Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

T r e i n t a y n u e v e | La invitación

Treinta y nueve | La invitación.

Desgraciadamente y después de tres maravillosos días, creo que va siendo hora de volver a casa. Mi ánimo está por los suelos. Estos días con él han sido una de las mejores experiencias de mi vida, por exagerado que suene. Compartir espacio con una persona que comparte mis gustos, que me cuida y me respeta es simplemente... increíble.

Es temprano, no más de las ocho de la mañana. He venido a esta hora precisamente para no tardar mucho en poder volver a irme. Me ha dejado caer que le gustaría que almorzáramos juntos, así que hemos decidido pedir comida a domicilio. Parece que él está tan a gusto como yo, porque tampoco le apetece salir de su piso.

Entro en casa intentando no hacer ruido, pero no hay nadie dormido. Mis padres continúan de viaje y mis hermanos se encuentran en la sala de estar con Amy. Me quedo atónita cuando los veo vestidos de deporte.

—¿Habéis salido a correr? —pregunto a medida que me acerco.

Laila, que está completamente demacrada, señala a Max.

—Ha sido idea suya. Recuérdame que no vuelva a hacerle caso nunca más, por favor.

—No hemos durado ni cinco kilómetros —suspira Amy—. Y Max ha seguido hasta los diez.

—Habla por ti —añade Lay—. Yo me rendí a los tres kilómetros. Quería llegar viva a casa.

Me giro hacia mi hermano cuando noto su mirada sobre mí. Me observa desconfiado.

—¿Me explicas como es que llevas tres días sin pasar por aquí, enana?

—Casi prefiero que no.

Laila esboza una sonrisa divertida.

—Ya sabes que estaba con su amigo, Max. Estarían demasiado ocupados como para venir.

—Cuidado con lo que insinúas —masculla.

—Sabes que es mayor y que puede hacer lo que quiera, ¿no? Es decir, tiene veinte años.

—Sé que es mi hermana pequeña y que tiene muchas limitaciones por tener ese título y por tener veinte años.

Pero qué exagerado es.

—No te preocupes, Max —dejo el bolso en el sofá y me siento en el sillón—. Neithan y yo solo somos amigos.

—Ya lo sé.

Laila reprime una sonora risa. Max la asesina con la mirada.

—Di que sí, Maddy. Max prefiere seguir creyendo esa mentira antes que aceptar que te has hecho mayor.

El aludido se pone de pie con cara de pocos amigos.

—Voy a darme una ducha.

Mientras se marcha, noto la mirada que le dedica Amy. Cuando se gira, para disimular me centro en Laila.

—Creo que le has enfadado con esos comentarios —le hago saber.

—Es demasiado infantil. Primero le pasó conmigo y ahora le pasa contigo. Que se haga a la idea de que vas a tener novio, tarde o temprano.

Yo diría que más temprano que tarde.

Después, Laila también se marcha a la ducha. Me quedo a solas con Amy, y la forma en que me observa no me gusta nada.

—Vale —suspiro—. ¿Qué he hecho mal ahora?

—Escuché la conversación que tuviste con Jett en la puerta de la discoteca.

Lo suelta tan de golpe que incluso retrocedo en mi asiento. Intento asimilar lo ocurrido, pero no me da margen cuando sigue hablando, solo que en voz más baja:

—No me puedo creer que, sabiendo que ese chico tiene esa clase de problemas, hayas seguido quedando con él. ¿En qué demonios estabas pensando?

—En la persona que había detrás de sus problemas —murmuro de mala gana. Sabía que no lo entendería. Nadie parece entenderlo.

—Yo no... no lo comprendo, Maddy. Te juro que lo intento, pero no me cabe en la cabeza que conozcas a alguien que se droga y decidas volverte su amiga. ¿Cómo no saliste corriendo cuando te diste cuenta?

—Me di cuenta el día en que lo conocí y en ningún momento quise alejarme. Es una buena persona.

Se cruza de brazos, negando con la cabeza.

—Estuve apunto de contárselo a Max.

Entreabro los labios, atónita. Espero estar escuchando mal.

—¿Perdona?

—Estaba preocupada. Ese chico no es una buena influencia para ti. Ese tal Jett tenía toda la razón.

—Deja de hablar como si conocieras a Neithan. No lo haces.

—Lo hago lo suficiente como para saber que...

—No lo haces —insisto—. No lo conoces y no sabes nada de su vida. Pero yo sí lo hago y no voy a dejar que nadie hable mal de él, ni siquiera tú.

La firmeza en mi voz provoca que Amy se quede un poco rezagada. Respiro profundamente, intentando calmarme.

Amy es una persona que ha tenido todas las facilidades que se puedan tener en la vida. Por lo que Neithan me contó, su vida ha sido todo lo opuesto a la de ella. Por eso me duele tanto que hable de él de esta forma. Porque lo hace desde una posición que no es comparable a la que él haya tenido nunca. Lo hace desde un lugar seguro. Y eso no me gusta. Así que se lo hago saber.

—Maddy, yo solo digo que sus problemas son... serios. No estamos hablando de algo que se solucione en días, y a veces ni siquiera se puede solucionar...

—Va a superarlo.

Mi tono no le da opción a reproches. Y de cierta forma, trato de ser simpática para que ella sea razonable, pero simplemente no me sale.

—Ese chico debe de tratarte de maravilla si hablas así de él. ¿Te trata bien?

Eso es lo último que me esperaba.

—Pues... sí. Me trata muy bien.

Amy enarca ambas cejas.

—¿Y bien? ¿Eso es todo lo que vas a contarme sobre él? —intenta sonreír.

Sé que lo está intentando, así que supongo que yo debo intentarlo también. Puede que esta sea mi oportunidad para que vea a Neithan como yo lo hago.

—La otra mañana me compró gofres con chocolate para desayunar —dejo caer.

Amy entreabre los labios y yo sonrío. También es su desayuno favorito.

—Mentiría si no dijera que acaba de ganarme. ¿Por qué te los compró? ¿Pasó algo especial?

Sí, pero al mismo tiempo no. Creo que no tuvo nada que ver con el beso. Es su forma de tratarme. Lo ha hecho más veces.

—Es detallista conmigo —simplifico—. No es la única vez que lo ha hecho. Sabe que me gustan, y... bueno, a veces me da esa pequeña sorpresa.

—¿Y qué habéis estado haciendo estos tres días? —se acomoda en el sofá—. Porque algo habréis estado haciendo.

—¿Ver películas cuenta? —pregunto y ella se ríe—. No, en serio. Hemos visto muchas películas. Y hemos leído bastante también.

—Vamos, que nada especial.

—Para mí sí ha sido especial.

Bajo la mirada, recordando cada mañana, cada roce, cada risa, cada abrazo... Me pierdo tanto en mis pensamientos que Amy lo nota. Por eso y porque me conoce demasiado bien.

—Es cierto lo que hablamos, ¿a qué sí? Te gusta.

—El otro día nos besamos.

Su expresión pasa de ser la de alguien que no se cree nada, para después pronunciar un grito silencioso.

—¿Qué? Pero, ¿por qué? ¿Cómo? ¿Cuando exactamente? ¿Se declaró?

—Me dijo que él... bueno... que me quería —susurro.

—¡Está enamorado de ti! —grita en un susurro con voz chillona—. ¿Cómo besa? ¿Bien?

Sonrío, clavando la mirada en el suelo.

—Demasiado bien.

—¿Y mis detalles?

—No voy a darte ninguno.

—Oh, venga ya. Yo te doy todos mis detalles cuando salgo con chicos.

—Y desearía olvidarlos todos y cada uno de ellos.

Ella niega con la cabeza, divertida. Pasan unos segundos hasta que vuelve a hablar.

—Me gustaría conocerle.

—¿Cómo?

—Lo has tenido escondido por meses. Creo que ya va siendo hora de que nos lo presentes a todos, ¿no?

—Yo... no lo he tenido escondido. Es solo que él no... no creo que se sintiera a gusto con tanta gente.

—¿Es tímido o algo así?

—Un poco. Y no está acostumbrado a estar rodeado de tantas personas que estén pendientes solo de él. No quiero que se agobie.

Amy asiente.

—Aún así, creo que podría pasarse por aquí. Solo un ratito. No creo que le importe venir a saludar.

—No sé, Amy...

Me callo de golpe cuando escucho a Max bajar las escaleras. Se está secando el pelo húmedo con una toalla pequeña.

—Qué calladas estáis —nos dice cuando se acerca—. ¿De qué hablabais?

—Que Maddy te lo cuente —responde Amy—. Yo tengo que ir a casa a darme una ducha. Luego nos vemos.

—Hasta luego —la despide Max con amabilidad. Cuando sale por la puerta, sus ojos se clavan en mí—. Muy bien. ¿Qué has hecho?

—¿Qué? ¡Nada!

—¿Y por qué Amy lo ha dicho en ese tono? —me tomo unos segundos para contestar y ata cabos—. Dime que no estabais hablando de chicos, por favor.

—De chicos no... De un chico.

Él ocupa el asiento que Amy ha dejado vacío. Deja la toalla a un lado, centrándose en mí.

—Dime la verdad. ¿Tenéis algo o no tenéis algo?

—No voy a decírtelo para que te enfades conmigo.

Frunce el ceño.

—No voy a enfadarme, Maddy. Soy consciente de que eres mayor, pero... no sé. Me hubiera gustado que esperaras un poco más para salir con alguien. Solo eso.

—No estamos... saliendo.

Pronunciar esas palabras me causan un desasosiego irracional de repente. Hemos estado juntos estos días, pero... no hemos hablado de eso.

—Ya. No me lo digas... Es algo más que tu amigo pero algo menos que tu novio, ¿verdad? —la forma en que me observa, con esa pequeña sonrisa divertida, provoca la mía.

—Puede.

—Oye, eso está bien. Significa que os estáis dando tiempo para conoceros y eso es sano. No tenéis ninguna prisa.

—Lo sé.

Vuelvo a bajar la mirada para intentar ocultar mis emociones, pero él lo nota.

—No estás segura de si siente algo por ti —deduce.

—Neithan no me mentiría. Pero... puede que crea que está enamorado de mí y en realidad no sea así, ¿no?

—No. Si te ha dicho que siente eso por ti es porque de verdad lo siente. Son palabras muy grandes, Maddy. Y por lo poco que me has contado de él, dudo mucho que fuera a usarlas a la ligera.

Asiento intentando convencerme. Lleva razón. Estoy segura de que la lleva.

—Maddy —me dice y le presto atención—. ¿No te has planteado venir aquí con él?

—¿Os habéis puesto de acuerdo Amy y tú para convencerme?

Max sonríe.

—No, la verdad. Pero solemos estar de acuerdo. ¿Cuándo piensas presentárnoslo?

—No lo sé. No me agobies.

—Tranquila, que te voy a dar el trabajo hecho para que no tengas que pensar mucho. Dile que está invitado a cenar el sábado por la noche. Y déjale claro que la invitación es mía. Si es inteligente, no se le ocurrirá negarse.

Tiene que estar vacilándome.

—Max, no.

—He estado respetando tu espacio y que lo compartas con ese chico, pero como comprenderás, me veo en la obligación de darle un par de advertencias al pasar tanto tiempo con mi hermana.

—Max...

—Y no es negociable. Hablo en serio. Quiero conocerle.

Aprieto los labios, pensativa.

—Si él aceptara a venir...

—Si quiere ganarse a su cuñado, aceptará.

—No quiero que le recrimines nada de lo que ha pasado este mes. No ha sido culpa suya. Y ya lo hemos arreglado.

Max alcanza el mando de la televisión y la enciende.

—No voy a decirle nada. Sé que he cometido el error de meterme en tu vida estos meses atrás, pero no volveré a hacerlo. Si peleasteis y ya lo habéis solucionado, es un asunto vuestro.

—Vale, pero... si viene...

—Vendrá. Vaya si vendrá.

—No os paséis con él. Es un poco tímido.

Max esboza una sonrisa que no me gusta nada.

—Claro que no. ¿Por quién nos tomas, enana?

—Max, hablo en serio. Sé simpático.

—Oh, seré simpático. Muy simpático. Mi simpatía lo agobiará y todo.

—Max —insisto.

Aún con la sonrisa dibujada en su rostro, me revuelve el pelo con tal de picarme.

—Deberías confiar un poco más en mí, pequeñaja. Voy a comportarme.

—No ha sonado demasiado convincente.

—Eso significa que debo aprender a mentir mejor.

Cuando empieza a burlarse de mí, me lanzo sobre él y lo ataco con cosquillas en el abdomen. Nunca ha soportado las cosquillas ahí y simplemente estalla en risas, tratando de quitarme de encima.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro