Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

T r e i n t a | Definición de una amistad

Capítulo treinta | Definición de una amistad.

Estamos en la última semana de agosto.

Solía gustarme este mes. Siempre lo he pasado en la playa. Si no iba con mis hermanos o mis padres, terminaba yendo yo sola. Nunca me ha supuesto un problema pasar el tiempo sola, estoy acostumbrada. Aunque fuera para sentarme en la arena con un libro. Iba por el placer de estar allí.

Este verano es completamente diferente.

Mis padres llaman a la puerta de mi habitación un par de veces a la semana para proponerme planes. La mayoría son en la playa. Siempre les digo que no me encuentro bien.

Mis hermanos llaman cada día buscando exactamente lo mismo. O para llevarme a rehabilitación. O para que baje al comedor. A ellos los mando a la mierda directamente, de una forma u otra.

No quiero ver a nadie. Solo a una persona en concreto. Pero él no quiere verme a mí.

Lo echo tanto de menos que me duele. Y sus palabras no salen de mi mente, haciéndome llegar a una conclusión.

Soy insoportable.

Con tan solo unos meses a mi lado, se dio cuenta de todos mis defectos. Hablo demasiado, me preocupo demasiado, me emociono demasiado. Siempre soy demasiado. Simplemente, no pudo más conmigo.

Desde que supe como pensaba en realidad sobre mí, no he dejado de preguntarme que me esperará con mis hermanos. O con Amy. ¿Estarán de acuerdo con él?

He necesitado un mes a solas, sin salir, sin hablar con nadie, para darme cuenta de que el problema siempre lo he tenido yo.

No.

El problema soy yo.

¿Cómo demonios pude tragarme que me quería por como soy?

Salgo de mis pensamientos cuando escucho mi teléfono. Lo rebusco por la cama con auténtica desesperación, esperando a ver su nombre en la pantalla. Pero solo es Amy.

Solo he hablado un par de veces más con ella desde nuestra última conversación. La primera fue para que pudiera interrogarme porque Max le dijo que había pasado casi una semana en casa del que creía que era mi amigo. No quiero ni decir su nombre. La segunda fue para que me contara sus cosas de la universidad y la gente a la que ha conocido por allí.

Lo que quiere decir que no sabe nada de lo que me ha ocurrido con él. Y no lo sabe precisamente porque he estado ignorando sus llamadas. Pero ella no se merece eso. Me habla todos los días y todos los días la dejo en leído.

Cuelga la videollamada, pero soy yo la que se la devuelvo. No tarda ni un segundo en contestar. Cuando veo su expresión, sé que debería haberla llamado sin la parte del vídeo.

Aprieta los labios, mirándome con cierta compasión. Yo bajo la mirada. No sé qué decir y al final es ella quien, tras suspirar pesadamente, empieza por mí.

—Cuéntame qué ha pasado.

Niego con la cabeza. Solo de pensarlo me dan ganas de hacerme pequeñita y esconderme en un rincón. No quiero hablar de él. Pero al mismo tiempo necesito desahogarme más que nada. Pero no puedo. Odio esa maldita sensación.

—Maddy —insiste.

—¿Para qué me preguntas? Si Max ya te habrá puesto al día. Cómo siempre.

—¿Al día de qué? Si llevas semanas sin hablar con nadie. Está preocupado. Y Laila también.

—Lo superarán —mascullo.

—Me han dicho que llevas casi un mes sin salir de tu habitación.

No digo nada. Me distraigo jugando con un hilo suelto de su sudadera. Sé que soy masoquista, no hace falta que me lo diga nadie. Pero tenerla puesta me calma, de cierta forma. Es cómo si siguiera conmigo.

—Tampoco comes —añade en voz baja.

—No tengo hambre.

—Ni vas a rehabilitación. Estás atrasando el proceso de recuperación y te podrían quedar secuelas graves...

—¿Me has llamado para decirme todo lo que hago mal?

No sé por qué estoy ahora a la defensiva, si solo está intentando ayudarme. Supongo que desagradecida es otro adjetivo para añadir a mi currículum.

—Te he llamado porque me tienes muy preocupada.

—Se nota. Llevas meses sin pasar por aquí.

—Lo sé, lo siento. Empecé a salir con el chico que te dije y él es de aquí, y... es verdad que no me he enfocado en todo lo demás. Debería haberlo hecho. Perdóname.

Me paso ambas manos por la cara, negando con la cabeza.

—Soy imbécil —murmuro—. Lo estoy pagando contigo y tú no me has hecho nada.

—No pasa nada. Te entiendo y es normal. Cuando yo rompí con Josh el año pasado tampoco estaba de humor para nada. No lo pasé tan mal, pero porque él y yo no teníamos una conexión así...

Espera, ¿romper? ¿Ha dicho romper?

—¿Y eso que tiene que ver con lo mío?

—Maddy...

—Éramos amigos, ¿de acuerdo? Solo amigos. No sé qué te habrá contado Max, pero solo pasábamos tiempo juntos. Nunca hubo nada más.

—Oye, te creo. Pero a veces, cuando pasas mucho tiempo con una persona, empiezas a sentir cosas. Es completamente normal.

No sé ni como empezar a explicarle lo equivocada que está.

—Amy, no sentía nada raro por él.

—Recuerdo como me hablabas de él y eso no es amistad, Maddy.

Niego varias veces, centrándome de nuevo en el hilo suelto que cada vez parece más emocionante.

—Sé que nunca te ha gustado nadie de verdad. Y eso está bien, significa que tienes estándares altos —bromea, pero no me hace gracia—. Lo que quiero decir es que es normal que no sepas identificar ese tipo de sentimientos.

—¿Te has metido a psicóloga y no me he enterado?

—Habéis peleado, ¿no?

Noto mis ojos cristalinos al segundo y miro cabizbaja.

—No —murmuro.

—No me mientas —me pide.

—No miento. No hemos peleado. Solo me ha dejado claro que nunca fui nada para él y que por eso no quiere volver a verme. Ya está.

Tarda unos segundos en responder. Yo ni siquiera levanto la mirada.

—Tendrías que habérmelo contado...

—Me da igual, en realidad. Tampoco me importaba tanto. Estoy bien.

—Te he pedido que no me mientas, por favor.

—Y no lo hago.

Se mueve en su sitio. Suspira de nuevo, como si no encontrara las palabras.

—Deberías empezar a admitir que te gusta. Si no lo haces, vas a sentirte cada vez peor.

—Es que no me gusta. Solo me caía bien.

—A otra con ese cuento. Necesitas aceptar como son las cosas para poder superarlo.

—No tengo nada que superar.

—Deja de mentirte a ti misma.

—Ni siquiera me importa.

—Maddy, acepta de una vez que estás enamorada de ese chico, por el amor de Dios.

Esas palabras quedan flotando en el ambiente y son como un jarro de agua fría.

—Sé que te ha hecho daño —dice en voz baja—. Conozco esa sensación. Te juro que entiendo como te estás sintiendo.

—No lo sabes —murmuro.

—Sientes que has dado todo lo que tenías por una persona que te hacía sentir especial. Y pensabas que él hacía lo mismo. Parecía que él también te lo estaba dando todo, pero ahora te has dado cuenta que tú te vaciaste por él y él no llegó ni a planteárselo por ti.

Parece que se ha colado dentro de mi pecho y que ha sacado lo que yo no he podido.

—Y es un sentimiento horrible —continúa—. Porque crees que eres insuficiente o que no mereces otra cosa que esto. Pero no es así. Eres la mejor persona del mundo y si él no ha sabido valorar eso, es su problema. Te aseguro que se arrepentirá de haberte hecho tanto daño porque no todos los días te encuentras con alguien que tenga un corazón tan bonito como el tuyo.

Me ha hecho derramar la primera lágrima. Odio cuando me habla así. Ni siquiera siento que merezca que me hablen así.

Pasan unos segundos en silencio y no sé por qué empiezo a hablar. Solo... necesito soltarlo.

—Me dijo que me quería —recuerdo en voz baja—. Un mes después me dio a entender que había sido mi problema por creérmelo.

—Cariño, eso... el problema lo tiene él, ¿de acuerdo? No tú.

—Me trataba bien. Cuando tenía una pesadilla, siempre estaba conmigo y me hacía sentir mejor. Me calmaba contándome cosas de su infancia. Me gustaba mucho estar con él.

Sorbo mi nariz, limpiando mis lágrimas, que no dejan de caer.

—Sé que te culpas por lo que ha pasado, pero tu no tienes la culpa de nada. A veces, las personas son crueles.

—Tú no lo conoces, Amy, él no es así. ¿Y si he sido yo quién lo ha roto todo?

—No ha sido así, por el simple hecho de que tú intentaste solucionar las cosas y pedir disculpas, y él solo intentó hacerte daño.

Hacerme daño. Aún no me creo que estemos hablando de Neithan.

Hace unos meses habría puesto la mano en el fuego al asegurar que él nunca me haría sentir mal a propósito. Ahora no lo tengo tan claro.

—No puedes culparte por el comportamiento y las decisiones de otros. No es justo para ti estar así.

Quizás tenga un poco de razón.

—Prométeme que vas a intentar volver a ser la de siempre —me pide—. Poco a poco, a tu propio ritmo. Pero dime que vas a poner de tu parte.

Asiento, cabizbaja.

—Supongo que puedo intentarlo.

—Eres la mejor.

Sonrío un poco sin levantar la mirada. Hacia tiempo que no la sentía tan cercana.

—Tengo que colgar —aviso.

—Vale. Es la hora de comer, así que...

—No hace falta que me lo digas.

—No preocupes más a tus hermanos y come un poco.

—Ya te he dicho que sí. Tengo que irme.

—Te quiero mucho —me dice.

Esas palabras me recuerdan a él.

—Y yo a ti.

Y las mías me recuerdan a que él no sentía lo mismo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro