Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

T r e i n t a y s e i s | Confesiones

Llevo tanto tiempo soñando con este momento que apenas se siente real. Intento asimilar sus palabras, pero no... no puedo.

—¿Crees? —Es lo único que soy capaz de pronunciar.

Neithan exhala con pesadez.

—No sé muy bien como debe de sentirse estar enamorado de alguien, pero... sé que nunca me he sentido con nadie como me siento contigo. Supongo que eso... tiene que significar algo. Espero que signifique algo.

Bajo la mirada, con el corazón latiéndome a toda velocidad. Me cuesta respirar. No sé como voy a confesarle lo que siento. Me... impone. Me da miedo. No soy capaz.

—¿Madeleine? —dice en voz baja y me atrevo a mirarlo—. ¿No vas a decir nada?

—No sé qué decir.

Aprieta los labios en una línea, dudoso. Pero después se gira un poco más hacia mí, decidido.

—Eres la chica más increíble que he conocido nunca. Recuerdo que cuando nos conocimos me porté mal contigo, pero aún así te quedaste. Tenía miedo porque... todo el que se cruzaba conmigo me miraba de la misma forma, con lástima. Pero tú no lo hiciste. Nunca me has mirado como si fuera algo que necesitabas arreglar. Sé que no te diste cuenta, pero eso me hizo sentir bien por primera vez en demasiado tiempo.

—Yo solo intenté ser amable y...

—No lo intentaste, porque es algo que te nace. Eres amable con los demás, e inocente, y joder, aunque a veces me pongas de los nervios, creo que tienes una personalidad increíble. Eres perfecta, por dentro y por fuera. —Exhala con pesadez, como si acabara de soltar algo que llevaba conteniendo mucho tiempo—. Sé que no soy la persona más... estable que has conocido, pero yo nunca te trataría mal. Quería esperar a... —se corta a sí mismo—. No quería que fuera así. Pero necesitaba decírtelo.

Estoy tan aturdida que ni siquiera puedo asimilar sus palabras. Paso saliva con dificultad, intentando reunir valor. Tengo que sincerarme. Él siente lo mismo que yo, tiene que ser fácil.

Pero no lo es. En su lugar, no soy capaz de articular palabra. Veo como él comienza a ponerse nervioso.

—Este es un momento perfecto para decirme que sientes lo mismo —añade en voz baja, inseguro—. Si... es que lo sientes.

—No lo sé...

—¿No lo sabes? ¿No sabes si te gusto, al menos?

Me gusta. Me encanta. Lo quiero tanto que no sé como no se lo grito a cada minuto. No sabía que podía sentir tanto por una persona.

—Yo... no lo sé.

Por eso no comprendo porqué narices no puedo ser sincera con él.

Neithan me aparta la mirada. Tras unos segundos de silencio en los que nadie se mueve, arroja con brusquedad el cigarrillo al suelo de la terraza.

—De puta madre —masculla, poniéndose de pie.

Camina hasta el salón, alejándose de mí. Yo cierro los ojos con fuerza, preguntándome a mí misma qué acabo de hacer. Era el momento, tenía una oportunidad... y he sido yo quien lo ha fastidiado todo.

Miro al interior. Él está sentado en el sofá, moviendo la pierna arriba y abajo con nerviosismo. Inhalo profundamente antes de reunir el valor suficiente para ir hasta él.

Levanta la mirada cuando me ve llegar.

—¿Podemos hablar? —pregunto con un hilo de voz.

—Te pediría que no me humilles más, si puedes.

Juego con mis dedos, como siempre que estoy nerviosa.

—No me he explicado como quería hacerlo —insisto—. No quiero que acabemos así.

—¿Crees que yo sí? —niega con la cabeza—. Créeme, tenía una idea muy distinta de como terminaríamos después de tener esa conversación. Pero está claro que era algo demasiado bueno como para que me ocurriera a mí.

Se pone de pie de nuevo, girándose sobre sí mismo. Dudo sobre si acercarme.

—Neithan...

—No tienes que darme ninguna explicación.

—Claro que sí. Además... quiero dártela.

—Madeleine, olvida lo que he dicho. Siempre que abro la boca es para complicar más las cosas. Ha sido una estupidez.

—No lo ha sido —murmuro—. Yo... me da miedo... ser sincera contigo.

Finalmente, consigo atraer su atención.

—¿Miedo? ¿De qué?

—No lo sé.

Sí lo sé. Me han hecho tanto daño cada vez que he sido abierta sobre lo que siento que ahora no me atrevo a serlo. Así como no me atrevo a confesarle el porqué. Soy una cobarde.

Al ver que no digo nada, él camina hacia mí.

—Sabes que no voy a molestarme por nada de lo que me digas, ¿verdad?

Me encojo de hombros. Él suspira.

—Necesito que seas sincera conmigo. Aunque no sientas nada especial por mí, aunque solo me veas como un amigo, pero necesito saberlo.

Lo miro a los ojos. Realmente necesita que lo diga. Y yo necesito sacarlo.

Pero no me da tiempo de hablar cuando llaman a la puerta con fuerza.

Ambos dirigimos la mirada hacia la entrada, pero soy yo la primera que se mueve hacia allí. No llego lejos cuando Neithan me sujeta por el brazo y me lleva al otro extremo del sofá.

—¿Qué haces? —pregunto, confusa.

—Voy a ver quien es. Quédate aquí.

Palidezco cuando me doy cuenta de porqué está tan agobiado de repente.

—¿Es él otra vez? —pregunto en voz baja.

—Chase nunca ha venido dos veces en la misma noche.

—Eso no quiere decir que no haya vuelto esta vez...

—Déjame que vaya a comprobarlo. No te muevas.

—No, Neithan, estás herido y yo no... por favor, no vayas.

Deja ambas manos a los lados de mi cara con suavidad. No se acerca más de lo normal, pero aún así, me hormiguea todo el cuerpo al detallarlo.

—Te juro que no voy a dejar que se acerque a ti. No voy a permitir que nadie vuelva a hacerte daño.

Mi corazón se derrite al escucharlo. Está tan cerca de mí que no sé como soy capaz de resistirme y no abalanzarme sobre él. Su mirada baja a mis labios y solo deseo que lo haga. Por un preciso momento se me olvida todo lo malo, hasta que vuelven a llamar a la puerta.

Sostengo su mano, que aún continúa sobre mí, y niego con la cabeza casi inconscientemente. Pero eso no es suficiente para convencerlo. Se aleja de mí y abre.

Mi miedo aumenta a cada segundo, hasta que veo desde mi lugar como él se relaja considerablemente.

—El único que faltaba esta noche. Ve a molestar a otro, yo no estoy de humor.

—No me extraña. Te ha dejado hecho una mierda, como de costumbre, y todo por no pedir ayuda. ¿Te encuentras bien?

Tiene que estar vacilándome. ¿Qué demonios hace Jett aquí?

—Estoy increíble, ¿no me ves? —fuerza una falsa sonrisa que no dura más de un segundo—. Ahora, lárgate.

—No me toques las narices, Neithan. Como sigas mintiéndome a la cara te llevo a rastras al hospital si hace falta.

—Otro —suspira.

—¿Cómo que otro? —aguarda un momento en silencio—. ¿Está Maddy aquí?

Me apresuro a ir donde están ellos. Cuando Jett me ve, cambia su expresión por una mucho menos dócil.

—Contigo quería hablar yo —se cruza de brazos.

—Que sea en otro momento. Adiós.

Intento cerrar la puerta, pero no solo tengo que forcejear con Jett para ello, si no también con el castaño a mi lado, que me observa con el ceño fruncido, sin comprender nada.

—Que te lo has creído. ¿Qué parte de espérame y te acompaño no entendiste, Maddy? ¿No podías esperar una maldita hora que saliste corriendo a mis espaldas?

—¡Te he dicho que lo hablamos en otro momento!

Intento por segunda vez cerrar la puerta y la mano de Neithan sobre la madera me lo impide. Lo miro precavida mientras nos observa a ambos con cautela, asimilando cada palabra.

—¿Él fue quien te dijo que ocurría algo? —me pregunta.

—No. No fue él. No fue nadie, ya te lo he dicho.

—Y yo te he dicho miles de veces que sé perfectamente cuando mientes. ¿Fue él, Madeleine?

Mi silencio me delata. Jett, después de unos minutos en silencio, se hace notar.

—No se lo habías contado —deduce.

—No me ha dado tiempo —mascullo.

Él da un paso atrás cuando Neithan da uno hacia delante, pero lo sujeto por el brazo.

—Antes de que le culpes a él, la culpa es solamente mía —me adelanto—. Yo le pregunté por ti cuando nos vimos fuera de la discoteca, yo le insistí para que me contara qué ocurría y fui yo la que se fue de allí aprovechando que se había despistado un momento. Jett no ha hecho nada mal.

—Jett sabe perfectamente lo que ha hecho mal —masculla en voz baja, sin quitarle el ojo de encima.

Lo miro, confusa. Jett me repara durante un segundo y al siguiente se centra en Neithan.

—No me imaginé que Chase le haría daño —dice en voz baja, cauteloso.

Neithan esboza una sonrisa irónica, soltándose de mi agarre con brusquedad.

—Claro —camina hacia él—, porque Chase es un alma caritativa y nunca le haría daño a nadie, ¿verdad?

—Neithan, no me imaginé ni por un segundo que se atrevería a pegarle. No lo sabía.

—Pues lo ha hecho. La asustó, la amenazó y la golpeó. Todo por tu jodida culpa. Si no la hubieras preocupado, ella no habría venido hasta aquí.

—¿Ahora se supone que tenía que mentirle y decirle que estabas bien?

—¿Tan difícil era?

—La habría destrozado haciéndole creer que estabas bien sin ella, porque solo con verla supe que estabais igual de mal desde vuestra estúpida discusión, par de idiotas.

Lleva toda la razón. Por eso no digo nada. Solo vuelvo a sujetarlo con firmeza, haciéndole retroceder un paso.

—Vamos dentro —le pido—. No te enfades con él. Déjalo estar.

—Necesito dar una vuelta.

Se aleja un par de pasos de mí, pero Jett se interpone antes de que baje las escaleras.

—¿Con dar una vuelta te refieres a ir a tu coche a meterte esa porquería otra vez?

—Métete en tu vida y déjame en paz.

—La última vez no fue ni hace cuatro horas —le recuerda—. No vas a matarte de esa forma, Neithan. No voy a dejar que lo hagas. No esta noche.

—Ni se te ocurra hablar como si te importara lo que me pase.

—Me importa. Así que vuelve dentro de una puta vez. No me hagas pedírtelo por las malas.

Escucho la conversación, pero he desconectado hace rato. Mantengo la mirada baja, con los ojos cristalinos y la decepción por él aún latente. No me puedo creer que... por eso lo hizo...

—Estás drogado —murmuro.

Mi voz es un desastre, pero ha sido suficiente para que me escuche y se gire hacia mí.

—¿Por eso me has dicho todo eso? ¿Porque... no estabas en tus cinco sentidos?

Hace el amago de hablar, pero se detiene. Yo me siento una estúpida. Él nunca me habría dicho nada si no hubiera consumido. Probablemente porque, en realidad, no lo tiene claro. Solo... se ha dejado llevar. Y casi me dejo llevar con él.

Podrían haberme hecho daño de nuevo.

—Me voy a mi casa.

Me doy la vuelta para recoger mi bolso, cuando escucho sus pasos acelerados viniendo hacia mí.

—¿Vas a hacerlo otra vez? ¿Vas a marcharte?

—Te recuerdo que la primera vez no me marché yo, me echaste tú.

—Y admití mi error. Te pedí perdón.

—Bien por ti.

Busco por todo el salón y no encuentro el maldito bolso. Voy a la terraza para comprobar que no me lo he dejado allí.

—Madeleine.

—No me sigas —jadeo, cada vez más agobiada con esta maldita situación.

—No entiendo porqué mierda importa que haya consumido algo. Soy consciente de lo que he dicho.

—¿Eso crees? —lo encaro con ira—. Porque lo que yo creo es que, cuando recobres la capacidad de pensar con claridad, te vas a arrepentir mucho de haberme dicho que sientes algo por mí.

Se acerca más a mí, tan molesto como yo.

—La capacidad de pensar con claridad la perdí el día que te conocí. ¿Cuándo vas a darte cuenta de que me gustas desde que te vi por primera vez? ¿Cómo tengo que demostrártelo para que te entre en la cabeza?

Sus palabras son patadas en mi estómago. La confesión de Jett sobre su estado es lo único que me hacía falta para no poder fiarme del todo de él. No así.

—Deja de mentirte a ti mismo —niego con la cabeza y voy hasta la puerta de cristal—. Estás confundido.

No llego a poner un pie en la sala de estar cuando él tira de mi codo hacia atrás.

—De todas formas, ¿qué te importa que te haya confesado todo esto? Si se supone que no sientes lo mismo por mí, ¿no es así?

El enfado que me recorre la sangre empieza a hacerse conmigo como no me ha ocurrido nunca.

—Yo no he dicho eso en ningún momento —mascullo.

Esboza una pequeña, sarcástica y cruel sonrisa.

—No dices nada. A secas. ¿No se suponía que tú eras la valiente? ¿Dónde está toda esa valentía ahora?

—Deja de recriminármelo como si fuera sencillo. No lo es.

Neithan da un paso hacia mí.

—Es fácil decir que no sientes nada más que amistad por mí. —Cuando ve mis ojos, siento que está percatándose de todo lo que guardo dentro—. Pero que insistas tanto en no dejarme en la zona de amigos de una vez, me da que pensar.

—Pensar nunca se te ha dado bien.

Su sonrisa se vuelve maliciosa. Da otro paso hacia mí, haciéndome retroceder por instinto.

—Dilo de una vez.

—¿Qué?

—Que solo soy un amigo para ti. Suéltalo. Sabes perfectamente que puedes hacerlo.

—¿Y si no quiero?

No me he dado cuenta de todo lo que he retrocedido hasta que mi espalda choca con la pared. Mis músculos se tensan y una sensación agonizante recorre mi piel al ver que Neithan no se detiene al igual que yo. Él... no se aleja de mí. No puedo negar que, en el fondo, no quiero que lo haga.

—¿Qué significa eso? —su voz, cada vez más baja, cada vez más ronca, me acaricia la piel haciéndome perder la cabeza.

—¿Debería significar algo o solo te estás haciendo ilusiones?

Deja su mano junto a mi cabeza, apoyada en la pared.

—Que estés a la defensiva es un comportamiento sospechoso, ¿no te parece?

—Deja de psicoanalizarme de una vez.

—Solo te observo y saco mis conclusiones.

Está acorralándome, y no en sentido literal, que también. Necesito salir de aquí.

—Querías que te dijera la verdad, ¿no? Bien. Solo eres mi amigo —suelto, temblorosa—. Solo... te veo como a un amigo.

Neithan se inclina hacia mí. Me encojo en mi lugar cuando se acerca a mi rostro con lentitud, pero desvía su camino hacia mi oído en el último momento.

—Tarde.

Mi respiración es irregular. Sé que él se ha dado cuenta porque está cerca. Demasiado cerca.

—Es la verdad —susurro.

—Eres una pequeña mentirosa, ¿lo sabías?

Cierro los ojos cuando su nariz se cuela entre las hebras de mi cabello. Inhala con lentitud, como si quisiera grabar mi aroma en su memoria. Cuando exhala, su cálido aliento choca contra la piel expuesta de mi cuello. Sus labios me acarician, insinuante. Sin un ápice de control sobre mí misma, recorro su brazo con mis dedos, detallando su anatomía al milímetro. Paso por sus bíceps, por su hombro... hasta que llego a su nuca y cierro mis dedos entorno a él.

Neithan exhala profundamente, como si mi tacto hubiera despertado algo en él. Al instante, tengo su cuerpo junto al mío y su mano libre rodeándome la cintura. Me sorprendo a mí misma cuando le incito a que haga de una vez lo que busca, que no es otra cosa que dejar sus labios sobre mi cuello.

Su boca se abre sobre mi piel con lentitud, dejando un suave beso. Un sonido agudo escapa de mi garganta, provocando que afiance el agarre sobre mí. Vuelve a besarme. La mano que descansaba en la pared ahora lo hace en mi cabello. Entonces, escucho su voz tan sumamente gélida y provocativa que necesito cerrar los ojos para recordar como respirar.

—Dime, Madeleine... ¿Haces esto con todos tus amigos?

Mis latidos aumentan a cada segundo. Pasea sus labios sobre una parte específica de mi cuello, como si pudiera sentirlos.

—Con todos no... —susurro—. Con el de la discoteca sí.

Lo noto tensarse sobre mí. Sus dedos recorren mi nuca hasta cerrarlos sobre mi cabello, obligándome a levantar un poco la cabeza.

—¿Ah, sí? ¿Con él también te aumenta el pulso como te ocurre conmigo?

No. Nadie excepto él consigue que me sienta así.

—Puede.

Roza mi labio inferior con su pulgar, contemplándolo como si deseara probarlos más que cualquier otra cosa.

—No intentes darme celos —me advierte en voz baja.

—¿Porque no funciona?

—Porque lo consigues.

Mis dedos se enredan en su abundante cabello. El tacto lo hace contener la respiración.

—Y eso es peligroso... —continúa—. Porque estoy intentando controlarme. Porque no quiero hacerte nada hasta que no te escuche decirlo en voz alta.

—¿Decir qué?

—Que sientes algo por mí.

Esas palabras golpean mi garganta con fuerza, luchando por salir. Sabe perfectamente que quiero que se incline sobre mí, pero también es capaz de ver que no me atrevo a confesarlo.

Neithan me acaricia con detenimiento, como si intentara comprobar algo; pero cuando siente mis labios tan cerca de los suyos, cuando cierro mis dedos con más fuerza, cuando soy yo quien busca el calor de su cuerpo, veo como se rinde poco a poco.

Como si ya no pudiera aguantar más, Neithan me besa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro