16. Verano de los 17 años
A la mañana siguiente, llevé mi tabla a la casa de Cole para que él pudiera cambiar la cera antes de ir a la playa. Cole siempre se encargaba de ponerle parafina a mi tabla desde pequeños. La parafina era para que no se resbalaran nuestros pies en la superficie resbaladiza de nuestras tablas a la hora de surfear y Cole era un experto en el tema, así que él era quien se ocupaba de cuidar y decirme el estado de mi tabla.
Estábamos en el jardín de la casa de Cole, él quitando la cera de nuestras tablas mientras yo estaba recostada en una reposera mirándolo mientras comía oreos.
―¿Me puedes explicar de nuevo por qué estoy limpiando tu tabla y tú no quieres ir a surfear? ―me preguntó Cole otra vez.
Me llevé una oreo a la boca y alargué el momento para no tener que responderle.
―Ya te dije, estoy cansada del viaje. Ya iré otro día.
Cole me miró con los ojos entrecerrados.
―¿Estás cansada de haber estado sentada por horas? Ser amiga de Matt te afectó.
―No todos podemos ser tan hiperactivos como tú ―me quejé.
Por el rabillo del ojo vi que Levi abría la puerta corrediza y agarraba algo del tender. Estaba por volver a entrar cuando Cole lo llamó.
―Chchch.
Levi miró mal a Cole y se acercó a nosotros. Levi también estaba más alto que la última vez que lo vi, pero a diferencia de Cole, él era todo piernas y brazos flacos. Su cabello rubio caía sobre su frente.
―No soy un perro ―se quejó.
―¿A dónde vas? ―quiso saber Cole. Levi tenía puesta su mochila, listo para irse.
―Al Arcade con Ben.
―¿Ben es de tu clase? ―pregunté.
Levi asintió.
―Segunda cita ―dijo Cole haciendo que tosía.
Su hermano entrecerró los ojos.
―No es una cita. Y deja de espiarnos.
Cole lo miró boquiabierto.
―Yo no espío...
―¿Piensas que no te vi el otro día cuando vino a buscarme aquí? Me giré para ver si cerré bien la puerta y la cortina de tu ventana se movió. Espías como una madre sobreprotectora ―se quejó.
Reprimí una sonrisa. Cole lo miró ofendido.
―Tengo que saber si te trata bien.
Levi me miró pidiendo ayuda, yo me dirigí a Cole.
―¿Y lo trata bien?
Levi resopló indignado. Cole asintió.
―Le acarició el cabello cuando lo vió ―me contó Cole con una sonrisa.
―¡Cole! ―protestó Levi. Sus mejillas se sonrojaron y me compadecí.
―Dejémoslo en paz ―dije echándole una mirada de disculpa a Levi, pero él estaba mirando mal a Cole.
―¿Qué? ―se quejó Cole dirigiéndose a Levi― Tampoco es como si hubiese salido a darle la charla de que si te daña es hombre muerto.
Levi se cruzó de brazos.
―¿Piensas que no sé que lo harás si la cosa se pone seria?
―Lo haré, pero prometo no tener la tabla en la mano, así no lo intimido.
A veces Cole actuaba como si la tabla fuera su revólver personal.
―Cole ―advirtió Levi.
―Está bien, si insistes, tendré la tabla en la mano ―le aseguró Cole.
Levi lanzó un grito de frustración y Cole se rio y lo agarró de la muñeca para abrazar a su hermano. Cole le llevaba una cabeza de altura. Levi refunfuño, pero no se apartó de su abrazo.
―Pásatelo bien, Levi. Si necesitas algo me llamas ―le dijo Cole.
Sonreí al mirarlos. Nunca me importó ser hija única, pero cuando veía a Cole y a Levi me preguntaba qué se sentiría tener un hermano. Me daban ganas de saber si me sentiría menos sola luego de las discusiones con mi madre.
Levi me sonrió antes de irse y yo le devolví la sonrisa antes de volver mi vista hacia Cole. Él volvió a la tarea de raspar la parafina vieja de mi tabla. Contemplé cómo se mordía levemente la lengua y fruncía el ceño en un gesto de concentración.
―¿Y qué hay de ti? ―pregunté jugando con el paquete de oreos en mi regazo―. ¿Hay alguien importante? ―La expresión de Cole cambió por un segundo, pero fue todo lo que necesité para saber que sí, había alguien―. ¿Quién es?
―Eh... se llama Sheila ―dijo Cole, con la mirada fija en la tabla―. La conocí en la playa surfeando. No sabes lo increíble que surfea.
Me sorprendí. Demasiado. Había alguien importante en la vida de Cole y no me lo había contado y además surfeaba increíble. Para cualquier otra persona tal vez no sería un dato tan relevante, pero que Cole lo dijera significaba que realmente esa chica surfeaba bien y sabía que eso era algo que a Cole le volvía loco. No creía que él fuera alguien que tuviera un tipo de persona específica que le gustara. A Cole nunca le importó que la otra persona tuviera determinadas características físicas, pero si surfeaba bien, sabía que Cole ya iba a estar interesado.
―¿Hace cuánto? ―pregunté.
Cole pasó su mano por su nuca con gesto pensativo.
―No lo sé. Hace unos meses. ¿Cuatro? ¿Tal vez cinco?
Sentí una punzada en el pecho. ¿Hacía cinco meses que estaba saliendo con alguien y no me lo había contado?
―¿Por eso has estado tan desaparecido? ―adiviné.
Cole alzó la vista de su tabla para mirarme. Suponía que había notado la tensión en mi voz.
―Bueno, supongo ―contestó, encogiéndose de hombros―. Aunque sabes que soy malísimo con la tecnología.
No era malo con la tecnología. Solo que no usaba el celular como la mayoría de las personas de nuestra edad. Lo que era extraño sí, pero era lógico dado que vivía en el mar. Aun así, nunca antes me había molestado porque siempre había hecho un esfuerzo por estar comunicado conmigo. Suponía que ya no era así.
―No me contaste nada ―me quejé y él solo puso los ojos en blanco como si no fuera tan importante―. Yo te conté sobre Joe ―solté y ahora sí, Cole dejó de ocuparse de la tabla y puso toda su atención en mí.
―No es lo mismo. Ustedes son novios ―replicó y se sintió extraño que lo dijera. No sabía por qué.
―¿Y?
―Y lo de Sheila no es serio. Solo estamos saliendo y divirtiéndonos.
―¿Y eso lo hace menos importante? ―inquirí―. Me cuentas cualquier estupidez, ¿y esto no? ―pregunté y me arrepentí en el instante. Eso no había sonado como quería.
Sus ojos me miraron con intensidad. Estaba molesto, pero también noté cómo le dolió lo último que dije.
―No sabía que lo que te contaba era una estupidez para ti ―masculló.
Negué con la cabeza, sintiéndome horrible. Todo lo que me contaba Cole era valioso para mí, no quería decir eso.
―No, no lo es. No quise decir eso. Solo que... me hubiese gustado que me lo contaras.
Antes siempre nos contábamos todo.
Cole suspiró y se acercó a mí para sentarse en la reposera que estaba a mi lado.
―Lo siento. Supongo que durante el año con las clases de surf, el local, el instituto y Sheila tuve la cabeza en muchos lugares y en ninguno a la vez, pero tienes razón. Mañana te la presentaré.
Tragué saliva.
―¿Mañana?
―Sí, en la fiesta que iremos en la playa. Sheila irá con sus amigas.
Asentí.
―Bien.
―Bien ―repitió y agarró mis piernas para que las pusieras sobre las suyas.
Lo hice, sintiendo que la tensión se disipaba entre nosotros. Él jugó con mi tobillera. Yo saqué una Oreo del paquete y quité las tapas para comerme la que tenía crema. La tapa sin crema se la di a Cole. Él me miró con la sonrisa de todos los veranos, la que estaba cargada de cariño y de familiaridad.
―Jamás vas a dejar de hacer eso, ¿verdad? ―dijo agarrando su parte de la galleta.
―¿Qué cosa? ¿Comer solo la parte con crema?
―No. Darme la otra mitad a mí.
Nos miramos a los ojos. Sus ojos color ámbar resplandecieron bajo el sol de la mañana y lo único que pude pensar era como Cole siempre había sido la persona que había estado allí en mi vida, a pesar de la distancia, jamás lo había sentido lejos. Él ya era una parte de mí.
―No, supongo que jamás dejaré de hacerlo.
Más tarde me pregunté si él también había notado la duda en mi voz.
****
―Dios, la última vez que hicimos esto, la playa no estaba así de sucia, ¿verdad? ―preguntó Gina mientras pinchaba bolsas de plástico con su bastón.
Estábamos con un grupo que solía organizar limpiezas de playas para juntar la basura de la playa y evitar más contaminación. Gina y yo ya lo habíamos hecho dos veranos atrás, pero era cierto que esta vez parecía haber mucho más plástico que antes.
Yo estaba de rodillas sobre la arena, tenía guantes de tela para juntar los cigarrillos y colillas enterradas. Ella estaba frente a mí, llevaba puesta una gorra para protegerse del sol.
―Lo sé ―contesté haciendo una mueca―. Creo que es porque cada vez vienen más turistas a El Monte.
―Ugh, odio a la gente ―se quejó mientras juntaba una lata rota incrustada en una red.
―Yo también ―suspiré, quitándome el sudor de la frente con el antebrazo.
Gina chasqueó la lengua.
―Mejor cuéntame algo bonito ―pidió― ¿Cuándo vamos a conocer a Joe?
Esbocé una sonrisa.
―Viene en dos semanas. Espero que les caiga bien.
―¡Claro que sí! ¿Por qué no me caería bien?
Negué con la cabeza.
―Sé que a ti te caerá bien. Son Cole y Ryan los que me preocupan.
Gina hizo un ademán con la mano para quitarle importancia.
―Ryan es serio, pero por ti hará un esfuerzo para hablar con él.
Yo también lo pensaba, pero me aliviaba que Gina también lo dijera.
―¿Tú crees?
―Sí, ni siquiera me preocuparía por Ryan si fuera tú y si Joe y él no se llevan bien, tendrás la excusa de que Ryan solo se lleva bien con dos personas. Bueno, no es una excusa, es la verdad.
Resoplé.
―Contigo y con Matt también se lleva bien ―protesté mientras juntaba tapitas de gaseosas.
―Que nos tolere no quiere decir que nos quiera.
Me reí.
―Estoy segura de que los quiere.
―Si eso es que nos quiera... me alegra que no nos odie ―La miré y ella alzó las manos―. Bromeo, bromeo. Lo critico, pero si alguien más lo hace me enfadaría.
Sonreí.
―Bueno, dijiste que no me tenía que preocupar por Ryan, ¿eso quiere decir que por Cole sí?
Gina se calzó mejor su gorra.
―Bueno, estoy segura de que cuando veamos que Joe te trata bien lo va a aceptar, pero a él nunca le gustan los chicos con los que tú sales.
Rodeé los ojos.
―Sí, porque él siempre piensa que puedo conseguir a alguien mejor, pero esta vez es diferente. Nunca había tenido algo así de serio antes.
Gina sonrió.
―Y Cole se dará cuenta de eso. No creo que vaya a ser un problema, además que él está en su propio mundo con Sheila, no molestará.
Eso hizo que dejara la tarea de recoger basura y la mirara.
―¿Cómo es Sheila? Cole apenas me habló de ella.
―¿En serio? ―preguntó, sorprendida― Sheila es divertida. Al principio no hablábamos mucho. Cole solía salir solo con ella, pero cada vez los veíamos más y más juntos y luego Cole la empezó a traer a las juntadas y a las fiestas. Hasta donde yo sé no es nada serio, pueden seguir viéndose con otras personas, pero hace mucho que no veo a Cole con nadie más.
―Es extraño ―murmuré, retomando mi tarea― Se suponía que en su último año se enfocaría solo en el surf y no tendría tiempo para más nada.
Ni para enviarme un mensaje, al parecer.
―Bueno, supongo que necesita algo además del surf donde desahogarse. Si entiendes lo que digo ―dijo subiendo y bajando las cejas.
―Diuj, no lo quiero ni pensar ―me quejé.
Bajo ninguna circunstancia quería imaginarme a Cole teniendo sexo con alguien.
Ella se rio.
―Joe y tú... ―dijo Gina bajando la voz― ¿Ya...?
Tragué saliva, sintiéndome nerviosa de repente.
―No.
Todavía no lo habíamos hecho. No era algo que me preocupara realmente. Solo que Joe... bueno, no era tan paciente como yo.
―Está bien esperar el momento correcto ―dijo mi amiga.
Forcé una sonrisa y asentí, dando por finalizado el tema, porque no quería decirle la verdad: que yo no estaba esperando ningún momento correcto. No tenía miedo del hecho en sí. Tenía miedo de toda la parte previa. Desnudarme. Sentirme vulnerable. Que vea todos mis defectos. Que me vea realmente y no le guste. Después de todo, mi madre tenía razón: mi cuerpo había cambiado mucho en el último año y ya no era el mismo. No tenía un cuerpo bonito de observar. Era irónico cómo había pasado tanto tiempo con gran parte de mi cuerpo desnudo en la playa, pero ahora no podía ni siquiera mirarme al espejo. Supongo que ese era el resultado luego de años de escuchar comentarios respecto a mi cuerpo. Solo esperaba poder disimularlo este verano... poder disimularme.
―¿Y Cole te contó la pelea que ha tenido su grupo de surf este año con los de Brayson Beach? ―preguntó Gina cuando nos levantamos para caminar hacia otro sector lleno de envoltorios y tapas de plástico.
La miré con el ceño fruncido.
―No... ¿Hubo una pelea?
Gina se detuvo y me miró abriendo mucho los ojos.
―Sí, Cole terminó con un ojo morado. ¿No lo sabías?
Yo también me detuve en seco y la miré boquiabierta.
―¿¡Qué!? ¿Qué diablos sucedió? ¿Quién lo golpeó? ¿Él...?
―Tranquila, tranquila ―me interrumpió Gina― Fue hace unos meses, en una fiesta en la playa. No tengo todos los detalles, pero sé que el grupo de Brayson llegó y descontroló la fiesta. El chico con el que todo el mundo compara a Cole, Adam, comenzó a molestar a Cole, tratando de hacerlo sentir inseguro sobre su rendimiento esta temporada. Una cosa llevó a la otra y comenzó la guerra hasta que llegó la policía y la fiesta terminó. Adam y Cole fueron los que más sangraron.
Apreté los labios sin poder creerlo. Recordaba que Cole me había hablado de ese chico varias veces y lo había insultado, pero él no era una persona que perdía el control fácilmente. Estaba segura de que Adam debió de decirle algo demasiado hiriente a Cole como para que él quisiera golpearlo. Pero, ¿por qué no me había comentado nada al respecto?
―¿Y Ryan?
―Salió sin un rasguño, y eso que varios del grupo de Brayson quisieron ir contra Ryan, pero parece que él sabe defenderse muy bien.
No quería imaginarme por qué Ryan sabía defenderse bien.
―Cole tendrá que competir con Adam este verano en el torneo regional, ¿no?
Ese verano sería la primera vez que iba a poder ver a Cole competir, los torneos jamás se hacían en la época que yo vacacionaba en El Monte, pero este verano decidieron correr la fecha debido al clima.
Gina asintió.
―Sí. Ambos se anotaron. Será un día importante para Cole.
―Lo sé. Influirá mucho en su futuro.
Si ganaba esa competición, probablemente diera inicio a su carrera como profesional.
―No lo digo por eso. Será diferente porque es la primera vez que estás tú.
La miré, dubitativa.
―No sé si le cambiará mucho.
―Claro que sí, Kaia, eres su mejor amiga. Cole siempre quiso que presenciaras una competencia de él ―afirmó y comenzó a caminar de nuevo.
Yo tardé unos segundos más de la cuenta en seguirla.
Estar en la casa de Cole sin Cole era algo normal para mí. En esta ocasión, Cole se encontraba en una clase de surf. Gina y Matt me habían preguntado si quería ir con ellos a pasar el día en la playa, pero como la perspectiva de estar todo el día allí no me atraía, había decidido acompañar a mi padre a la casa de Cole. Él quería ponerse al día con el padre de Cole y yo aproveché para tirarme en el sillón a leer un libro. Aunque no pude evitar escuchar la conversación que estaban teniendo en la otra sala.
―Y cada vez es más difícil seguir con el local en baja temporada... ―decía Warren―. Aquí está todo vacío y... triste. A veces me pregunto si vale la pena seguir teniéndolo.
Cerré el libro de golpe y me lo llevé al pecho al escuchar aquellas palabras. ¿Cerrar el local? Eso era... una decisión importante. Demasiado importante. Nunca había visitado El Monte en invierno y no sabía cómo era sin tantos turistas y la energía incesante del verano, pero no me lo podía imaginar "vacío y triste".
Mi padre contestó en voz más baja y tenía ganas de gritarle que susurrara más alto porque no podía escucharlos.
―Sí, lo sé ―dijo Warren―. No soy muy objetivo con el tema.
Me levanté del sillón y me acerqué más hacia la sala para escuchar mejor.
―...Y ya te habías planteado cerrar el local años atrás ―decía mi padre.
Fruncí el ceño. ¿El papá de Cole había querido cerrar el local en el pasado?
―Cada vez que me lo planteo... Me acuerdo de ella ―murmuró Warren―. El local fue idea de ella, era su sueño. ¿Cómo voy a venderlo? A veces siento que es la única forma de seguir manteniéndola con vida.
―Los chicos lo entenderían ―dijo mi padre.
―No estoy seguro de que Cole lo haría.
―¿Qué estás haciendo? ―escuché a Levi decir detrás de mí haciendo que me sobresaltara.
Dios, ¿no se respeta la hora del chisme en esta casa?
Di unos pasos atrás alejándome de la sala.
―Yo... estaba...
―¿Escuchando el chismecito? ―adivinó.
Me reí y volví a sentarme en el sillón con las piernas cruzadas. No sabía si Levi estaba al tanto de lo que acababa de escuchar, pero no me correspondía a mí contarlo. Y, hasta donde sabía, solo era una idea del padre de Cole.
Tragué saliva. ¿Debía contárselo a Cole de todas formas? Sabía el amor que le tenía a ese local. Dudaba que se fuera a tomar bien la noticia; y no podía amargarlo antes del torneo de surf. Lo que menos iba a necesitar era tener la cabeza en dos lugares a la vez.
―¿Kaia? ―me llamó Levi, chasqueando los dedos frente a mí.
Pestañeé varias veces, volviendo a prestarle atención a Levi.
―¿Sí?
―Te preguntaba si podía ir contigo y Ginna a la fiesta de esta noche.
Ah. La fiesta de esta noche.
―Claro que sí. ¿No van tus amigos?
―Irán más tarde, y no quiero ir solo.
―Iremos juntos entonces. Aunque admito que no tengo muchas ganas de ir.
Levi alzó las cejas, sorprendido.
―¿No eras tú la que se moría ir a esas fiestas antes?
Hice una mueca. Sí, era yo. Pero por alguna razón, no tenía ganas de ir a la fiesta de esa noche.
―Las personas cambian ―respondí, encogiéndome de hombros.
―Qué miedo ―afirmó él.
―Sí, supongo ―Lo miré―. ¿Irá Ben?
―No creo, tiene una cena familiar.
―¿Cómo es él? ―quise saber―. Si es que quieres contarme.
―Es divertido ―dijo con una pequeña sonrisa―. Habla mucho ―Sonreí―. ¿Cómo es Joe?
―Es... humm... ―De repente me quedé en blanco. Qué difícil era describir a alguien.
―Si dices "es simpático" es un poco preocupante, quiere decir que es feo.
Me reí.
―¡No es feo! Es atractivo y es... inteligente.
―Bueno, alguno de los dos tenía que serlo ―bromeó Levi y yo cerré la conversación golpeándolo con un almohadón.
***
Llegamos a la playa con Gina y Levi bastante tarde y nos la encontramos llena de gente. A algunas personas reconocí como amigos de los chicos y los saludé mientras caminábamos hacia la fogata donde se suponía que se encontraban Cole, Ryan y sus amigos de surf.
―¡Hace calor! ―exclamó Gina cerca de mí para que la escuchara―¿Trajiste bikini? Podríamos meterme cuando termine la fiesta.
Negué con la cabeza.
―No la traje.
Gina me miró sorprendida.
―Qué raro.
―Sí, es que...
―¡Aquí están! ―exclamó Matt a unos pasos de nosotros.
Lo primero que vi fue a Cole de espalda, unos brazos le rodeaban el cuello y vi unas manos con uñas rojas acariciándole el cabello. Cole se dio vuelta después de que Matt gritara y yo me quedé paralizada al ver a quién debía de ser Sheila. Ella tenía el cabello negro atado a una coleta alta, los labios rojos y los ojos delineados de negro. Era hermosa. Lo primero que pensé era que era hermosa y que era tan diferente a mí: más alta, más flaca, con cabello más lacio y sonrisa perfecta. ¿Y qué mierda hacía pensando todo eso de la novia de Cole? De repente, me dolía el estómago y no entendía el motivo.
―...y ella es Kaia ―Cole de repente estaba frente a mí con Sheila de la mano, presentándomela.
Me forcé a sonreír mientras Sheila me daba un corto abrazo. Su dulce perfume me envolvió.
―Escuché mucho de ti ―afirmó.
Me gustaría decir lo mismo de ti, pero Cole no me habló en todo el verano.
―Sí, yo también de ti ―mentí―. Es bonito conocerte al fin.
Un amigo de Cole se acercó para hablarle y él se alejó del círculo. Me quedé sola con Sheila. Sabía que era el momento para conocerla más. Estaba por preguntarle algo sobre ella, cuando Sheila empujó juguetonamente a Matt del hombro y él se rio y le dijo algo que no escuché. Comenzaron a hablar a unos metros, como si fueran amigos de toda la vida, entre risas.
De repente, me sentí incómoda. Miré alrededor para hablar con Gina, pero había desaparecido. Me quedé allí sola, sin saber qué hacer. Podía meterme en la conversación de Sheila y Matt, pero no sabía qué decir. No se me venía nada a la mente que pudiera decir para sumarme a su conversación y a mi alrededor todos estaban hablando con otras personas. Saqué el celular del bolsillo de mi short para hacer algo con las manos.
No sabía por qué, pero era la primera vez que sentía que no encajaba en El Monte. Fue una sensación de soledad que me golpeó de la nada, no tenía mucha coherencia, pero era lo que sentía.
Me quedé unos minutos allí con mi celular fingiendo que hablaba con alguien por chat hasta que me di cuenta de que lo mejor era ir al baño para hacer algo y no quedarme allí parada sola.
―¿Qué te pasa? ―dijo una voz a mi costado.
Me di vuelta y vi a Ryan mirándome con una ceja encarada. Sentí tanto alivio al verlo que lo hubiera abrazado si no supiera que Ryan lo odiaría.
―Necesito tomar algo ―respondí con urgencia.
―¿Agua? ―preguntó, asumiendo que me sentía mal.
―Vodka.
Ryan se limitó a hacerme una seña con la cabeza para que lo siguiera hasta donde se encontraba la mesa con las botellas. Él se encargó de hacerme el trago, mezclando vodka con un jugo de frutas. Cuando me lo dio, me tomé la mitad de un sorbo.
―Tampoco es que estabas en el desierto ―dijo Ryan observándome con cara de póquer.
―Le pusiste poco vodka ―me quejé.
―Te aseguro que no, ¿Qué te pasó?
Y tal vez porque era Ryan y sabía que no le iba a contar a nadie ni hacer un mundo de lo que le dijera, le confesé:
―Conocí a la novia de Cole.
―¿A Sheila?
Odiaba que lo dijera como si fuera su amiga también. Tomé otro sorbo de vodka.
―Sí.
―No son novios.
Resoplé.
―Se acuestan ―me limité a decir.
―Eso no los hace novios ni por lejos.
Fue mi turno de encarar las cejas. ¿Así que Ryan estaba familiarizado con eso de acostarse con alguien en particular y no ser novios?
―Estamos hablando de ti ―me recordó y yo suspiré― ¿Te cayó mal Sheila?
―No ―A ver, si lo pensaba lógicamente, la había visto dos minutos y no había razón por la que me cayera mal. Pero a veces no era una persona lógica―. ¿A ti cómo te cae?
Se encogió de hombros.
―No he hablado mucho con ella.
Eso me alivió un poco.
―Espero que Joe te caiga bien, tengo miedo de tu opinión ―admití. Y la de Cole.
Ryan frunció el ceño.
―Mientras no te haga daño, no tengo por qué opinar. Lo mismo con Cole y Sheila.
Hice una mueca. Sí, suponía que tenía razón. Si le hacía bien era lo único que importaba.
―Cole está feliz de que este verano puedas verlo en el torneo ―dijo de la nada, y por alguna razón eso me hizo sentir mejor.
―Yo estoy contenta de presenciar un torneo, al fin ―respondí, y aunque me sentía mejor, quería dejar de hablar de Cole―. ¿Y tú qué planes tienes para el año que viene?
Se encogió de hombros.
―Seguiré trabajando en el mercado y surfeando.
Desde hacía unos meses Ryan trabajaba en el mercado del centro.
―¿Sigues sin querer estudiar?
―No me interesa. Prefiero dedicar las horas al trabajo para irme de mi casa.
Lo miré sabiendo lo que eso significaba, y a la vez no sabiendo nada. Se quería ir de su casa por su padre, porque se llevaban mal y su padre no quería que siguiera viviendo con él después de los dieciocho. ¿Pero cómo estaban ahora? ¿Seguían teniendo la misma relación que siempre? ¿Ryan realmente no quería estudiar o solo tenía más ganas de irse de su casa?
Abrí la boca para preguntar alguna de todas mis dudas, pero Ryan presintió que iba a profundizar en el tema y rápidamente cambio la conversación.
―¿Tú sigues con el plan de estudiar biología marina en Wellington?
Asentí.
―Ese es el plan ―sonreí, realmente me entusiasmaba la idea de comenzar la universidad, aunque una parte de mí sentía que no estaba preparaba―. Es extraño.
―¿Qué?
―Lo rápido que pasa el tiempo.
―¿Ya te pegó el vodka?
Me reí.
―No. Es solo que pienso... ¿Desde cuándo nos conocemos? ¿Desde los once, doce? Y pronto cumpliremos los dieciocho. Pensar que las tablas que usábamos no nos entran ni en un pie ahora.
Ryan hizo una mueca que parecía mucho a una sonrisa y sabía que eso iba a ser lo mejor que me pasaría en la noche.
―¿Vas a seguir volviendo los veranos a El Monte? ―me preguntó con cierta nostalgia.
―Por supuesto ―dije sin pensarlo dos veces―. No sé qué sería de mi vida si no viniera todos los veranos aquí.
―Sería triste.
―¿Mi vida? ―repuse soltando una carcajada.
―La de todos.
―Aww, creo que eso es lo más tierno que me has dicho alguna vez.
Puso los ojos en blanco.
―Y lo último ―aseguró antes de irse.
Estaba de mejor humor por hablar con Ryan así que busqué a Gina y seguimos bailando. En mitad de la noche nos encontramos con Levi y coordinamos para encontrarnos una hora después en la entrada de la playa. En el medio del tumulto, cuando todos ya estaban muy borrachos y bailando sin pudor, Cole me interceptó.
―No te he visto en toda la noche ―me dijo poniéndose frente a mí.
―Yo sí te vi, estuviste toda la noche con Sheila ―respondí. Bueno, tal vez el vodka sí me había pegado después de todo.
Los ojos de Cole brillaron de diversión. ¿Creía que estaba bromeando?
―Tú te la pasaste bailando con Gina.
―Ah, pensé que no me habías visto en toda la noche.
Cole se rio y me extendió la mano para que la tomara.
―¿Tu novio es celoso?
―¿Eh? ―inquirí sin entender.
―¿Puedes bailar conmigo o tu novio es celoso?
Mi mente se quedó en blanco. No tenía idea si Joe era celoso. Suponía que no porque nunca me había hecho una escena de celos. Y, además, ¿qué tenía de malo bailar con mi mejor amigo? No estaríamos haciendo nada extraño.
―Claro que puedo bailar contigo, idiota.
Cole lanzó una carcajada.
―Por un segundo pensé que te había perdido.
No me dio tiempo de pensar en la frase porque Cole me arrastró hacia la ronda de personas bailando y me hizo unirme a él, agarrándome de la mano y dándome una vuelta completa. Bailamos y en un momento, cuando él se acercó más a mí, le devolví la pregunta.
―¿Sheila no es celosa?
―Sheila no es mi novia ―repuso.
Resoplé. Me confundía todo el tema de novios-no-novios. Deseaba que volvieran los valores tradicionales.
―Más allá de que no sea tu novia, le puede dar celos.
Cole se encogió de hombros.
―Nosotros no somos así.
―¿Tú no eres celoso? ―ironicé. Los dos sabíamos que lo era.
―Sí, lo soy. No lo soy con ella ―explicó.
―Okay, ¿te molestaría que tu novia (no Sheila) bailara con otro chico?
Cole esbozó una sonrisa, había dado en el clavo.
―Solo sé que si fuera Joe, me molestaría que bailes conmigo.
―Y si a Joe le molestara que baile contigo, ¿dejarías de hacerlo?
Él me miró como si estuviera loca.
―Que lo jodan a Joe.
Lancé una carcajada.
―¡Cole!
Él estaba por decir algo cuando Sheila saltó encima de él, colgándose como un mono en su espalda. Se me borró la sonrisa.
―¿Vienes a jugar beerpong con los chicos? ―le preguntó Sheila a Cole, acercando su rostro al de él.
Cole asintió y me miró.
―¿Vienes?
No sabía a quienes se refería con "los chicos", pero estaba segura de que era gente que no conocía. Y tal vez Matt.
Negué con la cabeza.
―No, gracias, ya me tengo que ir de todas formas ―Alcé la mano, despidiéndome―. ¡Nos vemos!
Cole frunció el ceño, pero yo me di vuelta antes de que pudiera decir nada. Cerré los ojos con fuerza. No fue mi mejor despedida en un evento social, pero no me importaba. Tenía ganas de salir de allí. Vi a Gina sentada a unos metros utilizando su celular.
―Sé que falta media hora ―le dije―. ¿Pero te importa si nos adelantamos y lo esperamos a Levi en la entrada?
―Para nada ―Se levantó de un salto―. Ya estoy lista para ir a mi cama.
Enganché mi brazo con el de ella y nos dirigimos al punto de encuentro. En el camino hablamos de la fiesta, de la música y de cualquier cosa que no tuviera que ver con mi mejor amigo, lo que me hacía sentir tranquila.
Estábamos llegando a la entrada cuando por el rabillo del ojo vi un movimiento brusco. Gina y yo nos dimos vuelta para ver qué estaba pasando. Levi se encontraba a unos metros de nosotras y había sido empujado por un chico más alto que él, de tez blanca y cabello rubio. A pesar de que el chico parecía estar borracho por como se movía, se notaba que estaba confrontando a Levi quien estaba alzando las manos como pidiendo que se tranquilice.
―Si te vi mirándome ―gritaba el rubio―. ¿Por qué ahora te haces el difícil?
Levi negaba con la cabeza.
―No te estaba mirando, Nash.
―¿Solo te gustan los chicos como Ben...? ―Nash dijo algo más que no pude entender. Agarré a Gina del brazo para dirigirnos hacia ellos―. ¿Quién te crees qué eres para negarme un beso?
El estúpido lo agarró a Levi del cuello de su camiseta. Gina y yo empezamos a correr para llegar a ellos y a gritar para que ese tal Nash se alejara de Levi, pero nos paramos en seco cuando, de la nada, apareció un chico con un buzo negro y capucha y se metió entre medio de los dos. Agarró con fuerza a Nash de las muñecas para que soltara a Levi y lo alejó de él. Cuando le dio un puñetazo, su capucha bajó y vi el rostro de Ryan. Tenía una expresión que nunca había visto, de una ira que me dejó helada. Ryan agarró a Nash de los hombros y lo estampó contra una pared. Gina y yo apresuramos el paso y nos pusimos frente a Levi.
―Levi, ¿estás bien? ―preguntamos las dos al unísono.
Pero Levi no nos estaba prestando atención a nosotras, estaba mirando con los ojos muy abiertos a Ryan y a su atacante.
―Si vuelves a poner tus putas manos encima de él, si llegas siquiera a mirarlo de nuevo, te mataré ―masculló Ryan, poniendo su frente contra la de Nash. La vena de su garganta se había hinchado por lo furioso que estaba.
El chico miraba a Ryan con el rostro pálido.
―No... yo... no estaba haciéndole nada. Era solo una broma.
Ryan rio con ironía y su agarre aumentó en los hombros de Nash. Sus nudillos estaban blancos.
―¿Entiendes lo que te acabo de decir?
―Ry ―susurró Levi y Ryan automáticamente se dio vuelta para mirarlo.
―No merece que te metas en problemas ―dijo Levi.
―No me meteré en problemas si el imbécil solo asegura que no se va a acercar a ti nunca más.
Ryan volvió a mirar a los ojos a Nash, y este debió haber visto todas las amenazas no dichas en los ojos oscuros de Ryan, porque asintió con la cabeza una y otra vez.
―No me volveré a acercar a él. Nunca. Lo juro.
Ryan ladeó la cabeza como si estuviera meditando si le creía o no.
―Por favor ―lloriqueó Nash―. No lo volveré hacer, por favor, suéltame.
Ryan se quedó unos segundos más mirándolo hasta que lo empujó, liberándolo. Nash no dio tiempo a que Ryan se arrepintiera y salió corriendo, trastabillándose en el camino.
El pecho de Ryan subía y bajaba como si estuviera afectado. Nunca lo había visto así. Se dio vuelta y se acercó a Levi.
Dio unos pasos hasta estar frente a él y lo escaneó de arriba abajo.
―¿Estás bien? ―preguntó con brusquedad.
Levi se quedó mirándolo sorprendido y solo pudo asentir.
―¿Te llegó a hacer algo? ―insistió Ryan.
Levi negó con la cabeza.
―Bien ―masculló Ryan―. Si alguna vez te llega a molestar de nuevo, avísame ―le dijo, mirándolo fijamente―. ¿Está bien?
―Sí ―susurró.
Ryan tragó saliva, parecía frustrado, como si no le gustara la reacción que Levi estaba teniendo.
Ryan asintió y se volvió a poner la capucha, huyendo de allí.
Puse una mano en el hombro de Levi.
―Lev, ¿estás seguro de que estás bien? ―reiteré con preocupación.
Había pasado todo tan rápido y había sido tan intenso que los tres parecíamos estar conmocionados. Pero, lo más importante, era asegurarme de que Levi realmente estuviera bien.
Levi pestañeó varias veces y finalmente nos miró a Gina y a mí.
―Chicas, ¿me esperan?
Me puse alerta.
―¿Qué harás?
―Solo necesito hablar con él un segundo.
―Ve ―le permitió Gina.
Levi corrió hacia Ryan hasta que lo alcanzó. No podía escuchar sus voces ni ver sus rostros, pero, de todas formas, sentía que necesitaban su privacidad, así que miré a Gina mientras esperábamos a Levi.
―¿Qué ha sido eso? ―pregunté llevándome la mano a la frente.
―Eso ha sido Ryan volviéndose loco porque lo estaban atacando a Levi ―dijo Gina mordiéndose el labio.
―Cole va a matarnos si no se lo contamos.
―¿Por qué? Su mejor amigo acaba de asegurarse de que ese imbécil nunca más joda a Levi, y te aseguro que lo logró. Hasta a mí me dio miedo.
Era verdad. Yo planeaba saltar encima de ese estúpido mientras tal vez Gina intentaba darle una patada en las bolas, pero estaba segura de que Ryan había logrado que el hermanito de su mejor amigo esté a salvo.
Volví a mirar a Ryan y a Levi a lo lejos. Por alguna razón, presentía que la charla que estaban teniendo era más intensa que la pelea que acabábamos de presenciar.
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