T r e i n t a y s i e t e | Verdades cruzadas
Capítulo treinta y siete | Verdades cruzadas.
Neithan aferra sus dedos en mi cintura al mismo tiempo que me estrecha hacia sí. Mueve sus labios junto a los míos con verdadera impaciencia, pero de forma dulce y cuidadosa. Como si tuviera algo realmente preciado entre sus brazos y no quisiera perderlo.
Cerciorarme de que puedo significar tanto para otra persona consigue hacerme temblar y solo puedo pensar en él. En su piel. En sus labios. En su forma de sostenerme. Un gruñido escapa de su garganta cuando llevo mi mano hasta su nuca y lo atraigo aún más hacia mí.
Retrocedemos inconscientemente hasta que mi espalda choca contra el pequeño muro que nos separa del vacío. Ese pequeño contacto es un golpe de realidad. De pronto, asimilo lo que estamos haciendo.
—Neithan... No hagas esto —jadeo, suplicante.
—¿No quieres que lo haga? —pregunta con voz ronca.
Eso es una maldita pregunta trampa.
—Consumiste antes... solo hace cuatro horas —bajo la cabeza, intentando no caer en la tentación de sus labios de nuevo—. No voy a dejar que esto ocurra mientras tú estás...
—Madeleine —sostiene mi rostro, provocando que lo mire a los ojos—, los efectos no duran más de dos horas. Sé perfectamente lo que hago.
Esa confesión consigue dejarme con la palabra en la boca. Podría no creerle, sería lo más acertado; después de todo, si estuviera desinhibido él no lo admitiría. Pero elijo confiar en él por primera vez después del tiempo que hemos pasado separados.
Observo sus perfectas facciones, alumbradas por la tenue luz que desprende la sala de estar. Los mechones de su cabello castaño caen por su frente con delicadeza, y lo único en lo que puedo pensar es que quiero enredar mis dedos en él. Bajo la mirada a sus labios, entreabiertos y jadeantes, rezando porque se incline sobre mí. Porque yo no soy capaz de inclinarme sobre él. Pero ninguno nos movemos.
—Sé que te resulta difícil ser sincera conmigo... pero no pienso volver a acercarme hasta que lo seas —me dice en voz baja.
Aprieto los labios, lamentándome de esa respuesta, porque no es la que me esperaba. Quería que leyera entre líneas y así no tener que decirle todo lo que siento, pero no lo dejará pasar.
Me siento atrapada, y no solo porque esté entre su cuerpo y la pared. Tomo aire con lentitud y me repito una y otra vez que puedo hacerlo, pero el temor sigue latente.
No comprendo porqué es tan difícil. Con él nunca nada ha sido complicado. Pero... ahora que sé que tiene tanto poder para herirme, no quiero que vuelva a hacerlo. No podré soportarlo otra vez. No quiero exponerme ante él, mostrarme de una forma real como no he sabido mostrarle al resto del mundo, y que vuelva a romperlo todo.
—No puedo hacerlo —susurro, bajando la mirada.
Una exhalación escapa de sus labios, acariciando mi mejilla.
—Madeleine, creía que... —se corta a sí mismo, repleto de dudas—. Estaba convencido de que sentías lo mismo que yo, pero... por tu silencio empiezo a pensar que de verdad no te gusto y que estoy cometiendo un error al besarte. ¿Lo estoy haciendo?
Me muerdo el labio con fuerza. Necesito decirle que no lo es. No quiero que seamos un error.
—No —susurro.
Como si fuera una revelación, lo noto relajarse considerablemente.
—Siempre puedes confesarlo con acciones —murmura—. Si no es esto lo que quieres, si no me quieres a mí, solo... apártame.
El oxígeno se ha evaporado. Su perfume llena mis pulmones y siento que pierdo la razón por él.
Me aventuro a buscar sus ojos. Su azul me hechiza hasta tal punto que no he sido consciente de lo cerca que vuelve a estar de mí. De la forma en que sus dedos recorren mi piel y sus labios se presionan sobre los míos, suave, sin acortar el espacio por completo. Sin llegar a besarme.
Sus dedos se clavan en mi cintura cuando me aferro con fuerza al cuello de su sudadera.
—Madeleine —insiste. Su cálido aliento chocando contra el mío es una invitación a probar sus labios por segunda vez.
Me pongo de puntillas y uno mis labios con los suyos en un movimiento inconsciente pero vehemente. Un grave quejido escapa de su garganta cuando mis dientes se cierran en torno a su labio inferior. Cuando Neithan nota que mi espalda vuelve a estar junto al pequeño muro, me aparta para llevarme a la pared que hay justo al lado. Noto como el ambiente se colma de una temperatura que despierta en mí deseos que jamás había sentido por nadie.
Es como si el universo me hubiera enviado todo lo que necesitaba dentro de un cuerpo. La persona perfecta para desvanecer mis miedos y hacerme sentir única y relevante. Con cada caricia que me regala, cada exhalación de sus labios, cada te quiero disfrazado de besos, lo reafirma.
La dopamina actúa como un sedante y me arranca las palabras antes de ser consciente de su gravedad.
—Te amo.
En mi mente, ahora mismo Neithan continuaría besándome. Quizás me llevase con él a la habitación, intentara llegar más lejos ahora que he sacado todo lo que trataba de esconder. Ahora que ya nada le impide tenerme en la forma que prefiera.
Pero me quedo completamente inmóvil cuando, en su lugar, lleva su mano a mi cabeza y deja de besarme para abrazarme con fuerza. Su respiración es irregular, pero no como la mía. Él... la contiene. Cuando trato de ver su azul, comprendo que lo que realmente está conteniendo son sus lágrimas.
—Te amo, Madeleine.
♡
Su forma de quererme es caótica, desordenada y visceral. Sus dedos recorren mi cuerpo mientras, en la oscuridad, me susurra todo lo que soy para él.
No sé en qué momento hemos llegado al sofá de exterior. Todo es perfecto, pero entonces, el ambiente que hemos construido se ve opacado por un tono de llamada. Esta vez no es el mío, si no el suyo.
La preocupación flota en el ambiente, pero no es el nombre de Chase el que vemos en pantalla. Se trata de Jett.
Neithan exhala pesadamente sin separarse de mí.
—Juro que voy a matarlo —masculla—. Lenta y dolorosamente.
Paseo mis labios por la curvatura de su cuello. Su aroma me embriaga al punto de hacerme cerrar los ojos para disfrutarlo al máximo.
—¿Vas a responder? —susurro.
Cuelga la llamada. Su mano se desliza por la parte baja de mi espalda. Al mismo tiempo, sus dedos se enredan en mi cabello, instándome a que continúe.
—Sabes que tienes toda mi atención.
—Quizás es importante...
—Tú eres importante.
Me besa sin darme tiempo a asimilar la situación. Él está aquí. Conmigo. A solas. Juntos... Está enamorado de mí.
Neithan está enamorado de mí.
Por más veces que me lo repita a mí misma, nunca serán suficientes para hacer que me entre en la cabeza.
Escucho el teléfono sonar de nuevo. Esta vez no pierde el tiempo mirando de quién se trata, simplemente vuelve a colgar. Pero llaman una tercera vez. Cuando me resigno a pensar que va a separarse de mí, Neithan arroja su móvil con fuerza a la otra punta de la terraza.
—¿Pero qué...? —me separo al escuchar el estruendo—. ¿Por qué has hecho eso? Creo que lo has roto, pedazo de bruto...
—Me importa una mierda. Ven aquí.
Me acerca a él con esa brusquedad que siempre lo ha caracterizado, besándome con más intensidad a cada segundo que transcurre. Neithan es una persona de pocas palabras y movimientos impulsivos. Su forma de hablar no es otra que con sus acciones. Y en este momento, está diciéndome todo lo que no puede con palabras. No se contiene en su forma de tocarme, no se reprime. Ser consciente de que conmigo se siente tan a gusto como para ser él mismo, me hace perder la cabeza.
Entonces me doy cuenta de que yo también me siento realmente cómoda con él. Por eso, por primera vez en mi vida decido llevar la iniciativa. Paso mi pierna sobre las suyas, lentamente, hasta estar sentada a horcajadas de él. Neithan exhala con pesadez y tarda unos segundos en reaccionar. Echa la cabeza atrás, contemplándome desde su perspectiva. Parece que va a decirme algo, pero se detiene cuando lo oímos.
El maldito teléfono.
—Tiene que estar vacilándome —masculla.
A pesar de que es lo último que quiero, vuelvo a mi lugar.
—Deberías responder. Puede que le haya ocurrido algo.
—Solo responderé para decirle que me deje en paz de una vez.
—Neithan —suspiro. Sabe lo que quiero decir con solo mirarme.
—No voy a ser amable con él por más que me lo pidas.
—Por favor.
Me sostiene la mirada, tenso. Al final, suelta todo el aire de sus pulmones y se da la vuelta, recogiendo lo que queda del móvil del suelo. Cuando vuelve a sentarse a mi lado, ya ha descolgado. Me tomo la libertad de ponerlo en altavoz. No parece que le moleste.
—Ya era hora —se escucha al otro lado de la línea—. ¿Por qué no respondías?
—¿Y a ti qué mierda te importa?
Me aclaro la garganta sonoramente. Neithan me mira y vuelve a suspirar.
—Madeleine quiere que sea amable contigo, así que saltémonos la parte donde te insulto y dime qué quieres.
Bueno, eso está mejor.
—He visto a Chase cuando salía de tu casa. Creo que no se ha ido. Aún está por vuestro barrio.
No comprendo porqué demonios no se ha marchado, porqué le hace esto. Él lo nota, porque deja una mano en mi pierna, acariciándome.
—Deberías sacar a Maddy de allí —dice Jett de pronto—. Hasta que... se calmen las cosas.
Neithan clava la mirada en el suelo, pensativo.
—No tiene porqué marcharse.
—Sé que quieres estar con ella, pero lo importante es que esté bien, ¿no es así?
Contrae la mandíbula.
—Va a estar bien —murmura.
—Chase podría hacerle daño de nuevo.
—Antes lo mato.
—Te ha dejado tan mal que dudo que le cueste pasar por encima de ti para llegar a ella.
—Entonces dejo que me mate. Pero no pienso permitir que le haga daño.
Su mano me sujeta inconscientemente con fuerza. Dejo la mía sobre la suya.
—Estará mejor en su casa, Neithan.
—Esta también es su casa.
—¿Ni siquiera vas a preguntarle si prefiere marcharse o quedarse?
—Quedarme.
Neithan deja sus ojos sobre mí.
—No voy a irme a ningún lado —susurro, solo para él y para mí.
Pasa su brazo sobre mis hombros para acercarme a él y posar sus labios sobre mi frente.
—Maddy, haciendo esto no vas a acabar bien.
Me giro para dejar mis ojos sobre el teléfono, como si Jett pudiera verme en este momento.
—No sé a qué te refieres.
—A estar cerca de mí —murmura el chico a mi lado—. ¿No es así, Jett?
Su tono de voz, débil y agotado, me duele en el corazón. Más aún después de todo lo que me ha confesado esta noche. Vuelve a sentirse el culpable. El criminal. El chico problemático al que todos juzgan.
No es solo eso lo que consigue enfadarme. Es el hecho de que Jett, al otro lado de la línea, ni se digna a responder a su pregunta.
—Deberías volver a tu casa, Maddy. Te lo digo por tu propio bien.
—Acabas de hacerle daño a Neithan y ni te molestas en disculparte.
Sé que no esperaba esa respuesta cuando se demora en responder.
—Si la verdad le hace daño, no es culpa mía. Pero su vida no es un cuento perfecto. Nadie sale sin nuevas heridas de ahí. Y él lo sabe.
Neithan mantiene la cabeza baja. Lo sabe. Pero le hace daño que una de las pocas personas cercanas que tiene se lo diga de esa forma tan cruel.
—¿Por qué lo tratas así de repente? ¿Por qué hablas de él de esa forma?
—Solo digo lo que pienso.
—Me dijiste que estabas preocupado. ¿Esta es tu forma de preocuparte por él?
—Me preocupo por él. Neithan lo sabe de sobra. Pero también sabe que el ambiente en el que está metido no es bueno para ti. Y, aún así, prefiere ser egoísta y mantenerte atada a lo que le rodea.
Aprieto los labios, impotente.
—Nadie me mantiene atada a nada. Estoy justo donde quiero estar.
Vuelve a haber un largo silencio. Entonces, Jett dice algo más.
—No se lo has contado, ¿verdad? —le pregunta.
Por la forma en que Neithan suelta el teléfono y busca el paquete de cigarrillos con cierto desespero, sé que sabe a lo que se refiere.
—¿De qué habla? —le pregunto, pero no obtengo respuesta.
—No va a decírtelo. No puede hacerlo.
No voy a mentir. Lo primero que pasa por mi cabeza es que hay alguien más en su vida. El pánico me invade y vuelvo a centrarme en Jett.
—¿Qué ha pasado? —pregunto en voz baja.
—Hace nueve días tuvo una sobredosis.
Un silencio absoluto se forma a nuestro alrededor. Entreabro los labios, pero... no soy capaz de decir ni una sola palabra. Escucho la voz de Jett de fondo y es como si diminutas agujas se clavaran en mi pecho.
—Lo llevé al hospital a tiempo. Pasó toda la noche allí y todo el día siguiente dormido.
—¿Por qué no me llamaste? —le recrimino con un hilo de voz—. ¿Cómo no se te ocurrió avisarme? ¿En qué estabas pensando?
—No estaba pensando, Maddy. Me esperaba de todo menos llegar a mi puesto de trabajo y encontrármelo en el suelo, sin respirar y casi sin pulso.
Bajo la mirada de golpe con los ojos llenos de lágrimas.
—Al día siguiente, mientras él estaba en el hospital, tuve que irme durante un par de horas, y cuando volví ya no estaba. El primer sitio al que fue tras salir del hospital fue al bar donde le compra a su camello. No le importó que hace poco más de un día estuviera apunto de morir.
—A lo mejor es que no puedo controlarlo —murmura Neithan con voz apenas audible.
—Y aún así te negaste a aceptar mi ayuda. Nunca quieres que te eche una mano. Y siempre estás agresivo cuando me ves, y me hablas como la mierda sin que yo te haya hecho nada, y sinceramente...
—Lo siento.
Me giro hacia él de golpe. Acaba... de disculparse con él.
—¿Qué? —pregunta con confusión.
—¿Vas a hacer que lo repita?
—¿Me has pedido perdón?
—Lo he hecho mal durante este mes. Peor que de costumbre, lo sé. Y me he pasado contigo, pero eso no quiere decir que vaya a pasarme la vida disculpándome, así que asimílalo y no esperes que vuelva a repetirlo.
—Es suficiente —Jett parece realmente aturdido—. Más que suficiente, me parece.
Él da una calada, expulsando el humo con lentitud.
—Si ya estamos en paz, te agradecería que dejaras de insistir con lo mismo que el otro día.
—Eso no tiene nada que ver.
—Jett, hablo en serio.
—Dijiste que no a la clínica de desintoxicación sin haberle dado una oportunidad. Así no vas a cambiar nunca, tío. Estás metido en un maldito pozo y te niegas a salir de ahí.
Ahora comprendo porqué se niega de esta forma... Neithan piensa que van a volver a dejarlo olvidado allí. Solo.
—No va a cambiar de un día para otro, Jett —digo en voz baja—. Pero va a conseguirlo. Poco a poco.
—¿Poco a poco? ¿Cuanto pretendes que tarde, Maddy? ¿Un año? ¿Dos?
—El tiempo que necesite para sanar del todo.
—Necesita ayuda profesional.
—Ahora mismo, lo que necesita es a alguien que le escuche cuando lo necesite. Y para eso me tiene a mí. Cuando se sienta preparado, él mismo buscará ese tipo de ayuda. ¿No es así?
Neithan me observa pensativo, pero también agradecido por haberle dado la opción de tomar una decisión por sí mismo. Por eso, en lugar de recibir una negativa como recibió Jett, se encoge de hombros.
—Puede.
Sé que, ahora mismo, está agobiado por el tema. Por eso me despido de Jett y cuelgo la llamada, centrándome en él.
—¿Te encuentras bien? —pregunto con suavidad. No quiero que se cierre de nuevo.
—Supongo. Los golpes apenas me duelen.
—Hablo emocionalmente.
Mi sorpresa es enorme cuando lo veo encogerse de hombros.
—Ven aquí. —Sin dejarle debatir, lo envuelvo entre mis brazos. Él tarda en corresponder—. Sabes que estoy orgullosa de ti, ¿verdad?
—¿Lo estás?
—Más de lo que lo he estado nunca de nadie.
Afianza el abrazo un poco más, alargándolo todo lo que puede. Yo tampoco quiero que se acabe.
—Madeleine...
—¿Sí?
—¿Puedes... quedarte a dormir conmigo? Solo hoy, al menos. Es difícil dormir si no estás aquí.
Me separo un poco de él para poder verle. Acaricio su rostro con suavidad, cerciorándome de que, dentro de lo que cabe, está bien.
—Vale —acepto con suavidad—. Pero vamos ya a la habitación. Necesitas descansar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro