Capítulo 5 (Despierta Milo)
Lin no comprendía nada de lo que sucedía, estaba muy confundida. Lo único que sabía del santuario es que muchos años atrás se contaba de generación a generación, que alguna vez existió un lugar en Grecia donde albergan templos dedicados a los doce signos zodiacales y más allá un aposento dedicado a una Diosa muy antigua.
Pero eran solo historias que se fueron perdiendo conforme pasaban los años y solo eran pocos los privilegiados que sabían algo de ello.
- Bueno, ya que estamos casi todos ¿Qué se supone que hagamos maestro Shion?- Preguntó Aldebarán al ver que estaban todos reunidos, excepto los caballeros de Acuario y Escorpio.
- El Santuario no emergerá hasta que el lugar sienta el cosmos divino de una Diosa, en este caso como no está Athena, tendremos que esperar a que Niké comience a manifestarse - Respondió su Ilustrísima mirando al horizonte.
- Les juro que yo no entiendo nada de lo que dicen y tampoco tengo la mínima idea de como despertar ese cosmos del que hablan - Contestó confundida.
- Quizá mientras deberíamos ponernos al tanto de lo que pasa en esta época. ¿Señorita, sería tan amable de contarnos todo lo que ha acontecido en todo este tiempo de nuestra ausencia? - Aioros se acercó a la joven esperando despejar sus dudas.
- Claro, pero para que se sientan más cómodos vayamos a mi cabaña, no los puedo dejar aquí - La joven les hizo una señal para que la siguieran.
Los doce caballeros tomaron sus Pandora Box y comenzaron a caminar detrás de ella esperando despejar sus dudas y aprender sobre aquella era en la que despertaron.
Los últimos en seguirlos eran Death Mask y Afrodita, se habían retrasado en el camino porque el guardián de la doceava casa se detenía en cada momento para cortar algunas plantas y rosas.
- No sé que obsesión tienes por las rosas - Preguntó el caballero de Cáncer observando como tomaba planta tras planta.
- Siempre he admirado la belleza de las plantas, en especial la de las rosas. Lo hago porque necesito que me revelen que es lo que sucedió en este lugar.
- ¿Ah si? Bueno no te negaré que eso fué de gran ayuda en Asgard, de esta manera pudiste engañar a Loki y por fortuna lo vencimos.
- Así es, pero ahora quiero saber que es lo que nos espera, pero aún no encuentro nada que puedan revelarme.... Espera un momento - Afrodita se detuvo al encontrarse una rosa roja sumamente hermosa ante las demás, con cuidado la tomó del suelo y aspiró su aroma, de pronto sintió como su cosmos reaccionaba ante ella, revelándole un suceso que tiene escasos minutos.
- ¿Que pasa Afrodita porqué te detienes? - Cuestionó nervioso.
- Sabes que una de mis habilidades es comunicarme a través de las vibraciones de las plantas y esta rosa me acaba de revelar algo importante.
- ¿Estamos en problemas?
- Quizá, alguien más está en problemas. Vamos Death Mask - Respondió Afrodita corriendo a otra dirección seguido del guardián de la cuarta casa.
Saga se dio cuenta de que Afrodita y Death Mask corrieron en otra dirección, no dudó en avisarle inmediatamente a Shion lo que acontecía
- Shion, lamento interrumpir pero Afrodita y Death corrieron para allá - Respondió señalando la dirección que tomaron.
- Algo me dice que esto no está bien. ¡Kanon! Quédate con Lin, los demás vamos tras ellos - Contestó Shion corriendo rumbo a esa dirección mientras el resto también se dirigía dejando al menor de los géminis con la joven damisela.
- Descuide, no le pasará nada. Yo estoy a cargo de su bienestar - Dijo Kanon acercándose a la chica que solo miraba muy confundida al gemelo.
De pronto unos ruidos extraños muy cerca de ellos alertaron a Kanon haciendo que inconscientemente colocara a la joven detrás suyo.
- ¿Qué fué eso?
- No lo sé, pero espere aquí por favor voy a ver que sucede, por lo que más quiera no se mueva de aquí - Kanon se alejó y tomó camino rumbo donde provenían aquellos ruidos y sobre todo saber realmente que era aquello que los estaba acechando.
Lin no comprendía nada, era un día muy extraño para ella, de un día a otro cambio totalmente su vida y una deidad divina desciende de los cielos comentando que resguardará a una Diosa que ni conocía y ahora tenía a catorce jóvenes muy apuestos y valientes que responden por ella, algo que hasta el sus mejores sueños solo ha pasado.
Tal como lo pidió Kanon, aquella chica esperó en ese lugar, pero su tranquilidad fué interrumpida por alguien más.
- Vaya que tenemos aquí, con que era cierto... Artemisa bajó con los humanos.
Aquella voz ronca y autoritaria hizo que la joven se diera la media vuelta puesto que a sus espaldas provenía aquella voz. Detrás de los árboles salió un hombre que resplandecía como el mismo sol, una cabellera rizada rojiza, una mirada fría en tonos azul zafiro con una tiara llamativa y una túnica blanca cubría en totalidad su cuerpo.
- ¿Quien eres?- Preguntó nerviosa retrocediendo.
- Eres muy ingenua para cuestionar a un Dios, ya veo que mi hermana terminó siendo igual que Athena, ahora está a favor de la vida humana. Pensándolo bien no deberían ni existir, llevan años viviendo sin rendir pleitesía a los dioses... Han hecho de este mundo su propio infierno... Todos merecen ser aniquilados - Después de esto levantó su mano con la finalidad de mostrarse superior.
- Sinceramente no se de que hable; aunque tiene razón quizá como humanos cometemos errores y a lo largo de todo este tiempo hemos dejado de creer en las religiones pero solo así las naciones que han sobrevivido han llevado una vida sin conflictos... Quizá es hora de que los Dioses se interpongan como los seres superiores que son, pero la humanidad necesita una oportunidad - Respondió la chica sin darse cuenta que poco a poco su cuerpo desprendía una ligera luz frente a ese Dios.
- Ahora me doy cuenta de las intenciones de mi hermana, pero no puedo permitir que eso suceda... Ustedes son seres inferiores a nosotros, se dejan llevar por sentimientos banales que los lleva a su perdición y por ello deben ser acabados.
El Dios estaba por atacar y aniquilar a esa chica que curiosamente ante sus ojos demostraba poseer un cosmos pequeño, cuando fué repelido su ataque con una ligera escarcha de hielo.
Lin en ningún momento cerró los ojos, ni mucho menos se doblegó, era una de sus cualidades, pero pudo observar como aquél joven que discutía con el contrario hace unos minutos atrás, se interpuso entre ella y el Dios.
- Disculpe mi retraso señorita, pero ahora es nuestro deber protegerla- Respondió Camus mientras la guiaba detrás de él.
- Creo que te conozco ¿No es así? - Habló el Dios observando al caballero de los hielos eternos - Les dimos el peor castigo por levantarse contra los Dioses ¡Creí que sus almas seguían sufriendo como se lo han ganado! Pero descuida, pronto los encerraremos de nuevo.
- Ahorre sus comentarios, estamos aquí por un motivo y nosotros luchamos por la humanidad en nombre de Athena.
- Disfruten el poco tiempo que tienen, porque ustedes si se les ocurre llegar al Olimpo, serán aniquilados - Apolo comenzó a prepararse y atacar de nuevo, cuando notó que aquel caballero se preparaba de la misma forma para atacar con su técnica más poderosa.
- Ja, con un simple poder no podrás detenerme. Te daré en donde más te duele, puedo ver a través de tí y sé que algo ocultas... Algo muy en el fondo y te haré sufrir con ello.
Camus se quedó sin aliento cuando el Dios dijo esas palabras, no sabía a que se refería y sobre todo, ni el mismo sabía que guardaba por dentro, siempre ha sido el caballero de hielo que puede controlar sus sentimientos y emociones en batalla. Tan perdido estaba en sus pensamientos que no notó el ataque de Apolo, cerró sus ojos mientras protegía a la chica, cuando de pronto alguien más se interpuso y recibió ese ataque de lleno.
Camus abrió los ojos y no podía creer lo que veía.
- Los humanos son pequeños e insignificantes. Si tienen el valor de enfrentarnos, los esperamos en el Olimpo - Respondió Apolo mientras desaparecía ante los presentes.
- ¡Milo!- Exclamó Camus mientra veía como el caballero de Escorpio caía inconsciente al suelo.
Lin corrió hasta donde estaba Milo y lo abrazó con la esperanza de que siguiera con vida.
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