Capítulo 16: Los errores de nuestros padres.
ELEANOR
— ¿Qué se supone que debemos hacer con él?
River me observa con el ceño fruncido mientras sostiene a Blake en sus brazos con tanta delicadeza, como si de una princesa se tratara. La postal que tengo en frente es verdaderamente cómica, pero la realidad en medio de este pequeño momento me impide burlarme de él.
La realidad es que Meghan está encerrada y desangrándose a unos metros de nosotros.
Y entonces, no puedo evitar recordar la frialdad de Vincent en la tienda de Sienna. Él me hizo dudar de mi culpabilidad en todo esto. No quiero que nada le pase a Meghan, claramente no la descuide apropósito, pero sí lo hice sin querer.
Tal vez si soy responsable de todo esto. De una manera indirecta, al menos.
— Acuéstalo dentro del auto —muevo mi mano, desganada, como si hacer ese movimiento alejara todos mis problemas.
River me mira con ojos desconcertados antes de hacer lo que le sugiero.
— Así que, ¿Cuál es el plan con Meghan? —señala la casa y cierra la puerta del auto— Escuché que está encerrada con un hechizo. ¿Y si incendiamos la casa?
— Eso no romperá el hechizo —contesto recostándome en el auto— Mi plan es que esperemos a que la bruja despierte y dialoguemos con ella. Como personas civilizadas. ¿Qué dices?
Esperaba encontrarme con una mirada de complicidad, pero mi hermano me mira como si acabara de decir la estupidez más grande de la historia.
Es la misma mirada que Vincent me dio hace rato y eso solo me hace sentir peor.
— Las brujas nos odian, Eleanor —contesta con un tono cauteloso— A Vincent y a mí nos ven como monstruos chupa sangre, y a ti como una traidora —su recordatorio me hace soltar un suspiro— No van a dialogar con nosotros.
Las brujas ven a los vampiros como creaciones monstruosas desde el inicio de los tiempos. Una de las razones por las cuales son percibidos de esta forma es su fuente principal de alimentación; la sangre.
Otra de ellas es porque son una creación directa de sangre demoniaca y ellas odian a los demonios.
Al principio las brujas y los demonios congeniaban bien, trabajaban juntos, formaban familias, eran un equipo. Hasta que... mis padres arruinaron aquella "unión".
Cuando mi padre engañó a mi madre con la bruja Nila, fue tachado de traidor y malvado. Ni hablar cuando se enteraron de que fue él quien delató a las brujas del pueblo en primer lugar.
Después, cuando mi madre actuó en contra del lema de las brujas, asesinando a Nila, fue la peor de todas y básicamente fue desterrada por su propio aquelarre.
Desde su dramática separación, las brujas no solo odian a mi madre por asesinar a una de sus hermanas, sino que también odian a los demonios en general.
Odio que Vincent hable mal de las brujas, pero él tiene razón al decir que son resentidas y vengativas.
Porque lo son.
No solo condenan a todos los demonios por el amorío de mi padre y cancelan definitivamente a mi madre por un impulso del momento, sino que nos juzgan a nosotros por los errores de nuestros padres cuando no tenemos nada que ver con ello.
— Entonces, ¿Qué se supone que debemos hacer? —pregunto bajando la mirada a mis tacones— La única forma de romper el hechizo es matando a la bruja y no podemos hacer eso.
Ahora que presto atención, los tacones tienen un poco de lodo en la punta y eso solo hace que me sienta más triste. No puedo esperar a que esté día termine o que al menos los problemas se solucionen.
— No creo que debamos preocuparnos por eso... —murmura River, tensándose.
Sigo la mirada de mi hermano e imagínense mi sorpresa al ver a Vincent saliendo con Meghan en brazos. Puedo oler su sangre, pero también una más, una que no sentía antes.
— Dime que no... —me incorporo apresurada.
Me interrumpe pasándome al lado.
— Maté a la bruja.
Inhalo fuertemente y me preparo para insultarlo en todos los idiomas que sé, pero vuelve a hablar.
— Regáñame luego. Meghan se está desangrando —ella me mira con cansancio desde los brazos de mi hermano— Vamos con la bruja de la tienda.
— ¿Recuerdas que la dejaste inconsciente, no? —pregunto malhumorada, cruzándome de brazos.
— ¿Qué hiciste qué...? —murmura Meghan levantando las cejas.
Vincent la ignora.
— Necesitamos a alguien que haga un hechizo de sanación—me explica con calma aunque utilizando un tono duro que lo hace parecer un regaño.
Niego con la cabeza.
Llevarla con Sienna no es una opción. Estamos muy lejos del pueblo y de su tienda. Meghan ya perdió demasiada sangre. Está débil, pero es lo suficientemente poderosa para actuar con tan poca consciencia.
— No necesitamos a Sienna. Meghan puede hacerlo...
— Está muriendo, Eleanor —me interrumpe endureciendo la mirada.
— Va a morir si la subes a ese auto —afirmo sin perder los estribos— Meghan debe hacer el hechizo —repito con más seguridad.
Puedo detectar miedo en los ojos de mi hermano y eso me desconcierta. Hace muchos años que no lo veo así. Normalmente es quién piensa más rápido en momentos cruciales como este, pero ahora se ve perdido en sus propios pensamientos y miedos.
— Lo voy a hacer —habla Meghan con un tono apagado— Hay probabilidades de que muera en cualquiera de los casos. ¿Qué tengo que perder? —se ríe desganada.
Me acerco a Meghan, pero me detengo en cuanto Vincent vuelve a clavar su mirada en mí.
— ¿Qué necesitas para el hechizo? —pregunta aún indeciso, pero ocultándolo a la perfección.
Me encuentro con los ojos marrones de Meghan, apagados y desganados, viéndome con esperanza y miedo al mismo tiempo. También puedo escuchar su corazón esforzándose por seguir latiendo.
— Fuego —contesto.
(...)
Estamos en la misma habitación que la bruja que Vincent asesinó y no solo me hace sentir culpable de alguna forma, sino que también me recuerda a Sienna.
Otra bruja que mi hermano agredió sin razones.
Aunque no me gusta ejercer la violencia porque creo fielmente que solo atrae una respuesta violenta y no sirve de nada, puedo decir que Vincent tuvo razones para matar a esta bruja.
No lo apruebo, pero entiendo por qué lo hizo; salvar a Meghan.
Con Sienna la violencia fue innecesaria. Ella solo nos ayudó.
— Entre nosotras —me dice Meghan en voz baja. Les pedí a Vincent y River que intentaran despertar a Blake porque quiero saber hasta dónde se acuerda de lo que pasó y porque además quiero que estemos solas, sin la presión de mi hermano mayor— No creo que vaya a funcionar. Creo que los poderes de Mendax me odian.
Siento ganas de reír. Meghan se pone a bromear cuando —literalmente— está muriendo.
— Eso es porque no conectas con ellos —contesto sosteniendo el viejo trozo de madera sobre la antorcha que está en la esquina de la habitación— Ya no son los poderes de Mendax, son tuyos. No te refieras a ellos como algo ajeno a ti.
Suspira, apoyando ambas palmas en el suelo.
— ¿En serio no hay una forma menos dolorosa? —pregunta haciendo una mueca.
— No hasta el momento —contesto.
El fuego se extiende por la madera, no llega a tocar mis dedos, pero si lo suficiente para que sientan el calor de las llamas. No puedo llevar la antorcha porque entonces quemaríamos partes que no necesitan ser quemadas y Meghan tendría quemaduras de tercer grado en vano.
Me acerco a Meghan, poniéndome de cuclillas a su lado. El trozo de madera ilumina su rostro pálido y gris.
— Vas a tener que concentrarte y co...
— Conectar con mis poderes —termina mi oración con un tono irónico.
Meghan inhala profundamente y cierra sus ojos.
El universo está compuesto por fuerzas frías y calientes; Las primeras representan el agua, la luna, el inframundo, la muerte. Los vampiros y demonios pertenecen a este grupo. Mientras que las segundas representan el fuego, el sol, el mundo de terrestre, la vida, liderado obviamente por las brujas.
El hechizo de sanación requiere de las fuerzas calientes, lo que significa que Meghan va a tener que quemar su piel herida con el trozo de madera que estoy sosteniendo. No va a ser agradable, ni indoloro, pero ella necesita conectar con este tipo de fuerza para seguir viviendo.
— ¿Lista? —pregunto.
— Creo... —abre sus ojos y hace una mueca— Te escucho.
Comienzo a decir el hechizo de forma lenta para que pueda entender las palabras y sepa como pronunciarlo. Meghan me presta atención, su corazón late más fuerte que antes por los nervios.
— Hjazalé thesbramen stembrya —repite— Hjazalé thesbramen stembrya.
El fuego de la antorcha de atrás se intensifica, lo mismo pasa con el trozo de madera que tengo en la mano. Esto me indica que el hechizo está funcionando, solo falta la parte más crucial y por la que el corazón de Meghan late con fuerza.
— Hjazalé thesbramen stembrya.
Sostengo el brazo de Meghan con fuerza para evitar que se mueva. Ella deja de repetir el hechizo y abre los ojos, asustada aunque sabe que viene a continuación. Acerco su muñeca al fuego y aunque su brazo tiembla, y obviamente siente el deseo de soltarse de mi agarre, no lo hace.
— ¡DIABLOS! ¡MALDICIÓN!
Sus gritos no tardan en salir, las maldiciones tampoco y las lágrimas de sus ojos mucho menos. Aunque no me concentro en el dolor de Meghan, más bien en el fuego. Tengo que sacarlo en el momento exacto que sus heridas se curen, si tardo un poco más el hechizo podría resultar lo contrario a lo que buscamos.
Unos segundos más de sufrimiento y su piel comienza a regenerarse, lo cual intensifica los gritos de Meghan. Esa es la parte que más duele. Sentir como tu piel se expande, es como si tiraran salvajemente de las partes heridas. Lo sentí una vez cuando era pequeña cuando era pequeña y aunque hayan pasado unos cuantos siglos, aún recuerdo ese dolor. Así de traumático fue.
Alejo el fuego de la piel de Meghan cuando veo que está completamente curado. El fuego se apaga dejándonos con una iluminación tenue gracias a la luz de la luna que logra entrar por la ventana. De no ser por eso, estaríamos a oscuras.
Meghan se tira en el suelo, con las piernas y brazos temblando, la respiración agitada y las mejillas empapadas de lágrimas.
— Lo hiciste bastante bien —le digo acercándome a ella— Cuando mi madre hizo este hechizo conmigo, le di una patada para alejar el fuego de mí —confieso divertida.
Meghan abre los ojos con una mano sobre su pecho, intentando calmar su respiración, me mira con una expresión completamente distinta a la de hace solo unos segundos.
Le extiendo una mano para levantarse, pero ella se levanta por su cuenta.
— Tenemos que hablar —me dice fríamente, limpiándose las palmas de las manos en sus jeans.
No espera por una respuesta, sale de la habitación en silencio, dejándome desconcertada en medio de la oscuridad. Aunque no necesito hacer muchas preguntas para darme cuenta de que claramente el tópico no es algo bueno.
Cuando volvemos al auto solo Vincent está ahí, recostado en la parte trasera, viéndonos volver en silencio. No hay rastros de River, así que asumo que fue a encargarse de los restos de Mendax, espero que haya seguido mi consejo y los arroje al mar. Allí nadie podrá encontrarlos y nadie más querrá lastimar a Meghan para quitarle los poderes, ya que necesitaría los restos de la bruja sucesora y para entonces, ya estaría en el fondo del mar.
— Blake está... —comienza a hablar Vincent, parándose derecho.
— ¿Por qué no me dijeron que los poderes de Mendax me volverían loca?
Cierro los ojos durante unos segundos, maldiciéndome por mentir.
— Hablo en plural porque asumo que tú también lo sabías —mira a mi hermano con los ojos entrecerrados— ¿No es así? —pregunta al recibir solo silencio.
— Sí —contesta él— Lo sabía.
Meghan se ríe secamente y clava sus ojos en mí.
— La pregunta sigue abierta —me dice— Me dijiste que no eran mis enemigos, que confiara en ustedes, que me iban a ayudarme... —en cada palabra aumenta su tono enojado.
— No somos tus enemigos —espeta Vincent utilizando el mismo tono que ella, viéndola con el ceño fruncido.
— ¿Por qué no ser honestos desde el principio? —contrataca levantando una ceja.
— Porque me sentía avergonzada.
Mi voz sale como un tono lastimero, impulsado por mis ganas de llorar. No quiero que Meghan tenga una idea errónea de nosotros por algo que yo decidí ocultarle.
— Mis intenciones eran egoístas desde el comienzo, lo sabes —le recuerdo acercándome a ella— Acepté instruirte en la brujería porque quería mis poderes de vuelta, hice que tu vida diera un giro de ciento ochenta grados porque me aferro al pasado y a algo que ya no forma parte de mí...
Mis propias palabras se incrustan en mi pecho como dagas, haciéndome comprender una realidad que ignoré por mucho tiempo. Me ilusioné a mí misma con recuperar mis poderes aunque yo sabía que era imposible, no solo por el hecho de las brujas me odian, sino porque estoy muerta. Morí hace trescientos años y mis poderes se fueron cuando mi corazón dejó de latir.
Negarlo no va a hacer que sea menos cierto y mentirme a mí misma solo va a seguir rompiendo mi corazón.
Parpadeo alejando las lágrimas.
— Convertirte en bruja lo cambió todo para ti y no quería que te sintieras más presionada —confieso con un tono más apagado por la presión del nudo en mi garganta— Lamento haberte mentido y está bien si quieres alejarte de nosotros después de esto. Voy a entenderlo.
El semblante de Meghan se relajó por completo al escuchar mis palabras, el enojo abandonó sus ojos.
— Solo... —hace una pausa y baja la mirada unos segundos— Sean honestos conmigo, ¿sí? Todo esto es nuevo para mí. Hace menos de un mes pensaba que los vampiros y las brujas no existían —se ríe, desganada— Y ahora soy una bruja y ustedes son vampiros que viven frente a mi casa —su risa esfuma con un suspiro— Mi vida se convirtió en el nuevo programa sobrenatural para adolescentes y me asusta.
Aprieto los labios, posando una de mis manos sobre su hombro.
— Sean honestos conmigo —vuelve a repetir con más dureza, alejando la vulnerabilidad que demostró hace segundos— Quiero que me digan la verdad, no importa que tan dolorosa sea. Eso es lo que los amigos hacen.
Meghan me sonríe aún con dudas en los ojos. No tardo en asentir con la cabeza comenzando a imitar su gesto y a sentir que mi mal día finalmente mejora.
— ¿Brujas y vampiros?
El rostro de Blake se asoma por la puerta del auto y nos observa confundido. Sus ojos están entrecerrados, como si alguna luz lo encandilara y sostiene su cabeza como si le pesara.
— ¡Es tiempo de la lección! —habla Vincent, rompiendo el silencio que se creó entre todos— Vas a aprender a borrar los recuerdos.
Miro a Meghan con ojos suplicantes y me sorprendo al verla asentir con la cabeza.
— Aunque odie esto, sé que es lo mejor —me dice y aprieta los labios.
— ¿De qué diablos hablan? —pregunta más confundido.
Vincent sonríe, recostándose en la parte trasera del auto.
— Lo vas a entender pronto, Blake. Lo prometo —contesta desganada— Te escucho.
Y comienzo a recitar el hechizo.
(...)
Las calles son silenciosas y solitarias a estas horas de la noche. Mi sombra es mi única compañía en las aceras que rodean la plaza principal. Las tiendas están cerradas, pero hay una que aún tiene las luces encendidas y aunque el letrero diga cerrado.
Sienna nota mi presencia. Deja una la prenda que estaba doblando sobre el mostrador y viene a echarle llave a la puerta.
— Hola...
— Por favor, dime que Meghan y Blake están bien —suelta preocupada.
Meghan está completamente curada y en su casa, posiblemente siendo regañada por su padre por desaparecer todo el día, pero al menos está intacta.
Mientras que Blake, bueno, cambiamos los recuerdos del secuestro por una noche donde se pasó de tragos y estuvo un día entero sufriendo las consecuencias. Se levantó en una casa que no conocía en las afueras del pueblo y milagrosamente se encontró con River y Vincent Lowell, quienes lo llevaron a su casa.
— Ellos están bien —contesto con una pequeña sonrisa— Ya solucionamos el problema.
Sienna suelta un suspiro de alivio.
— Pasa —me interrumpe alzando los hombros— Hace frio afuera —se hace a un lado.
La sigo hasta adentro, sintiendo el reconfortante cambio de temperatura.
— No es mi intención quedarme mucho tiempo. Vine para disculparme en nombre de mi hermano —ella vuelve a doblar la ropa mientras yo me quedo parada cerca del mostrador con las manos detrás de mi cuerpo— Vincent a veces olvida sus modales.
A Sienna se le escapa una sonrisa.
— Aunque esta haya sido la primera vez que me cruzo con un vampiro, no es la primera vez que me topo con un idiota —sus palabras parecen salir antes de ser aprobadas por su cabeza porque tan pronto como las dice, me mira avergonzada— Lo siento mucho. No quise...
— No te preocupes —le detengo levantando una mano— Tienes razón. Mi hermano es un idiota.
Sorprendentemente, repetir esas palabras me resulta reconfortante.
— ¿En serio somos los primeros vampiros que conoces? —pregunto incrédula.
Sienna adopta un semblante más serio y asiente con la cabeza.
— Desde que supe de mis poderes, me esforcé por mantenerme alejada de todo ese mundo —confiesa doblando con cuidado las prendas— Sé que pertenezco al mundo sobrenatural, pero eso no significa que quiero encajar en el o relacionarme con otras brujas —finaliza viéndome a los ojos.
Las palabras de Sienna son como una ráfaga de aire fresco. Claro que ella no debe ser la primera que piense de esta forma porque hay registros de brujas que abandonan sus aquelarres para vivir de forma independiente.
Pero Sienna es la primera bruja de este estilo que conozco. Todas las brujas que conocí en mis largos años de vida me han insultado, han usado sus poderes en mi contra, me han ignorado y hasta escupido.
Y a pesar de todo eso, yo siempre las he respetado.
El pensamiento liberal de Sienna es un alivio para mi pisoteado corazón.
— Sienna Riley —digo haciendo que deje de doblar la ropa— Creo que podemos ser grandes amigas.
— Qué coincidencia, Eleanor Lowell —me dice comenzando a sonreír— Estaba pensando lo mismo.
-.-.-.-.-.-
Hola brujis! (Es un apodo temático con la novelas, les gusta? 🌚)
Nuevo capítulo 💘💘💘💘 ¿Qué pensamos?
Creo que Sienna y Eleanor van a ser un gran dúo 😏
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