Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

T r e i n t a y d o s | Él

Capítulo treinta y dos | Él.

—¿No te gusta?

Amy da una vuelta sobre sí misma, mostrándome su vestido de nuevo.

—Pues no. No eres tú. Siempre vas mucho más... descubierta. Parece que estás intentando ser alguien diferente.

Amy adora los vestidos cortos, los tacones altos, las blusas con escote... Básicamente le gusta destacar mostrando que tiene un cuerpo precioso y se le da demasiado bien. Así que no entiendo por qué ahora está probándose vestidos y faldas dignas de una monja.

Este último carece de escote, directamente. Llega hasta el cuello y casi a las rodillas. Además, los tacones con los que ha decidido combinar tal aberración son dignos de una abuela.

—¿Se puede saber que te ocurre hoy? ¿No te apetece salir con Max? Porque si has cambiado de opinión no tienes que preocuparte. Se lo diré y ya está.

—No es eso. Me ha parecido que ha tenido un detalle muy bonito al invitarme. No me lo esperaba, pero me apetece mucho.

—¿Entonces?

Amy suspira, mirándose al espejo.

—Maddy, voy a salir a solas con tu hermano. No sé si vestirme como a mí me gusta será lo más acertado. No quiero que piense mal de mí.

Parpadeo un par de veces, asimilando sus palabras. No puede haber dicho eso.

—Tu ropa tiene que gustarte a ti —no puedo evitar sonar molesta—. La opinión de los demás es secundaria. Innecesaria, en realidad.

—No quiero que piense que soy alguien que no merece la pena —murmura.

Me froto la cara con ambas manos.

—Solo sé tú misma. Max te adora cuando eres tú misma.

—¿Tú crees?

—Claro que sí. Vístete como más te guste. Si igual vas a estar preciosa.

Vuelve a mirarse al espejo, esta vez con una pequeña sonrisa.

—Creo que tienes razón. Voy a cambiarme.

Veinte minutos después, Amy está completamente diferente. Radiante. Lleva un vestido azul eléctrico, que tiene un escote en forma de corazón y carece de mangas. Lleva unos tacones plateados y un bolso del mismo color. Se ha dejado el cabello rubio suelto y completamente liso. Su maquillaje es muy natural pero le queda fenomenal.

Se detiene frente a mí, esperando mi aprobación.

—¿Miss Universo? ¿Eres tú? ¿Te tomarías una foto conmigo?

Amy echa a reír.

—No exageres.

—Cuando Max te vea va a enamorarse de ti.

Creo que me he pasado. Ahora mismo, el rubor del maquillaje le sobra completamente por mi culpa.

—Oye, ¿por qué no vienes con nosotros?

Espero estar oyendo mal.

—¿Por qué?

—Creo que me da un poco de vergüenza estar con él a solas —murmura.

—Lo conoces desde que éramos niñas, Amy.

—Lo sé, pero no es lo mismo. Además, a ti te vendría muy bien salir un rato. Necesitas despejarte.

Suspiro.

—Estamos hablando de Max. No me va a dejar ir con vosotros, solo os arruinaría la noche. Pero ve y pásalo bien, de verdad.

Amy decide ignorar mis deseos de quedarme en casa y llama a mi hermano por teléfono. Para colmo, lo pone en altavoz.

—Hola, Amy —la saluda—. ¿Quieres que pase ya a por ti?

—En realidad, quería preguntarte algo. ¿Te importa que tu hermana nos acompañe? Dice que le apetece mucho.

Espera, ¿cuando he dicho eso?

—¿No puedes decirle a Lay que ya hemos salido?

—Hablo de Maddy.

Hay un momento donde nadie dice nada. Lo tomaré como el minuto de silencio a mi plan fallido de conseguir que ambos estén a solas.

—¿Maddy quiere venir con nosotros? —pregunta.

—Dice que tú no querrías que viniera.

—Dile que es imbécil y que paso por vosotras en quince minutos.

—Gracias —sonríe Amy—. En cuanto Maddy se prepare te llamo.

—Ahora te veo.

Sí, adiós a ti también, hermanito.

Amy se pone de pie y buscamos en su armario algo que pueda prestarme. Finalmente, optamos por un top de manga larga de color azul y una falda de color negro. Como no puedo llevar tacones, elijo unas botas a juego con la falda. No me maquillo, solo me aplico rímel, y tras peinarme, me pongo de pie.

—Estás preciosa. ¿Nos vamos?

—Qué remedio.

Max está aparcado en la puerta de la casa de Amy. Él está fuera, esperándonos. Amy sí lo saluda, pero yo opto por entrar directamente en el coche. Veo desde la ventanilla como, aprovechando que están a solas, Max la repara de arriba abajo.

—Estás guapísima.

Mi expresión es la misma que la de mi amiga. Yo tampoco me lo esperaba.

—¿De verdad crees que estoy guapa?

—Lo creo todos los días, pero hoy estás increíble, Amy. De verdad.

—Tú también.

Al ver que ella empieza a ponerse un poco nerviosa, mi hermano le abre la puerta del copiloto y yo disimulo con el teléfono cuando me miran. Me pregunto qué acaba de pasar.

El trayecto es corto. El lugar está cerca de casa, cosa que agradezco por si en algún momento quiero volver pero no quiero molestarles para que me traigan.

Cuando llegamos, pasamos al interior. La música y las luces cambiantes se apropian del lugar. Yo voy directa a la barra y tomo asiento en uno de los taburetes que hay libres. Cuando se piden una copa pienso en recordarle a mi hermano lo que le dije sobre llevarla a bailar. Pero, para mi sorpresa, no necesita que se lo recuerde.

Sin preguntarle con palabras, la toma de la muñeca con suavidad. Ella comprende a lo que se refiere y está apunto de ir tras él, pero entonces se gira hacia mí, observándome con una mirada significativa, pidiéndome que los acompañe. Yo sonrío con descaro.

—A mí no me mires —señalo mi pierna—. Parecería RoboCop.

No me dejes a solas con él —sisea—. No sé qué hacer.

—¿Qué tal intentar divertirte? —Su expresión preocupada aumenta y decido picarla un poco—. No es para tanto, Amy. Ni que te gustase mi hermano como para no querer bailar con él.

—No, si él no... no me gusta. Nada de nada.

—Pues venga, ve con él. Estás haciéndole esperar.

Ambas lanzamos una fugaz mirada a mi hermano, que nos observa con cierta confusión. Finalmente, ambos se marchan al centro del local. A solas.

El lado malo de todo esto es que, en contra de lo que quiero, ahora estoy sola yo también. Lo que significa que él vuelva a mis pensamientos para quedarse. Bebo un largo sorbo de mi bebida, como si eso fuera a hacerme olvidar todos los buenos momentos que pasamos juntos.

Claramente, no funciona, por lo que decido centrarme en Amy y Max. Mi sorpresa es enorme cuando veo que están bailando juntos. Y me refiero a juntos. No hay espacio entre ellos. Entonces, mi hermano gira a mi mejor amiga para dejarla frente a él. Se están mirando a los ojos como hicieron antes, junto al coche, como si no hubiera nadie más a su alrededor. Justo cuando estoy apunto de ver como Max se acerca un poco más a ella, alguien me habla de cerca. De muy cerca.

—Hola.

Lo miro. Es... no sé quién es.

—Hola. ¿Nos conocemos?

Me tenso cuando se acerca un poco más. Me doy cuenta de que solo lo hace para poder hablar por encima de la música.

—No. Pero te he visto y he pensado que sería genial conocerte.

—Lo has pensado mal, lo siento.

El chico sonríe.

—¿Me dejas invitarte a otra? ¿Qué bebes?

—No debería seguir bebiendo, en realidad. Por hoy es demasiado.

—No me refería específicamente a alcohol. ¿Sabes de la existencia de los refrescos? Porque si no es así, permíteme que te descubra un mundo.

Hasta un estúpido refresco hace que él se me venga a la mente.

—Creo que paso.

—Vaya. Parece que estás teniendo una mala noche. Tienes el ánimo por los suelos.

—Es un mal día. Un mal mes, en realidad.

El chico asiente.

—Dudo mucho que pueda decirte algo que consiga animarte, ¿verdad?

—Parece que lo has entendido.

—Pero puede que un poco de compañía te venga bien. Me llamo Beck. ¿Y tú?

No sé cómo decirle que prefiero estar sola. Por eso, no lo hago.

—Maddy.

—Maddy —repite—. Me gusta tu nombre. Es común, pero bonito.

No le respondo. No quiero hacerlo. Veo esta situación completamente absurda, por lo que me giro y lo encaro.

—¿Qué quieres exactamente? —pregunto.

—¿Cómo?

—De mí. ¿Qué es lo que buscas?

El chico duda, pero termina esbozando una pequeña sonrisa.

—Se me da fatal, pero creo que ha quedado claro que estoy intentando ligar contigo.

Lo confiesa tan abiertamente que esta vez, la que se queda callada durante un momento soy yo.

Como dato, tengo que admitir que el chico no está nada mal. Tiene el cabello oscuro y abundante. Su tez es ligeramente bronceada, como si viviera cerca de la playa. Sus facciones son simplemente perfectas. En cuanto a su gusto vistiendo, debo admitir que es completamente increíble. Por no hablar de que, aunque no lo conozco, de primeras ha sido muy agradable conmigo.

Sí. El chico es muy atractivo en todos los aspectos. Pero no es él.

—No estoy buscando nada con nadie. Lo siento.

—Oh, ¿tienes novio?

—No. No tengo novio. Es simplemente que no quiero una relación. Ni un polvo de una noche. Ni nada.

—¿Ni siquiera un amigo?

Saca un paquete de tabaco, ofreciéndome uno. No dudo al aceptarlo. Cuando lo tengo entre mis dedos y observo su expresión, expectante, paso saliva, de repente cabreada.

—Lo que menos, un amigo.

—Creo que no deberías cerrarte de esa forma —insiste—. No pasa nada por charlar con alguien un rato, y si surge algo más pues entonces...

—He dicho que no. Voy a salir fuera, y más te vale no venir conmigo porque te aseguro que no conseguirás nada —me bajo del taburete con cuidado—. Encuentra a otra persona que sí tenga ganas de pasarlo bien hoy.

No espero su respuesta cuando salgo a la terraza. Hay varios chicos fumando en el otro extremo, así que me acerco a pedirles fuego. Cuando lo tengo encendido, vuelvo junto a la puerta principal. Y cuando el humo del cigarrillo me inunda los pulmones, los recuerdos me atropellan, las lágrimas me impiden ver y, simplemente, me vengo abajo.

—¿Maddy? ¿Estás bien?

Esperaría ver a cualquier persona esta noche, de verdad. De hecho, durante un instante he creído que se trataba de nuevo de Beck, pero no es así. Tengo que parpadear un par de veces para aclarar mi vista y cerciorarme de que sí es él.

—¿Jett? —pregunto, confusa—. ¿Qué haces tú aquí?

—Sabes que tengo vida más allá de la portería, ¿verdad? —sonríe un poco, pero se le borra lentamente cuando me repara—. Oye, no me has respondido. ¿Te encuentras bien?

Asiento.

—Solo... déjalo, no es nada.

—No parece que no sea nada. Estás llorando. ¿Te ha pasado algo ahí dentro?

Niego con la cabeza, abrazándome a mí misma. Él da un paso hacia mí, pensativo.

—Vale, soy un idiota. Es por lo que creo que es, ¿verdad? —cuando ve que no sé por donde va, continúa—. Estás así por Neithan.

—No. No estoy así por él.

Jett avanza y se sienta en el poyete que sobresale de la fachada. Me hace una seña para que lo imite. Lo hago, sinceramente, porque la pierna está poniéndome difícil el permanecer de pie.

—Entiendo que me mientas, pero conmigo puedes hablar —da una calada antes de proseguir—. De hecho, imagino que conmigo es con la única persona con la que puedes hablar con sinceridad sobre esto. A no ser que le hayas contado a alguien en todo lo que está metido tu novio.

—No es mi novio.

—Tu ex novio.

—Nunca hemos sido nada.

Yo bajo la mirada, pero él no lo hace.

—Maddy, sabes de sobra que Neithan no me cae bien. No siempre, al menos. Pero no estoy ciego ni voy a dejarlo en peor lugar del que se ha colocado él solo.

—¿Qué estás intentando decir?

—Que si vosotros no estáis enamorados el uno del otro, a mí me falla el sentido común.

El corazón se me para en seco.

—Jett, él y yo no...

—Sí, si ese cuento me lo sé, solo que me lo ha contado la otra parte —suspira—. Mira, Maddy, él es un imbécil en muchos aspectos, pero contigo nunca lo sería. Todo tiene que tener una explicación. No le odies por esto.

—Tarde.

Vuelve a dejar escapar todo el aire de sus pulmones. El silencio se cierne sobre nosotros, pero yo no aguanto más sin preguntarle lo que tengo en mente desde que lo he visto esta noche.

—¿Cómo está?

Solo quiero oír una palabra. Bien. Solo eso. Necesito que me diga que está mejor sin mí, que el mes que hemos pasado separados a él le ha servido para avanzar. Quiero que me diga que realmente quería sacarme de su vida, y que gracias a eso, ahora está mejor.

—Te va a sonar raro, porque nunca pensé que diría esto sobre Neithan —tensa la mandíbula, bajando la mirada—, pero estoy preocupado por él.

Es como si la realidad me golpease con fuerza. Como si todo se rompiera de nuevo.

—¿Por qué dices eso?

—Está mal. Y te prometo que lo he visto estar en un mal momento, pero no lo he visto así desde que lo conozco, y ya han pasado casi tres años.

—¿Vas a decirme a qué te refieres de una vez?

—Sé que te imaginas a qué me refiero —murmura—. Ha aumentado las dosis de lo que sea que se meta. Siempre que me cruzo con él va tambaleándose, y por más que intento hablar con él y ayudarle, se niega. Con decirte que el otro día solo lo saludé y casi me revienta la cara contra el cristal de la garita.

No comprendo nada. Ese no es el Neithan que yo conozco. Pero no me voy a quedar aquí sentada sin averiguar qué narices está ocurriendo.

—¿Sabes si está en su casa ahora mismo?

Jett me mira tan de repente que me sobresalto en mi lugar.

—Ni se te ocurra —advierte.

—Tengo que verle. Necesito hablar con él. No entiendo qué está pasando ni cómo hemos llegado a esto, pero estoy harta. Quiero que sea sincero conmigo sobre lo que ocurre.

—Maddy, él ahora mismo no está sereno como para tener una conversación con nadie. Se cabreará y te mandará a paseo. Otra vez.

—Sabes tan bien como yo que Neithan no se cabrearía conmigo como lo hace contigo.

—Te estoy diciendo que no vayas, joder. No lo hagas.

Frunzo el ceño. No comprendo nada.

—¿Hay alguien en su casa? Está... ¿está con alguien?

Mira a todos lados cuando se pone de pie. Después, cuando me ve hacer lo mismo, me sostiene por mi brazo.

—Entiendo que quieras ir a verle, ¿vale? Pero no puedes hacerlo ahora.

—Que intentes prohibírmelo solo hace que me den más ganas de ir.

—Estoy haciéndolo por ti, Maddy, maldita sea. Si quieres ir esta noche, al menos espérame un momento. He venido a recoger a un amigo, deja que vaya dentro y lo avise, y entonces iré contigo.

—¿Tengo que confiar en que tu amigo, probablemente borracho, quiera irse de una fiesta cuando son solo las una de la madrugada... por una desconocida?

Pasa saliva, nervioso.

—Todo sería más sencillo si me contarás qué está ocurriendo de verdad —murmuro.

—No puedo hacer eso, pero puedo acompañarte. Lo convenceré, en serio. Dame una hora, no más.

Miro al interior del local, atestado de personas. Miro la carretera, pensativa. Finalmente, dejo mis ojos sobre él.

—Una hora —accedo.

Su expresión se llena de alivio.

—Ahora vuelvo. Espérame aquí.

—Vale.

Desaparece en el interior. Odio mentir, pero odio aún más que me mientan a mí. Y él lo está haciendo en este momento. Está jugando conmigo al no revelarme los secretos que ambos esconden.

No voy a quedarme a esperarlo. No puedo hacerlo. He aguantado un mes sin respuestas, pero no aguanto ni un día más. Por eso me alejo del local, comprobando que Jett no puede verme y, a pesar del dolor que me provoca, corro como puedo hasta el piso de Neithan.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro