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Capítulo diez

Al fin era sábado y en lo único que podía pensar era en el evento que se llevaría a cabo esta noche. Me sentía muy nerviosa desde temprano por la mañana y las canciones de Josh no dejaban de reproducirse en mi cabeza, provocando que todos mis pensamientos se volcaran hacia él. 

Siempre había sufrido de pánico escénico cuando se trataba de hablar frente a demasiadas personas. Me costaba expresarme con naturalidad cuando todo el mundo tenía sus ojos puestos en mí, y por eso, jamás me sentí capaz de cantar en público. 

Pero había hecho una promesa y no me gustaba romperlas. Además, Josh confiaba en mí y realmente iba a esperarme en el escenario. Así que, no podía fallar. 

El evento comenzaría a las diez, así que, aún tenía tiempo suficiente para prepararme antes de que Josh pasara a recogerme.

—Te ves muy bonita —me halagó Dana, observándome con detenimiento. —¿A qué hora vas a presentarte? quiero ir a verte...

—A las diez —contesté, rebuscando un folleto en mi cartera. —. Toma...

Se lo extendí y ella comenzó a leer en voz alta.

—No te pierdas la gran presentación de West Coast. Te esperamos en Howl at the Moon, en la 184 de la calle High, 10:00 pm —hizo una mueca con sus labios. —Eso es un poco lejos...

—Puedes irte con Josh y conmigo —dije rápidamente. 

—No, no quiero interrumpirlos... —murmuró, observándome con picardía. 

—¿Por qué? —arqueé una de mis cejas. —. Sé que Josh no se molestará... él es muy amable. 

—Aún así... —se encogió de hombros. 

—Venga, no te preocupes. Ven con nosotros —sonreí. —. Me hará muy feliz verte ahí...

Si lograba ver un rostro conocido entre el público, sabía que mis nervios disminuirían. Además, no había nadie más en el mundo a quien quisiese ver esa noche, porque no esperaba que el resto de mis amigos asistiera al concierto. Me había dado cuenta en el último tiempo que... en realidad, aquellos a quienes consideré como personas cercanas a mí, estaban hechos del mismo material que Leon y Roxy...

Descubrí que algunos de ellos creaban escenarios para que Roxy y Leon pudiesen estar a solas y lejos de mí; como cuando hicieron una salida a la playa durante el verano y escogieron precisamente el mismo día en que yo debía visitar a mis padres. O también, cuando celebramos el cumpleaños de Roxy "haciendo una noche de chicas", pero Roxy desapareció en la madrugada y aunque yo me mantuve preocupada por ella, todas las demás intentaron detenerme cuando quise ir a buscarla...

Darme cuenta de esas cosas, hicieron que abriera los ojos aún más. Viví todo este tiempo en un círculo de mentiras, viendo caras falsas, sonrisas cínicas y recibiendo el apoyo de las personas incorrectas. 

No quería nada de ellos, ni me dolía tener que aislarme. Prefería eso, antes que seguir siendo apuñalada por la espalda. 

—Por cierto... —Dana me sacó de mis pensamientos. —¿Hoy no es tu aniversario? 

En ese preciso instante me recordó algo en lo que ni siquiera me había detenido a pensar. 

Había olvidado por completo que hoy también cumplíamos mes...

No había visto a Leon en los últimos días, ya que faltó a la universidad para quedarse junto a su madre en el hospital. Se justificó con el entrenador por faltar a sus entrenamientos y también, me mensajeó cada día de la semana, pero solo respondí a aquellos que tenían relación con su madre.

Había tenido la cabeza metida en el concierto de esta noche, que todo lo que me pareció irrelevante simplemente se esfumó. Y jamás creí que llegaría el día en el que olvidase algo que por tanto tiempo consideré importante para mí...

Supongo que una parte de mí quiso negarse a recordarlo. Y no me sentía mal por ello...

—¿No te preocupa que Leon arruine tus planes de esta noche?

—No, él está con su madre. Dudo mucho que en verdad le importe... —me encogí de hombros. 

Su madre era lo más importante ahora, así que un tonto aniversario no sería motivo para abandonarla. Realmente no esperaba tener que verlo hoy, así que, tampoco me preocupé de enviarle un mensaje. 

Continué arreglándome, escogiendo un par de aretes que combinaran con mi vestido floreado. 

—Siento que este no es el atuendo adecuado para un concierto... —suspiré, mirándome otra vez en el espejo. 

—Debes vestirte como te sientas cómoda. Además, esta eres tú —me apuntó. —. La Mimi que conozco siempre se ve dulce, colorida y muy tierna. 

Reparé mi vestido floreado de tirantes, el cual se ajustaba perfectamente a mi cintura. Lo combiné con una cinta en mi cabello, usándola como cintillo, en conjunto con unos aretes dorados que hacían juego. 

Había comprado este vestido para una ocasión especial y sentía que esta era la ocasión más especial de todas... 

—Tranquila, Mimi... solo confía en ti. 

Tomé una gran bocanada de aire, observándome fijamente en el espejo.

Confía en ti, Mimi. 

—Uh... Monic está llamándome —dijo Dana de repente, recibiendo la llamada de la recepcionista. —¿Diga?

Giré sobre mi eje, yendo por mi gloss para terminar de maquillarme. 

Sin embargo, Dana me detuvo al escuchar el estrepitoso gritó que escapó de sus labios.

—¡¿Qué?! —su rostro se volteó rápidamente hacia mí, sorprendiéndome. —¿Allí abajo?

La miré confundida. 

—Se lo diré en seguida, espérame... —le avisó, alejando su celular de su oído para dirigirse a mí. —. Leon está en recepción y dice que hizo todo un desastre en el lobby.

—¿Qué? —perdí el aliento en ese instante.

—Dice que llenó el suelo de rosas o algo así, y ha estado esperándote desde hace un buen rato ya que no le contestas el móvil. 

Rápidamente corrí hacia mi celular, verificando lo que ya sabía. Lo había dejado en silencio y en cuanto desbloqueé la pantalla, la lluvia de mensajes comenzó a llenar mi buzón. 

"Hola, mi amor. Espero que hoy recuerdes que es un día importante para ambos, y por eso, quería verte. Estoy abajo, por favor contesta". 

Todo mi cuerpo se tensó al leer ese mensaje, mientras ingenuamente creía que él me dejaría en paz.

—¿Qué harás? —preguntó Dana. 

—Aún me quedan alrededor de cuatro horas antes del concierto —murmuré. 

—¿Estás segura de que alcanzarás?

—Sí —asentí. —. No pienso fallarle a Josh, y solo bajaré para saludarlo...

—Bien... —suspiró ella. 

Sin más, cogí mi cartera y salí de la habitación a toda prisa. El ascensor seguía en mal estado, así que tuve que recurrir a las escaleras, procurando no tropezar con mis tacones. 

Y a medida que fui bajando los últimos escalones, mi corazón comenzó a latir fuertemente dentro de mi pecho al encontrarme con el camino de pétalos rojos que me guiaban hacia la recepción. 

El señor del aseo tenía cara de querer matar a alguien, mientras sostenía una escoba y una pala listas para ser usadas. Y me disculpé con él debido a las molestias. 

—¡Michelle! —Monic apareció frente a mí.  —¿qué significa esto? sabes que la recepción siempre debe estar limpia.

—Te juro que no tenía ni idea —dije nerviosa. —. Hablaré con Leon para que lo quite y...

—Ya llamé a los de limpieza así que no tardarán a sacar esto de aquí, pero, por favor dile a tu novio que no vuelva a hacer algo como esto ¿sí? —paseó sus dedos por su sien una y otra vez. 

—Sí... —asentí, disculpándome por enésima vez.

Una vez que entré a recepción, lo primero que vi fue el montón de globos y una caja llena de cosas. Leon estaba justo detrás de los globos, así que duras penas pude ver su rostro.

—Hola... —lo saludé al acercarme, apartando los globos para poder ver su cara. 

—¡Feliz aniversario, mi amor! —canturreó él, luciendo mucho mejor que la última vez que lo vi. —Wow...

Sus ojos me detallaron detenidamente de arriba hacia abajo, admirándome en silencio. 

—¿En verdad esta chica tan guapa es mi novia? —me aduló, y sus palabras me causaron cierto desazón. Porque no me había puesto este vestido para verle...

Sonreí levemente, mientras él extendía la caja hacia mí. 

—Esto es para ti... —murmuró, enseñándome el contenido. —. Compré tus dulces favoritos, y también sé que te gusta leer, así que busqué los mejores libros para ti. Uh... mas abajo, hay un kit de belleza y... entradas para el cine —apuntó hacia cada cosa, hablando con orgullo de cada elección.

También habían tarjetas, flores y un peluche de bob esponja, mi programa favorito de cuando era niña. 

Si no supiera toda la verdad, este probablemente sería considerado el mejor regalo que me han dado alguna vez en mi vida. Pero ya nada tenía significado para mí si venía de él...

—No debiste molestarte con todo esto... —murmuré. 

—Claro que debía hacerlo, amor... —dejó  la caja sobre el mesón de recepción para poder mirarme fijamente y abrazarme. —. He estado con mi madre estos últimos días y, ni siquiera he podido agradecerte correctamente. Por eso, quería hacer de este día algo especial...

Definitivamente tenía el don de la palabra, diciendo cosas lindas con tanta facilidad. Si mi corazón no fuese de piedra justo ahora, probablemente me habría derretido como en el pasado... Pero al mirarlo a la cara, instantáneamente recordaba todo lo malo y su rostro se desfiguraba ante mis ojos haciéndole ver como un monstruo. 

—Te extrañé... —susurró, abrazándome con más fuerza. —. Me hiciste mucha falta estos últimos días...

Se alejó levemente, solo para acunar mi rostro.

—¿No te gusto mi regalo? —preguntó, viéndome preocupado. —. Te noto algo tensa...

—No, no es eso —negué, volviendo a esconder mis verdaderos sentimientos bajo llave y me obligué a poner una máscara de felicidad. —. Todo es perfecto, Leon. 

Suspiró con alivio.

—Pero eso no es todo... —sonrió, y sus dedos se entrelazaron a los míos. —¿Vendrías conmigo un momento?

Mi mirada se desvió hacia el reloj colgado detrás del mesón. 

Aún tenía tiempo para averiguar cuál sería la nueva mentira que me enseñaría...

Al principio creí que me llevaría a comer o iríamos a su apartamento, pero en cuanto nos desviamos en la carretera, tomando rumbo hacia una ruta en medio del bosque, supe que él iba a llevar esto mucho más allá...

Recordé el escenario frente a mí, regresando a tres años atrás. Cuando él y yo nos conocimos...

Leon se estacionó justo en el aparcamiento de la reserva de Blue Hills. Un sitio al que solíamos venir cuando todo comenzó entre nosotros; coqueteos, primeros besos... primeras declaraciones...

—Recordé que te gustaba venir aquí... —murmuró, mientras avanzábamos por uno de los senderos, cargando con la canasta para picnic. 

Él tenía todo un plan para hoy, esforzándose en volverlo un día inolvidable. Había sido muy detallista de su parte, pero... ¿para qué? 

No podía entender por qué seguía fingiendo que me amaba. En verdad, no podía. 

Y mientras él hablaba, desvié mi mirada hacia el paisaje, regresando a aquellos días en los que sentía que todo era perfecto entre nosotros. Cuando solíamos recorrer cada sendero tomados de la mano, deteniéndonos para besarnos, o cuando jugábamos a perseguirnos. Aquellos fueron lindos momentos, en donde realmente fui feliz...

Nos detuvimos frente al lago, debajo de los árboles coloridos para protegernos del sol. Leon dejó la canasta sobre la mesa de madera, mientras mi mirada se perdía en el paisaje. 

—Estás... muy callada hoy... —murmuró, tomando asiento justo a mi lado. 

Me giré hacia él, apoyando mi mejilla sobre mi mano.

—Solo disfruto de la vista... —me excusé. 

—¿Extrañabas venir aquí? —preguntó. 

—Sí... 

—Entonces fue un acierto venir ¿no? —levantó la comisura de sus labios. 

Sentía mucha nostalgia de este momento. De los recuerdos que perdí, de no apreciar el paisaje como me gustaría, porque habían cosas que opacaban mi corazón. Me gustaría retratar más momentos como este día, pero sola. Así, podría quedarme con buenos recuerdos de este lugar sin tener que pensar en Leon. 

—Traje algunas tartas para que comamos y un poco de café —dijo, sacando todo de la canasta. —. Y mucha fruta...

—No tengo mucha hambre... —lo detuve antes de que continuara vaciándola. —. Solo comeré esto... 

Cogí una de las tartas de fresas, disponiéndome en probarla. 

—Vale... —asintió y él por su parte escogió un sándwich.

—¿Cómo ha estado tu madre? —decidí preguntar. 

—Muy bien —contestó con felicidad en su voz. —. Se está recuperando mucho más rápido de lo que pensábamos, y ya he podido hablar con ella. No sabía lo mucho que me extrañaba, pero en cuanto me vio al despertar, ella realmente lloró de alegría —contó, mientras sus ojos se iluminaban. 

Me centré en conversar sobre ello para no tener que enfocarnos en nosotros. Así podría hacer más llevadera esta salida sin tener que esforzarme demasiado en actuar como si todo estuviese bien. Mi interés por saber acerca de su madre era genuino, y por eso, no me incomodaba hablar con él. 

—Decidí que... desde ahora voy a vivir con ella. Volveremos a la casa en Camden, y me aseguraré de cuidarla por el resto del tiempo en que ella esté en recuperación. Trabajaré los fines de semana y una vez que me contacten de la liga profesional, podré solventar algunas cuentas sin problema alguno —dijo como si su vida estuviese perfectamente planeada. 

Aunque creo que Leon siempre supo cual sería su destino. 

—Me alegro de que las cosas vayan bien y de que recuperes esa vida que siempre deseaste junto a tu madre. Ambos se necesitan, y ahora solo debes enfocarte en pasar tiempo a su lado... 

—Sí, todavía hay mucho de qué hablar, pero tendremos tiempo para hacerlo. Hay muchas cosas que quiero contarle... Además, durante las finales, ella prometió verme por televisión... —sonrió abiertamente. 

El picnic transcurrió con normalidad y posterior a ello, volvimos a pasear por el lugar antes de regresar al auto. Y entonces, Leon soltó las palabras que imaginé que diría.

—Quédate conmigo esta noche...

Ahora, esas propuestas tenían cierto tono de suplica, como si hubiese desesperación en ello. Pero me negué al igual que todas las otras veces, porque me prometí a mi misma no volver a su apartamento y no dormir nunca más con él.

—No puedo... —contesté, revisando la hora en mi celular. 

Me quedaba exactamente una hora y quince minutos para ir al concierto. Estaba en el límite de tiempo o llegaría demasiado tarde.

—¿Por qué...? —preguntó.

—Pensé que... te quedarías esta noche con tu madre, así que... hice otros planes —dije vagamente, sin dar mayores explicaciones. —. Y necesito regresar pronto a la residencia...

Leon se quedó en silencio, girando su rostro hacia el volante. 

—¿Otro planes? —preguntó, comenzando a conducir lejos de la reserva. —¿Saldrás con tus amigas?

—Algo así... Dana está esperándome. 

No estaba mintiendo, pero tampoco estaba contándole toda la verdad. No quería que él arruinara algo tan importante para mí, así que, omití decirle que cantaría esta noche. 

No tardamos demasiado en llegar a la residencia y para ese entonces, la recepción estaba completamente libre de pétalos de rosas. Sin embargo, eso no evitó que Monic mirara mal a Leon cuando cruzamos el lugar. 

Me acompañó hasta mi piso, cargando con el regalo que momentos antes me había dado, y una vez frente a mi puerta, él se tomó el atrevimiento de entrar conmigo a la habitación. 

Dana ya estaba lista para salir conmigo, así que Leon pudo confirmar mis planes. 

—¿Dónde dejo esto? —preguntó.

—Sobre mi escritorio —señalé, sintiendo la mirada de Dana sobre nosotros, mientras fulminaba a Leon cada que él le daba la espalda. 

—Ya estoy lista, Mimi. Así que, te espero —avisó Dana, mientras yo guiaba a Leon fuera de la habitación. 

Cargué entre mis brazos el obsequio que días antes había llegado por correo. Y Leon lo reparó, expectante por saber de qué se trataba. Este era un regalo que solía tener para él antes de enterarme de la verdad. No tenía intención de quedármelo, así que, decidí que se lo entregaría a pesar de todo...

—Siento que hoy no me quisiste mucho...—bromeó, pero sabía que lo decía enserio. 

Siempre solía decir aquello cuando me enojaba con él y lo ignoraba. Entonces, él murmuraba "hoy no me quisiste lo suficiente" como una excusa para reconciliarnos. Sin embargo, esta vez no había nada qué perdonar, porque había decido que lo nuestro no tenía reparo. 

Le extendí la caja, esperando a que él la recibiera y se marchara. 

—Espero que te guste... —murmuré. 

Él me observó de reojo, viéndome con curiosidad. Esperé a que encontrara lo que había en el interior, observando como la expresión en su rostro se iluminaba al reconocer lo que había allí dentro. 

Sus dedos alzaron rápidamente la camiseta de baloncesto con el número 30 de los Warriors, su equipo favorito, además de los pantalones corto y la bandana deportiva. 

El día que compré aquel equipamiento, lo hice pensando en que vería esa enorme sonrisa dibujada en su rostro. Y la verdad, Leon lucía tan contento en este momento, como si después de pasar por días tan tormentosos tras el accidente de su madre, al fin pudiese reír genuinamente. 

—Muchas gracias, amor ¡Dios, es increíble! —celebró, cargándome entre sus brazos y haciéndome girar sobre su eje. —. Te amo tanto, tanto...

Cuando mis pies volvieron a tocar el suelo, él se acercó a besarme con ansias, atrapando mis labios entre los suyos en un beso lleno de necesidad y anhelo. Sus manos me estrecharon contra él, como si quisiese tomar todo de mí con tal de sentirme cerca, así que asumí que este día finalizaría con un beso tan letal como él. 

Recuperé el aliento una vez que se alejó de mi lado y sus palabras volvieron a sentirse vacías mientras más las repetía. 

—Te amo, Mimi. Y no sé que haría sin ti...

****

—Ese idiota te quitó todo el labial y ahora luces cansada... —se quejó Dana, ayudándome a alizar mi cabello el cual se había despeinado debido al viento. 

—Leon absorbe toda mi energía... —murmuré, intentando arreglar mi maquillaje. 

—No puedo creer que haya hecho todo eso... —añadió, negando con la cabeza. 

—Yo tampoco —suspiré. —. Pensé que olvidaría este día y que podría librarme de tener que celebrarlo... 

—Pero al menos no arruinó el resto de tu noche —me animó ella. —. Ahora es cuando debes ser feliz. 

Era cierto que Leon había hecho que mi energía se desgastara, pero con tan solo pensar en que menos de media hora estaría sobre un escenario intentando cantar, sentía que mi pulso volvía a acelerarse, llenándome de vitalidad. 

Cuando Josh llegó a recogerme, las dos nos embarcamos en el interior de su camioneta, y pude sentir su mirada detallándome con lentitud. 

—¿Lista? —preguntó antes de encender el motor. 

—Sí —asentí, segura de ello. 

Rápidamente tomamos rumbo hacia el concierto, y desde ya podía sentir mi corazón latiendo desbocado dentro de mi pecho. Esa sensación llena de adrenalina hizo arder mis mejillas, y mientras más nos acercábamos al bar, peor se volvían mis nervios. 

La última vez que estuve en este lugar fue cuando descubrí la infidelidad de Leon. También fue durante aquella fatídica noche en donde Josh y yo volvimos a reencontrarnos...

Pero cuando estaba con él, los recuerdos amargos se desvanecían. Algo dentro de mí, volvía a encenderse lleno de éxtasis, y podía abandonar aquel corazón frío que me esforzaba por aparentar. 

Josh era el único que con tan solo tomar mi mano me hacía sentir segura en medio del caos. Y al atravesar la entrada del bar, miles de sensaciones me embargaron, ya que el lugar estaba repleto de personas esperando por el espectáculo. 

Avanzamos entre el tumulto de gente, adentrándonos en una zona privada detrás del escenario en donde el resto de la banda se estaba preparando para salir. Nos permitieron entrar a Dana y a mí, al vernos junto a Josh y posterior a ello, él se encargó de presentarnos frente a sus amigos. 

—¿Vas a cantar con nosotros esta noche, Michelle? —preguntó el baterista, quien estaba sentado en el sofá, haciendo girar sus baquetas entre sus dedos. 

—Eso creo... —murmuré, mordiendo mi labio inferior. —, y espero hacerlo bien, porque no me gustaría que... nos abucheen. 

Josh rio levemente al oírme, mientras me arrastraba con él hacia el sofá. 

—¿Me harías un favor? —preguntó.

—Claro, lo que tú quieras —asentí rápidamente. 

—¿Harías... eso otra vez?

—¿Eso?

—Atar mi cabello... —señaló, tomando entre sus dedos los mechones sueltos que caían sobre su rostro. —. Igual que ese día...

—Oh... claro —acepté y él me extendió la liga que llevaba alrededor de su muñeca. —. No creí que te gustaría...

—Yo tampoco —contestó, relajándose al sentir mis dedos paseando por aquellas hebras negras y onduladas. 

Comencé a entrelazar mechón por mechón, intentando despejar su rostro, mientras enredaba mis dedos en su cabello, intentado ser delicada en el proceso. Y no fue hasta que terminé de peinarlo, en que noté que todas las miradas estaban puestas en nosotros.

—Vaya... —dijo uno de los guitarristas, viéndonos sorprendido. 

—¿Qué? —preguntó Josh. 

—Jamás dejas que nadie te toque... —señaló el baterista. —, y ella acaba de hacerte una trenza. 

—¿Se me ve bien? —preguntó Josh, ignorando el comentario anterior. 

—Ajá —respondieron todos al unisono. 

Josh se giró hacia mí, sonriendo levemente. 

—¿Listo? —preguntó.

—Eh, sí, ya está —asentí, alzando mi pulgar. —. Te ves muy bien...

—¡Ya, chicos. Es hora! —avisó alguien desde el otro lado de la puerta. 

—Bueno, es momento de subir...

—Estaré apoyándote, Mimi —dijo Dana, abrazándome. 

—Muchas gracias —correspondí al gesto, cerrando mis ojos con fuerza.

Mi corazón no dejaba de latir con fuerza, galopando dentro de mi pecho. 

—¡Suerte! —canturreó, antes de alejarse, para unirse al resto del público. 

Tomé grandes bocanadas de aire, intentando tranquilizarme, pero mi cuerpo seguía temblando de pies a cabeza. Tan solo imaginarme subiendo y encontrarme con todas esas personas allí arriba, provocaba que quisiese correr lejos y volverme pequeñita para poder ocultarme. 

Josh se acercó a mí y se quedó a solas conmigo, mientras el resto de la banda subía.  

—Lo haremos bien, Mimi —murmuró, entrelazando sus dedos a los míos. —, y...

Se tomó su tiempo antes de soltar las siguientes palabras, las cuales calaron en mi interior. 

—Te ves muy hermosa... —susurró, viéndome a los ojos. —. Lucirás como un ángel allí arriba.

****

Holis, espero que les vaya gustando la novela. Y... Adivineeeeen quien es!! 

Pd: ¡El próximo capitulo lo va a narrar Leon!



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