moribundo.
—No estarás aquí para verlo— y soltó las últimas dos balas una en su pecho y otra directo en su frente.
Sus ojos se cerraron por largos minutos, caminó por la sala intentando calmar su respiración. Lo había hecho. Todo había acabado pero él también sería arrastrado con ese final. Pronto el alboroto se escuchó desde afuera, golpes intentando tumbar la puerta.
Ya había llegado su hora, pero estaba preparado para dar la pelea. Sacó la segunda arma, cargó la primera y abrió la puerta luciendo la sonrisa más digna de un final.
◇◆◇
—JIMIN— exclamó Jungkook al verlo por el pasillo. Traía un buzo y una sudadera, ambos negros. —Qué haces aquí, acabas de salir de una operación, no puedes...
—Qué fue lo que te dije... QUÉ FUE LO... —ese arrebato le quitó las pocas fuerzas que tenía, haciéndolo caer. —¿Por qué me haces esto, Jungkook? Ellos vendrán por mi tarde o temprano.
—Tranquilo, amigo... —había acomodado su torso sobre su regazo.
—Jungkook— sus lágrimas comenzaban a bañar sus mejillas, —tengo miedo... No quiero... No quiero vivir escapando... Con ella podía soportarlo, junto a ella era capaz de todo, pero ahora...
—Jimin, estás a salvo. Allanaron su casa y los centros que tenía de prostitución. Tu madre contrató al mejor abogado, los cargos serán mínimos.
Jimin buscó sus ojos, estos eran grandes y sinceros. Se aferró a su camiseta y al fin pudo soltar toda esa angustia que había cargado todos esos meses. —Tardé demasiado, Jungkook... La necesito tanto... Por favor... Necesito abrazarla, aunque sea una última vez... Ayúdame a soportarlo, Jungkook... Ayúdame...
—Estarás bien, lo prometo... Te lo prometo, Jimin— besó su cabello y lo abrazó con cuidado. Luego fue llevado de vuelta a su habitación y sedado por largas horas.
◆
Sentado sobre la arena con sus rodillas recogidas. El mar en calma, el sol en lo alto del cielo. Se sentía tan solo en esa playa vacía. Nadie quería acercarse a él porque la pena los envolvía, su inmensa tristeza abarcaba toda la extensión de ese paraíso. Pensó que así se quedaría por el resto de su vida, hasta que escuchó su voz.
—Jimin, ¿Qué haces aquí? —ella se sentó a su lado, observándolo con curiosidad.
—Me encontraste.
—Nunca te he perdido de vista, Park Jimin.
—¿Estás aquí? ¿Conmigo?
Haebi se puso frente a él, apoyada en sus rodillas, poniendo sus manos sobre las impropias. —Soy tuya y tú eres mío ¿Lo recuerdas? Te amo y tú me amas.
Acunó su rostro, incrédulo, pero no esperaría más. Se lanzó a sus labios y se aferró a ellos para grabarlos en su piel. Sus bocas se movieron al son de las olas, sus lenguas se encontraron como viejas amantes. Haebi se recostó en la arena y Jimin siguió besando sus labios. Los había necesitado tanto tiempo, esas sonrisas a medio acto, la chispa en sus ojos.
—Te extrañé.
—Ya lo noté — respondió Haebi, riendo por esos labios hinchados. —Te preparé algo— dijo entonces, incorporándose.
Pero Jimin se recostó sobre su cuerpo para demorar lo que tuviera que suceder luego. La arrastro con él hacia el costado, quedando ambos con uno de sus hombros sobre la arena, mirándose, contemplándose.
—Sólo cinco minutos...
—Esos cinco minutos son tu mentira estrella, pollito... Así, pareces un pollito— dijo pasando su dedo sobre sus labios abultados.
—Ven aquí — la atrajo hacia su pecho, escondiéndose en su cuello. Era ella, su aroma... Era real, estaba ahí. Se aferró a su cuerpo en un apretado abrazo, dejando un beso en sus labios para volver a refugiarse detrás de su cuello, encima de su cabello.
—Me estás asfixiando, cariño...
—Lo siento— rio alejándose un poco, solo un poquito. —No quiero que te vayas.
—Estoy aquí— colocó su mano sobre su pecho, donde se encontraba el corazón, —no me iré a ningún lado—, y se puso de pie ofreciéndole su mano.
Caminaron juntos por la infinita línea de mar y arena. Tomados de la mano, en silencio. —Corre, Jimin, o sino no llegaremos— de repente dijo ella, echándose a correr.
—¿A dónde? — la siguió con la mirada pero en un pestañeo ya no estaba. —Haebi... HAEBI— buscó y buscó a su alrededor, no estaba ahí. Nadie estaba ahí.
—¡Oye!— su corazón volvió a la calma cuando volteó a verla a unos cuantos metros de distancia, despampanante. —¡¿Te casarías conmigo?!
Jimin aceleró el paso hasta alcanzar el trote, anonadado con su belleza, admirándola más enamorado que nunca en ese vestido blanco. Y de repente él también se encontró vestido de traje, uno azul.
—No se iba a salvar de esto, señor Jimin— dijo ella antes que sus manos se encontraran.
—Yo... —y el castaño estaba tan sorprendido que apenas podía modular palabras. Su cabello estaba ondulado, dos trenzas sobre su costado cayendo junto al resto de su pelo sobre su hombro hasta su pecho. Brillo sobre sus párpados pintados de rosa, al igual que sus mejillas y sus labios. —Estás hermosa, mi amor.
—Mírate a ti, un príncipe.
Una alfombra roja se presentó bajo sus pies, caminando a través de ella hasta llegar a un marco de flores. —No tengo los anillos, Haebi.
—Claro que los tiene, en tu bolsillo.
Con completa inocencia buscó en el bolsillo dentro del traje, encontrando una cajita morada, la misma que él había comprado tiempo atrás.
Aclaró su garganta y abrió la cajita frente a ella. —Yoon Haebi...
—¿Sí?
—¿Se-serías mi esposa?
—Park Jimin, ¿Estás nervioso? — acercó su rostro a él. —¿Tienes miedo de que diga que no?
—Si no me respondes, me dará indigestión...
Soltó una pequeña risita. —Pregúntame de nuevo, anda.
Él suspiró, accediendo como siempre a todas sus fechorías. —Yoon Haebi, ¿Te gustaría ser mi mujer?
Ella dio un paso más hacia él con esa gran sonrisa, preciosa y auténtica. —Por supuesto que sí— susurró, cerrando sus ojos al momento que acercaba sus labios a él, dejando un casto beso. Luego estiró su mano y el anillo encajó perfecto en su anular. —¿Y tú, Park Jimin? ¿Aceptarías este anillo como pacto de nuestro amor? — quitó el anillo que traía en su pulgar y se lo enseñó, esperando su aprobación.
—Ah~ Espera... Deja decirlo de nuevo...
Ella se echó a reír. Porque Jimin era tan tierno, tan dulce, el mejor regalo que le dio la vida. —Da lo mismo, amor— tomó su mano y colocó ese anillo aunque no había escuchado respuesta.
—Aún no digo nada...
—Es obvio que es un sí.
—¿Por qué eres así? — posó sus manos sobre su cintura para eliminar el espacio entre ambos.
—¿Como el amor de tu vida?
—Justo lo que iba a decir.
—Somos uno, recuérdalo siempre.
Se besaron justo cuando la brisa los azoto como si quisiera separarlos. Pero ellos se aferraron a ese beso al igual que a ese abrazo. Sin embargo, Haebi sabía que ya no quedaba mucho tiempo. —Jimin— así que llamó su atención. —Prométeme ahora, que incluso si te sientes solo, seguirás adelante, que... no te vas a rendir.
—¿Por qué dices esas cosas?
—Vamos, Jimin—le enseñó su meñique, —ahora promételo. Prométeme que vivirás por ti y no por mí, que seré un hermoso recuerdo, no una carga.
—No-no quiero dejarte.
—Jimin, escúchame, no tengo mucho tiempo... Promételo...
Él apoyó sus labios en su frente mientras ella cerró sus ojos. Y sintió su meñique entrelazarse con el contrario. —Lo prometo— susurró, —te amo.
—Te amo y te amaré hasta que el sol deje de brillar.
—¿Eso es por siempre o hasta que anochezca? — repitió sus palabras mientras lloraba aferrado a ella.
—Eso ya lo sabes.
El viento cada vez era más fuerte. —No te separes de mí.
—Jamás. Nos pertenecemos y así será.
—Por siempre
—Siempre.
◆
FIN
Hola!
Primero que todo, agradecer a mi amiga que me inspiró y respondió a todos mis cuestionarios sobre Jimin. Y también le pido perdón porque no le di el contexto y creyó que era otro tipo de historia (más feliz hjhsjshs)
Lo siento! Pero el drama siempre gana.
Segundo, esta era una dinámica por el cumpleaños de Jimin. Fallé porque debía ser un one shot y aquí estoy con 5 capítulos ahjhsjshs
Lo siento también.
Por último, espero que les haya gustado. Lloré escribiéndola pero amé el resultado.
Bueno y sin más que decir por ahora.
Feliz cumpleaños al pollito🐥 .
Te amamos mucho ㅠㅜ
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro