09. Verano de los 15 años
{VERANO DE LOS 15 AÑOS}
―Quiero que me tiñas el cabello ―le dije a Cole cuando llegué a su casa al día siguiente.
Saqué de mi mochila el paquete de tinte azul que había comprado con Gina una hora atrás en la tienda del centro y se lo mostré.
Cole hizo una mueca y se levantó del sofa en el que estaba recostado.
―¿Yo? No sé hacer eso ¿Por qué no se lo pides a Gina?
―Porque si mi mamá se entera de que fue Gina es capaz de prohibirme verla, en cambio si le digo que fuiste tú no pasará nada.
Cole se tensó.
―¿Y si te prohibe verme a mi?
Hice un ademán con la mano para quitarle importancia mientras leía las instrucciones del paquete.
―Kaia ―insistió Cole y yo levanté la cabeza para mirarlo, su semblante se había tornado serio y estaba esperando una respuesta.
Fruncí el ceño.
―Jamás me prohibiría verte a ti. Sabe que no serviría de nada.
Cole suspiró, no parecía convencido.
―Lo sé, pero...
―Le diré que fue Matt ―lo tranquilicé, pero él se rió.
―Si claro, como si Matt fuera aceptar algo que no implicara echarse en la playa ―se burló.
―¿Eso es un sí? ―pregunté con una sonrisa agitando el paquete de tinte.
Cole suspiró y lo tomó. Yo grité con alegría y lo abracé. Él refunfuñó, pero me devolvió el abrazo rodeándome la cintura con un brazo y con la otra alzó el paquete por encima de mi cabeza para leer las instrucciones.
―¿Por qué elegiste el color azul? ―preguntó.
Me encogí de hombros.
―Era el único que había y Gina dijo que iba a quedar bien con mis ojos.
―Tus ojos son del color del mar ―soltó.
Me reí y lo miré extrañada.
―¿Lo son? ―Cole bajó el paquete, me miró a los ojos y asintió― ¿Eso quiere decir que me va a quedar bien o...?
Cole se me quedó mirando unos segundos y luego dio un paso hacia atrás volviendo a prestarle atención al paquete.
―Definitivamente no te va a quedar bien si te lo hago yo.
Sonreí. La verdad era que no me importaba demasiado cómo me iba a quedar el cabello, me parecía mucho más divertido todo el proceso de que Cole me lo intentara teñir.
―Bueno, siéntate en la alfombra ―me indicó―. Voy a traer toallas porque ya sé cómo va a terminar esto. Tú ensuciando toda mi casa de azul.
Me dejé caer en la alfombra.
―Solo porque me mancho el cabello cuando pinto no quiere decir que mancho todo lo demás ―me quejé aunque ambos sabíamos que era mentira.
Saqué de mi mochila el pincel para el cabello que había comprado y un recipiente pequeño para poner la tintura. Cole volvió unos minutos después con dos toallas.
Se colocó detrás de mí y me apartó con cuidado el cabello rubio de mi espalda. Me puso la toalla encima y yo sostuve los bordes sobre mis hombros con las manos. Él dejó caer la otra en la alfombra y agarró el paquete de tintura.
―Bueno aquí dice que hay que aplicarlo con el cabello seco y dejar actuar por cuarenta minutos, luego enjuagar con abundante agua.
―Fácil ―dije con una sonrisa.
Cole me miró entrecerrando los ojos.
―Cuarenta minutos en los que te tienes que quedar quieta, lo sabes ¿no? ―Puse los ojos en blanco ya que él no me podía ver―. No me hagas caras ―se quejó detrás de mí.
―Aghhh, ¿Cómo sabes que lo hice? ―inquirí, dándome vuelta para mirarlo.
―Porque te conozco ―respondió antes de llevarse a la boca el paquete de tintura y romperlo con los dientes.
―¡Cole! ―estiré mi brazo con rapidez para detenerlo, pero él ya estaba escupiendo la parte del paquete que rompió con cara de asco― ¡Te van a quedar los dientes azules, idiota!
Él esperó por unos segundos lamiéndose los labios.
―Nop, no pasó nada ―me aseguró y yo negué con la cabeza, volviendo a mirar al frente―. Entonces, ¿Quieres todo el cabello azul? ¿Como el villano de esa película de Disney?
Fruncí la nariz.
―¿Te refieres a Hades de Hércules?
―Si, listilla, a ese.
―Pero lo que tiene no es cabello, es fuego y―
―Kai ―me interrumpió él.
Resoplé y saqué mi celular del bolsillo de mis shorts.
―No, no lo quiero todo de azul, solo la parte de abajo ―le expliqué y busqué en Google una foto para mostrarle―. ¿Ves? Así, solo esta parte ―indiqué, señalando la parte de mi cabello que quería teñir, de la mitad hacia abajo.
―Entendido ―dijo Cole y agarró el recipiente para poner la tintura.
Cerré la foto y busqué otra cosa en Google.
―Vaya, me había olvidado de que Hércules estaba tan bueno ―dije mirando las fotos de Hércules que me aparecían en imágenes.
Cole suspiró.
―¿En serio piensas que un dibujito animado está bueno? ―se quejó― ¿Otra vez?
―¿Otra vez? ―repetí.
―Como cuando teníamos doce y me hacías mirar todas las tardes Aladdín porque te babeabas con Aladdín.
Me hice la desentendida aunque era totalmente cierto, había tenido un serio crush con ese personaje.
―¡Pero míralo! ―protesté levantando mi celular para que él pudiera ver a Hércules.
Cole se inclinó para ver la pantalla.
―Mierda, sí que tenía músculos ―concordó, mirándolo con atención y yo me reí.
Mi risa cesó cuando sentí las manos de Cole tomar mi cabello con sumo cuidado y dividirlo en dos. Me sorprendió la suavidad con la que lo hacía, como si tuviera miedo de tirarme del cabello y lastimarme.
Bajé mi vista hacia mi celular cuando vibró por un mensaje de Gina en el grupo que compartimos Cole, Gina, Matt y yo. A Ryan también lo habíamos agregado, pero se había ido luego de que viera como Matt enviaba tantos memes.
Gina: Entonces mañana por la noche vamos a la fiesta de Brayson Beach?????
Tragué saliva con nerviosismo. Todavía no le había hablado a mis padres de la fiesta de Brayson Beach. Era a unos treinta minutos de El Monte y sabía que a mi madre no le iba a gustar la idea para nada. No ayudaba a mis nervios el hecho de que todo el mundo estaba hablando de esa fiesta.
Era la fiesta que se hacía todos los años a finales de verano, pero hasta ahora nunca había ido y Cole tampoco. Era la primera vez que su grupo y él iban a ir. Siempre habíamos oído hablar de la fiesta, pero la mayoría iba cuando cumplía quince años. Había una fogata, música y sí, alcohol. Ya sabía cuál iba a ser la respuesta de mis padres incluso antes de que pudiera pronunciar la palabra "Brayson". No serviría de nada que les asegurara que los padres de Gina nos iban a llevar y a traer y que incluso planeaban quedarse en la playa cerca de nosotros. Lo único que podría ayudarme era jugar la carta de que Cole iba a ir y estaría toda la noche a mi lado, pero aún así, no lo veía posible.
―¿Qué pasa? ―preguntó Cole, dándose cuenta de mi cambio de humor.
―Gina habló en el grupo, quiere saber si vamos a ir mañana a la fiesta ―musité.
―¿Todavía estás preocupada por eso?
―Si, porque sé que no voy a ir. Me quedaré aquí mientras todo el mundo está allá divirtiéndose ―me quejé.
―Diles a tus padres que tú y yo vamos a estar juntos todo el tiempo ―sugirió.
―Lo haré. Ya pensé en todo mi discurso, pero sé que no van a acceder ―dije, sintiéndome impotente.
―Bueno, ¿y qué? No es para tanto, es solo una fiesta.
―Sabes que no es "solo una fiesta". Es LA fiesta de fin de verano, la que escuchamos hablar desde siempre. Debe ser increíble.
Volví mi vista a la pantalla y respondí el mensaje.
Kaia: No lo sé. Todavía no le pregunté a mis padres...
Gina: :( :( :( :( Sabes que mis padres pueden hablar con los tuyos si quieres.
Kaia: Lo sé, mi padre tal vez diga que sí... pero mi madre va a enloquecer.
―¿Quieres que esté contigo cuando les preguntes? ―Se ofreció Cole mientras pasaba el pincel por mi cabello. Sus dedos ya tenían manchas de azul.
―No, no quiero que estés ahí cuando mi mamá enloquezca.
Cole era probablemente la única persona con la que no me sentiría avergonzada si viera una de las peleas que siempre tengo con mi madre, pero nuestras peleas eran muy tensas y odiaría que él se sintiera incómodo.
―¿Realmente crees que enloquecerá?
Asentí.
―Claro que sí. Tan solo la pregunta va a cambiarle el humor y va a empezar a decirme que soy una irresponsable y estoy completamente loca por pensarlo siquiera.
La verdad estaba suavizando lo que me diría en realidad.
―Últimamente se pelean mucho ―dijo Cole.
―Lo sé.
Más de una vez me había encontrado con los chicos luego de tener una discusión a los gritos con mi madre. No sabía por qué, pero mientras más crecía más nos peleábamos. A mi madre no le gustaba nada de lo que yo hacía: que pintara, que me juntara con mis amigos en la playa, que me quedara en mi casa sin hacer nada, que leyera, que durmiera. Todo era motivo de discusión y yo era demasiado terca como para quedarme callada y no defenderme cuando sabía que no tenía razón en gritarme. Mi padre a menudo trataba de ser parcial y apaciguar las discusiones, pero a veces ni él entendía por qué mi madre me gritaba.
Tomé una respiración honda y bloqueé mi celular.
―Hey ―musitó Cole dándole un toquecito a mi nariz pecosa―, si tú no vas yo me quedo contigo.
Lo miré horrorizada.
―¿Estás loco? Cole, todos tus amigos irán ¡Están hablando de la fiesta desde el comienzo de verano! No puedes perdértela.
―¿Y? No será tan divertido si no estás tú.
Sonreí.
―¿Ver a Matt tratando de que Ryan baile no será divertido? ―cuestioné.
Cole se rió y me contagió la risa. Sabía que él también se estaba imaginando la situación. Matt ya había dicho que quería ver a Ryan divertirse, pero a la vez, Ryan le daba miedo. Me imaginaba a Ryan sentado en la arena, con su cabello negro tapándole los ojos y su rostro mal humorado mientras Matt se acercaba a él con cautela a decirle que debería ir a bailar. Pagaría por ver la mirada asesina de Ryan a Matt.
―Ry lo odiaría ―dijo Cole sonriendo―, pero puedo apostar que por dentro estaría riéndose por el temor de Matt hacia él.
Mi sonrisa flaqueó.
―¿Has hablado con Ryan sobre su padre últimamente? ―pregunté aunque ya sabía la respuesta.
Cole suspiró.
―No, no quiere hablar de él. Dice que no hay mucho que decir, su padre apenas le habla. Le dijo que Ryan solo iba a estar allí en esa casa hasta que cumpla los dieciocho y después era mejor que desapareciera de su vida.
Yo había visto pocas veces al padre, era una persona huraña que no solía socializar con la gente de El Monte y se la pasaba todo el día trabajando sin prestarle atención a su hijo.
―Ojalá pudiéramos ayudarlo de alguna forma ―dije, pero siempre que sacábamos el tema Ryan nos pedía que no nos metiéramos.
―Lo sé, pero no sé cómo hacerlo si Ryan no quiere que lo ayudemos.
Ambos nos quedamos en silencio. Cole fue el primero que habló para cambiar el humor del ambiente.
―Bueno, ¿qué peli veremos mañana?
Me reí.
―No voy a dejar que te quedes conmigo lamentándote por tener que hacerle compañía a la patética de tu mejor amiga mientras todos tus amigos están divirtiéndose como si no hubiera un mañana.
―Una de terror entonces ―dijo, ignorándome. Me di vuelta para mirarlo. Chasqueó la lengua―. No te muevas ―me recordó, poniendo una mano por debajo de mi mentón para volver a girar mi cabeza con suavidad.
Suspiré y clavé la vista en la repisa donde se encontraban los trofeos de surf que Cole había ganado a lo largo de los últimos años.
―Es que no quiero que te pierdas de pasarla bien por mí ―admití en voz baja.
―No me interesa tanto la fiesta, Kai, prefiero pasarla bien aquí contigo.
―Pero irá Rose ―le recordé.
Cole detuvo sus movimientos por unos s egundos y reprimí una sonrisa. Rose era la chica a la que a Cole le gustaba desde el verano pasado. Él no me lo había dicho en un principio, pero lo conocía bien y me había dado cuenta de cómo la miraba cuando estábamos en la playa y cómo siempre terminaba a su lado "por casualidad". Cuando se lo eché en cara, él se rio y admitió que era verdad y hasta que se habían besado más de una vez. En ese momento me enojé por no habérmelo mencionado antes, pero, como siempre, mi enojo con Cole no duró demasiado.
―¿Y? ―preguntó, volviendo a pintarme el cabello.
―No te hagas, sé que te sigue gustando.
―¿Y?
―¡Y que es tu oportunidad para verla, idiota! ―repliqué. Cole sí sabía cómo sacarme de quicio.
Por el rabillo del ojo vi que Cole se encogía de hombros.
―La veré en el colegio pronto.
―¿Y? ―lo imité con su voz.
Cole puso los ojos en blanco, yo también sabía cómo impacientarlo.
―Y que a ella la voy a ver todo el año ―replicó enojado, como si estuviera obligándolo a decir en voz alta lo que estaba pensando―, pero tú ya te vas y no te veo hasta el año que viene.
Traté de no sonreír, pero no pude evitarlo. Mi sonrisa era de oreja a oreja.
―Mírate ―se burló Cole, bajando su mirada para observar mi sonrisa―, tan contenta con lo que dije.
Traté de dejar de sonreír, pero no lo logré.
―Cállate, no soy yo la que está llorando porque me estoy por ir.
―Yo no estoy llorando ―se quejó―, y si lo hago será por lo horrible que te voy a dejar el cabello. Sabes que tu madre va a estar más enojada cuando le preguntes por la fiesta con el cabello azul, ¿no?
―Lo sé, pero pensé: ya que se va a enojar por la fiesta, podría pintarme el cabello y dejar que explote como Hulk.
Cole se rio.
―¿Y qué va a decir tu padre?
―Nada. No le va a importar, pero como mi madre se va a molestar va a tener que fingir que también está enojado para seguirle la corriente hasta que pueda apaciguar las cosas. Siempre es así.
Cole se quedó en silencio por unos segundos, luego dejó el pincel en el recipiente y se sentó a mi lado.
―No lo hace de mala, seguramente solo se preocupa por ti.
No respondí de forma automática, porque sabía que podía llegar a ser un tema delicado con Cole dado la ausencia de su madre.
―No lo sé, solo... me gustaría que no me dijera palabras hirientes cuando se preocupa por mí ―musité y la expresión de Cole cambió a una más seria. Ya le había contado algunas de las cosas que decía mi madre y sabía que a Cole no le gustaba nada que me tratara así―. No importa, una peli de terror suena bien ―me obligué a decir con una sonrisa.
Cole me contempló unos segundos y luego aceptó el cambio de tema con un asentimiento, lo que agradecí.
Puse mis piernas en sus rodillas mientras hablábamos y esperábamos que pasara el tiempo para poder enjuagarme el cabello. Cole me contó sobre el equipo de surf y que su profesor lo había felicitado por haber mejorado en los tubos, que era cuando se deslizaba dentro de las olas que todavía no rompían. Esa maniobra se llamaba así, ya que daba la sensación de que uno estaba dentro de una tubería.
―Bueno, tú me has mandado al frente con Rose, así que tienes que contarme quién te gusta a ti ―dijo Cole, luego de un rato, alzando una ceja―. Además del chico lavadora, claro.
―No le digas el chico lavadora a Jeremy ―protesté.
No había pasado nada más con Jeremy. Suponía que a él tampoco le había gustado nuestro beso, así que ahora cada vez que nos cruzábamos solo nos sonreíamos avergonzados.
―Está bien ―concedió a regañadientes―. Además de Jeremy.
Me encogí de hombros, a mi no me molestaba decirle quién me gustaba.
―Landon.
Cole frunció el ceño.
―¿El de mi escuela de surf? Es un poco idiota.
Landon estaba en la misma escuela de surf que Cole, pero era un año mayor que nosotros y estaba en otro grupo. Ellos también iban al colegio de Cole y eran los típicos que les gustaba bromear y molestar a los demás. Cole y Ryan los odiaban, Matt los ignoraba y Gina los toleraba. Yo apenas los conocía, pero confiaba en el criterio de mis amigos y había confirmado que eran unos idiotas hacía una semana cuando escuché a uno de ellos hablar mal de mí.
Me encogí de hombros.
―Sí, pero de todas formas dudo que yo le interese.
―¿Por qué dices eso?
Negué con la cabeza. No le había contado nada a Cole, no quería darle más razones para que las cosas se volvieran tensas entre él y ese grupo.
―Kai ―insistió.
Alargó su mano a mi tobillo para acariciar la pulsera de la caracola que compartíamos.
Y era en momentos como esos que no se me hacía fácil fingir, no cuando mi mejor amigo me estaba mirando con preocupación, creando un espacio seguro donde podía contarle lo que sea.
Tragué saliva. ¿Cómo podía decirle lo que realmente me preocupaba? ¿Lo que desde hace tiempo se había instalado en mi cabeza aunque trataba de ignorarlo?
Tomé una respiración honda y decidí enfocarme en lo que le estaba contando.
―¿No me has visto? ―pregunté, señalando mi cara. Cole parpadeó sin entender a lo que me refería. Suspiré―. Estoy llena de acné.
Era un acné hormonal, del tipo que se te llenaba la cara y dolía. La dermatóloga me había recetado unas pastillas y cremas para controlarlo, pero no era algo que podía desaparecer de la noche a la mañana. Y tenía al espejo y a mi madre para recordármelo constantemente. Ah, y a las personas como el mejor amigo de Landon que se burlaban al respecto.
―¿Y? ―inquirió Cole.
―A muchos les da asco ―mascullé, bajando la vista hacia mi regazo. Me era difícil hablar del tema―. El mejor amigo de Landon dijo eso mismo.
Noté a Cole tensarse a mi lado.
―¿Te dijo algo a ti sobre eso?
―No me lo decía directamente a mí, él no sabía que estaba cerca y lo escuché. No hace falta que pongas esa cara ―le aseguré. Cole era una persona demasiado protectora con sus amigos y su familia y sabía que ya estaba furioso por lo que le estaba contando―. No hace falta que me defiendas, yo mismo lo mandé a la mierda en ese momento. Así que sí, me gusta Landon, pero si piensa también así es un estúpido.
Mi acné me acomplejaba, pero trataba de decirme una y otra vez que era algo natural y eso no me hacía menos atractiva. Tenía que recordarme continuamente que si alguien pensaba así era su problema, no el mío. No era tan fácil decírmelo que realmente pensarlo, pero lo intentaba.
Lo que no le dije a Cole, fue que después de defenderme, volví a mi casa y lloré toda la noche. Tampoco le dije que tenía días en los que no quería verme al espejo.
―¿Solo un estúpido? Sería mucho más que eso ―la voz de Cole se tornó fría―. Todos tenemos acné y...
―Sabes que lo mío es peor ―lo interrumpí. Él estaba por decir algo al respecto, pero se arrepintió y negó con la cabeza― ¿Qué? ―quise saber.
De repente, sentí un súbito miedo que Cole me dijera algo malo. Una cosa era escuchar a un desconocido decir algo doloroso sobre mí, pero si fuera Cole...
―Nada, vas a decir que te lo digo solo porque soy tu mejor amigo.
Me mordí el labio con nerviosismo.
―Prometo no decirlo ―le aseguré.
Cole me miró por unos segundos hasta que finalmente habló.
―La gente que piensa así no vale la pena y además... No puedo pensar en una sola cosa que no te quede lindo a ti, Kaia.
No me había dado cuenta de que había estado conteniendo la respiración hasta que exhalé, aliviada.
Sus palabras resonaron en mi cabeza y tragué saliva. Luego abrí la boca para replicar, pero él me miró alzando las cejas en plan: ¿Qué dijimos? Así que cerré la boca y permití que las palabras de Cole calaran.
No sabía si él lo decía solo para hacerme sentir mejor, pero de todas formas lo había logrado. Deseaba que más personas pensaran lo mismo que nosotros, pero en el fondo, sabía que el hecho de que Cole pensara así ya me bastaba.
Le di un toque a su hombro con el mío.
―Gracias. Eres el mejor.
Él me sonrió.
―Ya lo sé ―dijo con su mejor voz de engreído.
―Ahora eres un idiota ―bromeé.
―Puedo ser un idiota mientras siga siendo el mejor para ti ―me dijo, guiñándome un ojo y yo me reí.
Sí, con Cole me bastaba.
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