Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

17.

CHARLIE

Es un nuevo día en el que me toca ver a mi padre, por lo que soy muy feliz y esta vez de forma nada fingida. Con él y con mi hermana podré tener un poco más de paz. Respecto a la escuela, Jace y yo seguimos allí juntos sin problemas. Y puesto que ni siquiera le he dirigido la palabra a mi mamá y ella a mí tampoco, las aguas han estado tranquilas.

Aleluya.

He pensado en contarle a mi padre lo sucedido con mi madre y la psicóloga, aunque me da miedo cómo vaya a reaccionar, no quiero que se preocupe mucho y quiera exagerarlo todo. Solo quiero tener la confianza de hablar que no tuve con mi mamá.

—¡Papá!

Lo busco en la sala, luego en la cocina, la alacena, el porche

—¡Papá!

—Charlie, no grites, estoy aquí —dice entrando por la puerta que conecta con el garaje. Lleva varias carpetas amarillos en las manos y tiene cara de cansancio. Supongo que es por el trabajo.

—Quiero hablar contigo de algo importante.

—¿Qué tan importante? —Me esquiva y comienza a caminar hacia su despacho con la mirada puesta en las carpetas. Me giro y lo miro alejarse, así que lo sigo.

—Muy importante, se trata de mí.

Abre la puerta de su despacho y me mira con el ceño medio fruncido. ¿Acaso mis sentimientos, mi cabeza y mis pensamientos no son muy importantes? Tal vez les estoy dando más gravedad de la que debería, pero aun así es algo que quiero hablar con mi papá. Él me escucha siempre y me hace sentir bien conmigo misma, así que supongo que sí es importante hablar, además de que me hará sentir más tranquila.

—Se trata de

—Dejémoslo para después, ¿sí? —me interrumpe.

—Pero papá

—Estoy muy ocupado ahora, después.

—Pero de verdad quiero hablar contigo.

—Tengo muchas cosas que consultar con el abogado sobre el juicio de tu custodia. En serio, Charlie, ahora no. —Entra en su despacho y cierra la puerta. Me quedo ahí parada mirando la puerta cerrada y suspiro con pesadez.

Hablar sobre mi custodia, claro. ¿Por qué si están peleando por mí ninguno puede ocuparse de mis problemas? ¿Soy un trofeo para ellos?

Me doy media vuelta con tristeza dispuesta a irme a mi habitación, pero me encuentro con Jess, que me mira con una mueca de ¿pena?

—Está muy cansado y estresado, Charl —me dice suavemente mientras se pone a mi lado y acaricia mi hombro.

—Ya lo he notado, pero es algo importante.

—Puedes hablar conmigo, sabes que yo estoy dispuesta a escucharte. —Acaricia mi mejilla de forma reconfortante.

—No, gracias, quería hablarlo con él.

—¿Segura?

Asiento sin mirarla a los ojos.

—Sí, tal vez trate de hablar con él más tarde o mañana. Ya es muy tarde y mañana tengo clases, iré a ducharme y luego a dormir.

—Está bien Charl, duerme bien. Le diré que vaya a darte las buenas noches.

—No, no le digas nada.

Entro a la habitación y cierro la puerta tras de mí. Arrastro los pies hasta el baño, abro la mampara y regulo el agua escuchándola correr de inmediato. Me quito la ropa y, una vez que el agua está lista, me meto en la ducha y dejo que corra por mi pelo, mi cara y mi espalda.

Cierro los ojos y me relajo un poco.

Quiero mucho a mis padres, me han hecho sonreír mucho, cuando me contaban cuentos, cuando corrían a verme si tenía una pesadilla por las noches, cuando tomaban mis manos mientras caminábamos por el parque y contaban hasta tres para hacerme saltar. El cariño que les tengo nunca desaparecerá por completo.

Pero ambos también me han hecho llorar, sufrir, hacer que me odie, que los odie y, sobre todo, que aborrezca mi vida, porque sus problemas no son míos. El juicio trata de mí, pero se centra en su pelea. No tendría por qué existir el estrés del juicio si tan solo hicieran el esfuerzo de llevarse bien.

A fin de cuentas, son mis padres, no los puedo odiar.

Al terminar de ducharme y desahogarme, mis las lágrimas se confunden con las gotas de agua. Después me pongo el pijama, desenredo mi cabello, hago mi rutina facial, lavo mis dientes y, finalmente, me acuesto en mi cama.

Tal vez mañana sea un mejor día.

Me acomodo dispuesta a dormir, pero la puerta de mi habitación se abre, lo que hace que se cuele un poco de luz de afuera. Por un momento creo que es mi papá, así que cierro los ojos y me hago la dormida, pero los abro cuando la puerta se cierra y una voz chillona que siento cerca de mí resuena por la habitación.

—¿Puedo dormir contigo? —pregunta Camill. Tiene puesto un camisón, su cabello suelto y medio mojado porque se acaba de duchar y, además, abraza una muñeca de cabellos verdes.

—¿Tu mamá sabe que estás aquí? —Me siento en la cama y le ayudo a subir, trepa por las cobijas mientras yo jalo de sus brazos y, finalmente, termina sentada a mi lado.

—Sí, le he dicho que quería dormir contigo y me ha contestado que te lo preguntara. ¿Puedo?

—Claro que puedes Camille, siempre puedes dormir o hablar conmigo.

Sonríe y se acuesta a mi lado sin dejar de abrazar la muñeca. Mientras ella se acomoda, yo paso las cobijas por encima de ambas para estar calentitas por la noche.

—Te quiero mucho —murmura con su vocecita. Pasa sus bracitos por mi torso y se pega a mí como una sanguijuela.

—Yo también te quiero mucho, Camille.

—Entonces ¿por qué no vives conmigo? —pregunta bajito sin dejar de abrazarme.

—Porque no puedo, yo tengo que vivir con mi mamá.

—¿Mi mamá no es tu mamá?

—No, yo tengo una mamá que se llama Mary, pero también quiero mucho a tu mamá.

—¿Y por qué si tu papá también es mi papá, tu mamá no es la mía?

—Es difícil explicarlo.

—¿Por eso no vives conmigo?

—Sip.

—Jo, yo quiero que vivas aquí para verte todos los días y poder jugar contigo, para desayunar siempre tpanqueques con helado y luego ir a la escuela, y al volver ver películas de princesas, luego hacer pijamadas y dormir juntas. Vive aquí, porfa —musita.

—Qué más quisiera, tengo que volver a mi casa o mi mamá se va a enfadar.

—Jo —se queja—. ¿Y cuándo vas a volver? Siempre tardas mucho en regresar.

—Espero que pronto.

Nos quedamos en silencio. No sé cómo explicarle la situación, es muy pequeña para entenderlo.

—Mi papi me mostró tus dibujos —habla, rompiendo el silencio.

—¿Mis pinturas?

—Sí, los dibujos que haces en pedazotes de telas blancas. ¿Por qué no usas una hoja y ceras?

—Porque lo que yo hago es una forma diferente de dibujar.

—Me gusta cómo quedan, le dije a mami y papi que quería hacer lo mismo, y me compraron muchas ¿Cómo se llaman?

—¿Pinturas?

—No, se llaman acuarulas.

—Acuarelas —corrijo.

—Pues eso, y dibujo en hojas blancas tan gigantes como las telas que pintas tú. Quiero ser muy buena, parecerme a ti.

Vaya, es magnífica la sensación que genera que alguien reconozca tu trabajo con admiración, por más pequeña que sea esa persona.

—Estoy segura de que lograrás ser mejor que yo.

Se acurruca todavía más contra mi cuerpo y la escucho reír con sueño.

—Cuando sea grande quiero ser como tú.

Como yo

No, definitivamente no quiero que mi hermanita tenga la vida que tengo yo; quiero que ella viva feliz y sin preocupaciones, que viva sus etapas como debe, que sea libre, que no sufra por cosas que no le corresponden, que sea sociable y haga muchos amigos con facilidad.

No, que no sea como yo.

JACE

A leer el mensaje de Charlie ayer por la noche, casi volé por las nubes. Sinceramente grité contra mi almohada cuando leí: «Puedes ser mi modelo para hacerte un retrato».

Le pedí detalles haciéndome el duro cuando ya estaba decidido a decirle que sí desde que leí el «puedes ser mi». Y no me echaré atrás después de saber que tengo que estar unas horas frente a ella mirándola para que pueda pintarme. Dios, eso lo hago todos los días, me quedo largos ratos mirándola, unas horas no son problema para mí.

Justo ahora estoy caminando hacia el aula de Arte, donde ella me espera. Las clases ya han terminado y es en las extracurriculares cuando deben pintar todos juntos. Y como eso ella ya me lo había explicado la noche anterior, por la mañana me he puesto a elegir mis mejores trapos: una sudadera beis lisa, sobre ella una chaqueta de mezclilla color negro, pantalones del mismo color y tenis con dos colores combinados. Sé que no es lo más formal, pero me veo estúpidamente guapo.

Al entrar atraigo las miradas de todos. ¿No vieron a un modelo tan guapo antes? ¿Acaso soy yo el chico francés perfecto para todos estos artistas?

—Hola —saludo en voz baja y cierro la puerta con delicadeza y lentitud tras de mí.

—Nuestro mariscal de campo estrella —dice la profesora de Arte acercándose a mí con una sonrisa amable.

La señorita Rose Mary me dio clase de Arte en primer año, pero decidí dejar de tomar esa optativa. Era un asco en todo: plastilina, arcilla, moda, pintura, en todo. Definitivamente, lo mío es el deporte.

—¿Soy bienvenido aquí? —pregunto con una sonrisa.

—Claro que sí, pasa.

Le sonrío con agradecimiento y camino a través de todos. Hay alrededor de doce personas: seis artistas, que llevan un mandil lleno de pintura, y cinco modelos, que son seis ahora conmigo. Sin duda, yo seré el mejor de todos.

Me acerco a Charlie y ella me mira con una sonrisa que le devuelvo.

—Creí que no vendrías —murmura jugueteando con su pincel mientras me mira por unos segundos.

—¿Por qué no habría de hacerlo? Voy a ser retratado por la artista Charlie Hans, eso es un gran honor para mí. Tal vez, en unos años, tu pintura esté colgada junto a la Mona Lisa —bromeo haciéndola reír.

—Tienes en cuenta que tardaremos un poco, ¿verdad? —pregunta alzando una ceja.

—Sip, me lo has dicho por la noche y me he mentalizado. Además, estás tú aquí, no creo que vaya a sufrir, pero tal vez me puedas pagar por adelantado

—No te voy a pagar.

—¿Por qué?

—El voluntariado y los favores no se pagan, Jace Grey.

—Lo sé, yo solo hablo de, no sé, ¿un beso? —pregunto con una sonrisa angelical.

—No te daré un beso.

—Tenía que intentarlo. —Sonrío.

—Es que no tengo rojo tomate, y si te doy un beso es un hecho que terminarás todo rojito.

—Eso es una total realidad.

Sonríe y me conduce a un banco de madera alto que está frente a un lienzo mediano.

—Tengo que hacer dos cuadros: uno de tu rostro y otro únicamente de una parte de tu rostro —me explica mientras coloca pintura en una paleta blanca de plástico.

—Soy tu modelo, hago lo que quieras.

—Siéntate en ese banquillo y mira a un lado, y después un poco arriba — me indica. Hago lo que me pide. Con su dedo mueve ligeramente mi mentón hasta que encuentra la pose perfecta—. ¡Ahí! No te muevas.

Ella comienza a pintar rápidamente con una sonrisa. Se nota que le gusta lo que hace, y soy su musa. Tal como pide lo hago, no me muevo. Y no me resulta muy difícil, soy alguien paciente y tranquilo, solo me basta con respirar y eso me da tranquilidad en todo mi cuerpo. Durante el corto tiempo que ha pasado no hablamos, pero no es para nada aburrido. Tengo a una preciosidad pintando una obra de mí. Casualmente es la chica que me gusta y de la que estoy enamorado, así que estoy perfectamente equilibrado.

Se ve tan hermosa haciendo lo que le gusta Frunce las cejas y parece juzgar su pintura; saca la lengua para tener un poco más de precisión y sus ojos brillan en cuanto el pincel toca un espacio en blanco.

Disfruto mucho viéndola, y sobre todo disfruto de ser parte de esta experiencia.

—Vaya, Jace, tienes un perfil muy artístico, seguro que fuiste tallado por Miguel Ángel.

Me es imposible no sonrojarme ante su comentario.

—¡Que no tengo rojo tomate!

Trato de no sonreír, pero me parece imposible.

—Es tu culpa, tú lo dijiste, es fácil que termine todo rojito.

—Bueno, ya casi terminamos, y podrás ponerte del color que quieras.

Trato de moverme lo menos posible sin dejar de mirarla. Paramos de hablar y solo nos dedicamos a la tarea que nos ha tocado. Pintar y no moverme. Cuando pasan otros largos minutos, Charlie deja a un lado los pinceles y va hasta un mueble café para tomar su mochila.

—Ya te puedes mover —dice mientras se sienta en una de las sillas.

Bajo del banquillo y me siento en una silla frente a ella.

—Haremos un descanso, he traído sándwiches y zanahorias pequeñas, también para ti, además traje cajitas de jugo. Perdón si no es una comida deliciosa, pero no se me da para nada cocinar bien.

—No te preocupes, no pidas perdón, esto es más que suficiente, y amo los sándwiches.

—¿No crees que es infantil?

—En absoluto —murmuro tomando uno—. Mamá a veces me hace sándwiches y los corta en forma de dinosaurio. Ella ríe por lo bajo para después darle un mordisco a una zanahoria. —Es verdad, pero no se lo digas a nadie. ¿Qué pensarían de su mariscal estrella, que derriba chicos, grita y corre como una fiera, si supieran que a veces come bocadillos en forma de dinosaurio?

Parece pensar un poco para volver a mirarme después de un rato.

—No sé las demás personas, pero yo pienso que es muy tierno.

—Con eso me basta.

—¿No estas cansado? Ya sabes, de estar sentado mucho tiempo sin poder moverte.

—No, ya te he dicho que, estando tú, eso me da muchas energías.

—Estas más coqueto que de costumbre. —Sonríe divertida.

—Creo que nací para esto, para brillar, para que el mundo me admire en cualquier formato, físico, pintura, papel, el que sea, nací para ser amado.

—Amado, claro —se burla y luego sorbe un poco la pajita del brik de jugo.

—¿Por qué me has elegido entonces?

—Porque eras mi quinta opción.

Mi corazón se hace chiquito al escuchar sus palabras, y estoy seguro de que esto se refleja en mi cara, creo que incluso voy a llorar

—Es broma —dice de inmediato al notar mi cambio de humor—. En realidad, has sido mi primera opción porque tienes un perfil grandioso.

—No bromees así, lo que tengo de coqueto lo tengo de sensible.

Sonríe con ternura e inclina un poco la cabeza sin dejar de mirarme a los ojos.

—Ya me di cuenta, Jace. ¿Te parece si volvemos al trabajo?

—Claro, estoy listo para sacar mi perfil de dios griego.

Después de hacer el descanso volvemos a la pintura. Esta vez el tiempo pasa más rápido; ya debe quedar poco, porque la mirada de Charlie comienza a irradiar felicidad y emoción, y cada vez los trazos son menos, así que deduzco que

—Ya he acabado.

Ya ha acabado...

—Ven.

Me pongo de pie y camino hasta colocarme a su lado.

Solo puedo decir que esto es impresionante. Ella tiene mucho talento. El cuadro parece una fotografía, tiene un poco de relieve y eso lo hace mucho más interesante, absolutamente todos los detalles destacan. El cabello es muy alucinante, las cejas exactamente iguales a las mías, el brillo de mi cara y mis ojos, los lunares Estoy impactado.

—Eres impresionante. Parece una fotografía, has logrado plasmar todo lo que soy en una pintura, y en tan poco tiempo ¡Es mi lunar!

—Lo es.

—¿Cómo es que lo has visto desde tan lejos? Es un lunar pequeño que tengo al lado de los labios

Oh, Charlie recuerda mis labios

—Tengo buena vista —vacila mirando a otro lado.

—O recuerdas a la perfección ese lunar.

—Eso no es cierto —se queja con una sonrisa.

—Pues yo creo que sí, y lo cierro con candado de oro.

—Y eso qué significa.

—Que ya no lo puedes cambiar.

—Eres tan tramposo —Toma el lienzo con cuidado de no dañar la pintura y me mira de nuevo. —Gracias por no moverte—. Me sonríe.

Lleva el cuadro a la profesora y lo deja sobre el escritorio con cuidado para que comiencen a hacerle correcciones, pero dudo que tenga algo malo: lo ha pintado ella y aparezco yo en él. Vuelve un poco después y de nuevo me indica que me siente, lo hago sin oponerme y la miro con emoción.

—Voy a pintar tus labios ahora, solo quiero que los abras un poco —me pide mientras cambia de pinceles y coloca otro lienzo.

Mis labios.

— ¿Por qué mis labios? —pregunto con algo de picardía.

Sus mejillas se ponen rojas al instante y comienza a titubear sin darse a entender, pero finalmente responde en voz baja:

—Son bonitos y rojos

—Dijiste que no tenías tonos rojos.

—Es que no te daría un beso tan fácilmente. —Se pone frente al lienzo y comienza a sacar botes de pintura de todos rojizos, rosados y anaranjados.

—Vaya, vaya, pero si la verdadera tramposa aquí eres tú. —Sonrío inclinándome un poco a la izquierda para poder verla perfectamente, se está riendo mientras vierte pintura en su paleta de madera.

—Reclamaste un pago muy rápido. Entonces no sabía que eras tan buen modelo.

—Ya has tenido la oportunidad de saberlo. ¿Me he ganado un pago?

—Casi

¿Casi? ¿Cómo que casi?

—Creo que merezco uno de motivación.

—No te voy a dar un beso frente a todos aquí.

—¿Después?

—Jace

—Bueno, lo siento. —Me quedo callado con una ligera sonrisa—. ¿Ni un abrazo?

—Jace Grey, basta ya, no hables más.

Sonrío y me acomodo en el banco para que comience a pintar «mis lindos y rojos labios».

En este dibujo tarda un poco menos que en el otro. Pasa una hora y media cuando me dice que puedo verlo. Me levanto y me coloco junto a ella nuevamente. Esto es tan fantástico, tiene un don para el arte, sus pinturas parecen muy reales, nació para ser artista.

—Eres una artista y el mundo debe saberlo —digo mirando el cuadro.

—No lo creo tanto, solo es un hobby.

—Lo digo de verdad, es genial. ¿Cómo puedes lograr hacer todo esto? Yo apenas puedo hacer monitos de palitos.

—Lo hago desde kínder. Obviamente antes pintaba con acuarelas y hacía dibujos normales, flores, casas; conforme crecía, fui perfeccionando la técnica, y esto es lo que soy ahora. —Señala su cuadro con orgullo.

Estoy enamorado de su arte, compraría toda su obra en su galería para verla feliz y que siguiera haciendo lo que le gusta.

Toma el cuadro y se lo lleva a la maestra, que examina con admiración sus trabajos. Quién no lo haría. Vuelve con una sonrisa.

—Ya te puedes ir si quieres, hemos terminado —me dice mientras comienza a limpiar su espacio.

—Te esperaré. En realidad, me preguntaba si querrías ir a mi casa; mi madre ha hecho pastel de chocolate de nuevo.

—De acuerdo, solo tengo que terminar de limpiar mi puesto —me explica.

—Te ayudo.

Comienzo ayudándola con un par de pinceles, tomo una tela de franela mojada y limpio todo rastro de pintura húmeda. Ella limpia con agua los pinceles que le he pasado. Ahora mismo somos un equipo.

—¿Alguna vez has pensado en llevar tu arte a alguna galería?

—Es un sueño que tengo.

—Pues te digo que eres capaz de lograrlo.

—Mis pinturas no valen tanto como para estar en una galería de arte.

— ¿Qué? Claro que sí.

Sonríe y niega.

—Te lo juro, lo verás.

Suspira y cierra los ojos durante unos segundos.

—Ya hemos terminado, nos podemos ir.

Toma sus utensilios y luego sale del salón, voy detrás de ella mirando cómo le cuesta llevar todas sus cosas, pero no me deja ayudarle con ninguna. Recorremos los pasillos vacíos en silencio y vamos hacia mi coche. Una vez allí, pongo música y veo que ella va mirando los ya familiares edificios, parques y árboles.

—¿Qué es lo que te inspira? ¿Quién es tu musa? —interrumpo su tranquilidad.

—Muchas cosas. Me inspira el dolor, la melancolía, la tristeza, el odio, pero también el amor, el romance y todo lo que me hace sentir bien.

— ¿Y por qué has decidido pintarme a mí?

—Porque me gusta plasmar mis sentimientos cuando no los puedo decir. El sentimiento que siento cuando te veo es indescriptible, qué mejor que pintarlo.

Juro que me hormiguea todo el cuerpo de la emoción. No necesita acercarse para hacerme estremecer, solo decir algo mínimamente lindo para hacerme morir de amor.

— ¿Y cómo has llamado a las pinturas?

—Silencio romántico.

No me puede pasar nada mejor, este día es otro de mis favoritos.

Silencio romántico, nuestro silencio romántico.

Estoy por las nubes.

Me detengo en un semáforo en rojo y aprovecho para mirarla con una sonrisa y ella me la devuelve. Creo que podríamos quedarnos un largo rato así, de no ser por los autos que interrumpen el momento y pitan porque el semáforo ya está en verde. ¿Y a mí qué? Es nuestro momento, ¡insensibles! Aparco el auto en la cochera de mi casa, ambos bajamos y caminamos juntos hasta la puerta principal; toco el timbre esperando que al menos uno de mis padres esté porque he vuelto a perder mi copia de llaves. No estoy muy seguro de si la he perdido en las gradas, en el aula de Arte, o al ir al baño. Quizá ahora mismo esté atascada en una tubería. Lo que sí tengo seguro es que mis padres me regañarán, he perdido la cuenta de cuántas llaves he extraviado.

—Creo que vamos a tener que entrar por alguna ventana.

Charlie se ríe, pero, al ver mi expresión seria, su sentido del humor se esfuma.

—¿De verdad? ¿No tienes la llave?

—La perdí.

—Pero seguro que hay una ventana abierta.

—Tal vez la de mi habitación. Vamos, escalaremos por ese árbol. —Señalo el gran árbol que hay frente a mi casa, una de sus ramas más fuertes topa con el tejado que da hasta mi ventana.

—¿Hablas en serio? Yo no voy a subir ahí.

—¿Por qué no?

—Me puedo caer, y tú también. No vas a subir.

—Charlie, si no subo, nos quedaremos fuera.

—Podemos ir a cualquier otro lugar.

—Pero allí no habrá pastel de mi madre y

La puerta se abre y aparece mi madre, quien nos mira con una sonrisa. ¿Dónde estaba?

—Lo siento, estaba en el jardín regando las flores.

—Hola, señora Grey.

—Hola, Charlie, me alegra que estés aquí.

—Gracias —Ambos entramos y mi madre cierra la puerta. Ella va hacia la cocina y con un ligero movimiento de cabeza nos indica que la sigamos.

—¿De qué hablaban ahí afuera?

—Su hijo quería entrar por la ventana de arriba porque ha perdido su llave.

—Jace, ¿de nuevo? Ya van dos en lo que va de mes, no entiendo cómo las pierdes. —Voltea a verme con desaprobación.

—Es que son tan pequeñas —Hago un ademán con mis dedos simulando un objeto pequeño.

—No pierdes la cabeza porque la tienes pegada al cuerpo

Charlie ríe por lo bajo tratando de que no la escuche, pero es completamente en vano, ya que la he escuchado con claridad, volteo a verla y achino los ojos.

—Chismosa —susurro para que solo ella me escuche. Mi madre se gira hasta la barra que está frente a nosotros y ella aprovecha para sacarme la lengua como una niñita enfadada.

—Hice pastel de chocolate. ¿Quieren?

—Jace me ha traído hasta aquí solo por ese pastel, me encantaría tomar una rebanada, por favor.

Mi madre comienza a cortar un par de rebanadas para nosotros, las pone en pequeños platos blancos con minitenedores a juego y nos los da.

—Estaremos en el patio.

—Perfecto, pero no se acerquen a mis flores —advierte apuntándonos con su dedo.

Estoy seguro de que si tuviera que elegir entre sus flores y su hijo, iría directa a por sus tulipanes rojos.

—Ya lo sé, estaremos bajo el árbol.

Achina los ojos en señal de advertencia y nosotros nos damos la media vuelta. Cruzamos mi casa hasta llegar a las puertas de cristal corredizas, ambos salimos al patio pisando el erde pasto hasta llegar al gran árbol.

Y allí nos besamos

Bueno, basta.

—Estoy enamorada de este pastel. ¿Me puedo casar con él y ser Señora Charlie de Chocolate?

—No creo que eso sea legal.

—Exigiré que lo sea en el futuro.

Sonrío y como un poco de pastel. Durante unos segundos la miro bailar ensimismada mientras disfruta cada bocado de pastel. Está muy feliz. Miro al cielo y frunzo el ceño.

La depresión es tan rara

Ella está feliz, pero también triste. Probablemente por las noches llore desconsoladamente, aunque durante el día me muestra su lado feliz. Bueno, es lo que leí. No estoy muy seguro de si ella realmente tiene depresión severa o son los altibajos de la adolescencia, porque son cosas que forman parte de la vida de alguien tan joven. Yo a veces también me siento así, con muchas ganas de llorar, pero sé que es por temas que me abruman, como la universidad y el futuro. Sin embargo, lo que le sucede a Charlie no sé si es algo del corazón o piensa en el futuro, si es algo pasajero o perdurará aún más, no sé si es una depresión de la edad o algo más fuerte

—Por cierto, gracias por ser mi modelo —dice haciendo que detenga todos mis pensamientos.

—Puedo serlo cada vez que quieras

Coloca su mano sobre la mía creando una corriente por mi cuerpo que me hace removerme un poco. No puedo creer que a pesar de todo lo que hemos avanzado aún me ponga nervioso por cosas tan nimias. Supongo que de eso se trata el amor. De seguir viviéndolo y sintiéndolo como la primera vez, como la primera mirada, roce, o beso.

—Está bien, las próximas veces ni siquiera te lo preguntaré, solo te tomaré del brazo y te sentaré en el banquillo como un muñeco de madera para modelar.

—Mientras me des una mínima motivación

—Ya sabes que no tengo muchos tonos rojos para pintar.

—Los tienes, pero no me quieres dar ni un besito.

—No entiendo cómo no te da pena pedírmelo, yo me moriría de vergüenza.

—Es por eso mismo, porque sé que, si yo no te pido un beso, nunca me darás uno.

—Tal vez —vacila.

—Cambiando de tema, se acerca San Valentín

Es horrible que yo tenga el día planeado para los dos, pero ni siquiera sepa si ella querrá pasarlo conmigo. Tengo todo muy bien organizado, aunque aún siento que me faltan dos cosas: Charlie y un final que haga el día inolvidable.

—Lo sé, es en cuatro días. Qué rápido va febrero. —Come un poco más de pastel quitándole importancia.

—Muy rápido —carraspeo—. ¿Y no tienes nada que hacer ese día?

—Nos entregan calificaciones de Historia.

—Me refiero a algo de San Valentín

—No, porque mi madre tiene un novio y lo pasará con él. Mi padre y su esposa saldrán, y yo me quedaré en casa para ver películas románticas.

—Así que no tienes planes

—Sí tengo, ya te he dicho que veré peli

—Charlie, te estoy tratando de invitar a pasar el día juntos. ¿Quieres pasar el día de San Valentín conmigo? —La miro esperando una buena reacción de su parte.

—Pero es el día para las parejas formales.

—¿Quién ha dicho eso?

Abre la boca dispuesta a responderme, pero de inmediato la interrumpo.

—Así es, nadie, así que lo pasaremos juntos.

—Pero mis películas

—Te prometo que será uno de los mejores días de tu vida, nos divertiremos tanto que las películas ni siquiera vendrán a tu cabeza, pero, por favor, di que sí. Puede ser el primero San Valentín de muchos.

—Eres muy optimista.

—Es lo que me mantiene en pie.

Me mira a los ojos unos segundos.

—De acuerdo, pasemos San Valentín juntos. Aunque será extraño, ya que nunca lo he pasado con nadie.

—Te prometo que será el mejor día, de principio a fin, no te vas a arrepentir.

—Eso espero, las películas románticas no se ven igual si no es 14 de febrero.

Me recargo en el árbol y miro al cielo con una sonrisa victoriosa. Estoy trabajando muy duro para llegar hasta donde estoy, y no solo yo, sé que ella también está luchando para poner un granito de arena en esto que estamos viviendo. Sé que tomados de la mano

—Por cierto —Se acerca y me da un corto y delicado beso en los labios. Que alguien me pellizque porque de verdad que estoy viviendo en un sueño—. Tu recompensa.

llegaremos muy lejos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro