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Capitulo 02.

La propuesta

Son Pan.

—No me voy a ningún lado —seguía viéndolo sin que mi ira se discipara, mientras el me observaba con fastidio.

—¿Cómo te atreves a entrar a gritonearme de esa forma a mi oficina? —decía él pacientemente pero mi paciencia luego de escuchar lo que le dijo a mi padre no existía más.

—¡No tenías secretaria así que simplemente entré afuera me dijeron que mi padre estaba aquí así que si lo vas a despedir antes te diré todas tus verdades! —grité, ninguno de los dos apartaba la vista del otro.

—¡¿Te vas ó llamo a seguridad?! —gritó perdiendo los estribos.

—Hija por favor vete —se entrometió papá con una voz preocupada.

—¡No me voy! —ví por un momento a papá, luego volví a ver a su jefe con una mirada retórica, pues su actitud de superioridad me había sacado ya hace mucho de quicio—: sácame tú si te crees muy hombrecito —susurré, su rostro se vió incrédulo, a cierto punto irónico.

—¡Hija! —gritó papá, su jefe apartó la mirada de mí y la posó en él, parecía más tranquilo de nuevo raramente.

—Si es tu hija llévatela de una vez antes de que me haga perder mas los estribos —le dijo a mi padre.

—Si señor —contestó el abrazándome por la espalda tomándome por los brazos— vamos hija hablemos en mi oficina.

—No papá, el me va a escuchar —supliqué porque me soltara pero no me hizo caso.

—Shh vámonos —dijo únicamente, no me soltó hasta llegar al piso de abajo y entrar a su oficina, donde se paseó de un lado a otro como si estuviera lleno de estrés—: ¿que hiciste hija?

—Solo le quería decir lo que se merecía papá —me defendí.

—¿Y que ganarias con eso?

—No lo se nada papá pero se lo merecía.

—No hija las cosas no se hacen así ¿A que viniste?.

—A dejarte tus medicinas papá pero escuché lo que te dijo.

—Hija tomé mis medicamentos antes de venir porque sabia que esto pasaría, debes saber que el señor Trunks tenía razón en querer despedirme y ahora tú solo empeoraste las cosas.

—¿Cómo? —pregunté incrédula— él te quería despedir

—Si hija pero el tenía razón, cálmate

—¿Cómo va tener razón papá? ¿porque quería despedir a alguien como tu?

—Sientate hija debes saber algo —suspiró sentándose en su escritorio así que tomé aciento también.

—¿Qué cosa papá? —pregunté.

—Esto no lo sabe ni tu madre y no se lo digas por favor, yo tomé dinero de la empresa sin permiso.

—¿Qué?

—Así es hija yo tenía que pagar recibos de tus estudios y además nuevos exámenes y medicinas para lo que mi sueldo ni siquiera me alcanzaria.

—¿Porque no me lo dijiste papá? —negué con la cabeza un poco dolida y él suspiró.

—Estabas por graduarte mi princesa, no podía fallarte en la recta final tu eres mi orgullo solo pensé en la felicidad de ustedes.

—Y te lo agradezco papá pero no tienes que soportar ese trato puedo trabajar y pagar ese dinero y para mientras podemos prestarle a mis abuelos.

—No podemos hija es demaciado dinero y ya no nos queda ni dinero del padre de Videl porque tras la muerte de tu abuelo materno nos gastamos ese dinero en su funeral.

—Podemos reunirlo papá podemos pedirle un préstamo al banco.

—No hija es demasiado dinero.

—¿Cuánto papá?

—Doscientos mil Zenis.

—¿Qué? —parpadeé dudosa, seguramente estaba más pálida que una hoja de papel.

—Así es hija.

—No puede ser —pasé mi mano sobre mi cabello aún incrédula— creo que si me pasé con tu jefe ¿cierto? —intenté bromear pero el semblante de papá seguía serio.

—Así es hija pero trataré de arreglarlo cuando me vuelva a llamar.

—Pero quizá si hablamos con él...

—No hija —me interrumpió— ya no compliques mas las cosas yo lo arreglaré y lo mejor será que te vallas.

—Pero papá.

—Sin peros hija y lo mejor será que no le digas nada a tu madre.

—Si papá —me levanté y salí de su oficina un tanto triste.

Fuí al elevador pensando, yo empeoré mas las cosas no sabia lo de la deuda, menos que era tan grande, ahora me siento muy avergonzada por lo que le dije al jefe de papá él estaba en su derecho.

Iba a presionar el botón para bajar pero lo dudé unos momentos, decidí mejor presionar el del último piso de arriba de nuevo debería pedirle una disculpa,  después de todo me porté muy altanera, salí del elevador y caminé hasta la sala, el escritorio de la secretaria seguía vacío, pero antes de entrar a esa oficina suspiré tragándome mi orgullo y esta vez si toqué la puerta antes de abrirla y lo vi aun sentado detrás del escritorio.

Levantó la vista desde algunos papeles a mí, su rostro lucía un tanto pálido y dudé acerca de si quería volver a hablar conmigo.

—¿Me permitiría pasar? —cuestioné, esta vez soné más educada.

—¿Otra vez tú? —negó con la cabeza dejando los papeles en la mesa centrando su atención en mí.

—Sí, otra vez yo, ¿puedo pasar? por favor —supliqué con la voz y él suspiró.

—Ya pasaste ¿no?

—Si tiene razón —cerré la puerta mientras el extendía la mano mostrándome un aciento frente a su escritorio.

—¿Qué quieres niña? —preguntó al verme sentada frente a él.

—No soy una niña señor —subí la vista apenada, sus labios formaron una fina línea

—Hmm ahora si me tratas de usted hace un momento no me bajabas de tú.

—Si, mis sinceras disculpas por eso señor —desvíe la vista de él, a pesar de todo me costaba reconocer mis errores, podría imaginar la sonrisa de satisfacción en su rostro.

—Ya olvídalo después de todo nunca me ha gustado que me traten de usted —su respuesta hizo que volviera la vista a sus ojos—. ¿Qué quieres?

—Quiero pedirle una disculpa por mi actitud de hace un momento no sabía el porque discutían —me asinceré.

—Al menos esta vez tocaste la puerta, aunque de todas maneras entraste creo que no te enseñaron a tocar las puertas.

—Se equivoca —le corté las palabras— pero no pude resistir entrar cuando escuché lo que le decía a mi padre yo estoy muy encariñada con él por todo lo que ha hecho por mí —me observaba con intriga de nuevo por como estaba volviendo a hablarle con confianza, así que decidí recuperar de nuevo mis modales—: señor, y no está demás decir que no tiene una secretaria para haberme anunciado justificando un poco mi actitud.

—En eso tienes razón —bajo la vista a la papelería que revisaba mientras seguía hablando— bueno ya te escuché y te disculpo ahora vete.

—Mmm señor —dije captando su atención de nuevo, dándole a entender que no había terminado de hablar— disculpe mi atrevimiento pero ¿despedirá a mi padre? —pregunté.

—No puedo o yo saldria perdiendo el debe pagarme —sentí un poco de alivio, papá no perdería su trabajo.

—Si pero es demaciado dinero y no es por justificarlo pero lo hizo por mí para pagar mis estudios en Harvard, así que fué mi culpa que lo tomara por favor no le cobre ni le quite su sueldo el debe comprar su medicamento está mal del corazón y no quiero imaginarme lo que pasaría si dejara de tomarlo —dije con una voz entrecortada, aclaré mi garganta y seguí hablándole— yo le pagaré hasta el último zeni, solo deme tiempo.

—No puedo esperar toda la vida a que tu termines de pagarme —se encogió de hombros observándome.

—Entonces le ofrezco mis servicios como compensación por el tiempo que sea necesario —su rostro se mostró desconcertado, frunció el cejo y me observó dudoso.

—¿A donde quieres llegar? —inquirió en una respuesta aún manteniendo total atención en mí.

—Vi que necesitaba una secretaria y yo puedo trabajar el tiempo que usted desee para cubrir esa deuda —la duda desapareció de su rostro, se mostró más calmado y apoyó la espalda en el respaldo de su aciento.

—Ah eso, honestamente pensé otra cosa —mencionó sin quitar la vista de mí.

—¿Qué cosa pensó? —pregunté dudativa frunciendo el cejo.

Lo vi fijamente y no pude evitar serenar mi mirada ante la profundidad de sus ojos azules, hasta el momento no había notado lo apuesto que es, al parecer el es un hombre de esos que si le quitas todo su mal carácter y el terrible inicio con solo una mirada descubren todo lo que hay en tu interior y te dejan sin palabras.

Sin embargo él se levantó y se paseó por la oficina por detrás de mi aciento, de pronto lo giró hacia él y no pude evitar sentir un escalofrío cuando con su mirada recorrió todo mi cuerpo lentamente hasta posarse de nuevo en mis ojos, hasta ese momento no habían descubierto a que se refería pero ahora ya me había quedado muy claro me sentí como si con esa mirada me hubiera desnudado y vuelto a vestir en un instante.

—El dinero muchachita no es la única opción que tu tendrías para pagarme —pronunció con una voz arrogante.

—Mi nombre es Son Pan, no niña ni muchachita —lo vi enojada de nuevo.

Ya me había quedado perfectamente claro a que se refería con eso que el dinero no era mi única opción y me sentí muy intimidada con su presencia él no es un hombre como los demás  al parecer, no puedo negar que es jodidamente guapo tiene pinta de príncipe azul ¿quién diría que un hombre como el dirigiera una empresa? más parece un modelo muy varonil o algo así pero de todas maneras no me gusta su propuesta ni lo que insinua yo jamás podría aceptar algo así.

—Son Pan —pronunció con su acento marcado en forma seductora ¿cómo había cambiado de personalidad tan rápido?—: eres muy linda, mi nombre es Trunks Briefs y  como te digo hay maneras mas fáciles de pagar —volvió a girar el aciento en dirección a su escritorio.

Se apoyó sobre este frente a mi y no pude evitar observar la diferencia de altura entre ambos que podría intimidar a cualquier persona.

—Pues no sé por quién me toma —respondí a la ofensiva—. Pero esas “maneras de pagar" no van conmigo.

Trunks.
—Oh valla, ya estamos hablando el mismo idioma —volví a recorrerla con la vista.

No puedo negar que es hermosa pero tiene un carácter repulsivo hacía mí, en parte si quiero que acepte la propuesta así terminaría de perder ese ego que muestra frente a mí, pues sus disculpas aunque sonaron sinceras se que fueron en contra de su voluntad para que no despidiera a su padre o tomara represalias en su contra.

Yo solo le estoy dando alternativas no me aprovecharía de nadie pero no puedo negar que ahora que la veo bien sus atributos me atraen bastante no es que esté demasiado desarrollada pero tampoco es plana digamos que está entre de mis gustos y aunque es la primera vez que le propongo algo así a alguien no lo veo como una perdida digamos que ese dinero lo puedo reponer yo es casi nada para mí pero en cambio a ella le estuviera haciendo un gran favor por el tiempo que le tomaría trabajar para mí y suplir la deuda.

Digamos que ambos ganamos por igual yo obtengo algo que se me acaba de antojar y ella obtiene el perdón de la deuda y la tranquilidad de sus padres veamos cuanta sensatez puedes tener ¿aceptarás como lo haría cualquiera o volverás a gritonearme como al principio y esta vez con toda razón de estar ofendida?

—¿Segura que no aceptarás Son Pan?

—Totalmente segura —me espetó—. No voy a venderte mi cuerpo y deje de verme así.

—¿Así como? —pregunté haciéndome el desentendido.

—Así de pervertido ¿acaso así le cobra a todas las mujeres que le deben dinero? —negó con la cabeza y yo sonreí satisfecho, justo la respuesta que esperaría de una fierecilla como ella.

—No —acepté con sinceridad—. Es la primera vez, digamos que me conmueve tu caso —sonreí tentándola un poco más.

—Pues entonces si es la primera vez que le propone a alguien esto reciba por primera vez un no definitivo.

—¿Ni siquiera si pudieras pagar en una noche lo que te tomaría alrededor de tres años de ser mi secretaria gratuita? —levanté una ceja inquiriendo en que respondiera, me estaba jugando la mejor carta de golpe a su ego y sobre todo una respuesta realista.

—¿Qué? —pronunció en un hilo de voz— ¿tres años? —cuestionó de nuevo mientras sus ojos se le nublaban de lágrimas.

Por un momento sentí compasión pero veamos que tan resistente sigue siendo.

—Así es según el sueldo de mi secretaria por eso te estoy dando otras opciones.

—¿Me das opciones o te aprovechas de mi situación? —dijo en voz tan baja que casi no pude escucharla.

De nuevo me estaba tratando de tú, sonreí irónico y me senté sobre el escritorio viéndola más de cerca.

—¿Aprovechar? Eso suena horrible digamos que ambos ganamos es un favor el que te estoy haciendo ¿quién pagaría doscientos mil zenis por una noche?

—Sólo alguien como tú a quien le sobra el dinero —me rebatió de nuevo con tono acusativo.

—No me sobra pero quería ayudarte, teniendo yo también algo a cambio.

—Pues acostumbrate a verme los siguientes tres años —sentenció.

—Bien señorita Son, si esa es su elección está bien por mi, rechazó un muy buen trato pero es su decisión y otra cosa debe mejorar su carácter cuando se enoja se olvida de sus modales —me levanté del escritorio observándola con un semblante serio.

Había rechazado mi propuesta pero esto será aún más interesante, lo mejor de todo sin máscaras de comportamiento ese carácter es hasta cierto punto atrayente.

—Bien con permiso —observé que se levantaba mientras yo me sentaba en el aciento tras mi escritorio.

—¿A dónde vas? —cuestioné.

—A mi casa vuelvo mañana.

—Nada de eso empiezas desde hoy —mencioné levantando los papeles que permanecían sobre mi escritorio acercándolos a su dirección—. Ahora mismo, ve a tu escritorio y si no entiendes algo me hablas quiero todos mis compromisos agendados y mis archivos en orden.

—Bien, ahora lo hago señor —me dice tomando los papeles de mi mano, dándose la vuelta para salir de mi oficina.

Enojada camina tan rápido que no puedo evitar fijarme en su trasero, cierra la puerta rápido a sus espaldas y yo no puedo evitar mostrar una sonrisa complacida, así que rechazas mi propuesta, no importa ya lo decidí tu vas a ser mia lo quieras o no y voy a quitarte ese carácter tan altanero que tienes yo seré quien te dome fierecilla.

Pan.
—Hay como odio esto —suspiré y me puse a revisar sus citas y ban una es dentro de dos horas en Club Night.

Perfecto ahora tendré que avisarle. Iba a decirle cuando papá salió de un pasillo.

—¿Pan?

—Si papá.

—¿Qué haces aún aquí? Te había dicho que fueras a casa.

—Yo la contraté Gohan —escucho la voz de Trunks quién nos veía desde el marco de la puerta de su oficina, ¿cuánto tiempo llevaba ahí?

—Así es papá, ahora soy la secretaria del señor Briefs —mencioné permaneciendo en mi lugar.

—Pero ¿Cómo señor? —preguntó papá dudoso y yo volteé a ver hacia Trunks.

—Tú hija se disculpó y se ofreció a pagar la deuda en lugar de que tú lo hicieras y como sabrás necesitaba una secretaria así que me vino como anillo al dedo literalmente —observé su sonrisa cálida, no veía rastros de malicia alguna ¿este tipo es actor o algo por el estilo?

—Pero señor yo debía pagarle —insistió papá.

—Estás enfermo Gohan, necesitas tú sueldo y tu hija muy amablemente se ofreció para el trabajo, me gusta que no quieran las cosas fáciles —me observó fijo remarcando lo último pero no me intimidaría con eso, le sostuve la mirada.

—Gracias señor Trunks —pronuncié apartando la vista de él fijándola en mi padre—: lo ves papá ahora tengo trabajo dejame compensar lo que hiciste por mí

—Ya tendrán tiempo de hablar de eso después  —Nos interrumpió Trunks— ¿Nos vamos señorita Son?

—¿A dónde? —pregunté incrédula a lo que él mostró una sonrisa genuina.

—Al Club Night, hay que llegar temprano a la reunión la puntualidad es lo mas importante.

—¿Y yo debo acompañarlo? —pregunté aún incrédula.

—Claro, es mi secretaria personal ¿no me diga que aceptó sin saberlo?

—Creo que sí —junté las cejas en señal de pena mientras papá nos observaba expectante.

—Hmm que problema —murmuró.

—Bueno si es parte de mi trabajo vamos —suspiré con la intención de dirigirme a despedirme de mi padre pero su voz me detuvo.

—No olvide la agenda y la tablet.

—Hay si perdón —regresé al escritorio recogiendo lo que me había dicho y luego me acerqué a mi padre—. Nos vemos en casa papi —me despedí de el con un beso en la mejilla y salí tras del señor Trunks, cuando llegamos a su auto como si fuera un gran caballero me abrió la puerta, entré y luego el también lo hizo ahí aproveché para desahogarme—: ¿Se puede saber porque no me dijo que debía acompañarlo a todas partes?

—¿Qué parte de secretaria “personal" no entendiste.

—La parte en que debo ir tras de tí como un perro —le ataqué y el rió por un breve momento.

—Ni modo señorita Son —respondió únicamente.

—Además aún falta tiempo para su compromiso en ese club.

—El tiempo perfecto para que te arregles ¿donde vives?

—Qué curioso cuando preguntas datos personales me hablas de tú.

—Al igual que tú ahora ¿podemos dejar los protocolos y me puedes decir de una vez donde vives?

—Vivo con mis padres ¿para qué?

—Para que te quites esas fachas que tienes y te arregles.

—¿Qué tienen de malo los jeans y las camisetas?

—¿Qué no tienen de malo? por ahora vamos y te pones un vestido o una falda por favor.

—¿Qué?

—Ya te lo dije

—Yo no tengo faldas ni vestidos y no me gustan —me observó con desdén y luego volvió la vista al frente.

—Ya qué, no hay opción.

—¿A qué te refieres? —lo vi seria pero no contestó solo encendió el auto y empezó a conducir pensé que iríamos directo al club pero no, al señor se le ocurre estacionarse enfrente de una boutique—: ¿que hacemos aquí?

—Bájate.

—¿Qué? —no me contestó sino que solo se bajó del auto y como no bajaba él dió la vuelta y abrió la puerta sacándome casi a jalones—: ¿A dónde vamos?

—Adentro sigueme no estoy para perder el tiempo.

—¿Qué? ¿Porqué? —lo seguí reclamándole pero parecía no escucharme.

Al entrar a aquel lugar solo buscaba y buscaba en las cerchas de ropa, una señorita muy amable se ofreció a ayudarnos y él en seguida le dijo que buscaba un vestido para mi ¿qué? pero como se atreve?

Intenté reclamarle pero no me dejó hacerlo solo veía y veía los vestidos que le mostraba la señorita y rechazaba todos hasta toparse con uno de color negro pegado combinado de arriba de color fucsia.

—Este es perfecto —le dijo a la señorita.

—No me lo pondré —le dije tirando de su brazo para que captara mi presencia, voz y voto que pareció desaparecer desde salir de la oficina.

—Sí lo harás —me dijo apartando la vista de mi dándole  una tarjeta de débito a la mostradora— debitelo de ahí ¿se lo puede probar cierto? —preguntó.

—Sí ahí están los probadores —nos indicó señalando un pequeño espacio en un lugar apartado—. Ahora regreso.

—Entra ya no nos queda mucho tiempo —dijo en cuánto vió a la chica alejarse.

—No me quitaré esta ropa —le advertí.

—Hazlo ya,  entra allí ni siquiera te veré.

—No me gustan los vestidos ¿Qué parte de eso no entendiste? —repetí por millonésima vez.

—A ver Pan, quizá no he sido lo suficientemente claro contigo mira o entras allí y te pones ese vestido por tu cuenta y por las buenas o yo entro contigo y te quito la ropa con mis propias manos a la fuerza tu elijes.

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