6. Un auténtico dolor de cabeza
— ¡Qué me estás contando! — grité a través del auricular. — No me lo puedo creer, ¿quién se cree que es este charlatán?
Me aparté de un manotazo los cuatro pelos que se me caían del moño malhecho que llevaba. Estaba enfadada. Muy enfadada.
Oliver me había contado todo lo que había sucedido en el Central Pork. Me parecía surrealista que Noel se interesara por el chico nuevo. Mi mente privilegiada intentaba entender, de una manera u otra, por qué Noel quería hacerse amigo de Alek. Llegué a una clara conclusión: Noel era un idiota en toda regla.
Me froté la cara, exhausta. Estaba siendo una semana difícil.
Así es la adolescencia. Se dramatizan demasiado las cosas. Sí. Tenía que ser eso. Noel era idiota y punto. Y yo no estaba disgustada por ese hecho. Estaba enfadada por otra cosa y lo estaba canalizando con Noel. Pero, lo cierto, es que me había surgido un problema con patas llamado Verónica.
— Ni idea Lena, pero mi primo se niega empezar las clases. ¡Mañana es su primer día! Joder. Me cago en la puta.
— Eso no se dice — murmuré.
— Perdón. Me cago en la mierda. Eso. — me lo imaginé asintiendo con la cabeza. — ¿Qué hago Lena?
Entendía a Oliver. A pesar que intentaba aparentar ser una persona confiada se preocupaba por quienes quería. Y dolía. Dolía cómo fingía ser fuerte y se tragaba sus emociones. Dolía cómo se arropaba entre capas de hielo, quemándose. Él pensaba que así sería libre y no se daba cuenta que para salir de la jaula tienes que ser tú mismo. Con sentimientos incluidos.
— Dile que Noel no es tan interesante cómo quiere hacer ver.
Estaba convencida que las dos únicas neuronas que tenía Noel se llamaban Señorita Egocéntrica y Señorita Holgazana. Seguro que se pasaban el día jugando a pin-pon en su cerebro de Rattus Norvegicus. Aunque, también tenía claro que era innecesario meterse con él y su séquito de personas destinadas a hacer bullying, a no ser que el sueño de tu vida fuera morir aplastado entre balones en el prisionero. Sólo entonces podías meterte con ellos.
— Eso ya lo sabe Lena, no es estúpido.
— No sé... Engáñalo, ¡o secuéstralo!
— ¿Tienes cloroformo?
— No. Sólo un espray para matar a los mosquitos. ¿Te sirve? — comenté.
— No, Alek no tiene pinta de ser un mosquito, la verdad — dijo sarcástico. — Tía, es que ya he buscado en el santo Google "cómo persuadir a alguien para ir a un sitio". Me ha salido una página tope extraña con diez técnicas que debía seguir.
— ¿Y te han servido?
— No, me he perdido en el quinto paso. Sólo me falta hacerle un pastel... y ya sabes cómo se me da la repostería — musitó Oliver.
Sonreí discretamente. Era verdad que a mi amigo se le daba fatal cocinar. La última vez que me había comido una pieza de repostería hecha por él había acabado con gastroenteritis. El chico había metido kilos de sal en vez de azúcar. Hacía poco que nos conocíamos, así que estúpida de mí me lo había comido todo para no quedar mal.
Oliver gritó algo que no entendí. Sus palabras llegaron a mi cómo un torbellino de letras dispersas. Supuse que estaba hablando con sus padres.
— Qué pesados que son... — murmuró por el altavoz. — Bueno calabacita, me voy a cenar. Recuerda de pasarnos a buscar mañana — dijo antes de colgarme.
Yo también me fui a cenar. El apartamento dónde vivíamos no era demasiado grande, pero tampoco me quejaba. Encendí la calefacción, me estaba congelando, y me puse a cocinar. Doña Cecile aún no había llegado de su trabajo, así que hice dos tortillas y dos rebanadas de pan con aguacate. Llamé a Marcos para que viniera a comer, pusimos el portátil y comenzamos a ver un capítulo de la nueva serie de Netflix.
Estábamos en silencio, no obstante, su mirada añil analizaba todos mis movimientos.
— ¿Me puedes explicar que es lo que pasa? — dije finalmente dejando los cubiertos encima del plato. Paré el capítulo y me crucé de brazos.
Él enarcó una ceja.
— No sé. ¿Qué tiene que pasar? — comentó él, tragando saliva.
— Si fuera cierto el dicho "me estás gastando de mirarme tanto" sin ninguna duda ya no quedaría nada de mí. ¿Qué pasa Marcos? Puedes confiar en tu hermana.
Arrugó los labios y se comió de dos bocados la rebanada de pan. Se limpió con la servilleta y aspiró con fuerza antes de soltar lo que le pasaba por la cabeza.
— He visto a Verónica — achicó los ojos, esperando mi reacción.
Subí y bajé los hombros.
— ¿Y?
— Iba con Lidia.
Entonces sí que me sobresalté. ¿Habían vuelto juntas? ¿Después de todo lo que había pasado? ¿Después de cómo Lidia había tratado a Verónica? Y si estaban de nuevo unidas quería decir...
— Oh, no.
Me levanté de golpe de la silla. Cogí el móvil con un movimiento rápido y violento. Volví a leer los mensajes que había recibido dos días antes. La había dejado en visto.
"Lena, necesito hablar contigo".
"Por favor tía, contéstame".
"Te tengo que contar algo muy importante para mí".
"No te enfades por favor..."
"Es duro. Muy duro. Pero necesito hablar contigo, eres la única que me puede entender".
"Lena, por favor. Nadie me apoya..."
Así seguían los otros seis mensajes. Hacía meses que no la veía, había desaparecido cómo las hojas de los árboles en otoño. Ella había sido quién decidió irse de nuestras vidas. Nos había cerrado la puerta en los morros.
Verónica había sido nuestra mejor amiga. Desde primero de secundaria Oliver y yo la habíamos arropado y querido. Habíamos sido tres. Siempre tres, cómo los mosqueteros. Hasta que conoció a Lidia; ella con la fuerza de un tsunami nos la arrebató.
Lidia Ruiz, era una universitaria tres años mayor que nosotros. Verónica, Ronnie para los amigos, la había conocido por Internet, en una página para ligar dónde el eslogan era "GPS hacia el amor". Una bobada de las grandes. Ronnie jamás dejó de soñar con Lidia, y aunque le decíamos que era demasiada pequeña para enamorarse, ella decía entre risas "Si vas a soñar, sueña a lo grande".
Afirmativamente. Soñó tan a lo grande que después la caída fue monumental. Lidia la arrastró al desastre. A ella y a todos los que la rodeaban. Los primeros meses fueron bonitos. Después llegaron los celos; la frase "con quién has quedado" y "mejor vístete de otra forma". Aparecieron las sonrisas falsas y el sexo pasó a ser la solución a todo. Lidia nos apartó de su lado, con mentiras que esculpía en el cerebro de Ronnie. No solo los golpes hacen daño.
Verónica dejó de ser la diva sin miedo y del pintalabios rojo, para pasar a ser un cuerpo sin alma. Huyó del instituto, de nuestras vidas. Hasta que llegó verano. Era un día soleado cuándo Ronnie me llamó para quedar en la playa de Badalona. Lejos de dónde vivíamos para que nadie nos viera. Se presentó puntual cómo un reloj.
— Hemos cortado.
No pude evitar sonreír un poco. La abracé.
— No puedo más, Lena. No puedo más — sollozó encima de mi hombro. — Es todo tan difícil.
— El primer paso no te lleva a dónde quieres ir, pero te saca de dónde estás — murmuré. — Estoy aquí.
Sin embargo, meses más tarde, volvió a desaparecer. Pero no se puede huir de los demonios que se llevan dentro. Así que, me había enfadado cuándo había leído todo aquello: ¿sólo servía para cuándo ella quería? ¿Después de tantos meses intentando comunicarme con ella sólo me hablaba para que la apoyara en su decisión? Ronnie no podía volver a caer en esa relación tóxica. A veces cuesta entender que, para llegar a una meta, hay que irse de otra.
— Di algo, Lena — murmuró Marcos bajito.
— ¿Quieres decir que estaban juntas?
— Teniendo en cuenta que se estaban intercambiando babas, debo suponer que sí — afirmó. Sus ojos brillaban de preocupación. — Lena, no te metas. Acabaste mal la última vez. Deberías echarla de tu vida.
Lo recordaba. Aspiré con fuerza con la nariz.
— Tienes razón — susurré levantándome.
— Ve a dormir, ya limpio yo.
Asentí con la cabeza. No tardé mucho más en meterme en la cama, con los ojos cerrados y la preocupación latiéndome dentro de mi piel. "Todo irá bien" dije para mí misma. Y es que a veces, es mejor irse para poder volver en un futuro.
MARATÓN 2/3
¿Qué pensáis de Verónica? ¿Quién es? ¿Qué creéis que está pasando? ¿Lena hace bien?
PREGUNTA COTILLA
→ ¿Preparadxs para que Lena conozca a Alek?
→ ¿Cuál es vuestro personaje favorito de momento? ¿Por qué?
→ ¿Cuál es vuestra estación del año favorita?
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