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19.

CHARLIE

Salgo de casa cerrando la puerta tras de mí y camino a través del jardín para luego subir al auto donde me espera una Daphne sonriente. Abro la puerta del copiloto e inmediatamente la melodía de una de las canciones de Cyndi Lauper sale del auto, subo y saludo a Daphne con un simple hola, pero ella me atrapa en un abrazo fuerte.

—Estoy tan emocionada de ir a comprar los vestidos juntas —Aprieta el volante y me mira sonriente.

—Creo que será muy divertido.

—¿Recuerdas que en secundaria hablábamos todo el día de cómo sería nuestro primer baile?

—Sí, siempre dijiste que irías con Karl.

—Y tú dijiste que irías con un vestido verde y con Jace. Que bien planeamos nuestras vidas, somos todas unas brujas.

Mi amiga es tan parlanchina como la recordaba. Extrañamente me siento en casa

Lo que más me preocupa de esta salida son los temas de conversación. No hemos tenido las mismas vivencias ni hemos compartido muchas anécdotas recientes, más bien ninguna. Creo que el tema más importante del que hablar sigue siendo nuestra amistad renovada. Aunque sea un poquitín raro.

—¿Tienes un color pensado? —pregunto colocándome el cinturón de seguridad.

—Pues no, en realidad no. Tengo gustos muy contrastados y especiales. Puede gustarme un color, pero si la tela no me gusta , a la basura. Es toda una sorpresa salir de compras conmigo.

—Yo todo lo contrario, solo quiero algo con mangas largas.

—¿Largas? Pero el vestido te dará calor entre toda la gente.

Ya sé, pero la ocasión lo requiere.

—Es que me gustan los vestidos con mangas

—En ese caso, tal vez encontremos algún vestido con mangas de tela ligera, encontraremos lo ideal.

¿Qué más le puedo decir o preguntar? Estoy extrañamente nerviosa, como con Jace al principio. Es que es muy difícil empezar de cero con una persona que ya conocías y ahora te tienes que ganar su confianza de nuevo.

—¿Cómo te sientes con que volvemos a ser amigas? —suelta la pregunta de la nada como si llevara mucho tiempo guardándosela.

—Ah —Me ha sorprendido—. Bien.

—¿Solo bien? Porque yo tengo miles de sentimientos encontrados. A veces lloro de felicidad porque siento descargas de emoción al pensar en todo lo que podemos vivir juntas a partir de ahora. Sin embargo, a veces me da tristeza porque pienso en que no estaremos mucho tiempo juntas, a partir de ahora ya que vamos a ir a la universidad. O sea, yo iré a Nueva York y tú, tal vez al otro lado del país.

—No, iré a la NYU si me aceptan.

—¿Qué? ¿De verdad? —Me mira unos segundos con gran sorpresa.

—Bueno, ese es el plan hasta ahora, puede que después tenga otra idea.

—No, no, la NYU es de las mejores universidades. Yo pienso que deberías ir. Imagínate, tú y yo en una aventura en Nueva York, sería fantástico.

—Y sobre nuestra amistad, en realidad estoy confundida.

—¿No estás segura de que hayamos hecho lo mejor? —pregunta, asustada.

—No es eso, a lo que me refiero es a que no sé cómo actuar, no sé qué contar o cómo ser una buena amiga.

—Pero ya eres una buena amiga para mí.

—Es que ser amigas no es solo llamarse como tal. Por ejemplo, tú me muestras tu apoyo con lo poco que sabes sobre mi vida actual, pero yo no creo ser capaz de meterme mucho en tu vida porque ahora mismo la mía es un desastre. Claro que haré lo posible ser una buena amiga porque no quiero que tus expectativas caigan al suelo por mi culpa y luego, de nuevo, no estemos juntas. Porque yo te quiero mucho, Daphne, y cada día de mi vida me arrepiento de haberte dejado de hablar porque siempre necesité del abrazo de mi mejor amiga y no podía hacer nada porque era mi culpa —Mi pecho sube y baja por no hacer pausas.

—Tranquila, respira, sé que has pasado por muchas cosas difíciles; no pienses que te exigiré ser la misma persona que antes. Entiendo que hay procesos y estoy dispuesta y feliz de acompañarte en tu crecimiento, porque sé que volveremos a ser esas chicas que hablaban de chicos lindos. Tengo muchas expectativas, pero obviamente no te dejaré cuando nos encontremos el primer bache. Para eso están las amigas, para tomarse de las manos y ayudarse a cruzar el camino. No creas que te odio por ser tú misma, sé que tardaremos en tenernos la confianza de antes, pero no me importa, no te meteré prisa.

De verdad que tengo mucha suerte al contar con Daphne de nuevo en mi camino. Porque, a pesar de poder odiarme por haberla dejado botada de repente, ella me sigue queriendo como el primer día de kínder en el que nos hicimos amigas al momento. Es comprensiva y madura, de verdad anhela la amistad tanto como yo, y está dispuesta a luchar, y eso es todo lo que necesito, tomar su mano para, como ella dijo, cruzar el camino.

Porque cuando una persona te quiere en su vida, hace todo lo imposible para que no te vayas de su lado, así la situación sea la más difícil del mundo, la pelea haya sido muy fuerte o muchos años hayan pasado.

Espero que nunca soltemos nuestras manos.

Después de nuestro momento de sensibilidad, escuchamos y cantamos juntas algunas canciones, hasta que llegamos al gran local donde venden vestidos de todos los colores, estilos y telas que nos imaginemos. Bajamos del auto y entramos a la tienda, donde nos encontramos de inmediato con una chica joven, como si estuviera esperando nuestra llegada, ya que literalmente se nos ha puesto enfrente en cuanto hemos plantado un pie dentro allí.

—Muy buenas tardes, sean bienvenidas.

—Hola —saludamos al unísono.

—Hoy estaré a su servicio hasta que encuentren su modelo preferido. ¿Qué tipo de vestido buscan? —pregunta con una sonrisa amable.

—Yo busco algo de un verde lindo, sencillo pero bonito, y de manga larga.

—Creo que tenemos algunos así.

—Yo busco algo negro o rojo, y ya.

—Síganme, chicas, tengo algunos que les van a encantar y que harán que sus citas y todos los chicos suspiren.

La seguimos mientras observamos y admiramos todos los vestidos que hay a nuestro alrededor. Si por mí fuera, me probaría todos; me encanta comprar ropa.

Por el camino, la chica toma vestidos verdes y otros de diferentes colores para Daphne. Llegamos a un lugar de probadores con grandes espejos en todos lados, para que puedas admirar cada ángulo de ti y tomes la mejor decisión.

—Estos son para ti —me tiende tres vestidos—, y estos para ti. —Le da cuatro vestidos a Daphne.

El primero no nos gusta; nuestra segunda opción es posible que sí, pero la tercera opción

Al mirarnos la una a la otra nos señalamos con una sonrisa.

—¡Ese! —decimos al mismo tiempo.

Daphne tiene puesto un vestido negro con escote de corazón y una falda abierta a los lados. La tela brilla y hace que su blanca piel resalte junto con sus ojos azules. De verdad se ve muy hermosa, no deja de admirarse en el espejo. Creo que es tal como se imaginó, incluso mejor. Yo llevo un vestido largo con una abertura lateral, tiene un ligero escote con tirantes finos de los cuales sobresalen un par de mangas de tela verde transparente que dejan ver ligeramente mi piel. La verdad es que dudaba que hubiera algo tan específico que me gustara, pero me acabo de enamorar.

—¡Me encanta tu vestido! Llévate ese por favor, a Jace le va a encantar, soñará toda una semana con él, dirá: «¡Dios, soy el afortunado de afortunados!».

Mis mejillas se ponen como dos manzanas al escuchar las palabras de Daphne. Algo dentro de mí quiere que sus palabras sean reales, y puede que lo sean porque ella es su mejor amiga y lo conoce muy bien.

—¿Tú crees que le gustará? —murmuro mientras miro el vestido y me muevo de un lado a otro.

—Claro que sí, se quedará impactado, se quedará sin palabras.

Entonces me llevaré este. Quiero sorprenderlo y acelerar su corazón para que sepa qué es lo que yo siento cuando se acerca. Pero la principal razón es porque me veo genial con él.

Después de pagar los vestidos hemos ido a comprar zapatos, algunos accesorios y he acompañado a Daphne a por algo de maquillaje, que se le ha terminado. Y es el final de nuestro día de nuevas amigas. La verdad es que las risas no han faltado, los chismes de los que no tenía idea, y actualizaciones de vida tampoco. Siento que ahora, finalmente, estamos en el mismo punto. No hay duda de que sigue siendo mi mejor amiga.

—Adiós, nos vemos mañana.

Me despido de Daphne antes de cerrar la puerta de su auto, me sonríe y se despide con un ademán. Camino hasta la puerta de mi casa con todas las bolsas en mis manos, cuidando obviamente que la del vestido no se arrugue mucho. Toco un par de veces la puerta esperando que mi madre este de buen humor y quiera bajar a ayudarme. Afortunadamente, no pasa mucho cuando escucho unos pasos acercarse y luego se abre la puerta.

—Wow, quiero verlo. —Sonríe con emoción tomando la bolsa del vestido entre sus manos. Entramos a casa y es cuando veo a Julian sentado en el sofá mirándonos con una sonrisa y el control remoto en su mano. Ya entiendo el buen humor de mi madre. Ojalá, Julian se quede siempre.

—¿De verdad quieres verlo? —pregunto con un sentimiento de emoción en mi pecho.

—Sí, quiero ver cuál has elegido. Qué emoción, creí que no irías a ningún baile, pero me equivoqué —Se acerca al sofá y comienza a sacar cuidadosamente el vestido de su bolsa protectora. Julian no dice nada, solo nos mira con una ligera sonrisa siguiendo todos los movimientos.

—Hola —murmuro mirándolo unos segundos mientras me siento a su lado, pero un poco alejada. Aún no lo conozco bien, todavía me genera esa ligera desesperación de no saber cómo comenzar una conversación.

—Hola, Charlie. ¿Cómo te ha ido con las compras?

Odio que tenga carisma para conversar y solo quiero saludarlo e irme a mi habitación.

—Mmm, bien, fue tranquila.

—Me parece genial. ¿Te emociona el baile? Cuando yo fui a mi primer baile era todo un niñito nerd, recuerdo haber bailado con una maestra.

Sonrío tratando de no reír para no mostrar mucha confianza, porque todavía no la hay.

—Me alegra que tu baile vaya a ser un lindo recuerdo, porque supongo que irás con alguien especial.

Volteo a ver a mi madre, quien observa el vestido con una sonrisa tratando de no perderse ni un solo detalle de él. Es muy extraño, siento que no estoy en mi realidad.

—Sí, iré con un chico muy bueno.

—¿Qué tan bueno?

—¿Por qué la pregunta?

—Porque los chicos de esas edades muchas veces buscan una sola cosa, y muchos aprovechan la noche del baile. No te conozco mucho, pero puedo notar que eres una chica tranquila y buena, mereces un buen baile con una buena persona.

—Pues él es un chico muy bueno, me trata lindo y me respeta.

—Me alegro. Tal vez pueda estar esa noche aquí y decirle las típicas amenazas que dan los padres.

Rio por lo bajo haciendo que sonría.

—En realidad, esa noche me toca pasarla con mi padre —digo en voz baja.

—Mmm, tendrá que ser en el siguiente. Entonces asegúrate de que tu padre lo amenaza adecuadamente.

Asiento con una leve sonrisa. Mi madre guarda el vestido en su bolsa y nos mira.

—Voy a llevarlo al closet para que no se arrugue. Vuelvo en unos momentos. —Rodea el sofá y sube las escaleras hasta que la perdemos vista.

—¿Y cómo te fue con tu cita del 14 de febrero? ¿Era el mismo chico? —pregunta, interesado.

—Amm, bien —me limito a responder, algo incómoda. Esa cita es un poco más privada aunque hablemos del mismo chico del baile.

—Perdón por incomodarte con tantas preguntas. Me pongo muy nervioso porque quiero caerte bien porque —Toma una bocanada de aire y se limpia el sudor de las manos en el pantalón—. ¿Puedes guardar un secreto?

No sé si sería mejor huir o quedarme.

—¿Es algo malo?

—No, claro que no, solo que es un secreto que tu madre no puede saber por el momento. —Se levanta del sofá, camina hasta el perchero y saca algo del bolsillo de su abrigo, lo esconde detrás de su espalda asegurándose de que mi madre no venga, vuelve a sentarse en el mismo lugar y me mira.

¿Acaso va a matarme? Porque todo este misterio y mi cabeza imaginativa me hacen creer que sí. Saca el objeto que guarda a su espalda y me lo muestra. Una pequeña cajita negra donde reposa un brillante anillo con un diamante en el centro. Suspiro, sorprendida, y lo giro para mirarlo con una sonrisa; él mira el anillo con cara de preocupación.

—Quiero casarme con tu mamá. Créeme que la quiero mucho, es la mejor mujer que he conocido, pero no sé si ella me dirá que sí a este siguiente gran paso.

No sé qué opinar. Si mi madre se casa de nuevo y comienza una vida nueva, tal vez olvidaría el odio a mi padre y por fin viviría su vida y me permitiría vivir la mía, pero no puedo ser tan egoísta como ellos. Tengo que pensar en todos, no solo en mi bienestar, porque en tan poco tiempo me doy cuenta que mi madre cambia para bien cuando Julian está, pero no me puedo basar solo en eso. Es mi madre, merece ser tan feliz como yo quiero serlo.

—No me llevo muy bien con mi mamá, pero ella se lo merece todo, merece que la quieran mucho y la comprendan. He notado que realmente está muy enamorada de ti, yo creo que sí se casaría contigo —digo en voz baja acercándome para dar más privacidad a la conversación.

—¿Tú crees? —Sonríe.

Asiento y sonríe aún más.

—Te prometo, aunque nos estamos conociendo, pero te prometo que si ella me da el sí y tú me dejas entrar en tu vida en cualquier momento que te sientas cómoda, que voy a venir para bien. Sé que las cosas entre tu madre y tu no van de lo mejor, pero todo cambiará, lo prometo, tu mamá te quiere mucho y de verdad quiere lo mejor

No sé si sentirme feliz o temerosa por sus palabras, no me quiero ilusionar, pero de verdad espero que las cosas cambien. Julian parece tan sincero que me emociona e ilusiona aunque no quiera.

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