Capítulo 5: Eleanor y las brujas.
Hola!! Nuevo capítulo y estrenamos tráiler! Espero que les guste. Amé el resultado :) desde ya gracias por verlo!!
Sexto día
— ¿Así que Brandon y tú...?
Holly no responde la pregunta de Brid. Sus mejillas rojas contestan por ella.
— ¡No puedo creerlo! —exclamo cubriendo mi boca con la mano.
Nos reímos y chillamos como niñas durante unos segundos. Luego, con las mejillas menos enrojecidas, Holly nos cuenta cómo fue su primera vez con lujo de detalles hasta que escuchamos como una puerta se cierra con fuerza.
— Pero... ¿Qué estás haciendo? —mi padre suena cansado, fastidiado.
— ¡Lo que te dije que haría si no hacías algo por esta familia! —le contesta gritando— ¡Me voy!
— ¡¿Pero qué diablos quieres que haga?! No... Déjame expresarme mejor, ¡¿Qué más quieres que haga por esta familia?!
Mi sonrisa se desvanece y bajo la mirada, evitando ver a mis amigas. No estoy sorprendida por la pelea, han estado ocurriendo mucho estos últimos días, me siento avergonzada de que ellas estén escuchando esto.
— ¡Desde el momento que nos casamos he hecho todo lo que has querido, te di todo, estuve a tu lado desde el día uno! ¡Éramos un equipo! ¿Qué más quieres que haga, Kristine? ¡Estoy cansado de darlo todo y que nunca sea suficiente para ti!
El dolor de las palabras de mi padre me destruye y mis ojos comienzan a humedecerse, el calor de mis mejillas cada vez se siente menos.
— ¡Pues tal vez ese sea el problema! ¡Tú! ¡Esto! ¡No es suficiente para mí! ¡Ya no quiero esto, Richard!
— Pero... ¿A dónde iras?
— Lejos. No lo sé. Necesito despejarme.
— ¿Y cuándo vas a volver?
El silencio de la respuesta de mamá me indica una cosa: no volverá.
— ¿Qué vamos a decirle a Meghan?
— Ella va a entenderlo.
Mi madre hablo en voz baja, pero el silencio que reinaba en la casa gracias a su discusión, lo hizo sonar fuerte y claro.
Lo siguiente que escuchamos fueron sus pasos, después los de mi padre siguiéndole por la casa y finalmente la puerta principal cerrándose.
Me atrevo a elevar la mirada, mis amigas se observan sin saber que decir. Miro por la ventana, el auto de mi madre arranca y mi padre se queda parado en la acera, viendo sin poder creer que su esposa acaba de dejarlo.
Abro los ojos encontrándome en mi habitación, los rayos del sol se reflejan en las paredes de mi habitación y puedo escuchar a los pájaros cantar fuera.
Donde hace unas horas se encontraba Eleanor, ahora su hermano lo reemplaza. Vincent me observa con detenimiento mientras recobro la consciencia de un sueño de lo más horrible.
— ¿Ya morí? —pregunto cerrando los ojos.
— Escucho tu corazón latiendo, así que no. Débil, pero está ahí.
— ¿Y por qué estás aquí?
Vincent se ríe por alguna razón que no comprendo, pero tampoco me molesto en indagar. Cuando abro los ojos está sonriéndome de oreja a oreja como si acabara de contarle un chiste muy bueno.
— Porque no contestabas mis mensajes. Creí que habías muerto —se encoje de hombros.
— Apuesto que no falta mucho para ello.
Intento reír, pero solo logro hacer una mueca. Mi cuerpo ya no me duele, solo estoy cansada. Demasiado.
— ¿Qué estabas soñando?
Inhalo con la boca abierta.
— Tu pulso se aceleró mientras dormías.
Uno de mis últimos sueños, posiblemente el último antes de morir por no aceptar unos estúpidos poderes que no quiero, es el doloroso recuerdo de aquella tarde de verano.
— Recordé la tarde que mis padres... se separaron. Fue... hace un año.
— ¿Tu madre vive aquí en Seattle? —me pregunta.
— Se mudó a Oregón.
Su ceño se frunce muy levemente, pero puedo detectarlo, aunque su expresión pensativa dura unos segundos porque relaja el semblante tan pronto como nota que tiene mi atención.
— ¿La extrañas?
— Al principio, sí, pero luego entendí que no debo extrañar a alguien que no me quiere en su nueva vida.
Mi tono distante me lastima a mí misma por dentro. Como si raspara con una lija mis órganos. La sensación hace que mi piel se erice, me abrazo para evitar que Vincent se dé cuenta y al hacerlo hago una mueca de dolor por tener que rozar mis hematomas.
— ¿Su nueva vida? —pregunta desinteresado.
— Ella tiene una nueva vida en Oregón. Apuesto que desde antes de dejarnos —le explico intentando no ahogarme con mi propia respiración— Tiene un nuevo trabajo, una nueva cada, un novio, incluso un perro. Un... maldito perro, ¿Puedes creerlo? Nos reemplazó completamente.
Vincent chasquea la lengua.
— Los animales son más agradables que tú, pero dudo que te haya reemplazado con un perro.
Aprieto mis labios.
— Te burlas de mí.
— Lo digo en serio —frunce las cejas, dándole crédito a sus palabras— Sigues siendo su hija, no importa cuán adorables sean los perros, nada cambia eso.
Las palabras a favor de mi madre hacen que me enfurezca.
— No la conoces.
— Tienes razón. No la conozco, pero...
Decido que es suficiente.
— No quiero pasar mi posiblemente último día de vida hablando de mi madre, Vincent.
Él se incorpora, despejando su espalda del sofá junto a mi cama y se inclina para verme más de cerca. Apoya los codos sobre sus muslos, arqueando una ceja.
— ¿Quieres morir, Meghan?
Me mira directamente a los ojos, como si intentara ver mi alma. Sus ojos almendrados se ven más oscuros, más sombríos y sobre todo, mucho más serios.
¿Qué si quiero morir? Claro que no quiero hacerlo. Me parece injusto tener que estar pasando por esto solo porque una anciana decrepita decidió pasarme sus poderes. Los cuales no quiero bajo ninguna circunstancia. No seré un mounstro y no me alejaré de mis seres queridos para aprender a "controlarlos", pero tampoco deseo vivir y seguir en Belmont donde puedo hacerles daño por no irme con los Lowell.
Los labios de Vincent se entre abren un poco, mientras esperan por mi respuesta, y son capturados por mis ojos, inevitablemente los míos copian su gesto, pero los cierro al instante, apretándolos con fuerza.
— ¿Hay alguna forma de dejar de ser bruja que no sea convertirme en vampiro? —pregunto volviendo a concentrarme en sus ojos.
— No, no lo creo —contesta algo extrañado.
— Entonces creo que no tengo elección.
Intento incorporarme en la cama, pero mis manos y brazos no cooperan para levantar mi cuerpo que se siente más pesado de lo normal. Vincent se aproxima, ayudándome en silencio. Sus manos grandes y fuertes, pero también algo frías me levantan con facilidad, sin sujetarme demasiado fuerte pero logrando su cometido.
Mi piel se eriza al sentir sus manos sobre mi cuerpo y eso me sorprende. Al fin siento algo más que dolor e incertidumbre.
Me ayuda a sentarme en la cama y acomoda las almohadas, lo cual agradezco en silencio.
— No es mi intención sonar como un anciano, pero aún tienes mucho por vivir —me dice una vez que vuelve a su asiento.
Un dolor punzante me hace cerrar los ojos. Durante estos días pude sentir como los hematomas se extienden por mis brazos, lenta y dolorosamente. La gripe cesó, el dolor corporal aumentó y con ello el cansancio.
— ¿Cuántos años tienes? —Le pregunto cuando me recupero de aquella oleada de dolor.
— Trescientos noventa y dos.
Asiento elevando las cejas. Estoy casi invalida en mi cama por no aceptar los poderes de una bruja y hablando con un vampiro de casi cuatrocientos años. ¿Cómo se supone que debo reaccionar ante eso? Las series que vemos en televisión no te preparan lo suficiente para este momento.
— ¿Por qué estás aquí? —pregunto dejando de lado mi sarcasmo interno con las desgracias de mi vida. De verdad siento curiosidad al respecto.
— Otro de mis hobbies es hacer compañía a brujas moribundas.
— Además de secuestrar personas mientras duermen.
— Tengo gustos peculiares.
Ladeo la cabeza, exigiendo una respuesta en silencio.
— Eleanor me envió para convencerte de que aceptes los poderes —me explica.
Sonrío como puedo y siento mi pecho levantarse un poco en un intento de risa que es más un suspiro. Vincent asiente con la cabeza repetidas veces.
— Lo sé, lo sé.
— Sin ofender pero, ¿Por qué cree que puedes convencerme?
La diversión del rostro de Vincent lo abandona poco a poco, dejando escasos rastros que duran segundos. La confusión se apodera de él, escaneando todo mi rostro mientras parece acomodar los pensamientos que rondan su mente.
— Soy muy persuasivo —contesta poniéndole fin a la espera y de alguna forma atenuando algo extraño dentro de mí.
Decido ignorar lo último.
— Hablando en serio —se endereza, llevando una mano a su mentón— ¿Por qué Eleanor está tan interesada en que acepte esos poderes?
Vuelve a recostarse en el sillón, frunce sus labios para no sonreír.
— Eso es confidencial.
Abro la boca, fingiendo indignación.
— Vamos, apiádate de esta desahuciada —le ruego parpadeando repetidas veces, intentando verme coqueta aunque debo parecer un cadáver o algo parecido.
Él me observa durante unos segundos y suspira, negando con la cabeza.
— Ella se interesa por ti. Quiere enseñarte, ayudarte y guiarte en este proceso. Sus intenciones son buenas —me aclara elevando una de sus manos— Pero... el que mueras significa una gran derrota para mi hermana.
Se pone de pie y abre la ventana, dejando entrar una brisa suave pero también helada que hace que me cubra más con la sabana. Él nota aquello y vuelve a cerrarla disculpándose.
— ¿Puedes explicarte? —casi le ruego, fastidiada por sus pausas dramáticas.
— Las brujas son... bastante odiosas y dramáticas —me mira de arriba abajo.
Entorno los ojos.
— Los vampiros y las brujas no se llevan bien desde hace bastantes siglos —me explica volviendo a sentarse— Cuando Eleanor eligió convertirse en vampiro antes que morir como una honorable bruja, ellas tomaron eso como una traición, lo vieron como que mi hermana estaba despreciando su linaje mágico —suelta una risa de indignación— ¿Ves lo que digo? ¡Dramáticas!
Pobre Eleanor. No me imagino que se debe sentir ser despreciada por tu propia gente. Ahora entiendo su dolor.
— Desde entonces, las brujas nunca más le dirigieron la palabra. Ninguna de ellas. Aquellas que la abrazaban y ayudaban pasaron a darle miradas asesinas y conjurar en su contra.
Recuesta los brazos sobre el respaldo de los pies de mi cama, viéndome desde arriba.
— Hasta que, luego de casi cuatrocientos años de exclusión, un día recibió un mensaje de fuego de una bruja poderosa donde le contaba sobre una adolescente de un pueblito de Washington y dejándole a cargo de su transfusión e instrucción.
Así que los Lowell están en Belmont por mí...
— Eleanor se interesa por ti porque, siendo sinceros, aún tenemos la humanidad suficiente para desear que no mueras —no se me escapa aquel tenemos, por alguna razón destaca en la oración— Y porque el perderte significaría que ella les falló a las brujas. Otra vez.
La historia de Eleanor me conmueve un poco, pero no lo suficiente para aceptar estos poderes. Hace falta más que un poco de tristeza para hacerme cambiar de opinión. No voy a alejarme de mi padre y amigas por nadie.
Trago duramente, volviendo a levantar la mirada.
— ¿Por qué los vampiros y brujas se llevan mal? —pregunto arqueando una ceja.
Vincent deja atrás la seriedad, haciendo una mueca juguetona.
— No es asunto tuyo —contesta— Es algo entre vampiros y brujas. Tú solo seres una humana moribunda.
Aquello me ofende un poco, pero también me divierte.
— Acepta los poderes, conviértete en una bruja y te contaré por qué debemos estar peleando —me propone con una sonrisa— ¿Ves? Soy bueno persuadiendo.
Mi risa termina en una tos, acerco un nuevo pañuelo y suelto el líquido con sabor metálico en el.
Vincent me observa en silencio, sin hacer ninguna mueca de asco o dolor por mi malestar. Regresa al sofá sin decir nada más, esperando a que mi corazón se detenga.
¿Qué piensan de Eleanor? ¿Vincent? ¿Meghan? ¿La historia hasta el momento? Estoy re emocionada por que conozcan más sobre mis personajes y lean más capítulos!
Nos leemos :)
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