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Capítulo 7: Nuevo comienzo, misma vida.

La diosa de Madelyn Cline es nuestra Meghan :)

— ¿Sigue viva?

— ¿Acaso no escuchas su corazón latiendo?

— Sí, pero aún no despierta. ¿No estará en una especie de coma o algo así?

— Supongo que es normal.

— ¿Supones?

Abro los ojos. Eleanor y River están sentados a los pies de la cama, discutiendo sobre mi condición. Ahora puedo respirar con normalidad, no me pesan los huesos, ya no me siento débil y mis hematomas desaparecieron por completo.

— ¡Despertaste! —exclama la castaña al verme incorporarme en la cama— ¿Quieres comer algo?

— ¿Qué pasó? —pregunto, confundida— La última cosa que recuerdo es que me quedaba sin aire. No podía respirar.

— Sí, las transfusiones suelen ser dolorosas —contesta haciendo una mueca— Depende de cuán poderosa sea la bruja que te dio sus poderes.

Y sí que fue dolorosa.

Primero sentí que todo el cuerpo me quemaba, ni siquiera podía seguir manteniéndome en pie. Las ráfagas de electricidad que había comenzado a aceptar, se convirtieron en el ardor más horrible que he sentido en mi vida. Literalmente sentía que me quemaba viva.

Luego, cuando creí que lo peor ya había pasado, sentí que tenía demasiado oxígeno en mis pulmones, tanto que me ahogaba y de un momento a otro, no tenía nada, seguía ahogándome y así me mantuve hasta que me quede inconsciente frente a ellos.

— No puedo creer que hayas bebido la sangre de Mendax —me dice River con una sonrisa divertida— Eres casi una de nosotros.

Eleanor le da una mirada asesina y yo hago lo mismo, pero con ella.

— ¡¿Lo que había en el vaso era sangre de Mendax?! —le pregunto, alterada y sintiendo que todo me sube de repente, y siento nauseas.

Recuerdo haber visto el vaso con el contenido oscuro, pero no pensé que era sangre, tal vez haya sido muy estúpido de mi parte no considerarlo.

— Era parte del ritual... —me dice con una sonrisa reparadora.

— Creo que voy a vomitar —paso una de mis manos por mi cuello, haciendo una mueca.

— Sí te lo decía, no lo hubieras hecho.

— ¡Claro que no! ¿A qué clase de psicópata le gusta beber sangre? —contesto molesta.

River se cruza de brazos, bajando las cejas. Eleanor aprieta los labios, incomoda.

— Lo siento —me disculpo con sinceridad.

Después de todo, ahora también formo parte de este loco mundo de lo sobrenatural. Tal vez no soy tan monstruosa como ellos, pero posiblemente no me falte mucho para llegar a ese punto.

— ¿Tienes hambre? —pregunta Eleanor, buscando salir de aquel momento incómodo.

Bueno, después de saber que bebí la sangre de un muerto, hambre es lo último que tengo.

River se levanta de la cama y estira sus brazos.

— Debes estar hambrienta —me dice— Estuviste inconsciente casi una semana.

Si no estaba completamente despierta antes, eso acaba de hacerlo y no solo eso, sino también que me alarme por completo.

— ¡¿Una semana?! —repito, incrédula.

— No —me corrige River con calma, elevando su dedo índice— Casi una semana.

Ay, Dios. Mi padre va a matarme por desaparecer una semana.

Eleanor sonríe forzadamente.

— Te-tengo que irme.

Me levanto de la cama y salgo de la habitación con Eleanor pisándome los talones.

— Pero no has comido nada... Necesitas alimentarte.

Tengo cosas más importantes que mi alimentación en estos momentos. Por ejemplo, ¿Qué diablos le voy a decir a mi padre?

"Perdón por desaparecer, pa. Estuve inconsciente porque acepté los poderes de una bruja poderosa y bueno, ahora soy bruja. Pase la semana en la casa de los vecinos de enfrente, ellos son vampiros. Déjame darme un baño y te cuento con más detalles."

Definitivamente tengo que inventar la mejor mentira del mundo.

— ¿Estás segura de que no quieres que prepare algo?

La pregunta de Eleanor hace que entorne los ojos, pero como está detrás de mí, no lo nota.

— Estoy muy segura, Eleanor —contesto entre-dientes.

— ¿Ya te vas? —suena decepcionada— Tengo tantos hechizos por enseñarte, sus historias y creadoras, obviamente. ¡Ay, estoy tan emocionada!

Volteo para verla. Ella sonríe, sin dudas demostrando lo que sus palabras afirman. Su expresión de niña ilusionada por un regalo de cumpleaños hace que mi corazón se encoja un poco, solo un poco, y evita la mande al diablo.

Siento que voy a morir de los nervios. Creo que el ser bruja es lo menos importante de mi vida ahora. Mi principal interés es ¿Con qué diablos voy a encontrarme cuándo atraviese la puerta de mi casa? Oh mejor dicho, ¿Cuántos autos de policías estarán frente a mi casa? ¿Salí en los noticieros? ¿Kristine vino a fingir ser una madre preocupada por su hija? ¿Mi padre llamó hasta al FBI?

Ay dios, él va a estar furioso.

Cuando abro la puerta principal puedo ver como el frente de mi casa está completamente vacío. Me sorprendo y preocupo (también decepciono) al encontrar mi casa como siempre. El auto de mi padre ni siquiera está estacionado fuera.

— Ni siquiera hemos discutido...

— Eleanor —le interrumpo. Ya me está sacando de quicio— Lo hablamos después.

Parpadea sorprendida.

— Está bien.

No le permito volver a recargar sus energías de insistencia y salgo de la casa. Cruzo la calle sintiendo asco por pisar el asfalto descalza. ¿Dónde diablos dejé mi celular? Meto la mano en uno de las masetas que está cerca de la puerta principal para sacar la llave de repuesto, porque no sé dónde dejé la mía.

Al adentrarme a la casa, llamo a mi padre, más preocupada que extrañada. Son las siete de la tarde. ¿Qué hace mi padre afuera a esta ahora? Normalmente ya está cenando o mirando televisión.

— ¿Papá?

Apenas contesta espero por sus gritos, maldiciones y advertencias de castigo.

Hola hija, ¿Cómo va todo?

No hay gritos, ni preocupación, ni maldiciones Suena calmado tanto que me desconcierta. ¿Marqué bien?

— Acabo de llegar a casa —contesto extrañada— Yo... puedo explicarlo. Verás...

Está bien. No hay nada qué explicar.

¿Realmente estoy hablando con mi padre?

Me quedo en silencio, esperando que me diga que está bromeando y que estoy castigada de por vida, pero ese momento nunca llega. Al contrario, él dice algo que me impacta.

No quiero que sientas que debes disculparte por querer pasar tiempo con tu madre —frunzo el ceño— Nunca voy a impedirte verla. Al contrario, me alegró que decidieras ir a pasar unos días con ella.

¿Ir con mi madre unos días?

Me hubiera gustado que llamaras más y no solo enviaras un mensaje para reportarte, pero bueno.

Bien, claramente no fui yo y ya que jamás me iría a pasar unos días con mi madre, pero es bueno que mi padre no sepa eso y crea que mi resentimiento hacía mi progenitora acabó.

¿Meg? —dice al ver que no respondo— ¿Sigues ahí?

— Sí, yo... —trago duramente— Lamento no haber llamado.

Está bien. Tema superado —escucho que otra voz le habla— Meg, tengo que colgar. Todo es un desastre con el partido de esta noche, ¿hablamos en casa?

¡El partido de esta noche! Ay por Dios. Holly va a asesinarme.

Tengo que prepararme en este momento. Es imposible que mi controladora mejor amiga me perdone por faltar en un día tan importante para ella y todos los estudiantes. Estuvimos practicando durante semanas, tanto que se me la coreografía hasta al revés.

— Sí... claro. Nos vemos más tarde.

En cuánto la llamada finaliza me apresuro a subir las escaleras e ir a mi habitación.

Necesito bañarme, secar mi cabello, posiblemente alisarlo un poco o hacerme algunos bucles al final de mi coleta. ¿Dónde diablos dejé mi listón? Oh, ¿Y mis medias?

¡Maldición! Tengo que ser más organizada antes de aceptar poderes y quedar inconsciente casi una semana.

Me estiro para abrir la puerta de mi habitación y me quedo paralizada sosteniendo el pomo. Mi brazo, antes descubierto porque llevaba una camiseta de mangas cortas, ahora está cubierto por una manga negra. No solo un brazo, ambos y de hecho, ya no tengo puesto mi pijama.

Miro mi vestimenta, incrédula.

Abro la puerta y lo primero que hago es pararme frente al espejo para examinar mi ropa, mi rostro, cabello y básicamente toda mi persona. Llevo una remera negra de mangas largas con una franja amarilla en forma de V, las iniciales de la escuela están estampadas en el centro del pecho del color que la franja. Debajo tengo una falda pantalón que me llega hasta los muslos, tiene una pequeña apertura en una de mis piernas y la franja amarilla también rodea los extremos de esta.

— ¿Qué diablos?

Estoy vistiendo el uniforme de las porritas. El cual hace dos segundos no tenía puesto. Mi cabello está atado en una prolija coleta y mi rostro maquillado.

Sí, sé que ya soy bruja, pero no sabía que podía hacer cosas... así, de la nada.

Bien. Supongo que esto va a ser mi nueva normalidad, pero sigue dándome escalofríos.

Vuelvo al primer piso, pensando en llamar a alguna de mis amigas para que venga a buscarme, pero me sobresalto al ver las luces del primer piso apagadas.

Me detengo en los últimos escalones, sintiendo que la piel se me eriza.

Las luces de afuera traspasan las cortinas blancas, dándome un poco de visibilidad de la sala, no demasiada, pero sí la suficiente para divisar una figura negra parada en medio de la sala. Es una figura humanoide y alta, bastante.

Miro a mi alrededor, buscando algo que pueda golpearlo si intenta atacarme, pero no hay nada. Al menos nada que pueda tomar sin hacer ruido y alertar a mi intruso.

La puerta principal es mi nuevo objetivo. ¿Qué tan rápido puedo correr hasta ella? El intruso está más cerca de la puerta principal, así que puede atraparme.

Esperen un momento... ¿Dónde diablos está? Mire dos segundos la puerta y ahora desapareció. Cuando estoy a punto de salir corriendo, siento la presencia de alguien a mi lado y un frio aliento susurra en mi oído:

— ¿Asustada?

La conocida voz me hace pasar del miedo al enojo en un segundo.

— ¡Idiota!

Camino hasta el interruptor más cercano y enciendo las luces del pasillo, justo donde estamos. Vincent me observa desde las escaleras con una sonrisa divertida, muy distinto a mí, que lo miro con enojo y estoy sintiendo ganas de aniquilarlo.

— Eres muy fácil de asustar, ¿Te lo han dicho? —me dice bajando los escalones restantes.

— Y tú eres idiota, ¿te lo han dicho?

No soy una persona paciente y estoy sintiendo que los Lowell van a estrujarme hasta que no me quede nada.

— En realidad, no. Normalmente las mujeres me describen de otra forma y una más positiva.

Entorno los ojos y enciendo las luces otra vez.

— ¿Qué estás haciendo aquí de todas formas? —entrecierro los ojos.

— Vine a llevarte —mete la mano en su bolsillo y las saca haciendo bailar unas llaves entre sus dedos— Al juego —agrega con tono obvio al ver mi confusión.

Reconozco mi llavero de mariquita.

— ¿Qué haces con mis llaves? ¿Dónde está mi auto? —le pregunto quitándoselas.

— Estaba guardado en el garaje de nuestra casa —vuelve a meter la mano en el bolsillo de sus jeans, está vez saca un celular— Tu padre no creería que fuiste a visitar a tu madre sin tu auto.

Me mira cómo si mi pregunta fuera la más estúpida del mundo, al mismo tiempo me enseña mi celular. Me apresuro a tomarlo para mirar mis mensajes y notificaciones. Él aprovecha esto para quitarme las llaves del auto.

— Yo conduzco —me dice alejándose.

— ¡Hey! —me quejo.

— Tienes que ponerte al día con tu vida.

Bueno, no está tan equivocado.

En cuanto subimos al auto, Vincent comienza a conducir en silencio mientras yo leo las conversaciones. En efecto, fue él quien le dijo a mi padre que iría a Oregón y todos los días le enviaba un mensaje "reportándome". No decía mucho, pero sí lo suficiente para que mi papá pensara que estoy bien y no se pusiera en contacto con mi madre para buscarme.

— Le escribiste a mi madre —no es una pregunta, es una afirmación y una molesta.

"Mamá, tengo exámenes importantes y estoy lidiando con algunas cosas. Te llamo cuando me desocupe."

— No te preocupes. Fui distante y frio, ni una muestra de cariño —contesta sin quitar la mirada de enfrente, pero sonriendo de forma burlona. Le doy una mala mirada— Solo lo hice para que tu madre no le volviera a decir a tu padre que la llamaras. Eso nos metería en problemas.

Relajo mi semblante. Tiene razón.

Sigo bajando las conversaciones.

— ¿Hablaste con mis amigas? —elevo las cejas.

— Bueno, insistían en saber cómo estabas —se encoje de hombros— Oh y tu novio también.

— ¿Mi novio? —comienzo a buscar entre mis conversaciones a quién se refiere. Veo los chats con Blake, pero no respondió ninguno de sus mensajes— Oh, Blake no es mi novio —suelto una risa nerviosa.

— ¿Por qué?

Bloqueo mi celular y me giro para mirarlo.

— ¿Por qué, qué?

— ¿Por qué no es tu novio? —lo pregunta tan natural— Es decir, claramente él te gusta. Lo tienes agendado con un corazón.

Finjo estar indignada por su suposición y sintiéndome una completa idiota por agendarlo con un corazón.

Bueno, en mi defensa lo tengo agendado de esa forma desde que lo conozco y claramente lo dejé de esa forma porque nunca esperé quedar inconsciente una semana y tener a un vampiro haciéndose cargo de mi vida.

¿Cómo dicen? Ah, sí, siempre espera lo inesperado.

— Él no me gusta. Blake es como... mi mejor amigo —miento con rapidez.

Ni siquiera le dije a Brid, mi mejor amiga en todo el mundo, que estoy enamorada de su hermano. No voy a confesárselo a Vincent.

— Te creo —dice luego de unos tormentosos instantes en silencio— No tienes que ponerte nerviosa.

— No estoy nerviosa —contesto con un tono cortante.

Que Vincent pueda escuchar los latidos de mi corazón hace que mi misión de negar rotundamente que estoy enamorada de Blake sea frustrante.

El resto del camino estamos en silencio mientras reviso las conversaciones con mis amigas. Por privado no habló casi nada con ellas ya que usualmente hablamos por el grupo que tenemos las tres. No hay nada fuera de lo común hasta que... 

Holly: River es muy apuesto 😍😍😍

Brid: Es lindo 🤷🏻‍♀️

Yo: Vincent me parece más atractivo.

Holly: Los tres parecen sacados de una revista, incluso Eleanor. Aunque parece algo odiosa...

Brid: Para mí se ve agradable 🤷🏻‍♀️

Holly: Meg, ¿Cuándo vuelves?

Holly: 😭😭😭😭😭

— ¿Por qué les dijiste a mis amigas que me pareces atractivo? —le pregunto escondiendo una sonrisa.

— Porque lo soy —contesta y me mira de reojo, también escondiendo una sonrisa— ¿Acaso no estás de acuerdo?

Obvia que estoy de acuerdo con lo que dice. Solo un ciego podría negar que Vincent es un adonis. Tiene facciones de modelo y unos ojos almendrados que no importa cómo te miren, sientes que está viendo tú alma con tanta intensidad. Es alto, demasiado, con mi metro sesenta me saca una cabeza. Debe medir alrededor de uno noventa. No lo sé con exactitud, pero por ahí debe andar.

Aunque percibo que no solo es una cara bonita, siento que oculta mucho más. Detrás de su sonrisa blanca y egocentrismo, hay un pasado oscuro del que no quiere hablar.

— Estoy de acuerdo en que eres un egocéntrico —decido poner fin a ese tema y no alimentar su ego respondiendo de forma afirmativa.

No hablamos más en lo que resta de camino, cuando llegamos en el estacionamiento de la escuela podemos ver que hay varios autos estacionados y varias personas caminando por hacía el establecimiento.

Al encontrar un lugar vacío, se estaciona ahí. Veo que dos personas van pasado justo frente a nosotros y logro reconocer a Blake y Brid. Vincent apaga el auto y las luces hacen lo mismo, permitiendo que mis amigos puedan vernos. Ellos miran por reflejo, pero vuelven a girar al ver que se trata de mí.

Bueno, no están viéndome a mí, sino a Vincent. Baja del auto y me apresuro a bajar detrás de él, por miedo a que haga algo estúpido, pero solo los saluda y sigue caminando. Mis amigos le responden el saludo extrañados.

— Tengo mucho que contarte... —le digo a Brid apenas la tengo enfrente.

— Sí y tienes que hacerlo ahora —me dice con una sonrisa pícara.

Miro a Blake y casi se me corta la respiración. Está llevando una camiseta blanca y unos vaqueros negros, nada del otro mundo, pero sus leves rizos salvajes y sus hoyuelos cuando me sonríe, hacen que para mí sea de un ser de otra galaxia.

— Hola extraña —me saluda con una pequeña sonrisa y ojos alegres. Me abstengo de soltar un suspiro— Gracias por despedirte, por cierto.

Quiero responderle, más sonriente que nunca, pero apenas abro la boca Brid habla por mí.

— Blake, Jaime te está esperando dentro —le dice Brid, impaciente— La desconocida y yo debemos hablar.

Blake se despide de nosotras por el momento y se adentra a la escuela. Intento que mi sonrisa no flaquee ante Brid. De verdad extrañé a su hermano y me hubiera gustado poder hablar un poco más con él.

— ¿Así que desapareces y vienes con Vincent Lowell? —entrelaza nuestros brazos y caminamos hacía la escuela una vez que Blake está lo suficientemente lejos— No puedo creerlo.

Allí coincidimos con los Parker. Holly y sus padres vienen caminando charlando sobre algo cuando mi amiga se da cuenta de que estamos a unos pasos. Se despide de sus padres rápidamente y casi viene corriendo hasta nosotras.

— ¡Tú! —me dice prendiéndose por mi otro brazos— ¿Por qué desapareces así? —me pregunta casi ofendida.

Me detengo obligándolas a hacer lo mismo. Ellas se quedan viéndome en silencio, esperando una respuesta. Las personas a nuestro alrededor charlan y algunos chillan emocionados sobre el juego, llevando sus carteles de aliento a algunos jugadores. No hay manera de que pueda contárseles mi secreto aquí.

Les hago una seña para que me sigan al baño de mujeres y así lo hacen, preguntándose por qué tanto misterio, pero no respondo. Una vez que estamos dentro me aseguro de que no haya nadie más con nosotras, mirando debajo de las puertas de los cubículos.

— ¿Qué pasa contigo?

Holly se recuesta contra el lavamanos, riendo un poco por mi paranoia.

— Nadie más puede saberlo —digo una vez que me aseguro de que estamos solas— Es un gran secreto.

Brid frunce el ceño.

— Ahora estás asustándome —dice— ¿Tiene que ver con Vincent Lowell?

— No —contesto rápidamente y luego me arrepiento— Bueno, sí —me corrijo.

La diversión de Holly es reemplazada por la confusión.

— ¿Qué tiene que ver Vincent Lowell en todo esto?

— Vino con él —le dice Brid con una sonrisa pícara.

— ¡¿Viniste con él?! —Holly se gira a mí con la misma sonrisa que mi amiga y un tono de incredulidad.

Abro la boca y luego la vuelvo a cerrar. Ellas ahora sonríen extrañadas por mi comportamiento. Repito el proceso como tres veces antes de decir:

— No van a creerme. Es una locura.

Holly entorna los ojos y Brid ladea la cabeza.

— Solo suéltalo —me dice Holly— No juzgamos.

Ahora soy yo quién ladea la cabeza. Holly es bastante juzgona.

— Bueno, no tanto —se corrige de mala gana— Ya. ¡Cuéntanos todo!

— Yo... —nada sale de mi boca— Yo...

Frunzo el ceño. Es como si no pudiera hablar.

— Yo...

Vuelvo a intentarlo, pero otra vez me quedo sin voz. ¿Qué diablos?

— No quiero apresurarte, pero tenemos que animar un partido —vuelve a hablar Holly— Además eres nuestra amiga. Solo suéltalo. Si mataste a alguien, te ayudamos a enterrar el cuerpo después.

— Espera un segundo... —dice Brid, pensativa—... dijiste que tiene que ver con Vincent, ¿No?

Asiento con la cabeza, intentando decir la palabra "soy una bruja", pero no obtengo resultados.

— ¿Dormiste con él?

Aunque la sonrisa de Brid me indica que obviamente está bromeando, algo dentro de mí me impide reírme.

— ¡¿Dormiste con Vincent Lowell?! —Holly casi lo grita.

Cuando estoy a punto de negarlo, una cuarta voz me interrumpe.

— Ay, qué suertuda eres Meg.

Una de las chicas del equipo acaba de entrar en el momento más inoportuno del mundo. Al menos agradezco que haya escuchado eso y no la nueva abominación en la que me convertí.

— Vincent es el sueño de todas aquí —me dice con una sonrisa falsa que puedes detectar a kilómetros de distancia.

— No dormí con Vincent, Stacy —le aclaro más a ella que a mis amigas. Conozco su historial con los chismes,

Ladea la cabeza.

— En el fondo lo sabía —confiesa— Vincent no le presta atención a nadie, no creí que fueras a ser la excepción.

¿Ella acaba de decir lo que creo que dijo?

— Como sea. Vine a buscarlas porque las necesitamos en el campo —nos dice poniéndose seria.

— Ya vamos, Stass —le contesta Holly con una sonrisa forzada— ¿Ahora nos unos segundos de privacidad, sí?

Stacy entrecierra los ojos. Molesta por no poder ser partícipe de esta conversación.

— ¡Cinco minutos, señoritas! —exclama antes de irse.

Brid se ríe.

— Estúpida —murmura por Stacy— Ahora, dinos que tienes —se dirige a mí.

Bueno, por alguna razón no puedo pronunciar la palabra bruja y asumo que los Lowell tienen que ver con eso. Así que decido mentir con lo primero que se me viene a la cabeza para cubrir este incomodo momento donde la palabra que quiero decir no me sale.

— Yo... besé a Vincent Lowell.

Sí, probablemente pude haber llenado ese espacio vacío con un "Yo... estoy muy agradecida de tenerlas en mi vida" o algo así, pero no tendría sentid porque mencioné que era un secreto sagrado y el que las ame no es ningún secreto. Así que decidí mentir con algo que tiene medianamente sentido porque hace solo unos minutos Brid me vio en el auto con Vincent.

Mis amigas se ven sorprendidas, pero también decepcionadas. Ellas también esperaban algo más.

— Es atractivo —dice Brid— ¡Quiero detalles! ¿Fue antes de que te trajera?

Abro la boca para responder, pero Holly se me adelanta.

— Créeme que también quiero los detalles del beso con sexy chico nuevo —concuerda Holly, tomándonos de las manos— Pero tenemos un partido que animar, así que...

Sin decir nada más, salimos del baño y corremos hasta el campo donde las gradas están llenas de personas, levantando banderas del color de nuestro equipo y nuestras compañeras nos esperan aun lado de la entrada para hacer nuestra coreografía.

(...)

Nuestro equipo obviamente ganó y nos tocó festejar en el campo. Nos unimos a los jugadores con silbatos, algunos con cañones de confeti y cantamos a coro el mantra del equipo con la compañía de la banda de la escuela que toca a ritmo de nuestras voces.

Después de quince minutos de festejo, los espectadores comenzaron a abandonar la cancha y mis pies ya me dolían de tanto saltar, así que los dejé que siguieran festejando. Brid estaba bailando al ritmo de la música y Holly estaba con Brandon cantando a gritos. Sonreí antes de alejarme de aquel circulo de aproximadamente cuarenta personas.

Cuando estoy pasando junto a las gradas, Jaime baja de un salto sorprendiéndome.

— ¡Meghan Holloway! —exclama al verme frente a él— Por poco no te reconozco.

Jaime Davis fue un rompe corazones en preparatoria y Brid solía babear por él, mientras yo me moría por tener la atención de su hermano en silencio. Actualmente mi amiga superó su crush hacía Jaime, pero mi flechazo con Blake sigue intacto.

— ¿Cómo va la universidad, Jaime? —está estudiando medicina justo como lo hizo su padre y lo mismo va a estudiar Brandon cuando nos graduemos. Es como una tradición.

No he visto a Jaime en casi dos años. Viene solo para las fiestas y se queda un día o dos, casi nunca coincidimos en ningún lugar a pesar de que el pueblo es pequeño. Antes éramos muy cercanos porque nuestras madres eran amigas y siempre cenábamos en su casa o en la mía.

Noto que detrás viene Blake y centro mi mirada en él durante unos segundos hasta volver a mirar a Jaime.

— Todo va genial. Ya sabes, uno hace lo que puede —se da cuenta de que estaba viendo a Blake— ¿Cómo te va en la escuela? ¿Sigues teniendo problemas con los números?

Me río. Blake y Jaime siempre solían hacerme la tarea de matemáticas. Recuerdo que hacían el mismo ejercicio para ver quién lo terminaba primero y cómo debatían si el resultado que tenían era diferente.

Brid, Holly, Brandon y yo nos divertíamos escuchándolos debatir. Incluso apostábamos por quién tenía razón.

— Los números y yo jamás seremos amigos —contesto encogiéndome de hombros haciéndolo reír.

— ¿De qué hablamos? —pregunta Blake cuando se acerca a nosotros.

— Solo me pongo al día con Meghan —le dice Jaime sin dejar de sonreír— Han pasado años —eleva las cejas unos segundos— Dime, ¿Sigues bailando?

Esa pregunta hace que mi sonrisa desaparezca y definitivamente mata la conversación.

Bailo desde pequeña y siempre me gustó hacerlo. Poder expresar sentimientos y contar historias con el cuerpo me parece algo mágico. Disfrutaba mucho estar en la pista de baile y dejarme ir. Pero lo que más amaba de la danza era que a mi madre le apasionaba, le llenaba el corazón verme bajo los reflectores, haciendo lo que ella tanto extrañaba.

Cuando mamá se fue de nuestras vidas sin despedirse, ni dar explicaciones quise herirla tanto como ella a mí, así que deje de bailar. Aquello sorprendió a mis amigas, a Blake y a mi padre, pero más que nada a ella.

Esa fue la primera vez que me llamó desde que se fue.

— Debemos irnos, Jai... —le dice Blake en un intento de salvarme de esto.

Blake conoce la historia y sabe que no es mi tema favorito.

A lo lejos veo a Vincent, Eleanor y River caminar hacía la salida. Tengo que hablar con ellos.

— No, ya no bailo, Jaime —contesto volviendo a poner una sonrisa en mi rostro, aunque apagada y forzada— También tengo que irme —noto que Blake se da cuenta de que vi a los Lowell porque los mira— Fue un gusto volver a verte Jaime. Nos vemos, Blake.

No espero por una respuesta. Jaime es tan conversador que se las arreglaría para retenerme unos minutos más y cómo seguramente nuestro tema de conversación iba a ser sobre porqué deje la danza, así que es mejor irme.

Soy lo suficientemente rápida para alcanzar a los hermanos que hicieron que mi mundo se ponga de cabeza. River sostiene un paquete de palomitas, Vincent me observa divertido y Eleanor completamente encantada.

— Necesito...

Eleanor me interrumpe.

— ¡Pero qué bonita! —me dice enrollando mi coleta en uno de sus dedos.

— Gracias —sonrío un poco— Yo...

— ¿Quieres? —River me ofrece de sus palomitas.

— No, gracias —él se encoje de hombros y sigue comiendo— Escuchen, algo extraño pasó y creo que ustedes pueden saber por qué.

Los tres me observan intrigados. Me dirijo a Vincent y le digo:

— Dije que nos besamos —le confieso con algo de vergüenza.

Eleanor sonríe enigmáticamente y River comienza a reír, Vincent por su lado parece más confundido que divertido. Su expresión de hace unos segundos se borró por completo.

— ¿Por qué hiciste eso? —me pregunta.

— Porque quise... —miro alrededor. Las personas caminan hacía la salida sin prestarnos atención, pero aun así decido bajar la voz—... quise contarles a mis amigas que soy bruja y no pude por alguna extraña razón. Decir que nos besamos fue la primera mentira que se me ocurrió.

Vincent ahora se ríe.

— Solo admite que quieres besarme, Meghan.

Sí, justo lo que creí que pasaría. Mi mentira alimentó su ego.

— Cállate —entrecierro los ojos— ¿Por qué no pude decir eso en voz alta? —le pregunto a Eleanor que parece tener la respuesta en los labios, pero se divierte viéndome pelear con su hermano.

— Es un hechizo de reserva —me explica sin borrar su sonrisa— Mendax debió hechizarte antes de morir o quizás estando muerta, cuando aún tenía sus poderes. Básicamente lo hizo para que no le cuentes a nadie que eres bruja.

Oh, genial. ¿Ella puede darme estos increíbles poderes de la noche a la mañana, pero yo no puedo desahogarme con nadie "normal" sobre ellos? Qué considerada.

— ¿Y sabes cómo quitarlo? —frunzo las cejas.

— Primera lección; hay hechizos que pueden revertirse y otros que no —toma unas palomitas— Por suerte para ti el hechizo de reserva sí puede revertirse.

Sonrío aliviada, pero Eleanor niega con la cabeza mientras mastica las palomitas.

— No voy a ayudarte a revertirlo, aún —eleva una ceja— No puedes confiarle tu secreto a cualquier persona, Meghan. Es peligroso.

— No estamos hablando de cualquier persona; son mis amigas. Mis mejores amigas —recalco algo molesta.

Eleanor se encoje de hombros haciendo una mueca.

— Lo siento, Meg. Todavía no es el momento de contarles.

Cuando estoy a punto de protestar, escucho la voz de Holly llamándome.

Miro sobre el hombro de Eleanor, mi amiga viene sonriendo y sosteniendo una botella de agua.

— Ya vuelvo.

Le doy una última mala mirada a mi institutriz mágica antes de ir hasta donde Holly.

— Fue un buen partido —me dice con la respiración agitada. Puedo ver que está un poco transpirada— ¿Vas a venir a la fiesta de Brandon, no? —abre la botella y bebe un trago de agua.

— ¿Fiesta de Brandon...?

— Sí, la fiesta —vuelve a tapar la botella y me observa con el ceño fruncido, pero no deja de sonreír divertida— ¿Acaso no leíste nuestros mensajes en el grupo?

¡Los mensajes, cierto! Leí muy poco de todo porque no creí que hablaran de algo importante.

— Claro. La fiesta —chasqueo los dedos— Lo olvidé.

— Puedes invitar a tus amigos nuevos —mira sobre mis hombros y sonríe maliciosamente— O si quieres solo a tu Vincent...

— No es Vincent —le doy una mala mirada, irritada porque levanto bastante la voz, pero no lo suficiente para que alguien más escuche— Además no creo que quieran venir. Son algo antisociales y raros. .

¿Qué si son antisociales? No tengo idea, pero he visto suficientes películas sobre vampiros para saber que no es buena idea llevar llevarlos a una fiesta donde van a haber adolescentes ebrios e indefensos. No quiero que mis amigos sean su cena.

Holly mira sobre mi hombro con una sonrisa maliciosa.

— ¿Sabes qué? Voy a invitarlos.

— ¡No! Holly...

Pero ella ni siquiera se detiene a escucharme. Camina hasta los Lowell quienes ya anticipaban su entrada. Inhalo apretando los labios y espero que rechacen cordialmente su invitación, pero por los aplausos de Holly y su sonrisita sé que ocurrió lo contrario.

La caravana de festejo viene por los pasillos y Holly se une a su novio cuando pasa con el equipo. Llevan el trofeo en manos y más chillidos los persiguen.

Vuelvo con los Lowell esperando poder persuadirlos de no asistir, pero River es el primero en emboscarme.

— ¿Antisociales y raros? —se ve dolido, pero suena divertido.

— ¿Estaban escuchando? —siento que mis mejillas se calientan.

— Claro que sí —contesta River con obviedad.

O sea que Vincent escuchó lo que dijo Holly. Bien, no sé con quién debo molestarme; con Holly por bromear así, ellos y su maldita audición vampírica o conmigo por mentirles a mis amigas.

— ¿Por qué no quieres que vayamos? —me pregunta Eleanor haciendo una mueca— Creí que éramos super amigos...

En realidad apenas los conozco, pero me voy a guardar esto.

— No es que no quiera que vayan... —les explico— Sucede que... —suspiro— No quiero que se alimenten de mis amigos.

Ellos intercambian miradas.

— Sé que no pueden evitarlo, es parte de su naturaleza, pero ellos son mis amigos...

— Meghan, cariño, eso nos pasaba hace doscientos años, tal vez más —me dice Eleanor con una sonrisa— Podemos controlarnos.

— Además no nos alimentamos de cualquier ser humano andante. Por favor, tenemos clase —espeta River, frunciendo las cejas.

— Usualmente pedimos un préstamo del banco de sangre o les hacemos una visita a los donadores... —me explica Vincent.

Abro la boca, indignada.

— ¡Mi papá y yo somos donadores!

— Pues qué pena.

Antes de que diga algo, Eleanor hace bailar mis llaves en sus manos.

— ¡Yo conduzco!

River le sigue sin decir nada más y Vincent me da una mirada divertida ante mi mirada asesina.

— Si te hace sentir más segura, no me alimento de brujas.

— Más te vale.

— Pero sobre tu padre...

Golpeo su brazo, pero solo logro hacerlo reír. 

Sigan deslizando. Doble actualización!!

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