Mingyu estaba vestido con su mejor camisa, las velas en la mesa estaban consumidas hasta la mitad y en el reloj de la pared se veía claro que eran pasadas las doce de la noche.

—Hey, Wonwoo —dijo, en su regazo acariciaba a su cachorro— Hoy faltaste a nuestra cena...

Permaneció largos segundos en silencio, hasta que finalmente sorbió su nariz y aventuró a hablar con la voz rota.

—Sé que esto no esta funcionando, Wonwoo, tampoco soy estúpido. Aún guardo las esperanzas, muy dentro mío, de que por alguna forma al menos nos llevemos bien y no nos lastimemos así, porque yo no busco lastimarte pero tú parece que sí, a veces parece que sí.

Limpió sus lágrimas con la manga de su camisa, sus manos temblaban horrible al intengar contener el llanto.

—Es que... pienso en cuando nos conocimos, en cuando empezamos a salir y en lo dulce, atento y tierno que eras. Siempre me abrazabas y me regalabas chocolates, no se cuando todo eso cambió, no se en que momento cambiaste y no pude hacer nada hasta que ya era muy tarde y... mírate ahora, mírame a mi y en como están las cosas.

»»— Y no se como terminamos tan mal porque... no sé que hice mal, ¿O que hicimos mal? Yo te amé, te amo, aún lo hago. Lo hice cada uno de esos días,  desde el primero hasta el último día de mi vida, te voy a amar igual.

Abrazó al perrito un poco más cerca de su pecho.

—Y eso duele, duele porque te amo.

Comenzó a llorar frente a la cámara, aún grabando y no se dió cuenta hasta varios minutos hasta después de cortar el vídeo.