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IX. Los mejores consejos vienen de los susurros del bosque

𝕃𝕖𝕠𝕟𝕠𝕣𝕒

— ¡Yo te tolero pues sabes que te quiero!

— ¡Te voy a mirar!

— ¡Con los ojos te voy a quemar!

— ¡Calor-lor-or!... ¡Acción!, corre rápido en mi dirección, ¡Oh! ¡¿Qué?!

No somos del todo comunes, Merry, Diego y yo llevábamos una hora entonando melodías de nuestra niñez. Merry cantó horas atrás, las canciones de la serie de vampiros adolescentes que vio cuando era pequeña. Diego solo nos seguía la corriente y su servidora los acompañaba en toda ocurrencia. En conjunto, la serie juvenil en la cual coincidimos, era una perteneciente a nickelodeon.

El proyecto de patronaje lo desamparamos a la deriva, por fortuna, solo hacía falta hilvanar la falda del vestido, eso yo lo confeccionaría, me llevaría la prenda a casa. Los escasos detalles meticulosos, se valorarían en la universidad. Aún permanecíamos en la casa de los padres de mi mejor amiga, ellos no estaban, solo nos hacían compañía el hermano de Merry... Eduard y la empleada doméstica. Ambos se hallaban en alguna otra parte de la casa, mientras nosotros gozábamos en el karaoke de mi amiga, reproducido en el televisor.

¡Esta es una que todos se saben! —exclamó Diego vigorizado como toda una estrella en el escenario, se subió al sofá de la sala mientras interpretaba la nueva canción a gritos—. ¡Solamente tú, vives en mi piel!, ¡Solamente tu me haces sentir bien!

Yo y Merry copiamos a nuestro amigo sin importarnos nada más que divertirnos. El hogar de los Sandoval es muy ostentoso, la altura del techo es enorme, aproximadamente siete metros, eso calculo. El suelo es de madera reluciente, los muebles y la decoración fue detalladamente elegida por la madre ucraniana de Merry. Unos vastos ventanales con la altitud de las paredes, cortinas de misma medida, realmente un palacio.

Sé que pensaran en nosotros como corruptos, la verdad, es que todos mis amigos vienen de familias bien posicionadas desde el ámbito económico. No es algo que me de prestigio, mi valor no depende del dinero, vengo de raíces demasiado humildes.

Ellos nacieron en cuna de oro con los mejores médicos, atenciones e incluso gente a su servicio, hasta Morgan. En lo personal, cuenta la leyenda, que nací en casa de mi abuela en Orizaba, según dicen, me adelanté a la fecha y terminé causándole mucho dolor a Escarlata. Un parto natural sin anestesia, sin suturas, solo agua caliente y violencia obstétrica de un nacimiento en casa.

Convertí el viaje de la familia en un aparente sufrimiento. Cuentan que para volver a la ciudad de Alteueyatl conmigo recién nacida, se trató de otra odisea. A pesar de las adversidades, siempre me sentí querida.

Desde pequeñita veía a mi padre ensuciarse en los trabajos que realizaba a nuestra antigua casa, que era una vivienda diminuta de ladrillos en un terreno casi baldío. No teníamos puertas, en su lugar, mamá colocaba una lámina con cartones para evitar que pasáramos frio al anochecer, dormíamos en el suelo.

La misma habitación que servía para la cocina y comedor, era nuestra sala principal y dormitorio. Yo descansaba con mamá y Esme en el único colchón desgastado que poseíamos, papá adecuaba un cobertor en la superficie para dormir ahí. El sanitario, bueno, era una cubeta, la cual al final del día, mi madre lanzaba su contenido a las plantas como fertilizante; de eso, los verdosos arboles circundantes al hogar crecieron hermosos, regalándonos una sombra y frescura inigualable.

Mi felicidad era un columpio que Luis construyó con un par de mecates y un trozo de madera resistente, pendía de uno de los encinos. Esme se pasaba horas jugando conmigo, fuimos... dichosas con tan poco. Nunca comprendí porque papá y mamá peleaban con frecuencia solo por unos pedazos de metal que según decían, "valían mucho".

Un día por pura curiosidad, me tragué una moneda, la había encontrado en el pantalón de Luis. Solía doblar la ropa que Escarlata lavaba, así colaboraba, con tan solo seis años. Cuando sostuve la moneda, me sorprendió su brillo bajo el sol.

"Sí mis papis se gritan por esto, a lo mejor es porque sabe muy rico". Sí, eso fue lo que pensé, después me la eché a la boca. Papá se desesperó mucho por conseguir que la expulsara, no sé si fue por el metal o por mí.

Luis estudió con ayuda del gobierno, su ingeniería fue gratis por un programa de la gubernatura de hace años, lamentablemente, asesinaron a dicho político al mando. No me gusta el régimen de mi estado, pero, a ese hombre le agradezco que ayudó a miles de hombres y mujeres en la situación de Luis. Escarlata quiso estudiar psicología, no obstante, se detuvo por nosotras sus hijas.

En fin.

¿Qué sería de nosotros sin recuerdos?

¡Solamente tú, en mi habitación!, ¡Solamente tú tocas mi interior! —retornando al espectáculo en el living de Merry, ella cantaba desentonada y con fervor, así como yo y Diego.

— ¡Caty!, ¡María está cantando cosas del demonio! —exclamó su hermano Eduard desde el balcón del segundo piso visible por la sala principal, llamaba a Caty, la empleada.

— ¡Cierra el pico, mal parido! —respondió mi amiga.

— ¡¿Qué es ese vocabulario, María?! —reconocí ese acento peculiar a nuestras espaldas

— Ups —comenté al percibir la voz de Oxana.

La matriarca del hogar había hecho aparición en ese preciso instante, ocasionando el orden de inmediato sin siquiera pedirlo. Oxana Melnik es la madre del dúo, ella no es latina, como dije antes, viene de Ucrania. Efectivamente, mi mejor amiga es lo que se llama una "mestiza", Merry solo heredó de ella el color claro de sus ojos y el pelirrojo cabello, ninguno de los chicos nació en el país de origen de su madre.

Oxana se aproximó a nosotros, Diego hacía mucho que se bajó del sofá por temor a la temperamental mujer. Ella podría transmitir miedo o incluso intimidar con su mirada profunda y fija de iris cristalinos, pero, es un verdadero amor. Mi amiga apagó el karaoke del televisor e intentó colocar todo en su sitio. 

La recién arribada vestía con un traje formal de oficina, negro de pantalón, se retiró los tacones altos para andar descalza. Ella suele portar sombreros a la moda que combinen con su ropa, tiene una extraña alergia al sol, dicho accesorio que la corona esconde su níveo rostro en una sombría cubierta. Se retiró la pamela negruzca de María Antonieta y esfumó el recogido de sus lacias cortinas pelirrojas. Trabaja de contadora en una empresa cuya función desconozco.

— Mamá, bienvenida —musitó Merry con nerviosismo, ampliaba una sonrisa incomoda—. No escuché tu auto llegar.

— Es por la puta música que tienes bien alta —respondió Oxana con naturalidad y frescura, se expresaba más latina que mi propia familia—. No me enoja que invites a tus amigos, al menos disimula, caramba... Escucho tus berridos hasta afuera, Mary Mar.

— ¡Mamá! —protestó Merry en una pequeña rabieta—. Deja de apodarme así, Mary Mar es la de la tele, mejor hubieras escogido otro nombre para registrarme... O será que, ¡¿Tienes otra hija?!

— ¡Ay cállate, María!, ¡Sh, sh! —la acalló, mientras ejecutaba ademanes como si intentara arrojar las palabras de su hija hacia otro lado—. ¿Ya comieron algo?

— No, señora —respondí amable al saber que la pregunta iba dirigida a mí y a Diego—. No es necesario, de hecho, ya casi es hora de irnos.

— Sí, hoy es sábado de smoothie en la cafetería de la plazuela —intervino mi amigo—. Es nuestra quinta compra, nos darán una libreta de cupones para tener postres gratis cada sábado.

— Y, ¿Pensaban ir sin mí?

— No necesitan cupones para obtener postres gratis —Oxana soltó una tenue risa ante nosotros—. Si me visitan cada fin de semana, yo se los daré.

— ¿Te visiten?, ¡Es a mí a quien visitan, mamá!

— Dije que te calles, María —respondió, amo su relación, es como si hubiesen sido mejores amigas en otra vida—. Si les digo que me visiten es porque me encanta su presencia, son sangre joven, fortalecen mi ser, no puedo beber su sangre, con el dulce aroma al tenerlos próximos me conformo.

Olvidé mencionarlo, el gusto de Merry por los vampiros tambien lo heredó de su madre. Oxana está relacionada con cosas sobrenaturales, es su pasatiempo desde que era adolescente, según sé. Ella misma nos contó respecto a sus gustos cuando la conocimos, ha dicho que su abuelo era tarotista, él le enseñó a interpretar las cartas y a entrar en trance espiritual para canalizar los mensajes.

De ahí se obsesionó y quiso probar la brujería, su abuelo estuvo en contra, pero, al ver que su nieta estaría a salvo, le dio luz verde. Hasta la fecha, Oxana practica la brujería y el tarot, aunque no tengan mucho que ver una cosa con la otra. Conecta con todo mundo sobrenatural, ve cosas que nosotros no, como un mago. Desconozco sobre sus prácticas espirituales, dice tener su tercer ojo abierto, ha recibido regalos de hadas y le ofrece cosas a cambio, es una madre fenomenal, yo quisiera una igual. Lo de los vampiros, pues se cree una de ellos, aparentemente, se refiere a sí misma como una bruja vampira.

— Ya que insiste, creo que podemos ir más tarde y mientras tanto quedarnos con usted —comenté alegremente, siendo honesta, me fascina la presencia de esa mujer, ganas me sobran de rogarle que me adopte—. ¿Verdad, Diego?

— Claro.

La madre de nuestra amiga nos ofreció algo de comer, Caty nos sirvió en la vajilla costosa de la casa, una de las casi diez que poseen. Nos encontrábamos los tres en la mesa, Oxana y Eduard no comieron, pero nos hacían compañía.

Eduard Sandoval Melnik, ¿Cómo puedo encontrar las palabras para describirlo sin que piensen que me interesa?, porque, si mis padres tienen una mejor esperanza para mi compañía amorosa, ese es el hermano de mi mejor amiga. No desmiento que es un chico muy agradable, adolescente de diecisiete años, lindo y educado, de cabello corto espeso en tono rojo zanahoria. Las cuencas de sus ojos destacaban abismales bajo una sombra misteriosa, como si pasara noches de insomnio.

Resulta extraño, siempre que lo notaba dirigir sus ojos hacia mí, la oscuridad característica del par de órbitas en su neófito rostro, se avivaba y me transmitía cierta intuición segura. Su estilo es un poco inusual, aunque de los Sandoval puedes esperar todo, los estereotipos de familia perfecta no son lo suyo. Posee una peculiaridad bohemia, de musica le gusta el jazz y soul. En su clavícula izquierda, luce la obra de arte en tinta de un murciélago tétrico alzando vuelo, regalo de cumpleaños por parte de su padre Fernando, el financiero de día y tatuador de noche.

Eduard ha crecido demasiado, lo conozco desde la primera vez en mi vida que visité a Merry, cuando íbamos en el colegio. Él tenía catorce el día que nos presentamos, no cabe duda que el tiempo pasa volando.

Perteneció a nuestra institución privada, sin embargo, lo expulsaron antes de mi ingreso, por indisciplina.

Quedaré como una mustia si niego que es encantador, todo lo contrario a ese niño irritante cruzando la rebeldía en su pubertad, el mismo demonio en chiquillo, el cuál algún dia me llamó hurón, supuestamente por mis facciones. Sí, me refiero a él mismo. El internado al que entró, fortaleció sus estándares y ahora me trataba con agradable cortesía, hasta a Catrina, la empleada de su hogar, le da un trato digno y la comenzó a nombrar de cariño con el sobrenombre que hoy mantienen para ella.

— ¿Qué les parece el filete, niños?, ¿Verdad que Catrina es una excelente cocinera? —cuestionó Oxana, haciendo sonreír ligeramente a Caty.

— Nunca había comido carne tan jugosa —comenté gustosa, en serio la comida que ella preparaba era deliciosa—. Mi madre nunca logra que le salgan así los platillos.

¡Festín celestial!

— ¡Ya no más, por favor! —expresó Eduard en un quejido—. Suficiente tuve con escucharte toda la tarde, Merry.

— Yo canté junto a ella, ¿Tan mal lo hago? —curiosee con inocencia actuada.

— Eh... Bueno, n-no —obtuve su titubeo como respuesta.

— Qué curioso, ¿no, hermanito?, odias cuando yo canto, pero si se trata de Leonora por nada del mundo protestas.

— Buena corazonada, eh —expresó Diego mientras intercambiaba miradas extrañas con mi amiga.

— Nada de burlas en mi mesa, María —comentó Oxana repentinamente.

Todos saben cosas que yo no, de por sí ya soy bruta para entender, con sus secretos indirectos, me dificultaban más la comprensión de los hechos.

— ¿Gustas más agua de tamarindo, flor de loto? —preguntó Eduard viéndome a los ojos, sí, "flor de loto" es el apodo de cariño con el que me bautizó.

— Te lo agradezco —acerqué mi vaso de vidrio hacia el hermano de mi amiga, aceptando su gentileza.

Eduard sostenía la jarra con ambas manos, luego de haber aproximado el vaso hacia él, me obsequió una dulce sonrisa a la cual respondí del mismo modo. La apariencia de su caparazón es la de un joven preocupado, lo conoces y te percatas de su docilidad, es blando como las elegantes vestiduras vaporosas de un pavo real.

Rellenó el recipiente con agua fresca para mí, al regresarme el vaso, noté su mano tambalearse como si sus neuronas le jugasen una broma, provocando la danza traviesa del líquido en su interior. La amplia sonrisa en su pálido rostro yacía incesante, más de lo normal, incluso daba miedo y gracia a la vez. No supe cómo reaccionar, solo le devolví el gesto risueña.

¡De acuerdo!, ¡Lo admito!...

Es hermoso, más no mi tipo. Al paso de estos años, aun no comprendo la razón por la que mis padres lo prefieren a él y no a Morgan, sumando que ni le conozco lo suficiente y mucho menos siento algo por él. Mamá odia los tatuajes e incluso habló mal de Oxana a sus espaldas diciendo: "¿Cómo permite que sus hijos parezcan muchachos sin futuro?". Un día, de improvisto, la escuché hablar con papá y ambos coincidían con la idea de que Eduard es un chico más atento conmigo, en comparación a Morgan.

¡Eduard es la pesadilla de yerno para mi madre!, ¡No entiendo cómo puede decir eso!

Definitivamente solo quieren contradecirme, involucrando en mi vida a gente que ni al caso. Los quiero mucho, no obstante, parece que ellos a mi no. Si odian a Morgan, es como si me despreciaran a mi tambien.

— Mamá, Diego quería saber si podrías tirarle las cartas —la propuesta de Merry me liberó de otro trance mental, provocando que aterrizara del espacio confuso.

— ¡Estaba esperando a que alguno de ustedes lo solicitara!... ¡Caty, el tarot!

— Ay no, ¿Qué voy a hacer con ustedes dos señoritas? —comentó Eduard, refiriéndose a Merry y su madre.

Algo que haga sonreír a Oxana además de su esposo Fernando, es que le pidan hacer lecturas del tarot. Catrina acató su pedido y rápidamente le llevó las cartas hasta la mesa.

— ¿No prefiere dejar que primero los muchachos terminen su comida? —preguntó Caty.

— Nunca hay obstáculos para una lectura, incluso el alimento de los mortales es insignificante en estos momentos —respondió Oxana tan peculiar, mientras comenzaba a barajear y ampliaba su persistente sonrisa—. Diego, cuéntame, ¿Qué es lo que tu corazón anhela saber?

— Lo que tenga que advertir, estaré listo para abrirme espiritualmente.

— Bien, veamos que tenemos para ti.

Procedió a internarse en trance, cerró los ojos y entre respiraciones apacibles fue liberando las cartas que sus manos dictaban desenterrar del montón. Al parecer, consiguió de inmediato recibir el mensaje de los guías de Diego, dejó siete cartas sobre la mesa y continuó.

— No quiero alarmarte, pero algo no parece ir bien —informó Oxana, no apartaba su vista de las cartas—. Alguien está pensando en ti, te agrada, tanto como tú le agradas a esa persona. Es imposible decirte un género, sabes que solo canalizo las energías, noto sentimientos encontrados.

— No necesariamente tienen que ser mensajes del ámbito amoroso, ¿cierto? —interrogó mi amigo con interés.

— Siendo honesta, veo que desde luego hay un lazo de atracción mutua... Descuida, tu y esa persona irán avanzando a tiempo divino y podrán encontrarse.

— ¿Encontrarse?, ¿No se conocen aún? —interpeló Merry liante.

— ¡Sí se conocen!, pero, no desarrollaran un vinculo más fuerte por el momento, van en camino a ello, es cuestión de paciencia. Esa persona te mantiene en sus pensamientos desde hace algún tiempo atrás... No todo es felicidad, vivirán instantes complicados antes de formalizar algo, te recomiendo priorizar la paciencia y evita caer en egocentrismo. Sufrirás pérdidas económicas, se aproxima una situación casi catastrófica.

— No me asuste... —replicó Diego con un tono de voz sorprendido, el miedo se le notó hasta en sus ojos desorbitados.

— Tu tranquilo, yo nerviosa... Es posible que vengan obstáculos, de todos modos, veo que serás capaz de superarlos... Recuerden que los mejores consejos vienen de los susurros del bosque.

— ¿Puede tirar las cartas para mí? —pregunté a Oxana, no me resistí a las inmensas ganas de conocer lo que el destino me deparaba.

Suele ser muy acertada con sus lecturas, hace años le dijo a Merry que descubriría una buena amistad y meses despues nos conocimos. ¿Cómo sé que soy yo esa persona en las predicciones de Oxana?, fácil, le refirió cada una de mis características. La madre de mi amiga tambien tuvo que ver con algunas situaciones de mi juventud, gracias a ella confirmé que mi relación con Morgan perduraría por mucho tiempo.

"Un amor más fuerte que el mismo acero, conforme pase el tiempo, él se sentirá muchísimo más atraído por ti, reinas en su corazón y tal vez hasta ganes su cuerpo". Nunca olvidaré esas palabras. Oxana volvió a barajear el tarot, repitió el mismo proceso que con Diego, aunque, la lectura fue distinta. Su expresión facial impresionada me llenó de incertidumbre, se llevó los dedos sobre los labios abiertos, observaba detenidamente las cartas sobre la superficie. Algo no iba bien. 

Para nada bien.

𝕄𝕠𝕣𝕘𝕒𝕟

Demasiado por hacer, cinco libros por ingerir en su totalidad, harto de permanecer atado a una silla de escritorio por todo el transcurso del día. Sí hubiese sido por mí, llevaría horas tomando mi siesta de la tarde, ¿el obstáculo?, exámenes complicados asomándose. En el exterior, la ciudad era envuelta en calurosas nubes evaporadas y abrasadoras, el despertador informaba que la temperatura oscilaba entre los treinta y siete grados centígrados.

El sol comenzó a molestarme con su presencia a través de los ventanales de mi alcoba, me vi en la obligación de obstruir su paso luminoso mediante las persianas. He estudiado el sol y por más que quiera atraerme por él, obtengo puntos en su contra que me hacen odiarle a la ligera.

Detesto el clima de Alteueyatl. Madrugadas gélidas, amaneceres cubiertos en bruma, tardes sofocantes, anocheceres desérticos o lluviosos. Bendito norte bipolar. Hay ocasiones en donde los estados ambientales se mezclan, la ciudad se caracteriza no solo por su inmenso y profundo mar, tambien por la atmosfera variable. 

Nací en Chicago, no obstante, la mayoría de mis recuerdos acontecen en Alteueyatl, de hecho, de pequeño siempre creí que era latino de sangre, hasta que mi madre aclaró las cosas. A los cinco años comprendí que mis padres decidieron salir de Estados Unidos para dar sus servicios a gente latinoamericana, por ello, muchos les rechazaron al principio. Incontables son las ocasiones en que otros les reclaman por abandonar una oportunidad que la mayoría de la población anhela.  

Por quienes intentan hasta lo imposible, arriesgando sus vidas a cambio de una mejor calidad de esta misma.

Hace años consideré volver a mi ciudad natal para cursar la universidad, iba a estudiar medicina como mi hermana. Modifiqué mis planes cuando conocí a Leonora, ella me hizo darme cuenta de lo que realmente buscaba, mujer de la cual, prefiero no hablar por el momento. Sí recuerdo esas fotografías multimedia y mentales de su bello y delicioso cuerpo yo...

El ardor de sus mejillas, su pasión, esos lamentos que salen de su boca, pidiéndome lo que esté a mi alcance. Sensacional... toda ella me....

Suspiro.

Carajo.

Me dí de golpes en la parte frontal de mi cabeza, con uno de los libros de cosmología. Llevaba semanas intentando evitar las tentaciones que Leonora me hace pasar. Procuro detenerme y limitar constante trato carnal, aunque me sienta como cachorro desahuciado, no aspiro incomodar a mi novia.

Quería disfrutar más su compañía y afecto a como ella demanda a veces, siempre ha dicho que con un beso, abrazo o señal de protección, es suficiente. Para mi no, juega a no percatarse de lo que provoca.

Ese rostro de angelito es una farsa. Ada Leonora, una niña malcriada... mi niña malcriada.

Anhelo verla feliz, tambien me fascina observarla fatigada bajo las sabanas. Amo la manera en que se moviliza, que tome el control, me maneje... Después puedo demostrarle quien es el mejor rematando, quien da más, quien da menos. Confieso que no soy tan fuerte como ella, variables son los turnos en donde casi expreso no tolerar un acrecentamiento, el orgullo me lo prohíbe.

Siempre la escucho ser primera en rendirse... Eso creo, tan borrosas están las imágenes de mi memoria, que no recuerdo algún momento en el cuál me dejé vencer. Teniéndola presente físicamente o no, suele interrumpir mi estudio, como justo ahora lo está haciendo. Me tiene mal.

Malditas ansias, por eso no quería hablar de Leonora. Mis dedos me traicionaron, de manera impulsiva principié a percutirlos sobre el vidrio del escritorio, evidenciando el hambre, idéntico acto ejecutó mi pie derecho sobre el suelo. Estaba solo, necesitaba verla... no, no era una petición sensata, sería irrespetuoso. 

"Oye, quiero coger, ven a mi casa". Que tontería. El llamado repetitivo del teléfono ubicado en el living fue mi salvación, abandoné la habitación lo más veloz que me fue posible para responder a la llamada. Me detuve en la sala principal del departamento e hice lo debido.

— Morgan, darling —escuché a mi madre por la linea nombrarme con ese apodo molesto, no iba a protestar, sonaba alegre.

— Hola, mamá.

— ¡Adivina que!, el tío Peter mejoró... Bueno, no del todo, sigue enfermo, pero ya tiene escasos síntomas de su infección.

Nunca había experimentado un alivio tan grande, buenas noticias apenas iniciando una llamada, era una señal grata. El tío Peter es demasiado importante para mí, mis hermanos y primos. Antes de caer enfermo, le admirábamos por su enorme vigor, desde muy infantes solía regalarnos alegría, es un tipazo fenomenal. Me mantuve en disimulo, realicé un gesto de triunfo cerrando uno de mis puños, ampliando mi sonreír.

— ¿Morgan?, ¿Hijo? 

— ¡Ah sí!, sigo aquí —me olvidé del silencio y retomé la conversación con mamá en linea telefónica—. ¿Puedo hablar con mi tío? 

— Está intubado, darling, ya lo sabes.

— ¡Cierto!, que idiota soy... Lo siento mamá —patético, no sé que me sucedía—. Sí es posible mándale mis saludos y mejores deseos.

— Te noto un poco distraído, ¿todo en orden? —prestando atención a su tono de voz, me percaté de su minúscula inquietud—. ¿Leonora está contigo?

Volví a quedarme mudo, incluso titubeé, no esperaba dicho cuestionamiento. Temí porque mi padre le haya cotilleado nuestras charlas en confianza. Me sentía desequilibrado. 

— ¿Qué?, ¡Para nada! —respondí nervioso mientras reía, ni siquiera entiendo la razón de mi comportamiento, quizás por el deseo que irrumpió mis sentidos segundos atrás.

— Hijo, dime la verdad...

Repámpanos. 

— ¿Tu y Leonora se están protegiendo?

¡Doble repámpanos!

Esa maldita pregunta la cuál siempre evité, se volvió una realidad en dicho momento. Más nervioso y torpe me convertí, balbuceé como imbécil sin parar. Cuestioné a mamá si mi padre Christian se lo contó, ella se burló de mi locuacidad incomprensible.

— Bueno, debo confesarte que tras verte a ti y Leonorita tan unidos, me las ingenié para sacarle la verdad a tu padre... A mi no me engañan, darling, cuando Christian y tu salen al balcón no es para hablar del lindo paisaje. 

— De acuerdo, es mi momento de confesar —respondí posterior a darme un respiro, ahora sonaba más tranquilo—. Es gracioso, siento menos peso ya que sabes todo, mamá. 

— Ante lo que quieras decirme, soy toda oídos —percibí su risa delicada—. Puedo aconsejarte, si es necesario. 

— Mi padre no es el único en saber, Krystal me ha asesorado desde un principio —dije con absoluta paz—. No lo niego, Leonora y yo... comenzamos a tener relaciones desde hace aproximadamente dos años, fui quien lo propuso, sin forzarla, claro. Ella aceptó y bueno, lo demás es personal.

— ¿Los padres de Leo saben?

— Mamá, siéntate, hay mucho que debo platicarte.

Antes imaginaba que se enfadaría, debido a ello lo oculté, no obstante, al escucharla relajada, me transmitió la suficiente confianza. No especifiqué los detalles de mis noches con Leonora, no quería provocarle un paro cardiaco. Le relaté la manera en que Luis Castañeda y Escarlata Tapia me ven, como si fuese una amenaza para su hija menor. Ella concordó conmigo al liberar la conclusión de sobreprotección que Luis y Escarlata implementan en Leonora, hasta me narró un suceso de ella y mi padre.

— Te hicimos en las habitaciones de los residentes, en el hospital —comentó.

— ¡Mamá!, ¡Eso no!... —detuve mis palabras ante el asombro que me causó dicha declaración, me cubrí la mitad del rostro con la palma de mi mano—. No era necesario que lo dijeras... ¿Quieres decir que fui un error? 

— Yo no lo diría de tal modo, Krystal había solicitado una hermanita por un buen tiempo.

Se hizo presente un silencio misterioso en la conversación, precisamente al fondo de la llamada, pude escuchar a Krystal y Karl entablando una discusión tierna, de esas en donde mi hermana acostumbra incordiar al pequeño de cinco años. Mamá se enfadó y les llamó la atención, eso provocó que ya no percibiera las voces de mis hermanos, solo noté el estruendoso e irritante pitido del monitor en donde supuse, se encontraba el tío Peter. 

— Y... —mi madre retomó la charla a través del teléfono—. ¿Qué sientes cuando estás con Leonora?, ella te hace feliz, ¿cierto? y espero que tu sepas complacerla, ella es un cariñito y merece todo en este mundo.

— ¡Mamá!... ¡Bien!, ¿Qué siento?, querrás decir que no siento... Creo que me adormezco y sobre lo otro, sí, Leonora es un nivel diferente.

— Hijo, si quieres independizarte con ella, debes saber que cuentas con mi apoyo y el de tu padre —no esperé que dijera eso, de hecho, no debería sorprenderme, han demostrado ser demasiado asociadas, junto a Krystal—. Veo que últimamente las parejas optan por vivir en unión libre, lo prefieren antes que casarse y supongo que ustedes quieren lo mismo. De ser necesario, lo hablaremos con el señor Luis y su esposa, sé que Leo estaría más despreocupada si lo hacemos. 

— ¿Ustedes tambien han hablado a mis espaldas? —pregunté sin preámbulos, lo noté, cuando se encuentran ambas se reúnen al igual que papá y yo. 

Imaginé que se tornaría indignada por mi descubrimiento lógico, evitó responderme y sé que fingió acatar el supuesto pedido de mi padre, quien le solicitaba ayuda con el cuidado de mi tío. Christian no habló, podré no visualizarlos en el instante al no estar presentes, pero tampoco era sordo como para no darme cuenta de su actuación. Amanda se despidió con un "cuida bien la casa, si necesitas algo llámanos"  y "gracias por confiar en mí".

Vaya charla de relaciones sexuales por parte de mi madre Amanda.

Antes de colgar, esbocé una sonrisa al escuchar a Karl expresar en base de gritos lo mucho que me quería. Ese niño es muy acaramelado, no me extraña que ame en secreto a Leonora, se entienden mutuamente y cuando se ven son como la goma de mascar.

La llamada terminó y desde luego, me sentía mejor al discernir que ya no ocultaba ningún secreto a mi madre... Bueno, tal vez sí, como el hecho de que me estaba yendo mal en mecánica celeste, pero no había necesidad de informarle, lograría darle solución al problema por mis propios méritos.

En medio de la tranquilidad de casa, inhalé y exhalé profundamente intentado deshacerme del dolor que sufría al pesarme el cuello, debido a estrés de estudio, deberes y presentaciones próximas a dar. Siempre que me siento de tal modo, recuerdo divertido a Leonora quien vive en protesta a causa de las falsas expectativas televisivas sobre la vida universitaria, totalmente distorsionadas a la realidad. Tiene razón. 

Por suerte solo me restaban ocho semanas para graduarme. Los que haceres acumulativos de día con día eran justificables, por el corto tiempo que me quedaba en la universidad, pero, aún me esperaba el proceso para recibir el titulo, constante de servicio social y muchos más exámenes. 

Me dirigí a la cocina buscando algo de beber, de la nevera obtuve una gaseosa de manzana. Sorpresivo o no, sin percatarme de ello las ansias por hacer algo a solas con Leonora se fueron, a pesar de esto, no erraba el hecho de que la extrañaba. Decidí dejarle un mensaje:

"¿Sigues en casa de Merry?, ¿Segura que no te gustaría venir a hacerme compañía?"  (Entregado, hoy a las 16:06 p.m.)

Dos semanas sin un tipo de cita, encuentros enardecidos nulos, nos limitábamos a vernos en la universidad y cuando pasaba, el cansancio se evidenciaba en sus ojos. El anterior viernes fuimos a la biblioteca del campus después de clases para estudiar, fue el único momento en que la sentí cerca, todo iba bien hasta que... 

Se quedó dormida, cosa realmente extraña en ella. Por lo común, a veces me alejo un poco, ahora la situación era contraria, Leo se alejaba y eso me hacia sentir incomodo. No era mi Leonora, me la cambiaron por otra. No sabía si tomarlo como una venganza de su parte o...

Miaw!

Silver. Otro individuo que me huía, desde el amanecer estaba durmiendo, comenzaba a espantarme, aunque su barriga se inflaba. Ahora lo visualizaba cruzando la puerta de la cocina, caminando hacia mí con las pupilas dilatadas y maullando.

Descubrí que ese gato no hacía nada más que comer, dormir, cagar y morderme. Tiene una manía con mordisquear mi mano, aún así, todo eso me alegra hasta el día más tormentoso y apenas llevaba dos semanas viviendo conmigo. El muy astuto ya poseía sus señales para notificarme de algo que buscaba, cuando consiguió mi atención, se acercó a la alacena rasguñándola, pedía comida. 

Silver el gato perro rata egipcia alienígena Hudson Castañeda.

¿Qué?, es mi hijo y yo decido como nombrarlo. 

— Ah, tienes hambre... Otra vez.

Hice lo que debía, extraje de la alacena una de sus especiales latas de atún y la serví para él. Lo observaba comer feliz sobre la isla de la cocina, es pequeño pero se atasca, no entiendo como puede conservar un estomago tan grande, considerando su diminuta estatura. Mientras mi hijo gatuno alienígena se alimentaba, yo bebí de mi gaseosa y con la mano libre acaricié el lomo de Silver, sin interrumpir su alimentación.

Hogar, dulce hogar silencioso, repleto de paz, sería una lastima que alguien colocara musica a todo volumen. Parecía una buena idea, no obstante, se arruinó cuando mi celular obtuvo una notificación. Creí que se trataba de Leonora, en realidad, ella ni siquiera había visto el mensaje. ¿Qué tanto estaba haciendo?

"Abre la puerta, pedazo de escoria" (Entregado, hoy a las 16:07 p.m.)

Numero desconocido. Reconocí esa manera de referirse a mi persona. Supuse que era mi prima Ally, aunque, parecía raro, se suponía que ella estaba en Chicago y su madre, la tía Madison, fue la única que llegó a Alteueyatl de visita. 

— ¡Morgan! —exclamó en la entrada principal, era ella, la misma voz escandalosa, afortunadamente no tenía llave, de lo contrario habría ingresado sin previo aviso—. ¡Que abras dije! —golpeaba la puerta como si no hubiese un mañana. 

Silver al notar los gritos provenientes de la entrada, abandonó su comida por cortos segundos, levantó su cabeza y la giró. Supuse que al no ver a nadie distinto, se desinteresó y prosiguió con el contenido de su plato. No existía alguna otra opción, más que permitirle entrar a casa a mi irritante prima, caminé hacia la entrada principal en contra de mi voluntad, si la dejaba afuera no pararía de armar un alboroto e incluso podría resultar reprimido por mi tía Madison. 

¡Cousin! —gritó ella al verme, se lanzó encima de mí, dándome un abrazo irrespirable y se atrevió a... propinarme un beso sobre los labios.

Apenas entraba y ya era la autora de un completo desastre. Desconcertado por su acción, desorbité mis ojos e intenté apartarla lo más rápido que pude. Cuando lo conseguí, la observé delante de mí con esa sonrisa insolente en su rostro. Ella es un poco más alta que mi novia por escasos centímetros, tiene cabellera larga y lacia teñida de rosado, acostumbra decorar su peinado suelto con dos esbeltas trenzas descendiendo por los costados de sus mejillas, una de cada lado. 

— ¡¿Qué mierda fue eso, Allyson?! —cuestioné aún sorprendido, me sentí molesto, lo que hizo no fue muy respetuoso—. ¡Somos primos, niña!

— ¿Y?... —olvidaba lo excesivamente molesta que esta niña de diecisiete años puede ser—. ¡Ay, ya!, no fue para tanto, dime, ¿me echaste de menos?

— ¿Qué debo responder?, solo fueron tres años desde la ultima vez que mis padres y yo fuimos a Chicago. 

— ¡Es verdad!, ya recordé —expresó caminando en dirección al living, mientras arrastraba su maleta de la cual apenas me percaté—. Tú, Krystal y mis tíos nos visitaron el mismo año que le pediste a la Leo que fuese tu novia. Por cierto, ¿Dónde está mi bebé Karl?

— Ya no es tan bebé, tiene cinco años —respondí siguiendo su camino, ella dejó a lo bestia su equipaje en el sofá y hasta se retiró los zapatos—. Oye, no es tu casa para que hagas eso.

— ¿Qué te sucedió, Morgan?, recién llegué y me recibes con reclamos —quejumbrosa inició a hacer una de sus fastidiosas rabietas—. Antes te importaba un reverendo cacahuate las reglas y ahora hablas como mi tío Christian... ¡Como sea!, no discutiré contigo, estoy demasiado agotada luego de ese viaje en avión. 

— ¿A que se debe tu visita? —le interrogué extrañado—. ¿Te diste cuenta de que no puedes ser independiente y has venido tras mi tía?

— Cállate que al menos yo no estoy de vaga como tú —replicó arrogante—. Yo si trabajo, Mor, en comparación tuya... Soy una excelente jefa de niñeras.

— ¿Ese puesto existe? 

¡Of course!, ¡This is Chicago!

— No estás en Chicago, te recuerdo que has venido a Alteueyatl y mientras pienses permanecer aquí, debes abandonar las frases en ingles —decreté, no intentaba ser frío con ella, mis intenciones eran cambiar algunos modos suyos, puesto que "prudencia" y Allyson no son palabras que puedan ir juntas—. No has cambiado nada, dejando fuera de la conversación tu cabello de pony. 

— Yo no puedo decir lo mismo de ti —dijo anulando su reposo, se levantó del mueble y me observó de pies a cabeza—. A decir verdad, te vistes mejor que antes, maduraste y... creciste, además te hiciste un poco aburrido.

— ¿Eso crees?

Allyson no respondió, prefirió lanzar una mirada y sonrisa burlona. No presté atención a su gesto vacilante, el ultimo comentario que salió de su boca me hizo reflexionar el comportamiento apático que implementé con ella. Quizás me sobrepasé con mis niveles de frialdad. Sin importar la tediosa conducta que aún conversaba con los años, la extrañé, en nuestra infancia nos frecuentábamos y puedo presumir que nos llegamos a considerar como primos favoritos. 

Ally optó por volverse a calzar los zapatos y avanzó autónomamente en dirección a la cocina, manteniendo relajación en si misma, mientras que alardeaba la causa de su llegada. Presumió que su madre se sentía triste sin ella para hacerle compañía, por lo cuál, le pagó un boleto de avión con destino a la ciudad. La tía Madison es viuda, el padre de Ally murió apuñalado cuando ella tenía dos años, es la razón por la que van juntas a todos lados, se tienen la una a la otra.

— ¿Tienes algo de comer?, mi mamá dijo que mis tíos iban a cuidar al tío Peter en estos días, así que supongo tu soledad, tambien entiendo la probabilidad de que Leonora llegue —comentó Allyson, durante su andar directo a la parte del departamento donde me hallaba hace unos momentos—. No es por alarmarte, pero ya me enteré de todo lo que le haces a la Leo... En fin, ese no es el punto, sí se aparece por aquí yo puedo tocarles el violín mientras ustedes hacen sus cosas.

¡Habla y habla y habla y habla!, lo olvidé, ni siquiera me permite responder, es una parlanchina, no cambió nada. Con los comentarios de mi prima recién arribada y la anterior platica con mi madre Amanda, me percaté de que los más cercanos al saber de mi noviazgo, expresan algo relacionado a cosas intimas. Quizás, era necesario interponer urgentemente un limite a mi instinto.

— ¿Qué?, ¿No vas a decirme nada por que conozco tu secreto?

— Llegaste tarde Ally, ya no es tanto un secreto —repliqué ligeramente triunfal, emanando una tenue sonrisa ladeada con intenciones de bromear, mientras trenzaba los antebrazos delante de mi tórax y seguía a mi prima—. Sí crees que el abrir esa boquita frente a mi madre me meterá en problemas, lamento arruinar tus planes diciéndote que mi vida sexual no será sorpresa para ella. ¿Olvidas que mis padres son médicos?

— Cuida tus palabras, parece que quien lo olvida eres tu mismo —Ally frenó sus pies para rotar sobre su propio eje y darme la cara, al encontrarnos rostro a rostro, me reí un poco al ver que ella mantenía la misma expresión retadora—. Tanto así que has olvidado no una... no dos... no sé cuantas veces, pero sé que postergas usar el preservativo. 

De acuerdo, ganó.

— ¿Te quedaste sin excusas, Mor? —devolvió el gesto divertida.

— Muy bien, estamos a mano. 

Concluyendo la primera de nuestras diminutas peleas luego de tres años sin vernos, aparentemente Allyson, retomó su propósito de explorar la nevera para alimentarse. 

— Mi mamá ha dicho que dormiré con ella en el hotel donde se hospeda —informó, mientras esculcaba los productos del refrigerador—. Esperaba quedarme aquí pero creo que tú, Krystal y Karl no aceptan mi presencia.

— No lo tomes personal, Ally... La razón es porque no hay espacio —respondí permaneciendo a sus espaldas—. Ni siquiera hay sitio para Karl, a veces tiene que dormir conmigo o con mi hermana. Sabes que el departamento no es tan grande.

— Pero, ¿Sí hay espacio para coger con Leonora, verdad?

— Bien, me haces perder tiempo —evadí la pregunta que realizó con picardía, estaba siendo asquerosamente honesta y sabía como dar en el blanco. Me alejé dispuesto a volver a mi alcoba y continuar estudiando—. A lo que sea que hayas venido, no me impor...

— ¡Morgan! ¡Una rata! —exclamó de manera repentina, sacándome de mis casillas.

Cuando me di la vuelta, divisé la presencia despreocupada de Silver sobre la mesa y a mi prima apuntándole con el dedo. El gato la analizaba con sus ojos grises, sin sobresaltos, mientras ella gritaba como si el minino amenazara con devorarla. Fue complejo hacerla entender la historia de Silver, el como llegó a mi vida en un abrir y cerrar de ojos.

— Parece una rata, es muy feo y calvo —respondió Allyson cuando concluí con la presentación de mi mascota, yo lo sostenía entre la palma de mi mano derecha y con la contraria acariciaba su cabeza. Mi prima optó por tocarlo también—. Entonces te llamas Silverio.

— Se llama Silver y no es feo...

Miaw! —intervino el gato en mi mano, maulló como si estuviese molesto con ella.

— Olvídate de eso por ahora —expresó con desinterés en el animalito—. Debo decirte que mientras venía aquí, vi como saqueaban muchas tiendas, grupos de encapuchados hacían destrozos en una calle comercial. 

— E-espera, ¿Qué quieres decir?

— No voy a repetirlo —se cruzó de brazos y me lanzó esa mirada fría, la cual me hacía saber que estaba dispuesta a hablar sin rodeos, es muy segura de si misma—. El barrio de los pochtecas fue asaltado, lo presencié y fui testigo con mis propios ojitos... Algunos vandalizaron las vitrinas de negocios... ¿Tú sabes que significa ese símbolo raro de una "u" en cursiva? 

La u cursiva, por supuesto que la había visto antes. En las ultimas semanas, la policía le perdió rastro a la banda delictiva que escapó del penal de "agua ardiente", eso no era señal de que el peligro había terminado, al contrario, propinaba más incertidumbre en las personas. 

Seré astrónomo, pero eso no es una razón para prohibirme el interés por la política, de hecho, estuvo entre mis opciones de estudio. Nunca logré visualizarme dentro de dicha disciplina, por eso abandoné la idea. Ahora bien, lo que ocurría allá afuera, significaba una verdadera amenaza. 

El barrio de los pochtecas que mencionó Allyson, era un área comercial en donde se ofrecían productos extranjeros. A lo que sé, el gobernador Dominick Page tiene muy buena relación con otros paises, principalmente por ser ingles y regir uno de los estados más importantes de México. Sí, estoy hablando de nuestra ciudad en el norte, Alteueyatl. 

La política en este lugar es un desorden. 

Tras la amenaza publica del delincuente Emiliano Silva hacia Dominick Page, se notó un mayor perjuicio en la ciudad los días anteriores. Lo peor no parecía ser el vandalismo y saqueo, sino, que ese hombre, mismo autor de multiples asesinatos, hacía crecer su grupo de simpatizantes. No solo contaba con el respeto y sumisión de sus colegas narcotraficantes, de los reos liberados del penal, también comenzaban a seguirle personas de escasos recursos con sed de ocasionar el desorden.

Se nombraron "utopistas", por su plan ideal de gobierno, de sociedad perfecta y justa, donde todo discurre sin conflictos y en armonía. Una total incongruencia, deseaban concebir un estado de paz en base de violencia. Como si al lanzar menjurjes a una herida grave, esta sanara. 

Le dije a Leonora que no trascendería a conflictos mayores, ahora, ¿Cómo voy a convencerla de una diferente perspectiva? 

Mejor dicho, ¿Hasta que punto de terror social son capaces de llegar esos criminales?

Aquí ya se pone seria la cosa, amiguis.

Voy a explicar algunas cosas del capitulo.

La ciudad que refieren en este novela, Alteueyatl, no existe en México. Es una ciudad ficticia de la cual me inspiré en mi ciudad natal, Monterrey. Supongamos que la capital del estado de Nuevo León (México), no es Monterrey, si no la ya antes mencionada en el capitulo.

Alteueyatl tiene mar, es raro porque en el norte de México no hay aguas, es literal un desierto, esto justifica los cambios bruscos de clima (que son mencionados por Morgan). 

¿De donde salió el nombre? pues viene del náhuatl "Altepetl" (ciudad) y "ueyatl" (mar). 

āl- 'relativo al agua' y tepē(tl) 'cerro, montaña'. Se entiende como una entidad tanto étnica como política y territorial. 

Sé que tal vez no tiene mucha lógica, pero no me juzguen, me inventé el nombre ;-; y que no tenga sentido no quita que esté chido. 

Parece más los miami's

Eso es todo, espero que les haya gustado el capitulo. ¡Nos vemos en el siguiente! 

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