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III. Hasta que la muerte los separe

NOTA: 

Este capitulo está mucho más extenso de lo normal, para no hacerles perder su tiempo valioso y personal, les recomiendo que lo lean en partes o bien cuando nadie les interrumpa. Gracias por estar aquí, ¡Disfruten la lectura!

¿Y que si llegaba tarde a casa?, ya tendría tiempo despues de esto para pensar en una buena excusa que dar a mis padres. En segundos de distracción, noté que el reloj de la habitación de mi novio, marcaba las ocho con cuarenta minutos de la noche y nosotros seguíamos aislándonos entre el lienzo vaporoso que servía de escondite, mientras Morgan no retenía apreciación hacia mi cuerpo, entregándonos de lleno todo el amor que sentíamos.   

Antes de culminar, juntos alcanzamos el delirio, su esencia se diseminaba en lo más intimo de mi ser, provocando que clamase con profundidad, rogándole piedad. Mis lamentos aparentaban como si fuese a desfallecer, al igual mi expresión facial de sufrimiento. 

No bromeaba al decir que era casi insoportable la inmensa sensación que Morgan hacía despertar, sin embargo, resultaba ser algo fenomenal que nunca en mi vida me atrevería a borrar de mi memoria. Los momentos más eróticos de mi existir, elaborados por quien juro como el amor de mi vida. 

Él unificaba no solo nuestros cuerpos, sincronizaba nuestras respiraciones, jadeaba con fuerza al mismo tiempo que yo gemía, si los fantasmas de su alcoba nos vigilaran, confirmarían haberme visto al borde del llanto y es que era difícil resistir. 

Morgan es mayor por tres años, es poco tiempo de diferencia, pero efectivamente tiene mucha más experiencia. Me engañaría a mi misma si niego que se aprovecha de mi pequeñez, aunque desde que cumplí los dieciocho años, no limita el deseo sexual. 

Poco me importa que le llamen "asalta cunas", por que asi le hacen burla sus amigos. Mientras exista amor entre los dos y nuestros seres queridos estén de acuerdo, no debe haber problemas. 

— ¡Ya basta! —exclamé extasiada, me llevaba las manos a la cabeza y yo misma tiraba de mi melena ondulada, que en esos instantes se encontraba empapada—. ¡Ganaste, mi amor! 

Él no respondió, me silenció obsequiando otro beso en mis labios y siguió otorgándome extracto de su naturaleza. Mi cabeza estaba al borde del pie de la cama, poco de mi cabello resbalaba por la frazada blanquecina que cubría la superficie suave. 

Noté como Morgan contemplaba el movimiento de mi cuello sudorífico, específicamente, supuse que se percataba de la expansión y contracción de mi garganta. Creí que tambien seguía con la mirada a las gotas que me recorrían la piel, hasta mis clavículas, llegando finalmente al pecho. 

Cruzamos miradas, encontrándome con su profundo observar, vi como su cabello caía por los costados de su rostro y funcia el ceño. Me concentré en su expresión hasta que él mismo me sacó de ese trance, al percibir la manera en que apretó mi mano entrelazando nuestros dedos, despues elevó mi brazo colocándolo al rededor de su cuello. 

Supe lo que me estaba pidiendo sin decir una sola palabra, lo abracé rodeándole el cerviz, acercándolo hacia mi y consecuente, sin darme cuenta, bajo la sabana envolví su cadera con mis piernas. Aparentemente, él interpretó lo ultimo como una manera de pedir por más, sin embargo, ese no era el caso, terminó lastimándome.  

— ¡Morgan! ¡No! —gimoteé, rasguñándole la piel al aferrarme a él. 

— ¿Puedes... sentir eso? —cuestionó titubeando cerca de mi oído, el cabello le cubría el rostro, asi que con una de mis manos se lo recogí hacia un lado—. Por que... yo no... vas a hacer que me desmaye.

— ¿Que si lo siento?, debes estar bromeando —respondí casi sin poder hablar, mis palabras se resbalaban entre suspiros—. ¿Entonces por que no paras?... estás adormecido.

— No puedo hacerlo, me sedujiste —explicó, le temblaba la mandíbula al mantener la boca semi abierta para exhalar—. Me tienes tan... adicto a ti.

Entre nuestras piernas, las frazadas se empapaban al recibir la mezcla homogénea que formamos con nuestro fluido. La oscuridad era la única testigo en aquella habitación. Morgan regresó sus labios a mi boca y me besó con exorbitante arrebato, como a un principio. Introducía su lengua y con ello me hacía callar, lo único que no pudo apaciguar fueron mis quejidos de placer al recibir su afecto. Me arrastró con sus manos hacia él, dándome alivio en la nuca, puesto que mi cabeza ya colgaba fuera. 

— Te amo, Leonora. 

Sentí mis mejillas arder y ruborizarse cuando Morgan colocó una de sus manos sobre mi pecho, no sabia que me esperaba. En la intimidad siempre buscamos hacer cosas nuevas, así que con mi novio acariciando lentamente mi busto, mientras me devoraba la boca, demasiadas suposiciones venían a mi cabeza. La chaqueta que le robé, hacia mucho tiempo que me la quitó y lanzó fuera para que no obstaculizara su tacto. 

Fundidos y agotados, mi novio escapaba de mi intimidad, terminó, dejando parte de él en mi. Una vez más, me dejó impresionada y yo a él, sin embargo, no mostraba deseos de alejarse. Ambos tiritábamos con nuestra piel humedecida y ardiente. 

Morgan comenzó a besar mi cuello con suavidad, bajó a mis clavículas, para llegar a mi pecho, ahí se dio gusto, haciendo lo que venía deseando toda la noche y solicitó desde que iniciamos. Me sonrojé por completo, no pude hacer nada más que acariciarle el cabello, mientras él me regalaba semejante delicia. 

— Mi amor, por favor —gemí con serenidad, sin soltarle el pelo—. ¿No te cansas?

No se que hice para recibir tanta satisfacción, mucho menos por que me tocó experimentar de todo con él, alguien a quien llamé "mejor amigo" en su momento. Besaba mi busto, se cubrió con la sabana, ocultando mi torso desnudo. Mordía, hacía cosquillas, hasta que sin previo aviso, la puerta de la alcoba principiaba a abrirse. 

Yo giré mi cabeza en dirección a donde escuché el rechinido de la entrada, Morgan se descubrió la cabeza dejando expuesto mi pecho, no obstante, me abrazó con fuerza protegiéndome el torso contra el suyo. Ambos estábamos asustados, cuando la persona que abrió soltó un grito aterrorizada, el cual nosotros seguimos. 

— ¡¿Qué mierda, Morgan?! ¡Se supone que cuidas la casa! —ella era Krystal, la hermana mayor de mi novio, creí que saldría corriendo pero permaneció en el marco de la puerta—. ¡¿Que le estás haciendo a Leonora?!, ¡Está chiquita!

Yo no lo consideraría así. Ojala tuviese el suficiente valor para darle detalles de lo que su hermano suele crear. 

—¡Sal de aquí! —respondió él a Krystal, por su tono de voz me di cuenta de que estaba molesto.

— ¡Y tú suéltala! ¡Pobrecita, mírale la cara de espanto! —más incomoda no podía sentirme con su presencia, los comentarios que hacía eran un tanto inoportunos.

— ¡Está así por tu culpa, Krystal! —no me liberaba de aquella muestra de afecto, escudaba mi desnudez con su propio cuerpo.

— ¿Leonora está con mi hermano? —se escuchó una voz tierna a lo lejos, acompañada del sonido de unos pasos pequeños que se aproximaban al lugar, era el pequeño Karl. 

— ¡Maldita sea, Krystal! ¡Cierra la puerta ya! —ordenó Morgan, mientras alzaba la voz.

Su hermana le obedeció de inmediato, al exterior solo escuchamos que Krystal le explicaba a su hermano menor que Morgan estaba ocupado. Nosotros continuamos en la misma posición, prestando atención a la conversación de afuera. 

— Si, claro. ¡Ocupadísimo! —bromeé en voz baja para Morgan, él dejó de fruncir el ceño y me dedicó una sonrisa.

— No se por que regresaron, espero que mis padres no hayan vuelto con ellos —dejó salir una risa serena mientras con sus dedos recogía cariñosamente los mechones rizados que se impregnaban a mi mejilla, luego de reírnos por la situación, me besó—. Arruinó mi momento, justo quería devolverte el placer que me diste con esa preciosa boca... ahora no se cuando volveré a disfrutarte.  

— Cuando menos te lo esperes, de nuevo la leona atacará.

— Y yo estaré listo para responder al ataque y devorármela —dijo riendo.

Salí de la habitación de mi novio, colocándome de nuevo mi sudadera con la cual llegué a su casa. Krystal, su hermana, había vuelto inesperadamente con Karl, el hermano de tan solo cinco años. 

Esa chica de cabellos decorados en un color azul platinado desde las puntas sobre su tono negro natural, cuyo trabajo habia sido realizado por mi, era una mujer increíble, seis años mayor que Morgan. Ambos no son muy parecidos, ella derrocha suavidad, mientras que mi novio a veces es un poco misterioso.

Krystal conocía cada particularidad de la relación que su hermano mantenía conmigo, según me he enterado con anterioridad, ella aconsejó a Morgan para que fuese capaz de expresarme la adoración que sentía por mi. Yo tambien he acudido a su asesoramiento cuando lo sentía muy distante, con ella comprendí que a Morgan le gusta mantener su espacio. Es una mujer amable, sin temor a nada, ginecóloga y obsesionada con su imagen personal, por ello, ha confiado en mi, solicitándome consejos de belleza.

Olvidé decirlo, pero Morgan y yo estudiamos en la misma universidad, él se prepara para ser astrónomo, yo para ser estilista de moda. Mi carrera que apenas inicio consiste en prácticamente, todo lo relacionado a la imagen de una persona para hacerle resaltar su belleza natural, con maquillaje, peinado, etc. 

Krystal fue mi modelo para mi primer examen final, de ahí obtuvo el azul platinado y cenizo de sus mechones. Cada vez que la veo con su melena reluciente, me siento orgullosa de mi, pues me percato de lo talentosa que soy. Tambien le he recomendado acondicionadores y tratamientos para que no pierda su brillo. 

Volviendo a la situación, me distraje por la ventana del departamento, contemplando los autos de abajo avanzar en medio de la noche. Sus padres vivían en un departamento ubicado en lo más alto de un edificio enorme, desde arriba era posible visualizar cada detalle de la ciudad. Viven de una manera excelente, Christian y Amanda son cirujanos, Krystal fue la única en seguir el campo médico, Morgan decidió estudiar algo más relacionado a la física. 

Contemplaba perdidamente las luces de la ciudad, hasta que alguien llegó posicionándose a mi lado, rompiendo la burbuja de incomunicación que formé. Recargó su espalda en el ventanal sin preocupación evidente, al dirigirle la mirada noté su sonrisa divertida, mientras mantenía la cabeza ladeada para verme. 

— ¿Ya cenaste? —era Krystal, se veía muy feliz. Según me ha dicho Morgan, ella se emociona al verme, comenta que me aprecia mucho—. Bueno, además de haberte cenado a mi hermano.

— ¡Oye, yo no...!

— ¡Es broma, niña! —ella soltó una carcajada que sonó en toda la sala del departamento—. Además no se por que te angustias, ya hemos hablado de esto muchas veces, sabes que no tengo problemas con un hecho ¡tan normal! como el que tengan relaciones sexuales... Su secreto está a salvo conmigo —dijo guiñándome un ojo y dando un ligero golpe en mi brazo con su puño cerrado, al ser ginecóloga, me ha dado platicas sin tapujos ni pudor, siempre a espaldas de Morgan. 

— ¿En serio no estás avergonzada por habernos visto? —cuestioné preocupada, mientras nerviosa jugaba con el collar de planeta tierra que colgaba de mi cuello, regalo de hace años por parte de mi novio. 

— Leo, en realidad no vi nada —me dedicó una sonrisa sincera, al mismo tiempo que suavizaba la voz—. Morgan te protegió, no se si te percataste de eso por el susto. 

— Si, lo noté —expresé desprendiendo un suspiro desde mi garganta.

— ¡A Morgan lo he visto desnudo desde años!, solía entrar al sanitario cuando se duchaba, él se molestaba pero a mi me interesaba en lo más mínimo verlo, yo solo entraba por mi cepillo de dientes. Demasiadas veces le cambié el pañal cuando era bebé, asi que hay suficiente confianza. 

— Vaya anécdota, ¿Por que nunca me había enterado? —pregunté riendo.

— No lo se, pero ahora ya la conoces... Por cierto, ¿alcanzaron el clímax?

Titubeé inquieta antes de responder, con mayor fuerza apreté mi collar, no sabía que decir, me dejó impresionada y desconcertada. Fue una pregunta muy repentina y ella solo esperaba mi respuesta con interés. Krystal es de esas mujeres con quienes puedes hablar de sexo sin problemas, incluso podría ser sex coach y nadie notaría su carrera en ginecología.

— C-creo que sí.

— ¿Usaron preservativo?

¡Mierda!. Pensé, me olvidé de eso por completo y Morgan había derramado todo dentro de mi. Evidentemente la calentura nos ganó y no nos protegimos.

— Por lo que me dice tu rostro, veo que no.

— ¡¿Estoy embarazada?! —cuestioné anonadada en voz baja, dejando mis ojos saltones y la boca abierta.

— Oye, tranquila —volvió a reír—. No lo estás, solo toma esto —me entregó un cuadro diminuto de plástico, envuelto en un delgado aluminio, lo recibí de inmediato, entonces logré darme cuenta de en lo que consistía—. Es una pastilla anticonceptiva, o como la llaman, del día después. No es ético que te la de así como así, menos a una jovencita de dieciocho años, pero si no quieres ser mamá tan pronto, tómala... ¡Ah no ser que desees hacerme tía, no hay problema!

— ¿Como se te ocurre?, tengo sueños que cumplir y Morgan tambien.

— Está bien, solo jugaba pero me alegra que pienses así... Como sea, tómala lo más pronto posible que puedas, y no me agradezcas.

Se alejó finalmente de mi lado, dirigiendo sus pasos de diva hacia la cocina, los mechones azules le danzaban en la espalda baja como consecuencia de su avance. Más linda se vio cuando giró repentinamente, su brilloso cabello voló como en un comercial de shampoo. La cualidad de estos hermanos son sus melenas, y yo encantada que estoy de adorárselas. 

— No respondiste mi pregunta, ¿Quieres comer algo?

— En realidad debo volver a casa, se me hace tarde.

— No creo que hayas pensado eso cuando estabas ahí dentro —bromeó señalando con un dedo la puerta de la habitación de Morgan—. Te quiero preparar mi arroz especial, llama a tus padres y diles que yo te di permiso de quedarte para cenar.

Al verla colocarse un delantal despues de entrar a la cocina, creí que sería de mala educación abandonarla, así que llamé a mis padres para comentarles de lo sucedido. Me vi en la necesidad de permitirles hablar con Krystal para que me creyeran. Dudaran o no, ya era demasiado tarde para evitar que Morgan me tocara y me hiciera suya. Mis papás son bien cagados, se tragan el cuento de que me tienen bajo control. 

Mi novio salió de la alcoba, supuse que me estaba buscando al verle la cara de alivio cuando me encontró en la cocina, cerca de la isla. Se aproximó hacia mi, lo noté más relajado en comparación a cuando estábamos solos, sin embargo, aún era visible un sutil rubor en sus mejillas y puente de la nariz. Detrás de él, ingresó presuroso el pequeño Karl quien sostenía un girasol en su mano. 

Morgan se colocó a mi lado, delineó la curvatura de mi espalda con sus dedos provocando que mi piel se erizara de nuevo. Krystal no se dio cuenta, por el contrario, hubo quien si lo notó. Dejé de percibir la caricia de mi novio, para sentir como alguien tiraba de mi blusa, así que me di la vuelta. 

— Una flor, para otra hermosa flor —el tierno y pequeño Karl me estaba obsequiando el girasol, mi corazón se derritió al ver su dulce mirada. 

— ¡¿Para mi?! —me llevé ambas manos al corazón, mostrándome conmovida.

El niño hasta se había peinado, tambien desprendía un aroma excesivo a perfume de hombre, ese aroma era el de su padre, lo reconocí. Recibí el girasol desde su diminuta mano, consecuente me incliné para darle un beso en la mejilla, eso hizo que se llenara de ilusión mientras daba saltos de alegría.

— ¡Estas frito Morgan!, Leonora se casara conmigo —amenazó con el dedo a mi novio, escuchar eso me dio tanta risa que no dudé en dejarla salir.

— Desaparece, niño —dijo dándole un ligero golpe en la cabeza—. Y deja de usar las lociones de papá.

En unos instantes, Krystal salió con Karl de la cocina, confiándonos la cocción del arroz que conservaba en la estufa. Morgan y yo permanecimos juntos, no comentó nada, solo contemplaba mis labios con una expresión de seriedad y su mirada severa. 

— ¿Que? —pregunté con delicadeza, dibujando una sonrisa en mi rostro.

Él continuó manteniendo el silencio, solo se limitó a deslizar uno de sus dedos por mi labio inferior, su caricia me hizo estremecer, así que cerré los ojos dejándome llevar, adaptando una expresión facial de satisfacción. Al mismo tiempo, permití salir la punta de mi lengua atrevidamente, relamiendo el dedo de Morgan a su paso. 

Cuando abrí los ojos, vi lo anonadado que estaba, cruzamos miradas, intenté verme seductora y creo haberlo logrado. Él no se resistió y me acercó a su cuerpo desenfrenado, dándome otro beso extasiante, aparté mis labios de los suyos en cuanto lo escuché suspirar.

— ¿Acaso quieres más? —susurré mientras reía, no me alejé de él, me mantuve envuelta en su abrazo.

— Por más que quisiera, no es posible —respondió con seriedad—. Me siento exhausto.

— Eso pensé.

Volví a juntar mis labios con los suyos, mientras me levantaba sobre los dedos de mis pies para alcanzarlo mejor. Luego de un beso tranquilo, le pedí que reanudara a cantarme como lo hizo cuando estábamos en el momento. Me abrazó con más insistencia, dándome un calor acogedor, adentró su boca entre el cabello que me cubría el oído, ahí me susurró con su melodiosa y seductora voz un fragmento de nuestra canción favorita. "Hymn for the Weekend"  de Coldplay.

La letra de esa canción era muy significativa para ambos, describía a la perfección nuestro estado emocional, considerando tambien la historia que se esconde en los inicios de nuestra relación. 

La piel se me erizaba al sentir los labios de Morgan rozar mi oreja, mientras me deleitaba escucharlo cantar a susurros. Cerré los ojos, concentrándome y apretándole con sutileza, era como si me transportara a otro sitio celestial. Terminó de cantar hasta que llegó al final del primer coro, consecuente, me dio un beso en la mejilla y yo continué aferrándome a su cuerpo. Me perdí en sus brazos, no abrí los ojos hasta que escuchamos a Krystal volver. 

— ¡Ugh, no me digan que tambien piensan hacerlo en la cocina! —comentó graciosamente.

— Ya para con tus bromas, Krystal, no tienes suficiente con haberme cortado la inspiración —respondió él con calma,  luego de desprenderse de mi abrazo, admito que mi corazón se nubló al sentirlo alejarse—. ¿Qué sucedió con mamá y papá?, ¿Por qué regresaste solo con Karl?

— ¡Ay Morgan, si supieras! —expresó con melancolía, su voz comenzó a quebrarse.

— ¿Pasó algo malo?, ¿Mi tío está bien? —cuestionó Morgan, supuse que la expresión de Krystal lo llenó de angustia.

— No, bebé —así apodaba a Morgan, según se, lo llama "bebé" desde que lo conoció—. El tío Peter empeoró, no nos dejaron entrar a nosotros, solo a mamá y papá... Dicen que entró en un proceso infeccioso y tiene restricción de visitas, mi mamá cree que fue culpa del enfermero que lo cuida por la mañana, ya que ella notó que no le ayudaba con la higiene.

— ¿Entonces no pudieron verlo? —preguntaba Morgan con insistencia, el tío Peter es alguien muy especial para ellos, es el hermano de su padre Christian y desde que eran niños, el tío los cuidaba cuando sus padres permanecían en el hospital.

— Solo nos dejaron saludarle desde la puerta de su habitación, por suerte él aún tiene la fuerza suficiente para levantar la mano y agitarla a pesar de estar intubado —dijo imitando un saludo con su mano—. Tengo fe en que se recuperará, aunque, por el lado honesto... No creo que lo consiga.

El ambiente se tensó un poco, Morgan se entristeció, lo noté en la manera que se apartó de mi y miraba hacia abajo. No me gusta verlo triste, él es alguien que siempre sonríe, siempre tiene algo con que sorprender, reparte mucha alegría a pesar de su rostro que le hace ver serio, sin embargo, esa imagen es solo como un caparazón para su espontaneidad.

Me acerqué a él, recliné mi cabeza en su hombro y con mis manos le acaricié el brazo, intentando darle aliento, quería que con mi muestra de afecto se percatara de que nunca lo abandonaré, siempre he querido estar a su lado en las buenas y en las malas. Morgan me sonrió y con su brazo atrapó mi espalda, nos manteníamos cerca. Krystal sonreía enternecida al vernos.

— Las emociones de uno lo son del otro, Leonora tienes un corazón enorme —no espere que fuese a comentar eso, no en un momento así—. Morgan, si te hace sentir mejor, llora. No pasa nada, Karl está en su habitación, compartimos la tristeza y retener un llanto no es bueno.

Él volvió a levantar las comisuras de sus labios, esta vez noté su incomodidad en dicho gesto, sin embargo, regresó a abrazarme con más fuerza. Sentía su corazón palpitar junto al mio, al mismo tiempo lo escuché sollozar con sutileza cerca de mi oído. Me destroza el alma sentirlo derrumbarse, nunca me ha agradado verlo así, por lo cual en cada momento estoy a su lado para hacerlo levantar. Morgan confesó en algún tiempo que esa fue la principal razón por la cual se enamoró de mi, él y Krystal dicen que soy muy cariñosa, amorosa, ella misma lo dijo recientemente "con un gran corazón".

Me halaga que piensen asi de mi, en realidad creo que es mi manera de ser, mi naturalidad, aunque siempre me sentí como una hija de puta chocante. No obstante, con Morgan me enteré de mi verdadera imagen exterior, haciéndome sentir más segura. Su hermana me agradece eternamente el apoyo que desde un principio le otorgué a Morgan.

Cinco años atrás.

— ¿Lista, hermosa? —preguntó papá llenándome de entusiasmo, aguardábamos en el auto nuestro turno para llegar a la puerta del colegio, mientras en el auto de enfrente bajaban cuatro niños bien arreglados.

— ¡Lista, papá! —respondí decidida con valentía, despues alcé mis brazos gritando en el interior del coche—. ¡No le tengo miedo al éxito!

Papá comenzó a reírse, notó que todo su esfuerzo había valido la pena, ver su mirada llena de ilusión, me hizo saber lo feliz que estaba por otorgarme esa oportunidad tan enriquecedora. Para mejorar, nos transportábamos en el primer auto nuevo de la familia. 

Tras nueve años de arduo empleo, había conseguido salir de la fundidora donde trabajó digna y valientemente como obrero, lugar que nos lo arrebató por doce horas, cada día de la semana por ciento ocho meses y lo obligaba a permanecer en un calor sofocante que efectivamente, le hacía sudar la gota gorda. Cada vez que él se marchaba, mamá rezaba entre lagrimas por que fuese a regresar integro a casa, sano y salvo de las calderas.

Yo tenía cuatro años cuando supe del trabajo de papá, solo recuerdo a mi madre Escarlata diciendo que él ayudaba en los hornos de la ciudad, sin embargo, nunca comprendí su función ahí, tampoco estaba enterada del peligro que conllevaba. Él tenía una ingeniería, pero por no contar con experiencia, no lo aceptaban en ninguna parte, su única oportunidad fue la fundidora.

Ahí él peleó con uñas y dientes para darnos a nosotras una mejor vida, se ensuciaba las manos para tenernos a mi y a Esme viviendo como princesas, sin preocupaciones. Las tres mujeres de su vida, supimos apreciar el valor de papá, finalmente logró ser contratado en una empresa constructora, dándole un puesto prestigioso al nivel de su carrera. Pasó de que lo vieran con desprecio sin razón, a verlo trajeado mientras manejaba un auto. Fue un cambio repentino pero nunca olvidamos nuestros orígenes y la humildad que nos arraigó.

— ¡Papá, entro en diez minutos! —intervino Esme preocupada desde el asiento trasero, se le había hecho tarde para llegar a su tambien nuevo trabajo.

— Esmeralda, debiste levantarte con tiempo —respondió papá—. Ahora espera a que dejemos a Leonora en la entrada.

Era mi primer día de colegio, todos los niños que arribaban se veían de clase, parecían modelos millonarios, eso me intimidó un poco. Tenía trece años, evidentemente no parecía una top model, sino, una mocosa insípida. 

Mi uniforme constaba de un jumper negro con falda entablada y en la cintura, una correa delgada hecha de la misma tela, al igual que los botones cubiertos que decoraban el centro de la pechera. Debajo usaba una camiseta blanca de manga larga, con corbata color azul marino al interior del vestido. Sobre el jumper llevaba un pin con el logo de la escuela. 

Me acomodé las medias antes de bajar del auto, habíamos llegado a la entrada así que me despedí de papá y Esme, diciendo "daré lo mejor de mí". Trascendí de una escuela estatal a un colegio privado, dicho cambio me convertía en un bicho raro para quienes me vieron llegar. Mi papá Luis consideraba que era una niña con mucho potencial, así que para explotar eso, optó por darme una mejor educación, sin querer separarme de mi sencillez y valores. 

— Bien, Leonora, tu puedes hacerlo —susurré para mi durante mi avance por los pasillos exteriores del lugar—. Todo marchara bien, en comparación de ellos, eres una niña que viene desde abajo, no lo olvides... Darás lo mejor de ti, darás lo mejor de ti.

El fin de semana habíamos acudido Escarlata, Luis y yo para que la directora nos diera un recorrido por mi nueva escuela, parecía de esos colegios como high school musical, como los de las series estadounidenses de las que mis antiguas compañeras de clase hablaban. 

Me dirigí a la sala de dirección en donde la misma docente me recibió gustosa, esperamos a que el timbre sonara puesto que ella me llevaría a mi aula para presentarme. Mientras esperaba en una silla cercana a su escritorio, me ofreció a beber un jugo procesado sabor mango el cual ingerí mediante un popote. 

Ella hizo sonar la campana con solo presionar un botón que provocó su estruendo por toda la escuela, despues me guio al edificio donde tomaría mis clases. 

En el trayecto vi a niños más pequeños que yo, acompañados de profesoras, otros que aparentaban mi edad caminaban por el mismo rumbo que nosotras, por otra parte, unos adolescentes con uniforme diferente pero con el mismo logo, avanzaban en dirección a otro edificio.

— Los pequeñines son los de preescolar y primaria, tu vas al segundo grado de secundaria dentro de educación básica —explicaba la elegante directora—. Los muchachos de por allá son del programa de bachillerato, como podras ver, nuestro colegio abarca desde los tres años hasta los dieciocho. Es bonito verlos crecer tanto.

— Me enteré de los club's, profesora, ¿Cuándo podré escoger uno? —pregunté con interés.

— Dentro de un mes inician las inscripciones, no te angusties por el cupo, hay lugares para todos. Podras decidir entre canto, baile, cocina, teatro, belleza, arte, algún deporte... ¡Eso si!, el voluntariado es obligatorio para todos. 

El voluntariado, como su nombre lo explica, consistía en una dinamica donde todo el ciclo se dedicaban a vender golosinas o realizar kermeses a beneficencia. Con lo recolectado, acudían a lugares para los más necesitados para brindarles ayuda, al igual que una sonrisa mediante convivencias. Todos los grados de la escuela participaban. 

Al termino de nuestro camino, llegamos al edificio que era visible desde el exterior de la institución, la imagen de la escuela para ser exactos. Era de tres pisos para los tres años de secundaria, con una decoración hermosa, jamás antes vista por mis ojos, en lo más alto entraba la claridad del cielo a través de una lamina blanquecina y opalescente. Los jardines en medio de los pasillos eran divinos. 

La directora me presentó ante toda mi nueva clase, el aula lucía más didáctica que en mi anterior escuela donde todo era aburrido. Me presenté con mi nombre diciendo al final de eso un "espero poder llevarme bien con todos". Sin embargo, en los recesos o cuando el maestro se marchaba, un grupo de chicas comenzaron a llamarme "piojosa" o "pobre". No se que pasó por mi cabeza al creer que haría amigos o me tratarían bien.

— Oye pobretona, ¿tienes un nido de pájaros en ese cabello piojoso? —decía una de esas chicas, sus otras tres secuaces se reían sin saber el daño que me provocaban.

— ¡Cállate, tonta! ¡Déjala en paz!

— Le diremos a la directora lo que estás haciendo, das muy mala imagen de nosotros. 

— Es nueva, va a pensar mal de nosotros sus compañeros, debemos hacer de su llegada algo acogedor.

— No les hagas caso, Leonora, te tienen envidia. 

— ¿Envidiar yo?, ¿A una pobretona? ¡Si, claro! —respondía esa chica. 

En un instante, fui la causa de una pelea contra el grupo de niñas mal educadas. Peor no me podía sentir, el llanto quiso invadirme, pero me lo guardé cuando el profesor regresó. Mis compañeros no tardaron en notificarle al docente de lo ocurrido, entre los niños que peleaban por que dejaran de molestarme, estaba una joven de cabello pelirrojo oscuro con un flequillo que le cubría la frente. 

El problema se solucionó, me cambiaron de lugar enviándome hasta el inicio de la fila, frente al escritorio del profesor, mientras las otras chicas eran advertidas sobre su comportamiento si no deseaban un citatorio. Lo que debió ser un buen inicio, se convirtió en prácticamente un martirio que por fortuna desapareció al hacer amigos. 

Las clases terminaron para permitirnos salir a almorzar, eran las once en punto de la mañana. Algunos salían dirigiéndose a la tan mencionada cafetería, otros solo al exterior, yo preferí quedarme en mi asiento comiendo el sandwich que habia preparado antes de salir de casa. Almorzaba solitaria, perdiéndome en mis vagos pensamientos hasta que alguien llegó a sentarse en el pupitre contrario al mio. 

— ¡Hola, Leonora! —la niña de cabello pelirrojo que me habia defendido, mostraba su perfecta dentadura en una enorme sonrisa—. Soy María, pero todos me dicen de cariño Merry. Puedes llamarme como tu gustes. 

— Un gusto Merry, por cierto, gracias por intervenir en mi defensa.

— Alguien debía interponerles un alto a esa oxigenada y sus perritas falderas, su cabello rubio ni siquiera es natural y sus padres están en banca rota... No se como continúa aqui —comentó con desprecio, despues extrajo del bolsillo de su saco dos chocolates—. ¿Quieres? 

— Yo...

— No me importa, tómalo —dijo dándome el dulce en la palma de la mano. Abrió el suyo sentándose despreocupadamente en el lugar que no tenía su nombre, mientras comía del chocolate—. ¿Como suelen apodarte?

— Toda mi vida me han llamado Leo.

— ¡Como el signo zodiacal, que lindo!

Merry se convirtió en mi primer amiga, la mejor de todas en realidad, en cuatro semanas ya éramos inseparables, íbamos juntas a la cafetería e incluso nos inscribimos en el mismo club para no estar separadas. Desde aquel entonces comencé con mi gusto por el maquillaje, poseía un gusto sofisticado que quería plasmar a la hora de arreglar a alguien, además, me gustaba hacer peinados y al entrar al club de belleza, me enamoré de la moda. 

Un dia, yo y Merry buscábamos voluntarios para que fuesen nuestros modelos en la siguiente practica de maquillaje, acudimos a los chicos y chicas de nuestro nivel, pero el profesor tambien buscaba rostros más "maduros" asi que no había otra opción más que pedirles a los jóvenes de bachillerato. 

Deambulamos de aula en aula durante el receso, de los tres años del nivel, solo habíamos conseguido reclutar cinco chicas que aceptaron, casi se nos derrumbaban las esperanzas hasta que llegamos al primer grupo del segundo año. Tenían un desorden total, unas chicas cantaban siguiendo el karaoke que habían proyectado en la pantalla, otros muchachos charlaban entre si, nuestra impresión fue contraria a la imagen conservadora que juzgábamos de ellos. 

— ¡Chicos!, ¿Me permiten su atención? —entró Merry exclamando, las chicas de la musica ordenaron a los demás que guardasen silencio para poder escucharnos—. Somos del club de belleza, pronto realizaremos una exposición y necesitamos modelos, tanto hombres como mujeres.

— Solo maquillaremos sus hermosos rostros y les daremos ropa a la moda, será divertido —agregué con entusiasmo—. ¡Por favor, nadie ha querido!

— ¡Yo si quiero! —gritó un chico rubio que se acercó a nosotras emocionado.

— ¡Yo tambien! —pronto teníamos a tres hombres y seis chicas solicitándonos informes.

Merry les entregaba volantes con toda la información y agregaba detalles relevantes, yo me concentraba en que todos prestaran atención, hasta que noté algo. En uno de los pupitres de la parte de atrás, había una chica tirando del brazo de alguien, el muchacho que ella obligaba a levantarse de su asiento, se negaba a obedecerle, me percaté del disgusto en su expresión facial pero no fue lo único que captó mi atención. 

El chico tenía el cabello largo y se veía realmente apuesto, cuando vi su melena solo pude pensar en realizarle un peinado. Mi hipótesis constaba en que un hombre de cabello largo podía peinarlo de diferentes maneras sin necesidad de que se hiciera una coleta toda insípida, afortunadamente, él lo mantenía suelto en todo su esplendor. 

De inmediato me alejé de Merry y la multitud, corrí hacia ambos e hice mi aparición azotando mi mano sobre el pupitre del chico, como una cazatalentos desesperada.

— ¡Tu! —lo señalé con el dedo a pesar de estar a casi treinta centímetros cerca de él—. ¡¿Te gustaría ser mi modelo?!

La chica a su lado soltó una grito de emoción al mismo tiempo que daba saltos, despues lo abrazó y dijo con una sonrisa.

— Si queremos.

Yo no esperaba que ella tambien se apuntara, de hecho no quería aceptarla hasta que noté los hermosos ojos que poseía, al verla a ella miles de combinaciones de sombras vinieron a mi mente, además de que sus largas pestañas y cejas bien formadas de manera natural, facilitarían el trabajo. 

— ¡No cuentes conmigo para esto, Victoria! —dijo él apartando los brazos de la chica que al parecer se llamaba Victoria.

— ¡Por favor, Morgan, es nuestra oportunidad!, los grandes modelos empiezan desde abajo.

— Este no es mi sueño, ¡Es tuyo!

— ¡Pero somos uno solo! —ella insistía, incluso volvió a sofocarlo en un abrazo—. ¡Por favor, osito!

Ese apodo me sorprendió, hasta me hizo sentir incomoda, supuse que estaba frente a una pareja de tortolos un poco en desacuerdo.

— ¿Son novios? —pregunté con indiscreción.

— Desafortunadamente, sí —respondió Morgan, al mismo tiempo que intentaba apartar a Victoria para que lo dejase respirar.

— ¡¿Desafortunadamente?!, ¿Que quisiste decir con eso? —respondió ella con enfado, al menos así Morgan logró separarse de su asfixiante abrazo mientras Victoria se llevaba ambas manos a la cintura—. ¡Ayúdame a convencerlo! —me suplicó.

— Escucha, ¿Cuál es tu nombre? —le pregunté volviendo a mis aires de cazatalentos intensa.

— Morgan Hudson 

— ¿Eres gringo? —no pude con la duda, sonaba como un nombre muy mamador, humillando mi Leonora Castañeda del cual estaba muy orgullosa.

— De ascendencia solamente —respondía con desinterés.

— De acuerdo, Morgan, tienes el aspecto adecuado para modelar aunque sea una sola vez en tu vida... puedes intentarlo y si no es de tu agrado, te dejaremos libre —expliqué centrada en mi papel—. Victoria tambien cuenta con el potencial, tiene unos hermosos ojos, con ustedes dos puedo hacer maravillas.

— ¿Lo ves, osito?, ¡Vamos, por favor! —suplicaba Victoria a Morgan. 

— De acuerdo, pero solo lo hare por esta vez —aceptó él—. No creas que quiero ser modelo como tu, Victoria.

—Que lastima, habrías hecho un buen trabajo... pero, gracias por aceptar al final —se acercó a él y le dio un beso en los labios, ambos se besaban sin expresión y yo solo pude girarme disgustada.

— ¡Bien, bien!, los anotaré en la lista y mi amiga Merry les dará la información.

— Gracias amiga, por cierto, ¿tu como te llamas? —preguntó Victoria despues de separarse de quien aquel entonces era su novio, ella detuvo mis pasos tomándome de la muñeca.

— Leonora, del segundo año de secundaria —respondí estrechando su mano enérgicamente.

— Que linda, ¿podemos ser amigas?

Asi fue, semanas despues, se llevó a cabo la exposición de belleza en donde todos mis compañeros hicimos una presentación individual como los grandes gurús del maquillaje, dando consejos a una multitud de jovencitas que nos veían, mientras maquillábamos a nuestra modelo. Arreglé a Victoria frente a todas esas chicas, no podía parar de hablar así que mi garganta se secó al final.

Cuando bajamos de la plataforma, otro alumno seguía despues de mi turno, ese chico subió y se preparó para comenzar a presentar, mientras Victoria y yo por fin exhalamos desasiéndonos de los nervios. Morgan se acercó a nosotras... más bien a Victoria, ella corrió a abrazarlo y le presumió el maquillaje que había hecho. 

— ¿Como me veo?, ¿Verdad que Leonora tiene mucho talento?

— Si, supo capturar el brillo de tus ojos —respondió Morgan dándole un beso rápido.

Yo solo me concentré en controlar los nervios que me carcomían el corazón, estando en la plataforma me dominé muy bien, sin embargo, al ya no tener todos esas miradas sobre mi, el pánico apareció declarándome la guerra por encarcelarlo. Merry llegó corriendo, se había percatado de la temblorina que se presentó en mis manos, como consecuencia, mi respiración tambien se agitó.

— Leo, ¿Cómo te sientes? —cuestionó Merry dándome un abrazo, ella era la única que sabía de mis extraños pánicos escénicos—. Descuida, ya pasó, además nadie notó tu temor, ni siquiera yo ¡lo hiciste muy bien!

¡Oh my god!, Leonora, ¿estás bien? —preguntó Victoria con preocupación. 

— Tiene un poco de pánico escénico —respondió Merry por mi—. Pero tranquilos, sabe controlarse.

— ¿Pánico escénico?, ¿Entonces como hace cuando debe dar clase? —Morgan se acercó y sentí como analizó mi comportamiento con su mirada severa.

— Les dije que sabe controlarse, no suele ser algo grave.

Cerré los ojos durante el abrazo de mi amiga Merry, conté hasta diez por cada respiración que daba, entonces mi comportamiento de nerviosismo desapareció. Me separé de ella y emprendí en la búsqueda de aquel líquido vital para mejorar la resequedad de mi garganta tras hablar sin parar por varios minutos. Encontré mi mochila en una silla, del bolso extraje mi termo de agua y bebí de él.

— ¿Qué planean hacer despues de la escuela? —preguntó Victoria—. Cerca del colegio hay un restaurante que está ¡heavy!

— Yo debo ir a casa, pero tal vez Leonora esté disponible —justificó Merry con amabilidad.

— ¿Qué dices Leonora?, ¿Vamos?

No me parecía la idea de terciar en una pareja de novios, sin embargo, no podía darme el lujo de perder amigos mayores que yo, la persona que tuviera amigos del programa de bachillerato era considerado como alguien interesante. Además, mi única amiga era Merry, así que acepté... en aquellos años me negaba, pero quería acercarme a ellos por Morgan, desde el primer instante me atrapó su atractivo pero él se veía realmente feliz con Victoria a su lado.

Esa tarde acudimos al restaurante que Victoria comentó, ahí me convertí en la mejor amiga de ambos, resultó que la novia de Morgan y yo teníamos gustos en común. Las dos compartíamos la misma emoción por la moda, ella anhelaba ser modelo y quería arrastrar a Morgan consigo, pues sabía apreciar lo guapo que era. (Y lo sigue siendo)

No solo entablé conexión con Victoria, también con Morgan, juntos hacíamos reír a carcajadas a su novia, no entendíamos por que pero ella afirmaba que éramos un buen dúo. Ese día me enteré de su historia, llevaban un año de novios, luego de que Morgan se le declarara a Victoria un catorce de febrero. Eran de la misma edad e iban al mismo salón de clases, sin embargo, había un defecto en su relación.

Victoria quería controlar a Morgan, grave error, a veces los encontraba discutiendo por que ella le pedía que le prestara su teléfono para así revisarle los mensajes, algo que le hacía enfurecer a él. Desde tiempos inmemorables, Morgan exige el respeto por su dimensión. Cuando dejaban de verse por tres días, recibía llamadas a mi teléfono de Victoria llorando, me hacía preocuparme, creía que algo malo le había sucedió pero era todo lo contrario, lloraba por que presentía infidelidades por parte de Morgan, cuando en realidad, él se encontraba de compras con su hermana para conseguirle un regalo a su novia. 

Tenían momentos de peleas por los caprichos de Victoria, sin embargo, de todas maneras se querían. Nunca supe si tuvieron intimidad, según Morgan no, puesto que los padres de Vicky eran cristianos muy apegados a sus creencias y cuidaban a su hija.

Pasó un año, era mi cumpleaños número catorce y lo celebré con una fiesta junto a mis compañeros de clase, incluyendo a mi querida Merry, también a Morgan y Victoria. Todo salió bien ese día, pero me enteré de algo que jamás esperé, me fuese a cambiar la vida.

Cuando todos se habían ido, Victoria se quedó conmigo hasta el final para hablar de algo importante, salimos al parque que se encuentra enfrente de mi casa y ahí me notificó de algo sorprendente para mi percepción de puberta.

— Creo que le gustas a Morgan —expresó Victoria con melancolía, me había dejado boquiabierta, honestamente no le creía—. Hacen un dúo fenomenal, son tan unidos.

— ¿Qué te hace pensar que una mocosa como yo pueda atraerle a un chico tan inalcanzable como tu novio? —cuestioné ligeramente molesta, Vicky era muy hermosa e insegura a la vez, detestaba que fuese así, que no se diera cuenta de sus cualidades—. Victoria, ¿alguna vez te has visto en el espejo y notado lo linda que eres?... escucha, que Morgan y yo seamos amigos no significa que sintamos algo más allá.

— No es por su apego como amigos... hablo en serio, siempre que Morgan te ve se emociona —parecía extraño que todos se tornaran así con solo verme.

— Vicky, seré honesta y no daré tantos rodeos al asunto —comenté adaptando mi seriedad—. Tu novio es atractivo, debes aprovecharlo y no estoy tratando de decirte que lo controles, esa no es la manera. Más allá de su imagen, es un chico con mucho amor que dar, solo quiere respirar de recibir tanto afecto por eso se separa... ¿No has hablado con su hermana Krystal?, ella me lo dijo.

— Pero... ¿y si se deja llevar por otra chica cuando le permito alejarse? —no borraba su expresión de tristeza, sus hermosos ojos se empañaron de lagrimas—. Yo no soy la ideal para él, soy inestable con mi autoestima, quizás para ti soy linda pero yo no me siento así... mis inseguridades están destrozando lo mio con Morgan. No se como se interesó en mi si soy un asco.

— ¡Victoria! —expresé haciendo una rabieta, comenzaba a desesperarme su necedad.

— Leonora, creo que tu eres mejor para él.

— ¡¿Como puedes decir eso?! —me alteré un poco que incluso me levanté de la banca en donde descansábamos—. De veras que es difícil hacerte entender.

— Lo mismo digo de ti —comentó, en su profundo mirar noté la compostura que comenzaba a tomar—. Mi autoestima está por los suelos, eso no es llamativo para un hombre, sigo sin entender por que Morgan dijo estar enamorado de mi. Mañana saldré de viaje, quiero que durante mi ausencia analices la conducta de Morgan al tenerte cerca.

— ¿Eso para qué?.

— Si yo no soy la indicada para estar a su lado, espero que tu sí, eres la única con quien no me dolería verlo —se acercó a mi y me tomó de las manos—. Al contrario, sentiría lindo.

— Estás hablando de más, Victoria —me solté de aquel suave agarre y procedí a caminar de regreso a casa, sin embargo, quería decirle algo más así que me giré—. Nada de lo que dices ocurrirá, él te quiere con todo y tus defectos, un hombre así vale mil la pena que cualquier otro cretino.

— Ya veremos que sucede —respondió ella dedicándome una sonrisa.

— Verás que tengo razón... por cierto, espero que disfrutes tu viaje.

— Gracias Leonora y por favor, no olvides hacer lo que te pedí —dijo refiriéndose a darme cuenta de que según ella, le gustaba a su novio.

— No prometo nada de eso, pero lo que si puedo ofrecerte es alejarme de Morgan.

Ella solo negó con la cabeza mientras sonreía, nos prometimos cosas contrarias a lo que deseábamos la una de la otra, ella se pasó por el culo mi reflexión para hacerla darse cuenta de sus virtudes, asi como yo me pasé sus peticiones. Vicky alzó su mano diciéndome adios antes de retirarse. Fue el ultimo gesto que hizo para mi.

Ese fin de semana, Morgan y yo acudimos a la central de autobuses para despedir a Victoria, quien saldría de viaje con sus padres para tomar una semana de relajación. Él y yo permanecimos juntos hasta que la vimos despedirse desde su asiento al interior del medio de transporte. En cuanto el autobús desapareció de nuestra vista, evité a toda costa a Morgan, me alejé de él sin siquiera hablarle.

— ¡Oye, Leonora! —me llamó, escuché el acercamiento de su voz, supuse que me seguía y no me equivoqué en eso—. ¿A donde vas?, ¿No te gustaría ir a comer?, es sábado y al menos yo no tengo deberes pendientes.

— Pues yo si y tambien tendré exámenes, debo estudiar mil —mentira, quería evitarlo, tal y como se lo prometí en contra de su voluntad a Victoria, aunque en realidad comencé a temer que las suposiciones de mi amiga fuesen acertadas.

— Bien, entonces te veré el lunes —dejó de seguirme, cuando volteé a verlo, noté que se había detenido a mitad de mi camino, eso me hizo sentir aliviada.

Todo el fin de semana rogué por que no se llegara el lunes, evidentemente no quería verlo. Estuviese de acuerdo o no, las horas transcurren sin solicitar permiso y el primer dia de la semana había llegado. Esa mañana amaneció con un tremendo diluvio que desplomaba sus gotas agresivamente sobre nuestra superficie desde la atmosfera, mi papá Luis me llevó al colegio como todos los días.

Antes de bajar del auto, me abrigué con el saco semi largo institucional. Si, el cálido abrigo formaba parte del uniforme. Me separé de papá dándole un beso en la mejilla, él me devolvía el beso en la mía, hasta ahí todo normal, sin embargo, notó algo que provocó una guerra nerviosa en mis intestinos.

— Apresúrate hija, ahí está tu amigo Morgan esperándote —comentó sin señalarlo, cuando giré la cabeza, efectivamente tenía razón—. Date prisa, no lo hagas esperar más.

Morgan permanecía en la entrada del colegio, mientras se protegía de las gotas de lluvia con una sombrilla, por suerte aparentaba no percatarse de la presencia del auto, él contemplaba perdidamente algo en su mano. Descendí del coche abriendo mi paraguas y no crucé la entrada hasta que papá se retiró. 

De pie sobre la acera, atrapé una bocanada de aire, reteniéndola, intentaba enredar todo ese nerviosismo en la nube que terminaría por expulsar dicha emoción negativa de mi interior. En pocas palabras, me llené de valor para transitar a un costado de Morgan sin ser notada por él. Ejecuté mi plan a la perfección, o al menos eso creí hasta que le escuché llamarme. 

— ¡Leonora! —me llamó con entusiasmo, causando que un estremecimiento me recorriera al rededor de la medula espinal—. ¿En que momento llegaste?, no te vi y creo que tu tampoco me notaste.

— ¡Aléjate! —ahora lo recuerdo y me siento patética. Dejé de cubrirme con la sombrilla para apuntarlo con este objeto, él me observó desconcertado.

— ¿Que te sucede?, ¿Ni siquiera un buenos días?—preguntó mientras retenía la risa, solo me sonrió con extrañeza—. Si fuera tu, no tomaría el paraguas...

— ¡Aagh!

— Así... —terminó su oración que interrumpí con mi grito gutural.

La estúpida sombrilla se había roto, el viento tras mi espalda golpeó el interior de la tela, provocando que sus varillas metálicas se abriesen en dirección contraria, dejándola amorfa a su manera habitual, asemejaba una copa. Morgan no soportó más y comenzó a reírse de mi a carcajadas, eso hizo aumentar mi enfado. Caminé siguiendo el rumbo hacia mi salón de clases, él partió detrás mio pero yo fui más veloz al correr lejos de su alcance, de esta manera lo perdí.

No volví a hablarle en todo el día, si lo escuchaba cerca, huía. En la cafetería yo y Merry nos sentamos llenando una mesa con un gran numero de compañeros de mi clase, así logré evitarlo, del mismo modo me hice la solicitada e interesante al caminar por el colegio con todas las amigas de Merry. 

A ultima hora (cerca de la una de la tarde) no hubo clase, mis amigas se fueron pero papá no pasaba por mi hasta las dos y media, que era nuestro horario de salida. Morgan salía los lunes a las doce, por lo cual acudí relajadamente a la biblioteca para pedir prestado un manual de estilismo. Me dirigí al area verde de descanso para estudiar durante mi espera por papá, sentada leía y al mismo tiempo hacía apuntes en mi libreta respectiva a mi club.

Antes de la hora del almuerzo, la lluvia había desaparecido, llevándose consigo las nubes, permitiendo que el sol posara su calor sobre la ciudad. Adentrada en mi estudio me desconecté del exterior, solo podía escuchar el canto de los pájaros que llegaban a su nido ubicado en el árbol, donde yo tomaba la sombra, mientras me mantenía tumbada en el césped.

El aire fresco que soplaba hacía refrescar el aroma del area verde bajo mi cuerpo, era un momento único y exclusivo para mi serenidad. Hasta que una presencia llegó a devastar mi disociación.

— ¡Leo! —me llamó él, tomándome por sorpresa al mismo tiempo que cargaba su voz grave.

Me hizo soltar un grito de espanto, sobresaltada me alejé al verlo, era Morgan. Sostuve mis libros, mochila y abrigo, cuando llevaba todo en ambas manos, quise correr lejos pero Morgan detuvo mis pasos antes de que pudiese escapar.

— ¡Ah no, niña! ¡Ya te escondiste demasiado! —bromeó, rodeó mi cintura por la espalda con sus brazos, no se como lo hizo pero de esta manera me elevó.

Al cargarme, obligó a mi cuerpo a permanecer en el mismo lugar. Forcejeé entre exclamaciones intentando liberarme, sin embargo, era demasiado tarde. Morgan me bajó llevándome de nuevo al pie del árbol, sentándose a mi lado sobre el césped.

— ¿Que te pasa?, ¿No puedes dejarme en paz un solo momento? —cuestioné enfurecida, aunque sabía que para él era como un minino haciendo rabietas—. ¿Por que sigues aquí?, daba tus clases por terminadas.

— Y acertaste, pero al parecer tambien olvidaste que me quedo al club de música —respondió con una sonrisa sincera, al contrario de hacerme sentir bien, provocó más incertidumbre con un gesto tan simple—. ¿Tu que haces aquí?, a está hora deberías continuar en clase, ¿Te fugaste, Leonora?

— ¡No! y si lo hago no es tu incumbencia.

— Claro que si, somos amigos y me preocupo por que hagas las cosas bien—con cada maldita palabra me hacía sentir incomoda—. Entonces, ¿me dirás por que estás aquí tan relajada cuando deberías encontrarte en tu aula?

— No asistió el profesor así que se canceló su clase, pero mi papá viene por mi —expliqué sin dirigirle la mirada—. Merry sabe como irse sola, desafortunadamente no vivimos cerca, por eso opté por esperar a mi padre.

— Entiendo —guardó silencio, tan embarazoso era para mi que ni siquiera rotaba a verlo—. Y ahora, ¿me podrías explicar por que toda la mañana te dedicaste a escabullirte lejos de mi?

Deseé con todas mis fuerzas que la tierra se abriera y me tragara para mantenerme a salvo de tal momento, sin embargo, ahora no me sería facultativo escapar.

— ¿Escabullirme yo? —cuestioné haciéndome la desentendida—. Bueno, supuse que no querrías hablarme puesto que esa señorita que te llama ¡osito! no está presente —dije imitando el tono con el cual Victoria lo nombraba. 

Él comenzó a carcajearse en cuanto me escuchó y visualizó copiar cada expresión tanto facial como motora de su novia, por el contrario, para mi fue extraño debido a que la imité tal cual. Cuando me percaté, había colocado mis manos en su hombro y sobre de estas recargué el mentón, adaptando una mirada tierna, exactamente así era como Victoria se posicionaba.

Morgan reía pero yo me mantuve seria, inmediatamente me alejé pensando "¿Que demonios acabo de hacer?". Para mi suerte, él no percibió mi desconcierto.

— ¿Que te hizo pensar que no deseaba hablarte?, Vicky es importante para mi pero tu tambien lo eres, en ella no puedo confiar demasiado... Es obvio que hay cosas de las cuales no puede enterarse.

— ¿Ah si?, ¿Como cuales?

— Es difícil ¿sabes? —mencionó extrayendo de su saco un collar que se abría, dentro llevaba una diminuta foto suya con Victoria y la observó detenidamente—. Este collar me lo obsequió ella, nunca lo he utilizado por que la primera y ultima vez que lo hice, la cadena me provocó reacción en la piel, por eso solo lo guardo.

Ese collar era motivo de peleas entre los dos, Vicky le reclamaba hasta el punto de llorar debido a que en ningún momento veía a Morgan usándolo pero él no tenía el valor de notificarle la razón. Aquel angustiado Morgan de diecisiete años refería temer a que su novia no le creyera y armara más alboroto, como consecuencia de ello nunca le confesó la verdad. 

Eran un completo desastre, desde luego Victoria arruinaba su propia relación con la inseguridad que la gobernaba, el sueño de ser modelo solo era para que le elevaran la autoestima, sin embargo, no sabía que en dicho lugar peligraba con perder la dignidad. 

— Veo que lo de ustedes va por un camino complicado —comenté con seriedad, entretanto, contemplaba la ciudad visible desde nuestra posición, el colegio se encontraba en lo alto.

— Creo que tienes razón pero debo aceptar que a veces me arrepiento de haberme declarado —Morgan guardó el collar en el bolsillo de su saco—. Ahora no me siento con la valentía de terminar, si lo hago, ella explotará. 

— El independiente Morgan encadenado a una relación toxica, ¿Quién lo diría? —bromeé amigablemente, ambos nos sonreíamos. 

— Me alegra que Victoria no se haya puesto celosa cuando le dije que te considero mi mejor amiga, no puede verme cerca de alguna chica desconocida por que se enfada —soltó una risa calmada, despues transformó el recuerdo en algo serio—. Gracias por estar para mi, Leo.

— Lo se, si lo he notado —respondí murmurando y agachando la cabeza con una expresión de formalidad en mi rostro—. No tienes por que agradecerme.

Recordar las palabras de mi amiga me hicieron percatarme de un ligero brillo en los ojos de Morgan, ya que nos observamos perdida y mutuamente por unos segundos, fue como si nadie existiera, solo apreciábamos nuestros ojos sin decir ni hacer nada. 

Como si el destino estuviese tratando de darnos una señal en esos instantes, señal que desconocíamos por completo, señal que nos daba un adelanto de lo que sucedería sin siquiera nosotros percatarnos. El futuro es totalmente incierto, siempre me ha gustado la idea de dejarme sorprender por él, así puedo presumir de cada dia recibir un regalo inesperado, regalo proporcionado por el tiempo al darme experiencias nuevas y dejarme atónita en casi cada una de ellas.

Despues de conversar en el césped, Morgan me invitó a escucharlo tocar en su clase de musica, ahí permití que su encanto me impresionara, era tan bueno y talentoso con la guitarra (en la actualidad ya olvidó los acordes). Sentí que un interés hacia él nació en mi y en dicho momento solo pude culpar a las suposiciones de Victoria, de no haberme dicho todo lo de esa noche no me habría dejado fascinar por Morgan.

La semana transcurrió normal, él y yo nos acercábamos más de lo habitual, incluso tuvimos momentos a solas en el mismo sitio verde del lunes, en donde Morgan interpretó varias canciones solo para mi. En esos momentos ambos lo percibíamos como pasar tiempo especial entre amigos, sin embargo, era un rodeo que creamos para negar atracción mutua. 

Me sentí como una amiga traicionera. No podía soportar la mirada fija de Morgan concentrada en mis acciones, no podía evitar sentir como si Victoria nos observara, intuía que nos vigilaba con sus ojos hermosos y grandes a pesar de no encontrarse cerca. La odie por meterme esas locas ideas en la cabeza.

El sábado de esa misma semana el martirio terminaría, o al menos eso creí. El autobús de Victoria no llegaba, Morgan y yo aguardábamos por ella en la misma central, sin embargo, ya habían pasado dos horas de retraso por parte del autobús. Decidimos continuar esperando con paciencia pero no había ni una sola señal de su llegada, no podíamos llamarle por que en carretera no tenía servicio telefónico, asi que preguntamos a los encargados. 

— El conductor salió atrasado desde su punto de partida, tomara unos treinta minutos para que aparezca pero podemos mantenerlos al pendiente —esas fueron las palabras de un supervisor. 

Los minutos que refirió se convirtieron en una hora y media más, el sol principiaba a esconderse y Morgan a desesperarse, caminó impaciente por los alrededores mientras yo lo observaba dar pequeños pasos en circulos enfrente mio. Incluso cenamos unos sandwiches empaquetados y reanudamos la espera sin respuesta.

Hasta que el enorme reloj de la sala de espera exterior marcó las siete de la tarde, tres horas posteriores al horario estipulado para el arribar de Victoria, recibimos noticias. El conductor había caído en la peor emboscada durante el trayecto, suceso que costó la seguridad de todos los pasajeros, entre ellos, Victoria y sus padres. 

El corazón se me detuvo cuando en los ojos angustiados del supervisor noté el temor, incluyendo la noticia de que un enfrentamiento en carretera entre delincuentes, fue el autor intelectual para el daño de los pasajeros, dejando heridos de bala. Mis piernas perdieron fuerza y no fui la única que se llenó de miedo, Morgan tambien.

Nos observamos a los ojos, ambos pares iniciaban a empeñarse en lagrimas. Al contrario de mi, Morgan no dejó caer ninguna gota y solo fue capaz de recibir con fuerza mi abrazo. No fuimos los únicos en recibir tan alarmante noticia, los familiares de los demás viajeros tambien se preocuparon por los suyos. Fue cuestión de segundos para que la sala de espera se envolviera de un desconsuelo pavoroso. 

El rescate tomó doce horas puesto que el lugar del accidente se encontraba a cinco horas de la estación, además el apoyo implicó más tiempo. No podíamos marcharnos hasta recibir noticias, a una hora de habernos enterado, los padres de Morgan acudieron a darnos consuelo pero a mi solo me importaba que él estuviera bien.

— ¿Ahora que voy a hacer? —se cuestionó Morgan a si mismo, me dolía verlo sin una sola gota de expresión en sus palabras y acciones. No lloraba, no se lamentaba, no se molestaba, ¡Nada!. 

— ¿Hacer de que, hijo?, tu debes continuar adelante —respondió inmediatamente con sensatez Christian, su padre—. La mejor manera en que puedes ayudarte a ti, a nosotros y a Victoria... es manteniendo calma.

— ¿Es que acaso me veo alarmado? —replicó, su manera hostil de responder me hizo saber que por dentro le carcomía la angustia. 

— Morgan, cariño, por favor no hagas algo estúpido —intervino Amanda, su madre, ella intentó controlarlo con una caricia en su espalda—. No eres el único que sufre, ve a todas esas personas, tambien están relacionados en esto.

Escuchaba su conversación mientras me mantenía un poco alejada de ellos, estaba sollozando y no quería que Morgan me viese en ese estado, no quería darle más problemas. 

— Leonora, ¿quieres algo de tomar? —escuché a su madre cerca de mi, repentinamente apareció a mi lado.

— No, gracias —contesté apáticamente durante mi lloriqueo en silencio. 

— ¿Estás segura de que permanecerás aqui?, se hace tarde, tus padres deben estar preocupados.

— Quiero quedarme, Victoria es mi mejor amiga y necesito noticias de ella. 

— De acuerdo, respetare tu decisión.

Ella volvió a alejarse con calma, mientras yo continué abrazándome a mi misma y elevando oraciones por el bienestar de Vicky. Alzaba mi cabeza hacia el cielo estrellado y deseaba con todas mis fuerzas que se encontrara bien, tambien rogaba por el del resto de pasajeros y sus familias. Me mantuve sola, mientras que Morgan recibía apoyo de sus padres, sin embargo para ellos, en esos momentos yo no era más que una conocida de su hijo.

— Leo —escuché a Morgan llamarme, giré mi cuerpo y lo encontré a mi lado, él me analizó con la mirada antes de solicitarme un abrazo al cual respondí rápidamente—. ¿Que hice para merecerme tu amistad?, gracias por estar aqui, gracias por no dejarme solo. 

— No me agradezcas —respondí en medio de mi llanto.

Doce horas posteriores desde el accidente. 

Nos desvelamos en el hospital, ya eran las ocho de la mañana y no habíamos podido pestañear por estar al pendiente de Victoria. Los pasajeros fueron enviados al hospital mas cercano de la estación, ahí Victoria recibió una cirugía de emergencia para retirarle las tres balas que atravesaron su abdomen. De milagro pudimos verla cuando llegó en una ambulancia inaceptablemente repleta de personas heridas, como si hubiesen ido a una guerra.

Los paramédicos la bajaron a pie siendo que no podía ni con su propia alma, parecía crucificada siendo aterrizada, con poner un solo pie sobre la superficie por poco se derrumba además su ropa se encontraba en pésimo estado por la hemorragia. Eso hizo rabiar a Morgan que casi se acerca para golpear a los paramédicos, yo lo detuve sin ser capaz de controlar mis lagrimas. 

Esa tétrica escena jamás he podido borrarla de mi mente. Horas despues, Victoria y sus padres fueron enviados a cuidados intensivos, en la sala de espera aguardaban sus familiares, Morgan y yo éramos los únicos del circulo social de Vicky. 

Contemplaba el mármol de la superficie, cubriéndome con una frazada que Amanda llevó para ambos. Morgan regresaba del establecimiento de donde compró alimento procesado, la aparición de un vaso de cafe frente a mis ojos me sacó de mi trance de análisis luego de lo ocurrido. 

— ¿Para mi? —pregunté a Morgan con inocencia. 

— Lo encontré en la basura —bromeó, me sorprendió que fuese capaz de sonreírme dadas la circunstancias—. Mentira, solo acéptalo.

— ¿Tu ya desayunaste? —recibí el café en mis manos, mientras Morgan tomaba asiento a mi lado—. No era necesario que me trajeras esto.

— Claro que si lo era, no has dormido nada por mi culpa, sigues empeñada en quedarte.

— No lo hago por ti, lo hago por Victoria —respondí dando un sorbo al café, me arrepentí de haberlo dicho cuando no recibí respuesta de su parte—. Es broma, ¿sabes?

— Claro que lo se —dejó salir un risa serena—. ¿Crees que nos permitan verla?

— Desde luego que si, tu eres su novio y yo su mejor amiga, si no lo hacen entonces ya veré una manera de convencerlos... me la suda que seamos menores de edad, entramos por que entramos.

— Leonora, en serio que no sabes lo agradecido que estoy contigo —le dirigí la mirada al percibir sus palabras sinceras, encontrándome con ese observar encantador que traicionaba mis sentidos—. Tienes un corazón enorme, no se que hice bien para obtener tu amistad.

— Yo... admito que con ustedes dos, mis primeros días en una vida a la cual nunca me enfrenté, se hicieron menos pesados gracias a ambos. 

De nuevo permanecimos con nuestras miradas entrelazadas sin hacer nada, me extravié en la suya y aparentemente él en la mía, toda la semana sucedió eso con frecuencia. En todos esos días nunca me dio señales de que le gustara, en ningún momento se le escapó alguna palabra indebida que pudiese hacerme dudar, hasta ese preciso instante.

— Me confundes —susurró separando la mirada y llevándose el borde del vaso de café a la boca.

— ¿Que significa eso? —pregunté, no pude detener la duda, aunque no me contestó, Morgan se hizo el desentendido.

Esperamos a que el horario de visitas comenzara, durante nuestra estancia llegaron los amigos de Morgan y Victoria, entre ellos Merry, quien acudió para hacerme compañía. Los chicos charlaban con Morgan, intentaban darle animo y yo solo me protegía en los brazos de Merry sin compartir palabras, hasta que uno de esos chicos se aproximó a mi, era Sebastián.

El amigo de Morgan y Merry fueron quienes me dieron consuelo, a Sebastián no lo conocía y mucho menos le dirigía la palabra cuando nos veíamos en el colegio, él a veces me evitaba asi que interpreté eso como una manera de mostrar que no le simpatizaba. Sin embargo, en el hospital me dio demasiadas palabras de aliento y abrazos, fue inusual pero de todas formas se lo agradecí. 

Las visitas eran restringidas, solo los abuelos de Vicky pasaron mientras nosotros guardábamos la esperanza de que nos permitieran entrar. Duraban únicamente dos horas y los familiares ya habían abarcado una entera, por lo cual Morgan principió a resignarse. En medio de su total melancolía, él le pidió a mi amiga que me llevara a almorzar algo, pues por el miedo no había ingerido un solo bocado. Para Merry fue difícil convencerme, no es que me hiciera del rogar, en serio quería charlar con Victoria. 

Pasada la hora en donde Merry me llevó a comer, cuando regresamos vimos a Sebastián que charlaba con el guardia encargado del area, Morgan ya no estaba en la sala, por el contrario, los abuelos de Victoria regresaron, eso me hizo sentir aliviada de que sin duda alguna mi amigo por fin se encontró con su novia. 

Sebastián corrió hacia mi con impaciencia para notificarme que Vicky ordenó verme.

No me resistí e hice lo debido para entrar a verla, desesperada y con las manos temblorosas me coloqué una bata azul que el personal me otorgó para que entrase, atravesé la puerta que me cedía el paso a un corredor en donde se hallaban numerosos cubículos. Un enfermero me recibió, le pregunté por Vicky, él no supo de quien le hablaba, preguntó a sus colegas y una de ellas me guio a su cubículo. 

Dentro vi a Morgan quien se encontraba de espaldas contemplándola, no me detuve a pensar dos veces e ingresé, sin embargo, con solo clamar el nombre de mi amiga con angustia, el panorama cambió.

— Leonora, justo quería verte —dijo Victoria con su voz débil, Morgan le sostenía la mano desconcertado, él no me dirigió la mirada ni a su novia—. Hazme caso, Leo... hazle caso y sean felices.

Esas fueron sus ultimas palabras.




A los meses, el fallecimiento de Victoria continuaba repercutiendo en mi estado de animo, no era la única persona asi, Morgan sufrió más y desde lo ocurrido no volvió a dirigirme la palabra. Lo sentía demasiado distante, sus compañeros de bachillerato se sentaban con él en la cafetería pero nunca lo vi sonreír. Todo cambió de la noche a la mañana.

Mis calificaciones bajaron, no podía sacar a Vicky de mi cabeza, pero más a Morgan quien misteriosamente aniquiló todo tipo de contacto conmigo, creí que no le importaba el hecho de haberlo acompañado en cada segundo durante el velorio y el entierro. Los padres de mi amiga tambien murieron, en una sola semana únicamente quedó su recuerdo. 

Dudé sobre las palabras de Morgan respectivas a nuestra amistad, quizá estaba molesto conmigo, quizá era la depresión quien no le permitía entablar relación con nadie, miles de conclusiones se crearon en mi imaginación pero ninguna daba respuesta. 

Un dia, se cumplían tres meses de la muerte de Victoria, me ubicaba solitaria en mi árbol favorito, el árbol en el que siempre me desconectaba de lo que me rodeaba, mismo donde estudiaba bajo sus danzantes y verdosas hojas. 

— ¿Por que te fuiste tan pronto, Vicky? —pregunté observando el cielo al mantenerme recostada sobre el césped—. Pero... ¿Por que dejaste tantos enigmas al marcharte?, ¿Sigues escondiéndome algo, no es así?

— Creo que tengo la respuesta de tu duda—contestó una voz viril que apareció sin previo aviso.

Elevé mi torso sobresaltada, al rotar la cabeza me percaté de la presencia de Morgan.

— ¿Morgan?, ¿Que haces aquí? 

— Tu y yo necesitamos hablar —expresó con formalidad, al mismo tiempo dejó caer su mochila junto a la mía e invadió mi espacio al sentarse a mi lado sobre el césped—. ¿Como te has sentido? 

— ¿Hablas en serio? —cuestioné ligeramente hostil, me molestó el hecho de que por tres meses no me hiciera en el mundo y regresara tan calmado—. ¿Por que me has ignorado?, ¿Es que ya olvidaste que estoy para ti?

— Precisamente venia para discutir eso... quiero saber si aún cuento contigo.

— ¿Y que necesitas?, ¿Dinero? —lo interrogué enfrentando su manera tan serena de actuar—. Por que si es algo similar, ni siquiera te molestes en volver a dialogar conmigo. 

— ¿Tanto me costará acercarme a ti?... 

Esa tarde, Morgan me compartió cual fue la ultima voluntad de su novia, la cual me explicó, constaba en que deseaba vernos juntos. Victoria le había solicitado a Morgan que saliera conmigo, no como amiga, ella quería que fuésemos algo más. 

— Me dijo que volviera a enamorarme —explicó Morgan reteniendo el nudo en su garganta, era posible para mi escuchar su voz quebrarse—. Antes de que llegaras para verla morir, me preguntó si sentía interés en alguna otra chica, en el momento le contesté que solo me interesaba ella pero supo como hacerme confesar... que siento... algo por ti.

No lo observé, me dediqué a únicamente escucharle mientras perdidamente mantenía la mirada fija en otro lado, sin embargo, no pude esconder las lagrimas en lo más profundo de mis ojos ocasionando que estas escaparan deslizándose por mis mejillas. 

— Me confundes... siempre lo hiciste, desde que llegaste a pedirme que modelara para tu exposición, llamaste mi atención con ese entusiasmo y energía —continuó—. Por tener a Victoria me sentí confundido, atado a ella pero atraído por tu encanto. Desde el primer momento me... me... me conquistaste.

— Morgan... —dije despues de exhalar—. Si te sientes solo, no es necesario que busques una pareja, a veces el desamparo regala serenidad y bienestar.

— No, Leonora, no te digo esto por que me sienta solo y necesite de una mujer para sacarme a Victoria de la cabeza —se mostró insistente—. Todo el tiempo me has gustado, estoy tratando de ser lo más sincero que puedo, ¿Qué debo hacer para convencerte de la verdad? 

La verdad es que tu tambien me gustaste desde el primer dia. Pensé, más no tuve el valor de decirlo, no obstante, hice algo que solo empeoró la guerra en mi mente. Me acerqué y le di un beso, algo que venía deseando desde mucho tiempo atrás. No esperé que fuese a responder al gesto, no había nadie cerca, sentí su cálida mano rozar mi cintura como si guardara un temor a tocarme. 

Fue nuestro primer beso en una situación no muy satisfactoria, volví a sentirme vigilada por Victoria, por lo cual me alejé al instante dejando a Morgan esperando más de mi.

— ¿Que estoy...? —balbuceé, estaba anonadada por la imprudencia que acababa de cometer—. Lo siento.

Sostuve mi mochila en un solo hombro y sin volver a cruzar miradas con Morgan me levanté, pero él me frenó sujetándome de la muñeca.

— Leonora, no voy a permitir que te alejes —se expresó autoritario, incluso me dio pánico notarlo actuar con severidad—. Mis sentimientos hacia ti son verdaderos y quiero que lo comprendas.

— Pero no es justo para Victoria... —comenté ligeramente asustada.

— Ella ordenó para ambos que fuésemos felices, será complicado llegar pero por favor ¡Dame una oportunidad!. 

Dicha oportunidad sigue viva hasta el día de hoy, la flama de nuestro amor se incrementa cada vez más por el aire que Morgan desprende al dedicarse siempre a mi. Cuando comenzamos a salir, le prometí a Victoria que cumpliría sus deseos al hacerle muy feliz a Morgan. Difícil fue que sus compañeros de bachillerato me vieran con buenos ojos, todos rumoraban cosas malas de mi, entre ellas explicaban que solo esperé la muerte de Vicky para "adueñarme" de su novio.

Morgan me enseñó a ignorarlos. El apodo de "nena" surgió desde nuestra primera vez, cuando le dije que me sentía pequeña ante su corpulencia. Siempre me ha protegido. Victoria significó un obstáculo para mi completa satisfacción y aunque dolió, con él aprendí a desprenderme del pasado.

Según mi novio, el ayer es solo un mal sueño que finalizó y es de sabios renunciar a él para ser mejores personas en el ahora, rescatando las enseñanzas que estipula.

A su antiguo amor estuvo encadenado hasta que la muerte los separó, pero yo temo por nuestro futuro. 

¿Conmigo? ¿hasta cuando será?.

¡HOLA! SOY DENNY DION.

Primero que todo, muchas gracias por llegar hasta aquí, disculpen la demora en publicar pero es que a causa de ser una novela corta, hay mucho material que quiero meter y debido a ello esta vez escribí 12,505 palabras. ¡Sip! se acaban de leer más de 12,000 palabras. (logré superarme xd)

Segundo, ¿Qué les pareció la nueva portada?, ¿le gustó, comadre?, ¡Que bueno, me alegro mucho! o me alegro mil, diría la Leonora (ah se crean). La portada es creación mía, si les gustó muchas gracias por apreciar mi trabajazo por que me costó un dolor de espalda.

Al final de la novela explicaré la portada. 

Mientras tanto, ¿Que les pareció el capitulo?, háganmelo saber :)

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