Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3: Aceptarlos o morir.

El cielo gris es normal a estas alturas del año, supongo que es una forma del otoño de saludarnos y para que comencemos a despedir a los días insoportables y noches perfectas para salir de fiesta que ofrece el verano.

El viento aquí corre con más fuerza, asumo que por los altos arboles del bosque. Escucho los susurros del viento que más bien parecen silbidos. Una ráfaga fría hace volar unos mechones de mi cabello delante de mi rostro, impidiéndome ver.

Lo muevo con impaciencia, sintiendo que tanto aire me ahoga. Cuando hago esto la intensidad del viento parece bajar, pero entonces algo más llama mi atención: mi mano.

Mi mano que hace solo un segundo se encontraba limpia, ahora está cubierta de un color oscuro y hay pequeños grumos asomándose de la mezcla. Al instante la detecto como lodo.

Por el rabillo del ojo, me parece ver a alguien más.

En efecto, la señora Jones, Mendax como los Lowell la llamaron, está a unos pasos de distancia de mí. Toda su vestimenta se encuentra cubierta por el lodo, su rostro se ve sucio y su cabello despeinado. Una apariencia muy distinta a su serena mirada.

— Tienes que aceptar mis poderes.

Abro los ojos, encontrándome con un techo alto de roble. A mi alrededor todo parece muy antiguo, una decoración victoriana y muy a mi pesar, bastante conocida.

Vincent está sentado en el sillón frente a mí, cierra su libro al verme incorporarme de forma asustada.

— Vaya, vaya —dice arqueando la ceja de la cicatriz— Finalmente despiertas.

En ese momento escucho unos pasos venir hasta nosotros. Eleanor se acerca sosteniendo una bandeja con un extenso desayuno en él. Mantiene una sonrisa en su rostro, tranquila, mi presencia no la perturba en lo absoluto. Viene a sentarse donde estaban mis piernas estiradas hace solo unos minutos.

— ¡Buenos días! —me saluda con voz dulce dejando la bandeja sobre la mesa de centro— No sabía que te gusta desayunar, así que hice un poco de todo. Espero que sea de tu agrado.

Los ojos celestes de Eleanor dejan de verme para prestarle atención a algo detrás de mí. Sigo su mirada, viendo que se trata de River parado a unos metros de nosotros, cerca del pasillo vistiendo unos vaqueros azules y una camisa beige con algunos puntos negros.

— ¿Estoy bien así? —le pregunta a su hermana.

Eleanor niega con la cabeza viendo con disgusto su vestimenta. River entorna los ojos y vuelve a irse.

— ¿Qué diablos está pasando? —pregunto obteniendo la mirada de los dos hermanos— ¿Ustedes me trajeron aquí?

— Sí —contesta Vincent borrando cualquier rastro de diversión de su rostro— Es uno de nuestros hobbies secuestrar a personas mientras duermen, ¿Cuáles son los tuyos?

Aunque podría ser verdad teniendo en cuenta la situación, soy capaz de detectar su sarcasmo.

— Enviar a la cárcel a los lunáticos que se obsesionan conmigo —contesto entrecerrando los ojos.

— "Obsesionan" —repite con cierta diversión, estirándose para buscar una taza de café— Eres divertida.

Eleanor decide intervenir en la conversación cuando nota que estoy a punto de levantarme.

— Nosotros no te trajimos aquí, Meghan —me explica con seriedad— Tú viniste.

Por más que niego con la cabeza, ella prosigue:

— Y vas a seguir viniendo hasta que cumplas con la transfusión de poderes porque son ellos los que te están atrayendo a esta casa. Buscan que los reclames.

La severidad de sus palabras hace que la piel se me erice.

— Si fuera tú me daría prisa —me dice Vincent, estirándose para dejar la taza, luego se pone de pie— Necesito algo más fuerte.

Una vez que Vincent desaparece por el pasillo, vuelvo a ver a Eleanor frente a mí. Su rostro expresa la misma preocupación que crece dentro de mí.

— Todo lo que te dije es verdad —repite con lentitud, esperando ver algún cambio en mi mirada incrédula— Si no aceptas los poderes antes del séptimo día, vas a morir.

Todo lo que dice sigue pareciéndome una locura, la situación es ridícula y hasta podría decir que digna de solicitar una orden de alejamiento para estos chicos.

Sin embargo, algo me impide correr hasta la comisaría y también solicitar un examen psicológico para Eleanor, no sé qué parte de mi acepta esta locura, no sé cómo podría estar de acuerdo.

En cuanto me pongo de pie, dentro de mí se desata una guerra entre estas dos posturas; la que sensata y la que confía ciegamente en Eleanor.

— Solo... aléjense de mí —murmuro asustada por la parte que confía en Eleanor.

A mis espaldas, Eleanor no insiste y lo agradezco, me encuentro muy cansada para discutir o intentar defenderme si intenta hacerme algo, lo cual dudo, pero intento estar abierta a esa posibilidad.

River vuelve a aparecer en el pasillo con otra camisa aún más horrible. Me observa irme en silencio.

Cruzo el umbral sintiendo levemente que una fuerza me tira hacía atrás, bajo los escalones con un malestar en el estómago. Desde la acera de enfrente, volteo a ver la casa de Mendax. Mis ojos contemplan la casa abandonada a la que el vecindario está acostumbrado.

Confundida, me adentro a mi casa. El silencio predomina como siempre que solo estoy yo. Cuando mi padre está suele escucharse el televisor con alguna película o partido, la radio pasando noticias aburridas o a él hablando por teléfono con alguien. Ahora solo mis pasos se escuchan. Me pregunto qué hora será.

— ¿De dónde vienes, jovencita?

Casi doy un salto al escuchar la voz de mi padre. Giro mi rostro para verlo recostado en la encimera de la cocina. Mantiene sus brazos cruzados y puedo ver cómo me reprocha con la mirada.

Me toma unos segundos retomar la compostura.

— Yo...

Mierda.

¿Qué puedo decir? Me fui a la casa de la vecina mientras estaba dormida, porque debo reclamar los poderes que me dejó. ¡Ah, por cierto! ¡Soy bruja! O bueno, estoy en proceso. Es complicado.

Claramente la verdad no es una opción.

— Fui a correr con Blake.

Esa es una buena defensa.

Satisfecha con la rápida respuesta que mis escasas neuronas pudieron generar en estos momentos, comienzo a caminar, pero mi papá vuelve a indagar.

— ¿En pijama?

Ciertamente no pensé en ello al elaborar mi mentira express, pero no hay nada que una mueca desinteresada no arregle. Papá eleva las cejas, esperando mi respuesta.

— No tuve ganas de cambiarme —contesto sin más.

— ¿Descalza?

Bien, no tengo escapatoria.

— Papá tengo cosas más importantes que hacer que responder tu interrogatorio, como ducharme antes de ir a la escuela.

Mi respuesta es suficiente, desconcertado pero sin ganas de discutir, me da la espalda y se va por sus tostadas que acaban de salir, dando por finalizado su interrogatorio para desayunar.

Voy subiendo las escaleras cuando escucho que me grita:

— ¡Llama a tu madre!

Ayer llegué tan cansada que ni siquiera recordé que debía llamar a mi mamá, pero no importa, le enviaré un mensaje luego. Definitivamente tengo cosas más importantes en qué enfocar la poca energía que tengo.

En la privacidad de mi habitación, me miro al espejo. Mi rostro tiene un aspecto más cansado, me veo más pálida, lo cual hace que mis ojeras resalten. ¿Realmente me estoy convirtiendo en una bruja o solamente es una gripe? ¿Eleanor dice la verdad o debo llamar a un psiquiátrico?

Me quito la sudadera, dejando al descubierto mis brazos, mucho peor que como estaban; lo violeta creció, lo morado es muy poco y lo amarillo desapareció, lo cual le da cierto crédito a las palabras de Eleanor.

— ¡No llegues nada tarde! —escucho que la puerta principal se cierra y luego vuelve a abrirse— ¡Ten un buen día!

Me doy una rápida ducha, esperando que el agua fría ayude a despabilarme, aunque los hermanos Lowell y mi reciente sonambulismo ya lo hicieron bastante, al menos espero que eso evite que cometa más locuras.

Decido colocarme una camiseta de mangas largas para cubrir mis hematomas y evitar producir asco —porque además de dolorosos, se ven repugnantes—, de paso también me ahorro el tener que inventar mentiras sobre su origen.

— ¿Cómo sigues de la gripe? —me pregunta Brid, recostándose en el casillero continuo al de Holly.

— Sí, ¿Es verdad eso? —hace una mueca que dura dos segundos antes de sonreírme de forma picara— ¿O solo nos cambiaste por algún misterioso pretendiente?

"Un misterioso pretendiente" es el apodo que Holly utiliza para referirse a Blake. Solamente lo dice en presencia de Brid porque no quiero que sepa. Siento que todo va a ser muy incómodo teniendo en cuenta que somos muy unidos.

— Ningún pretendiente misterioso —me apresuro a borrar las mil escenas de la creativa mente de Holly. Ella vuelve a hacer una mueca— Estoy en proceso de tener una super gripe.

O ser una bruja.

— ¡Ja! —codea a la castaña que me observaba con desilusión— Te lo dije. Está enferma en serio.

Holly aprieta los labios escondiendo una sonrisa y ninguna dice nada más del tema, gracias al cielo.

En todos estos años, Brid nunca le siguió el juego a Holly cuando mencionaba al pretendiente misterioso porque sabe que, de haber algún chico que me interese, se lo contaría.

— ¿Cómo hiciste el ejercicio cinco de la tarea de física?

Dejo de prestar atención a la conversación de mis amigas y me centro en la de dos chicas que pasan junto a nosotras.

— ¿Los viste? —le pregunta a su amiga.

— ¡Sí! ¿Cómo es posible que exista gente tan atractiva? —le contesta ella.

— ¿Creen que esté soltero? —pregunta una tercera, acercándose a ellas.

Brid cierra su casillero viendo a las chicas durante unos segundos, luego se centra en mí.

— ¿Vamos? —me pregunta.

— Vamos —contesto.

-.-.-.-.-

Disfruto correr por las mañanas, cuando el aire es puro, no hay tráfico y las personas están durmiendo. El sol apenas ha salido, entonces no hace tanto calor. Además cuento con la compañía de Blake, lo cual hace que correr sea mi momento favorito del día, prácticamente.

Pero, aquí en la escuela, detesto correr y mucho más si la entrenadora cada vez que finalizamos las vueltas que nos ordenó, agrega cinco más y así hasta que terminamos sudando.

Cuando finalmente indica que terminamos, casi me caigo al detenerme. Mis senos... esperen, ¿acabo de decir mis senos? Quiero decir; todo mi cuerpo está bañado en sudor. Y obviamente que voy a estar sudando, tengo esta enorme sudadera que oculta mis hematomas. Además de estar ahogándome, estoy asándome.

Siento que voy a desmayarme en cualquier momento, apenas puedo sentir mis extremidades, así que, con mis pocas fuerzas me traslado a las gradas, donde están mis amigas charlando tranquilamente.

— ...tendremos que buscar otro lugar para hacer la fiesta porque sus padres al final no van a viajar.

— ¿Y qué hay de tu casa? —le pregunta Brid, abriendo su botella de agua.

— Sí, no es opción. Mi padre nunca me dejaría hacer una fiesta en casa y mamá siempre se pone de su lado, así que... —se encoje de hombros.

Me siento casi tirándome, lo cual capta la atención de mis amigas.

— ¿Estás bien? —me pregunta Holly, entre preocupada y divertida— Parece que vas a morirte.

— Así es exactamente como me siento —contesto tomando la botella de agua que Brid me pasa.

Obviamente me canso al correr, pero ahora siento que voy a desmayarme.

— Obvio vas a sentirte así si traes esa sudadera. Probablemente te bajó la presión —observa Brid.

— Sí, ¿Por qué la traes puesta de todas formas? La temperatura está un poco elevada para usarla —dice Holly.

Respondo encogiéndome de hombros.

— Como sea, ¿Crees que tu padre nos deje hacer la fiesta de triunfo después del partido? —me pregunta Holly, cambiando su postura.

— ¿Una fiesta en casa del director? —pregunta Brid— Nadie va a ir.

— Tiene razón —contesto con el poco aire que me queda— Además ni siquiera sabemos si vamos a ganar.

Holly se ríe.

— Yo estoy bastante segura de que ganaran —me dice— Lo sé porque mi novio es el capitán —agrega orgullosa de ello.

Brid entona los ojos y solo me río.

Las chicas se levantan y aunque sigo sin tener las fuerzas suficientes, lo hago también. Acordamos encontrarnos a la salida y cada una va a ser sus cosas, Holly despedirse de Brandon y Brid tiene que hablar con una profesora sobre un trabajo, como no tengo nada que hacer voy directamente a la salida para esperarlas.

Decido pasar al baño de mujeres primero. Me sorprendo al encontrarlo vacío, normalmente al salir de educación física está repleto. Aprovechando mi oportuna soledad, me quito la sudadera para que mi cuerpo respire y al instante me siento mucho mejor, y a la vez peor al ver mis hematomas.

Siguen como esta mañana, pero ahora noto algo distinto; me duelen. Apenas puedo levantar los brazos sin sentir dolor.

Con respecto a mi apariencia, estoy pálida como un papel y mis ojeras cada vez se ven más negras.

¿Voy a morir de verdad?

Me sorprendo al encontrar preguntándome eso.

No, claro que no. Lo que dice Eleanor no es verdad.

Abro el grifo y con ambas manos, junto agua suficiente para lavar mi rostro, luego bajo mis manos húmedas hasta mi nuca, donde las dejo unos minutos, observando el piso en silencio, intentando ignorar la pregunta que sigue repitiéndose dentro de mi cabeza.

Una pequeña gota de color rojo cae sobre el lavabo y mi ceño se frunce. Elevo la vista, esa gotita de sangre salió de mi nariz.

— ¡Estoy completamente enamorada! —escucho a una de las porritas.

— ¿Y cómo no? —le contesta otra.

Limpio mi nariz con el dorso de mi mano y me coloco la sudadera con rapidez. Volteo como si hubiera sido atrapada robando, sí, pésima para disimular. Las chicas me sonríen extrañadas, pero no les doy tiempo de preguntas —si es que lo iban a hacer—, salgo rápidamente del baño.

Esto no puede ser verdad. No puedo estar en convirtiéndome en una bruja porque no quiero ser una. Sí, cuando tenía once años me disfracé de bruja para Halloween pero eso no significa que quiera ser una.

Esta mañana estaba tan predispuesta a creerle a Eleanor, una remota —y loca— parte de mí creía en ella y en todo este rollo de la brujería. Pero ahora creo que no puede ser posible. Me rehúso a creer que esto es verdad. Porque si lo es, si no acepto los poderes de Mendax, voy a morir.

— ¡Te veo mañana, Eleanor!

Aquel nombre hace que preste atención a mí alrededor. Unos metros más delante de mí, están Vincent, River y Eleanor. Esta última se despide con una sonrisa de la chica que le habló.

Me apresuro a caminar hasta ellos.

— ¡Las personas son tan simpáticas aquí! —escucho que dice— ¿No son todos un amor?

En ese momento Vincent se detiene y voltea para verme.

— Excepto una persona —dice clavando sus ojos en mí.

Los otros dos hermanos voltean también. Ninguno se sorprende al verme, es más, es como si supiera que venía caminando hacia ellos en primer lugar.

— ¿Qué diablos hacen aquí? —les pregunto en un tono bajo, pero enojado.

— Tienes razón —le dice River a Vincent— No te ofendas, pero eres bastante gruñona.

Ignoro a este par de idiotas y me centro en Eleanor.

— ¡Fue nuestro primer día en preparatoria! —me cuenta como si fuera una buena noticia, ignorando mi expresión molesta, continua— Todos aquí fueron tan buenos con nosotros, lo cual hizo que nuestro regreso fuera mucho mejor, ¿verdad, chicos?

— No es mi escuela favorita, pero... —comienza a decir River, pero lo interrumpo.

— La de Suecia en los noventa fue genial —le dice Vincent.

River chasquea los dedos.

— ¿Y la de Francia en los sesenta?

Vincent sonríe al recordar.

Ignoro lo que sea que estén diciendo y me dirijo a Eleanor.

— ¿Están aquí por mí? —pregunto elevando las cejas— Porque si es así, déjenme decirles que es acoso y puedo levantar cargos por ello. Yo...

Vincent me interrumpe.

— ¿Quién maneja? —hace bailar las llaves en sus manos.

Esperen un minuto, reconozco ese llavero de mariquita. Me lo regaló Holly hace tiempo. Más exactamente cuando me dieron mis propias llaves de la casa. Dice que es un insecto de la suerte y que combinaba con mi auto rojo.

— ¡Esas son mis llaves! —exclamo indignada.

Eleanor toma mi mano.

— Debemos hablar.

Y así está otra vez ese maldito sentimiento de confianza.

— Vamos. Te llevamos a casa —me dice River.

— ¡Sí! ¡En mi auto! —contesto fastidiada.

Eleanor ríe y tira de mi mano.

Una vez en el auto, Vincent está en el asiento del piloto, River en el del copiloto, Eleanor y yo vamos atrás. Miro a la pelinegra a mi lado, mirando hacia adelante con tranquilidad. Ninguno de los tres dice nada.

— ¿Por qué estoy aquí? —pregunto.

— Porque debemos ha...

— Sí, porque debemos hablar. Eso ya lo sé —digo— ¿Por qué confío en ti y no en ellos?

— Porque soy encantadora —responde con una sonrisa.

— Presumida —le dice River.

Veo por el espejo retrovisor que Vincent también está sonriendo. Es algo que solo los tres parecen entender.

— Si no van a decirme algo, detengan el auto y bájense.

Mi tono distante y firme parece hacer que me tomen en serio. Eleanor deja de sonreír.

— Confías en mí porque solía ser una bruja —me dice— Las brujas no van en contra de otras brujas.

— ¿Solías? ¿Y cómo dejaste de serlo? —vuelvo a insistir.

Inconscientemente una sonrisa se asoma por mis labios. ¿Acaso hay una salida? ¿Puedo dejar de ser bruja si es que realmente estoy en proceso de serlo?

— Morí.

Su respuesta hace que toda mi ilusión se desvanezca en un segundo. Miro a los chicos, ambos están serios, casi como si sintieran tristeza. Eleanor mantiene una pequeña sonrisa melancólica.

— ¿Cómo... moriste? Tú... estás viva...

— Morí hace muchos años y mis poderes, se fueron en el momento que mi corazón dejó de latir —me explica— Volví como vampiro.

Mi piel se eriza.

— ¿Vampiro? ¿Vampiro como... esos que toman sangre y asesinan personas? ¿Cómo en las películas? —pregunto, temerosa.

Vincent se ríe sin gracia.

— "Como en las películas" odio que digan eso —niega con la cabeza— Solo para que sepas, varios famosos que posiblemente admiras son vampiros. Así es como los directores hacen películas sobre el tema, solo que para hacerlas se basan en el diez por ciento de las cosas reales y noventa por ciento fantasías.

— Paul Rudd —chasquea River— Buen tipo.

Le miro con un pestañeo sorprendido.

— Así que —vuelvo a dirigirme a Eleanor— Dices que si no acepto los poderes de Mendax voy a morir, entonces si muero, ¿voy a volver como vampiro? ¿Cómo tú?

Eleanor aprieta los labios.

— No puedes ser bruja y vampiro al mismo tiempo, al morir con sangre de vampiro en mi sistema, mis poderes me abandonaron y volví a la vida convertida —se queda en silencio durante unos segundos, como si esperara que diga algo, al no obtener respuesta, continua— Tú no puedes volver. Al menos no sin aceptarlos primero...

— ¿Y luego?

River se gira para responder.

— Luego tendrías que morir con sangre de vampiro en tu sistema para volver.

— Pero volvería como vampiro.

— Exacto.

— Dejaría de ser un ser humano normal.

— Técnicamente.

— Sería un monstruo de todas formas.

— Eso fue grosero.

Ignoro la indignación de River y bajo la mirada, buscando alguna otra solución a este ridículo y estúpido problema.

Me río.

Estoy yendo en un auto con tres vampiros, en proceso de convertirme en bruja, también en proceso de morirme si no acepto los poderes. En serio, ¿Cuan estúpido suena esto? Necesito que alguien salga gritando "¡Caíste!" Mi vida no puede convertirse en la próxima serie adolescente.

— Pero yo estoy bien —suelto en total negación— Quizás eso significa que Mendax no me pasó sus poderes a mí y están equivocándose de persona.

Eleanor y River me miran en silencio, pero en sus miradas puedo entender que no están de acuerdo.

— No tengo síntomas de nada malo, solo estoy un poco ojerosa y pálida, y mis brazos se ven un poco feos, pero...

— Con el pasar de los días el malestar aumentará y tu sistema inmunológico descenderá. Puedes morir de hipotermia, un infarto...

Vincent detiene el auto. Levanto la mirada para ver a nuestro alrededor. Se estacionó frente a mi casa.

— Debes tomar una decisión —me dice sin alterarse— Antes del séptimo día.

Vincent y River se bajan del auto.

— Ya sabes dónde encontrarnos.

Y se baja ella también.

El silencio es abrumador. Creo que puedo escuchar los latidos de mi agitado corazón. Volteo para verlos por la ventanilla, pero no hay nadie.

Acá están los primeros tres capítulos!!!!!!!!!!!!! Ya quiero que lean los demás :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro