Ahora es donde comienza la verdadera historia, la que contaré con toda la sinceridad del mundo pues ya no hay nada que ocultar.

Esa noche estaba más que harta de conocer a otro chico más del montón, me presenté exactamente como lo narré en el audio, todo ocurrió normal.

Hasta que llegó la parte del plan. En un principio no había que matar a Félix, solo sería una boda y asesinato de la esposa.

Sin embargo me plenteé la misma duda que había rondado mi cabeza hace seis años. ¿Y si nos encontraban?

Regresaríamos a la vida que dejamos por muchas razones, yo por la que ya narré y él por el rencor que le tenía a su padre por acabar con su madre e intentar matarlo en el proceso. 

Entonces después de esa larga cena nos dirigimos a un café poco conocido en la ciudad, conversamos nustros pro y contras, lo arriesgado que sería darle forma a la situación. Hasta que lo logramos después de muchas "citas para conocernos mejor".

Era la pareja perfecta. ¿Cómo es que no lo conocí antes? Me hubiera evitado tantos problemas.

Milán no estaba en el plan, la noche de bodas nos dirigimos a la cabaña en Italia que sería testigo de toda la supuesta tragedia que armaríamos.

Un esposo frustrado acabando con su bella y sensible esposa, luego de una acalorada discusión captada por las cámaras de seguridad. Luego el video por cosas del destino se cortaría, nos largaríamos lejos, yo como muerta y el como fugado de la justicia.

Pero era obvio que nadie se lo creería, Félix se comportó siempre como un hijo ejemplar, un obediente empresario que a pesar del odio a su padre hacía lo que él le ordenaba.  Una persona dulce, honesta, inteligente y de buenos sentimientos. Así que Milán, quién ya sabía nuestro plan por espiarnos la mayoría de tiempo. Suena enfermo pero se lo agradezco.

Justo esa noche, yo ya estaba lista para la actuación, me había ensayado el guión noche tras noche notándose cada vez más mis ojeras, excusándome de lo cansada y estresada que estaba por los preparativos.

Cuando tocaron la puerta supe que algo no estaba bien, si nada salía como esperábamos se iría al tacho nuestro plan de meses.

Todo iba normal, yo no sabía nada de lo que tramaban los dos hermanos en la sala. Cuando bajé y vi la escena que estaban armando casi me desmayo, ¿De dónde había salido la pistola? ¿Por qué lo había hecho?

Me acerqué para asegurarme que el herido respiraba, la bala había caído al costado de su abdomen. Primero susurró algo que no entendí, hasta que me acequé más.

—Es parte del plan, actúa como si el fuera yo— solo faltó eso para seguirle la corriente al asunto.

Soy buena improvisando, lo sé.

Después de todo el drama que hicimos, Milán fue al segundo piso para "coger su chaqueta" pero apagó las cámaras en el proceso.

Sacar la bala si hacerle daño fue la parte más difícil, afortunadamente en internet hay de todo. Lo logramos después de mucho tiempo, dejamos que Félix descanse para que Milán lo dejara en casa de Xavier quién ayudaría.

El resto es historia contada, convivir con Milán no fue tan malo después de todo. Cuando las cámaras se apagaban, surgía su lado gracioso y ocurrente. Me contaba historias sobre sus conquistas, fiestas a las que asistía, hasta de la fan obsecionada que él quería dejar en el pasado.

Sabía el riesgo del plan, las cosas que dejaría atrás.

Los audios fueron mi idea, se vería más realista capturar la voz de una muchacha sufriendo a una que solo actuaba sin voz en videos armados.

Pasaron los días y se reportó la desaparición de un integrante de los Martínez.

Nos reíamos y disfrutábamos de las ridiculeses que decía la prensa rosa. ¿Milán se habrá fugado con alguna novia? ¿Secuestraron al hijo de los Martínez por dinero? Ninguno le acertaba al plan, nos aseguramos que la prensa no nos siguiera hasta aquí antes que nada.

La noticia que llegarían los policías a la casa para una inspección nos tomó de sorpresa. Tampoco pensé que Sergio se atreviera a tanto, puede que solo esté llamando la atención de las cámaras para tildarlo de buen padre.

Milán ya me había contado que cuando se fue de parranda casi una semana, no había recibido ni una sola llamada de su padre.

Coordinamos el encuentro entre la policía y nosotros hasta que nos planteamos. ¿Y si dejamos un pedazo de corbata ensangrentada cerca de aquí para que sea más realista eso de culpar del asesinato a la "inestabilidad emocional" de Milán? 
 
Y así fue, encontró la clara pista que dejamos a un costado de la carretera, después del primer encuentro con el único policía que llegó a ésta casa.

El oficial Soriano.