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Capítulo tres

No fue hasta el día miércoles en que al fin me encontré lo suficientemente mejor para regresar a la universidad. Y durante todos esos días, Leon no había dejado de llamar, preocupado por mi ausencia. 

Por suerte podía esconderme detrás de mi celular para no tener que verlo, y me esforcé en que mi voz no se quebrara cada que hablábamos. Así al menos, podría fingir que todo estaba bien y no dejaría al descubierto mis verdaderos sentimientos.

—¿Estás segura de ir a clases hoy? —preguntó Dana desde su escritorio. —. Aún estás un poco pálida...

Mi mirada reparó mi aspecto frente al espejo de cuerpo completo y aunque la hinchazón se había ido poco a poco, aún me veía fatal. 

—Sí, no puedo perder más el tiempo —sonreí levemente hacia ella en mi débil intento de lucir mejor. —. Me maquillaré...

Me puse algo de cobertor, rubor y también un gloss brillante. Me tomé mi tiempo para desayunar, a pesar de que mi estómago seguía doliendo, pero en estos últimos días mi alimentación se había visto deteriorada al igual que mi ciclo de sueño. 

—Bueno, creo que ya estoy lista —suspiré, cogiendo mi cartera junto con mis libros. 

—¿Estás bien? —preguntó, alzando una de sus cejas mientras sus ojos me veían con lástima. 

—Eso creo... —murmuré. 

—¿Vas a decirme lo que pasó? —preguntó nuevamente.

—Sí... te lo diré cuando pueda —contesté y ella hizo una mueca con sus labios. 

Me despedí de ella y salí de la habitación. 

Toda la semana había estado meditando mi plan. Y durante ese tiempo, comencé a tener muchas dudas...

Me pregunté si el resto de nuestros amigos serían cómplices de esta infidelidad. 

¿Estarían también ocultándomelo? 

Sin importa la respuesta, mi decisión seguía siendo la misma; permanecería al lado de Leon para ver por cuanto tiempo él sostendría esta mentira. Y mientras los días transcurrían, me desenamoraría de él hasta arrancarlo de raíz. Así no cometería el error de creerle nunca más...

Era un plan doloroso, pero necesitaba ser más fuerte que esto... Así, no volvería a pasar por algo así nunca más. 

Respiré hondo al cruzar la entrada de la universidad. Mi corazón latía tan fuerte que el pecho me dolía con cada golpeteó y sentí mi cuerpo temblando de miedo. Temía encontrármelos a ambos, a verlos juntos, a perder el control y hacer una escena...

Pero no podía permitirme decaer y mostrarme frágil ante ellos, porque sería como perderme a mí misma.

Me detuve frente a mi casillero, dejando en el interior mis libros. Mi primera clase estaba a punto de comenzar y necesitaba concentrarme, ya que pronto entraríamos en periodo de exámenes. No podía dejar que este quiebre me arruinara en todos los aspectos de mi vida, así que, tendría que convertirme en la misma piedra con la que construiría ese muro para proteger mi corazón.

Tomé otra gran bocanada de aire antes de cerrar mi casillero y justo en ese momento, mis ojos se encontraron con el rostro de la persona que atormentaba mis sueños y hacía que mis heridas sangraran. Mi corazón se agitó nuevamente y por unos segundos, creí perder el aliento.

Mis piernas flaquearon a pesar de que mis alarmas se encendieron para huir de ahí. Pero no podía... Sabía que en algún momento tendríamos que vernos frente a frente, sin importar cuan doloroso fuese.

Leon avanzaba en mi dirección, sonriendo como siempre solía hacerlo, pero no encontré consuelo en su expresión. Sino que, odié cada parte de él, incluso los rasgos que hasta hace unos días atrás yo amaba por completo. 

Cuando lo miraba a los ojos, veía ese tono azul que tanto me gustaba ver y que ahora se sentían como un océano turbio y peligroso. 

¿Cómo podía sonreír tan gentilmente y mirarme a los ojos sin sentir culpa alguna?

La nariz y los ojos me ardieron. Sin embargo, en cuanto él se acercó a besarme, me obligué a contener mi disgusto. Sé que mi yo del pasado se habría aferrado a sus hombros, colgándome de su cuerpo para corresponderle con intensidad, así que, intenté ser la misma de antes...

Lo besé y cada roce dolió como mil punzadas en mi corazón. 

—¿Qué pasó contigo, eh? —murmuró contra mi boca, posando sus dedos sobre mi cintura. —. Te extrañé...

Sonaba tan sincero, pero en sus ojos estaba el engaño. Aquello me hizo dar cuenta de que era un mentiroso nato, sin remordimiento y sin empatía. Me pregunté a mí misma en ese instante ¿Cuántas mentiras me habría dicho a lo largo de nuestra relación?

¿Alguna vez en verdad me amó?

—Estoy un poco resfriada —mentí, anhelando alejar su toque de una vez por todas. —. No quiero contagiarte...

Usé eso como excusa para apartarme de su lado. 

—No tienes fiebre... —sus dedos rozaron mi frente. —, pero si necesitas que vaya a la farmacia, solo dímelo. No quiero verte mal...

—No te preocupes... —me tragué el mal sabor de boca. 

—Por cierto ¿te quedarás esta noche conmigo? —preguntó, tomando de mi mano y acariciando mis nudillos.

Los miércoles solía quedarme en su apartamento a dormir con él. Supe que si quería seguir con esto, tendría que actuar con normalidad y seguirle la corriente. Así que me esforcé en sonreír y asentí.

—Claro...

—Bien, entonces pediré pizza y buscaré alguna película —sonrió y su rostro se acercó al mío nuevamente. —. No te preocupes, amor. Yo voy a cuidarte...

Me quedé quieta esperando el impacto de sus labios y el simple roce de su boca contra la mía hizo que mis ojos ardieran aún más. Los mismos labios que ahora me besaban, escondían su infidelidad.

—Nos vemos después del entrenamiento, amor —susurró.

—Nos vemos... —contesté devuelta.

Él se alejó de mi lado, tomando rumbo hacia las escaleras. 

Y me sentí como si el primer nivel de este plan, hubiese sido superado a pesar de las repercusiones dentro de mí. 

****

Leon corría por la cancha, boteando el balón y dando ordenes al resto del equipo para que hicieran una nueva formación de ataque. 

Me quedé sentada sobre las gradas, observando su figura, y por cada tiro acertado dentro de la canasta, él miraba en mi dirección y me lo dedicaba formando un corazón con sus manos. 

"Tú eres mi amuleto..."

Solía creer que era cierto y me sentía tan especial al saberlo. Creía que él me respetaba, porque un amuleto es algo valioso que cuidas para no perderlo. Pero un amor que es "respetado" no debería sentirse así...

Ya no encontraba sentido en asistir a sus partidos, pero mientras estuviésemos juntos tendría que seguir acompañándolo. Incluso aunque ya no cantara los coros con el mismo fervor, incluso aunque ya no gritara su nombre... Aquí permanecería hasta que el tiempo se acabara. 

El entrenamiento terminó cerca de las ocho, y posterior a ello, esperé a que Leon saliera de las duchas.

—Estoy muerto —dijo arrastrando sus pies, colgando su bolso deportivo en su hombro. 

Su cabello húmedo goteaba sobre su sudadera y su loción inundó mi nariz cuando me abrazó. 

—Vámonos a casa, cariño —sonrió, depositando un corto beso sobre mi frente. 

Asentí guardando silencio, mientras avanzábamos alrededor del campus dirigiéndonos hacia el estacionamiento. 

—En dos semanas jugaremos contra los Buffalo Bulls por las semifinales. Seremos visita, así que iremos a Nueva York —contó, luciendo emocionado. —. Si ganamos, pasaremos directo a las finales y podríamos conseguir una nueva copa para Northeastern. Incluso, podría tener buenas referencias para ingresar a un equipo profesional en las grandes ligas...

—Esas son buenas noticias —murmuré, dibujando una sonrisa en mis labios. 

—Ya le dije al entrenador que guardara un puesto para ti en el autobús. Así que, espero que no olvides tu camiseta —me guiñó un ojo. 

Él ya me tenía considerada para el viaje, y no refuté sus palabras a pesar de que sabía con certeza que no iría con él. Probablemente buscaría una forma para faltar, pero por ahora, Leon no tenía por qué saberlo. 

Nos subimos a su auto, tomando rumbo hacia su apartamento y durante todo el camino, él fue conversándome acerca de su día, sus entrenamientos, la película que veríamos esta noche... Cosas sin importancia a las cuales correspondí fingiendo interés, pero en realidad, mi mente seguía haciéndose preguntas cada que lo observaba. 

Veinte minutos después llegamos a su apartamento y en cuanto entré por la puerta, algo golpeó mi pecho nuevamente. Fui recibida entre esas paredes en las que solíamos pasar el rato, divertirnos y confesarnos miles de cosas solo para los dos. Sin embargo, el pensamiento de que él hubiese estado aquí con Roxy... haciendo lo mismo que conmigo hizo que ese nudo se atravesara en mi garganta. Y desde ya odiaba este lugar...

Antes solía ser mi lugar seguro, pero ahora, se sentía como el mismo infierno. 

—Lamento el desorden —se disculpó, lanzando su bolso hacia el sofá. —. No alcancé a limpiar, pero la habitación esta libre...

Dejé mi cartera a un lado y me tensé en el instante en que él posó sus dedos sobre mi estómago al abrazarme por la espalda. Sus labios recorrieron mi cuello con lentitud, vagando por mi piel y respirando mi perfume como si le deleitara. 

Cerré mis ojos con fuerza, conteniendo mi malestar y nuevamente busqué la forma de huir de su toque. 

—¿Quieres que prepare algo para cenar? —pregunté, apartándome para ir hacia la cocina. 

—No, tranquila. Ponte cómoda mientras yo pido la pizza —me detuvo. —¿hay algo más que desees? —preguntó, acunando mi rostro cariñosamente. 

—No... —negué, tragándome las palabras que quise soltar al verlo a los ojos. —, no quiero nada...

—Si te sientes cansada, puedes ir a la cama. Podemos dejar la película para otro día —murmuró, reparando mi rostro. —. Aún te ves un poco decaída.

—Sí, claro... —asentí lentamente. —. Es una buena idea. 

—Bueno, entonces yo voy a cuidar de ti, te daré de comer y te daré mucho amor para que te sientas mejor —canturreó, abrazándome fuerte.

Mi cuerpo tembló, quemó entre sus brazos y mi fragilidad se vio aún más afectada. 

Se alejó de mi lado para ir por su celular y yo me dirige hacia la habitación que solíamos compartir, sintiendo aún sus manos sobre mí. Quise quitarme el rastro de sus dedos, sobre todo porque su toque permanecía en mi piel, pero eso sería inútil. 

Su cama se encontraba junto a la ventana, y me senté sobre ella, hundiéndome en el acolchado. Recordé todas esas veces en que nos acurrucábamos antes de dormir, o cuando descansábamos plácidamente... y también, todas las veces en que nos pertenecimos el uno al otro entre las sabanas. 

Podía oír su voz en la sala, mientras hablaba con el repartidor y, nuevamente sentí esa corazonada cuando mis ojos vagaron por su cuarto. 

La desconfianza ya se había sembrado y ahora ya no podía detenerlo. Jamás me había entrometido en su privacidad, y la punzante sensación aumentó cuando mis dedos se acercaron a su mesita de noche. 

Dentro solo habían algunos cuadernos, pero también habían condones tirados alrededor. Desvié mi atención hacia su escritorio en donde tampoco encontré nada que revelara su infidelidad una vez más, sin embargo, encontré otras cosas...

Al fondo de la cajonera estaba aquella libreta que le regalé y también, algunas fotos nuestras y cartas arrugadas que en algun momento le escribí. No había rastro de que en algun momento él hubiese abierto esa libreta y la verdad, ya nada me sorprendía viniendo de él. 

Posé mi siguiente objetivo en su armario,encontrando algunas camisetas mías que dejaba aquí para las noches en que me quedaba a dormir, pero mi búsqueda fue más allá...

Los detalles hacen la diferencia, y fui aún más meticulosa en ello, sintiendo rápidamente el enojo al percibir un aroma diferente en una de mis camisetas. Pensar tan siquiera en que ella se hubiese puesto mi ropa después de acostarse con mi novio, o que él tuviese el descaro de entregársela después de engañarme... me hizo detestarlos aún más...

Lancé la camiseta al armario en el instante en que oí sus pasos acercándose a la habitación y me metí rápidamente a la cama, conteniendo mi enojo y también el nudo en mi garganta.

—La pizza ya viene en camino —avisó, entrando a la habitación. 

—Genial...

—Muero de hambre —se quejó, tomando el mando de la televisión para encenderla y caminó hasta la cama para tenderse a mi lado. 

—Iré a darme una ducha... —avisé, levantándome de golpe.

—Espera... —me detuvo, atrayéndome encima de él. —. Necesito mi beso...

Mi respiración se entrecortó cuando su rostro se aproximó al mío para besarme y entré en pánico. No quería besarlo, no mientras me sintiera al borde del colapso, así que fui rápida en esquivarlo y escapar de sus manos. 

—Me siento... sucia. En verdad quiero entrar a la ducha —me excusé, dándole la espalda. 

—Vale, no te robo más tiempo...

Cogí rápidamente una de mis sudaderas y sin dudarlo, entré al cuarto de baño encontrando allí el refugio en el que podría enfriar mis emociones para prepararme por el resto de horas que me quedaban a su lado.

****

La cena fue silenciosa por suerte, ya que estaban transmitiendo un partido de los Warriors, así que, Leon estaba concentrado en el juego. 

Fui la primera en meterme a la cama, dispuesta en dormir antes que él para evitar cualquier incomoda situación. Sin embargo, Leon me siguió detrás, perdiéndose el último cuarto del juego a pesar de que siempre se quedaba mirando hasta el último minuto.

Se desvistió en frente de mí, tomando el borde de su sudadera, dejando su torso desnudo. Hizo lo mismo con su pantalón y posterior a ello, se metió debajo de las sabanas, ocupando su lado de la cama. 

Las luces se apagaron en la habitación y la oscuridad mezclada con su cercanía, me volvieron aún más vulnerable. 

—Hace unos días... mi madre estuvo llamando... —murmuró de repente, en medio del silencio. —. Al parecer quiere verme...

Aplasté mi mejilla contra la almohada, observando su rostro entre la penumbra, mientras sentía su respiración apacible. 

—Pero le dije que aún no estaba preparado para hacerlo, después de lo que pasó —murmuró.

Sabía que hablar sobre su madre era un tema delicado para él, ya que ella era su mayor debilidad. Ambos solían ser muy unidos en el pasado, pero cuando su padrastro llegó a sus vidas, la relación se deterioró.

—No puedo creer que ella aún lo prefiera por sobre su propio hijo —su brazo cubrió sus ojos y lo sentí tensarse en ese preciso instante. —. A pesar de todos los golpes que recibí, los insultos... los abusos, ella sigue estando de su lado...

—Hiciste bien en alejarte... —murmuré, notando como apretaba su mandíbula, conteniéndose a sí mismo. —. Y algun día... se dará cuenta de que todo lo que necesita en su vida no es a ese hombre, sino a ti...

—Si tan solo abriera los ojos y se diera cuenta del daño que nos ha hecho...

—Por el bien de tu propia salud, lo mejor que puedes hacer es... seguir centrándote en ti, en lo que te gusta, en tus estudios, en tus metas... Y algún día, cuando seas lo suficientemente fuerte e independiente, podrás ayudar a tu madre... —susurré con palabras cálidas.

Su cuerpo se giró hacia mí, buscando consuelo entre mis brazos, mientras su rostro se enterraba en mi cuello. Y lo oí... sollozar... pude sentir el rastro húmedo de sus lágrimas deslizándose sobre mi piel y no pude hacer más que permanecer ahí, siendo su salvavidas y la única persona escuchando sus miedos más profundos. 

Mostró su lado más frágil, sintiéndose libre de mostrar esa parte de él, desahogándose y desnudando su alma ante mis ojos. 

Sentí ese ardor en mi pecho porque sabía que le estaba brindando aquellos lugares que él sentía como suyos, como mi corazón, mi paciencia, mi calidez... Y la certeza de que no lo juzgaría cada que él decidiese mostrarme sus sentimientos. 

Y lo abracé gentilmente, sin rencores. Sin embargo, una vez dormido, me sentí libre de darle la espalda para poder romperme en silencio, derramando las lágrimas que contuve sobre su almohada, abandonando la primera cosa que nos unía tan profundamente. 

Ahora estaba más que segura de que definitivamente no quería odiarlo. Solo no quería sentir nada por él nunca más. 

****

Fui la primera en salir del apartamento, mientras Leon dormía plácidamente por la mañana. Necesitaba bañarme para quitar el rastro de su aroma, de su toque, de sus besos, antes de poder sentirme completamente limpia. 

La empatía que sentía por él, obstruía mi verdadero objetivo. Así que, tendría que probar algo más fuerte y doloroso para derrumbar esa imagen vulnerable que él transmitía hacia mí al sentirse seguro entre mis brazos. 

Así que, por el resto del día... esperé pacientemente a las señales para poder verlo con mis propios ojos y recibir la última puñalada. 

Cuando te enteras de una infidelidad, de repente, te das cuentas de muchas cosas... como por ejemplo, por qué él salía antes de sus clases de física. O, por qué se quedaba tan tarde estudiando en la biblioteca...

Habían miles de detalles que hasta ahora comencé a notar y por eso, lo seguí en el momento en que salió de su edificio a toda prisa, cruzando el campus en dirección al parque Evans Way.

Lo seguí sigilosamente, procurando no ser vista ante sus ojos, mientras el corazón parecía estar a punto de salir de mi pecho. Roxy también había salido antes del taller de escritura, así que, pensé en que si debía ver algo, entonces este era el momento. 

Leon se detuvo justo en medio de un rincón apartado debajo de los árboles, en donde permaneció mirando alrededor, buscando la presencia de alguien en el lugar, mientras revisaba su reloj con insistencia. 

Cada minuto que pasaba, era una agonía para mí. Porque se alargaba la tortura ante la espera, en vez de recibir el impacto de un golpe rápido y certero.

Sin embargo, la espera valió la pena y terminé por sentenciar cualquier sentimiento de amor hacia él en el instante en que divisé la figura de Roxy caminando en su dirección.

Leon sonrió de una forma tan genuina, como si estuviese acostumbrado a recibirla de esa forma, mientras sus ojos estaban fijos en su rostro y mirándola solo a ella. 

Y entonces, Roxy se colgó de sus hombros y lo besó.

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