-Tienes que irte de aquí-concluí luego de un largo silencio pensando en como desaparecer el cuerpo de Milán.

-¿Cómo?-me miró preocupado.

-¡¡Eso debiste pensarlo antes de planear matar a tu hermano!! ¿Que nunca viste series de crímenes? ¡Todos tienen un plan!-definitivamente no soy buena criminal.

-¿Sabes que? Mejor sal de aquí a pasear por ahí mientras que pienso en un plan y limpio la sangre- El solo asintió.

-Iré por mi abrigo-balbuceó y se fue escaleras arriba.

Cuando salió comencé con el dichoso plan para desaparecer el cuerpo. Limpié todo sin dejar rastro, supuse que el olor a sangre desaparecería con el aromatizante pero no fue así. Tan solo esperaría a que lo hiciera con el pasar del tiempo. No dejaríamos que nadie entre y si preguntaban por Milán les diríamos que nunca llego aquí. Sería como si se lo hubiera tragado la tierra.

Amaneció y aún no había dormido lo suficiente, me sentía cansada pero el cuerpo sin vida seguía en la sala y ya estaba oliendo mal. Al final decidí enterrarlo en un descampado a unos metros de la casa sin que los vecinos me vieran, pues los árboles bloqueaban la vista.

Regresé a la casa y encontré a mi esposo tirado en el sofá ebrio, lloraba a mares y se lamentaba arrepentido.

-¿Por qué lo hiciste?-me senté a su lado. Siempre había sido dulce y amable, jamás me habría imaginado algo como esto.

-Por que teníamos una disputa muy fuerte por la empresa, siempre me reclamaba por ser el favorito. Dijo que yo tenía la culpa de que él sea como es, siempre bebía y llegaba hasta el siguiente día a casa, sentí que era una carga para mi y para la familia. Un estorbo del que nos libré. Pero aún así me arrepiento de lo que hice, aunque ya es tarde para hacerlo. Solo quiero que me ayudes a sobrellevar esto, por que no tengo a nadie más. ¿Me ayudarás, cierto?-me miró con los ojos rojos, como si por dentro estuviera suplicando que mi respuesta sea que le brindaré mi ayuda.

-Si-dejé escapar un sonoro suspiro.-Además, no tengo de otra ¿verdad? De todas formas me matarás si digo lo contrario.

Asintió y nos quedamos en silencio durante un rato.

-Enserio lo siento por haberte metido en todo esto-no me miró.

-No lamentes nada, de todas formas ya eres lo que elegiste ser. Un asesino. Nadie te lo quitará jamás, aunque te arrepientas ya no podrás regresar el tiempo.

El teléfono sonó después de otro largo silencio.

-¿Hola?-contesté nerviosa por quién podría estar al otro lado del teléfono.

-Hola, hija disculpa que te llame tan temprano ¿Cómo están?, ¿Se están divirtiendo?-si supiera.

-Hola mamá, si nos estamos divirtiendo mucho. Hoy iremos a pasear por la ciudad y comeremos afuera-contesté con la felicidad fingida que había aprendido en las famosas clases de actuación. Para algo me tenían que servir.

-Me alegro mucho por ustedes, escuché que el hermano de tu marido iría de visita. La verdad me parece muy imprudente de su parte interrumpir una luna de miel, ¿aún no llegó?-mis manos empezaron a temblar por milésima vez desde el suceso y se me puso la piel de gallina como si ella pudiera verme.

-No-dije rápidamente-No, la verdad no sabíamos que vendría. Quizá se desanimó o se está quedando en un hotel de la ciudad y vendrá más tarde, pero si no llega yo llamaré a avisar no se preocupen.

-Bien, me parece excelente que no llegara a interrumpif su felicidad. Sigan disfrutando, te llamo más tarde. Un abrazo para ti y para Félix.

-Igualmente, mamá. Hasta luego-colgué. Me apoyé en la pared donde estaba el teléfono y solté un largo suspiro.

Hablar con ella se me hacía dificil a veces. Yo solo quería decirle que no era necesario fingir. Que ya lo sabía todo.

"Hoy hice un portarretrato muy lindo para la clase de arte. Puse la foto que papá, mamá y yo nos tomamos durante un viaje a España para mi cumpleaños, había cumplido 7 años. Los pasillos de ésta casa son muy grandes y aburridos, así se cuando sea grande y esta casa grande sea mia pintaré las paredes de muchos colores. Iré a ver a mis padres a su habitación, pues acaban de llegar de uno de sus viajes de negocios. Estoy en la puerta, pero dentro escucho a alguien llorar ¿Mamá está triste?.

-Tenemos que decirle, si se llega a enterar nos odiará -sollosó mamá.

-No podemos, se traumará y ni el mejor psicólogo la hará mejorar-era papá quien hablaba.

-Siempre quize una hija, una que sea mía-estaba llorando aún más fuerte.

-Sabes que eso no es posible, hicimos todo lo posible para hacer realidad tu sueño, gastamos mucho dinero en eso y nada funcionó-la estaba consolando.

-Pero siempre lo quize, nadie sabe que la adoptamos y hacerle pensar a la gente que si lo logramos me hace sentir mal. Les estamos mientiendo a todos-gritó.

-Tiene que seguir así cariño, la estamos criando como si fuera nuestra y tiene todo lo necesario para vivir cómodamente. Nadie más le abría dado lo que le estamos dando, ella pudo vivir en un basurero pero nosotros la sacamos del sufrimiento y aquí está, feliz."

En ese entonces yo era solo una pequeña niña de siete cortos años, pero solo por eso no quería decir que era tonta, por que me daba cuenta de las cosas y ya sabía que me habían adoptado. Me cayó como un balde de agua helada, y recién comenzaba a vivir. Una vida que no era mia. Una vida que no me merecía, por que iba a pertener a alguien más, a la verdadera hija de los Priztler, la que nunca iba a existir.