Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

V e i n t i n u e v e | Restos de lo que fue

Capítulo veintinueve | Restos de lo que fue.

Han pasado cuatro semanas.

Sinceramente, creía imposible que un día pudiera estar en el punto más alto de felicidad y de repente, caer en picado.

Pero lo hice.

No hay mucho que mencionar de lo ocurrido en este tiempo. Mi vida no es tan emocionante para que ocurra algo destacable, en realidad.

Aquel día, cuando volví a casa, mi madre no sospechó nada. Intentó interrogarme como hace siempre, pero fui más rápida y me metí en el dormitorio. Pero no en el mío. Sino en el de Max.

Frunció el ceño al verme y sabía que me caería una bronca cuando empezó a hacer mil preguntas.

Entonces rompí a llorar.

Esa noche fue la última que me dejó dormir con él o con Lay, por motivos aparentes y es que sentía que estaba en la mierda. Y lo sigo estando.

No duermo nada. Debajo de mis ojos descansan unas marcas oscuras que son la prueba de ello. No puedo aunque lo intente.

Mi pierna está peor. Me han obligado a llevar la rodillera estabilizadora. Cuando mamá se enteró de que me la habían recetado y me lo había callado, no pude librarme de sus gritos.

Ahora solo puedo tener la pierna extendida y rezar para poder volver a caminar sin sentir dolor algún día, porque en palabras de Hannah, la chica que me ayuda con la rehabilitación —sí, averigüé su nombre— la cosa pinta bastante mal. Al igual que con mi mano.

Sí, todo está mal.

Incluida mi amistad con Neithan.

Estuvimos días sin hablarnos, y creo que fue culpa mía. El orgullo me pudo, pero ya no aguantaba más sin pedirle perdón por decirle lo que le dije. Así que me disculpé. Pero creo que ya era tarde.

Ya no me llama para hablar durante horas sobre tonterías. Bueno, era yo la que solía hablar. Él se limitaba a escuchar y responder de vez en cuando. Pero siempre insistía en no querer colgar la llamada.

Ahora ya no tengo eso.

Tampoco me pregunta si quiero quedar con él. Nunca. Ya no se preocupa cuando no sabe de mí durante un par de días. Cuando tardé cinco días en poder mandarle un mensaje la semana pasada, él tardó dos en responderme.

Sin ser consciente, lo alejé de mí.

Pero no puedo seguir dejando esto así. Necesito que todo vuelva a la normalidad de una vez.

Tengo el móvil en las manos desde hace veinte minutos. Me tiemblan, cómo siempre que me pongo nerviosa. Decido no darle más vueltas y abrir su chat.

Me tienta mucho llamarlo. Llevo semanas sin hablar con él. Echo de menos su voz. Pero no quiero agobiarlo.

Escribo sobre el teclado, con la respiración agolpada en el pecho.

Maddy: necesito hablar contigo.

Tardo media hora en recibir una respuesta.

Antes no tardaba ni cinco minutos. De hecho, ya me habría llamado para saber que me ocurre.

Neithan: estoy ocupado.

Esa es otra. Últimamente siempre está ocupado. Siempre.

Ya no tiene tiempo para nada. Por supuesto, tampoco para mí.

Maddy: Neithan, necesito llamarte.

Cuando veo que no tarda en responder, sé que la respuesta será negativa.

Neithan: hoy no.

Noto un picor horrible en mis ojos.

Maddy: quiero disculparme y no quiero hacerlo por mensaje. Déjame llamarte, por favor.

Neithan: no sé por qué tendrías que disculparte.

Maddy: sé que te hablé mal y que me fui estando enfadada. Y te insistí mucho en que me contaras cosas que no querías contarme. Me comporté mal, ya lo sé. Pero no hace falta que me castigues de esta forma por eso.

Neithan: no sé de qué me hablas. No te estoy castigando de ninguna forma.

Maddy: ¿ahora vas a decirme también que no estás enfadado?

Neithan: tengo mejores cosas que hacer que cabrearme por tus tonterías.

Durante unos segundos, me quedo paralizada. No entiendo porqué me habla de esa forma.

Maddy: ¿vas a estar así siempre? ¿No vas a volver a tener una conversación normal conmigo?

Neithan: ¿has terminado?

El nudo que tengo en la garganta está apunto de romperse.

Maddy: necesito que quedemos en persona para hablar sobre esto. Por favor.

Llega un mensaje más.

El tiempo se congela y siento como si me arrancaran una parte de mí muy lenta y dolorosamente.

No puede hacerme esto.

Neithan: no vamos a volver a quedar porque no quiero volver a verte.

Las lágrimas bañan mis mejillas. No puede estar haciéndome esto, maldita sea.

No puedo perderlo. A él no.

Sin pensar en lo que hago, sin poder respirar, sin poder dejar de llorar, lo llamo.

A diferencia de otras veces, esta sí responde.

—¿Qué quieres ahora?

Me limpio las lágrimas a toda velocidad y respiro profundamente.

—Quiero... quiero hablar contigo.

—Que yo sepa ya hemos hablado. Yo al menos he dicho todo lo que tenía que decir.

—Pero yo... no lo entiendo. Sé que lo hice mal, pero estábamos bien antes de eso y...

—¿Tú estás bien y ya das por hecho que la gente que te rodea también, o cómo va la cosa?

Me deja sin palabras.

—No... no, claro que no. Pero pensaba que tú y yo sí estábamos bien.

—No estoy bien ni conmigo mismo, Madeleine. ¿Qué te hace pensar que puedo estarlo con otra persona?

—Pero para eso están los amigos. Yo me considero tu amiga. Solo quiero que estés bien.

Silencio.

—Sabes que si te ocurre algo puedes contármelo —insisto, sumida en la desesperación—. Sé que crees que no voy a entenderlo o que te juzgaré, pero te juro que no lo haré. Solo voy a escucharte.

Más silencio.

—Neithan, por favor —mi voz suena patéticamente débil—. No puedes alejarme así solo por no saber gestionarlo tú solo.

—No es por eso.

—No vuelvas a insinuar que no te gusta estar conmigo. Sé que a veces soy demasiado intensa y lo odias, pero no puedes estar actuando de esta forma solo por eso.

—¿Tú qué coño sabes?

Se me comprime el corazón cuando creo entenderlo.

—¿Es... es eso? ¿He sido demasiado intensa?

No dice nada.

—Puedo dejar de serlo —aseguro en voz baja—. Sé que tengo que cambiar eso. Y sé que tengo que parar de hablar tanto. Todo el mundo detesta eso de mí, pero no es...

—No tienes que cambiar nada —murmura.

—¿Entonces, cuál es el problema? ¿Qué he hecho mal?

Vuelvo a no obtener respuesta. Y yo no aguanto más sin venirme abajo.

Dejo el teléfono sobre la cama y me llevo ambas manos a la cara, intentando controlar el llanto que resuena por toda la habitación.

—Solo dime que he hecho mal —suplico—. Por favor. Solo quiero saber que está mal conmigo.

—Madeleine, a mí nunca me ha importado nadie. Durante toda mi vida me han tratado tan mal que, tarde o temprano, termino alejando a todo el mundo. Ha pasado lo mismo contigo. Ya está.

Su voz es baja aunque firme, pero noto lo que hace. No sé cómo, pero lo conozco y sé que está mintiéndome.

—Yo sí te importo —mascullo, dolida.

—No lo haces. Me caes bien, pero no lo suficiente como para seguir con todo esto.

Me tiembla el labio inferior. Me siento completamente ridícula. Destrozada.

—Me dijiste que me querías.

Las palabras me arden en la garganta.

—Solo fue otra mentira más. Y tú fuiste tan ingenua de creerme.

—Déjalo ya —suplico entre sollozos—. Estás haciéndome daño. Sé que estás mintiendo en todo. Eres un mentiroso de mierda.

—Parece que lo has entendido.

—Sabes perfectamente a qué me refiero. ¿Vas a decirme de una vez por qué quieres alejarme? ¿Qué ha pasado?

—Ha pasado que no quiero saber nada más de ti. Haz que se te meta en la cabeza, porque no quiero volver a repetirlo.

Me llevo las manos a la cara. Siento que la cabeza va a explotarme. Sus palabras me dicen una cosa, pero su forma de decirlo, débil, rota, me trasmite algo demasiado diferente.

—No puedo obligarte a cambiar de parecer —murmuro—. Pero quiero que sepas que siempre vas a poder contar conmigo si lo necesitas.

—Deja de hacer eso, joder.

—¿Hacer qué?

—Seguir portándote así conmigo después de todo. Preocupándote por mí.

Lo que voy a decir es lo más real que escuchará salir de mí.

—Nunca podré dejar de preocuparme por ti.

Lo escucho exhalar muy despacio.

—Eres muy injusta. Y demasiado inocente. Tanto, que consigue cabrearme. Porque un día te harán tanto daño, te caerán tan fuerte, que no podrás levantarte.

—Acabas de encargarte de eso —mis lágrimas se deslizan por mis mejillas—. Si algún día consigo ser la misma persona que era contigo, estaré agradecida.

Hay un silencio que dura varios minutos. Minutos donde solo se oyen nuestras respiraciones inestables.

—Tengo que irme —murmura—. No vuelvas a hablarme. Tampoco vengas a mi casa. Olvídate de mí, porque yo haré lo mismo.

Acaba de romperme el corazón.

—¿Eso es lo que quieres? —susurro.

—Es lo que te estoy pidiendo. Adiós, Madeleine.

Permanezco a la espera de que me diga que todo ha sido una broma de mal gusto. Que, en realidad, no quiere alejarse de mí, así como yo no quiero alejarme de él. Que piensa en mí cada día como yo lo hago. Que me quiere.

En lugar de eso, la llamada cuelga. Me quedo con esas como sus últimas palabras hacia mí.

No quiere volver a verme.

Tendría que odiarlo con todas mis fuerzas, pero no puedo. No quiero perderlo. No quiero que nada cambie.

Sé que no volverá a responder a mis llamadas. Por eso, decido hablarle por mensaje.

Pero no puedo hacerlo.

Acaba de bloquearme.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro